Yo tengo un sueño...
JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ | EL UNIVERSAL
martes 27 de agosto de 2013
Se cumplen 50 años de: "La marcha sobre Washington para el trabajo y la libertad" y de uno de los discursos más trascendentes de la historia del siglo XX: "I have a dream" ("Yo tengo un sueño") pronunciado el 28 de agosto de 1963 por Martin Luther King en las escalinatas del monumento a Lincoln, prohombre singular, defensor de la igualdad humana, quien prometió a su pueblo en medio de la guerra el: "renacer de la libertad", "y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", la democracia, no iba a desaparecer entre los hombres libres.
Defendiendo esos mismos ideales, en el espíritu de la entonces centenaria proclama de la emancipación, advertiría King la necesidad de concretar sus propósitos, denunciando que: "cien años después, el negro aún no es libre", sujeto a: "las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación".Condenaría al mismo tiempo su pobreza en medio de: "un inmenso océano de prosperidad material" y cómo una raza de hombres resultaba excluida y el ser humano: "desterrado en su propia tierra".
Habían marchado unos 250.000 ciudadanos en una nación dividida con el propósito de unirla, de recuperar el legado histórico con el que fue fundada y exigir: "los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Era una deuda entonces con los desposeídos del país, las mujeres y hombres de color, pero, al mismo tiempo, con la humanidad. Y señaló entonces King en admirables términos: "Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios".
King reivindicó el derecho inalienable a la rebelión y que se garantizasen los derechos de la ciudadanía, pero lo hizo sin propiciar mayor separatismo, mayor intolerancia, mayores agresiones: "Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio". Entendiendo el sentido de unidad e integración que requería la nación, expresó con verdadero patriotismo: "La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos".
Ante el recuerdo de los mártires, las cárceles, la persecución y la injusticia de una parte de la sociedad impidiendo los derechos de la otra, King realizó una nueva promesa, suerte de bienaventuranza para los oprimidos, la esperanza de un nuevo ideal: "Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales"... "Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad"... "Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas"... "¡Hoy tengo un sueño!...".
Opuesto, como en otro momento señaló, a los errores del capitalismo y del marxismo, el primero, porque: "ha tenido el defecto de no haber visto el valor de las empresas colectivas", y el segundo, porque: "no ha sabido ver el valor de las empresas individuales", defendió las virtudes de la democracia y exigió su profundización, se opuso al: "totalitarismo estrangulante" y exaltó la condición humana y los derechos ciudadanos: "El hombre no está hecho para el Estado; es el Estado que está hecho para el hombre".
Su sueño de libertad y justicia, su esperanza y su fe en el hombre, en Dios y en sus dictados, sigue vigente, representa una lección para todos los que sufren formas, sistemas, regímenes de discriminación y de violencia, persecución y odio. Sueño de libertad y justicia para todas las sociedades que se deben imponer sobre sus propios males, y avanzar sobre ellos, con la firmeza de sus convicciones para realizar los cambios necesarios que orienten su destino. La era de los derechos civiles comenzaba a presagiar desde entonces un mundo diferente por hacer. Tal fue el legado de King.
jfd599@gmail.com
Defendiendo esos mismos ideales, en el espíritu de la entonces centenaria proclama de la emancipación, advertiría King la necesidad de concretar sus propósitos, denunciando que: "cien años después, el negro aún no es libre", sujeto a: "las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación".Condenaría al mismo tiempo su pobreza en medio de: "un inmenso océano de prosperidad material" y cómo una raza de hombres resultaba excluida y el ser humano: "desterrado en su propia tierra".
Habían marchado unos 250.000 ciudadanos en una nación dividida con el propósito de unirla, de recuperar el legado histórico con el que fue fundada y exigir: "los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Era una deuda entonces con los desposeídos del país, las mujeres y hombres de color, pero, al mismo tiempo, con la humanidad. Y señaló entonces King en admirables términos: "Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios".
King reivindicó el derecho inalienable a la rebelión y que se garantizasen los derechos de la ciudadanía, pero lo hizo sin propiciar mayor separatismo, mayor intolerancia, mayores agresiones: "Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio". Entendiendo el sentido de unidad e integración que requería la nación, expresó con verdadero patriotismo: "La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos".
Ante el recuerdo de los mártires, las cárceles, la persecución y la injusticia de una parte de la sociedad impidiendo los derechos de la otra, King realizó una nueva promesa, suerte de bienaventuranza para los oprimidos, la esperanza de un nuevo ideal: "Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales"... "Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad"... "Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas"... "¡Hoy tengo un sueño!...".
Opuesto, como en otro momento señaló, a los errores del capitalismo y del marxismo, el primero, porque: "ha tenido el defecto de no haber visto el valor de las empresas colectivas", y el segundo, porque: "no ha sabido ver el valor de las empresas individuales", defendió las virtudes de la democracia y exigió su profundización, se opuso al: "totalitarismo estrangulante" y exaltó la condición humana y los derechos ciudadanos: "El hombre no está hecho para el Estado; es el Estado que está hecho para el hombre".
Su sueño de libertad y justicia, su esperanza y su fe en el hombre, en Dios y en sus dictados, sigue vigente, representa una lección para todos los que sufren formas, sistemas, regímenes de discriminación y de violencia, persecución y odio. Sueño de libertad y justicia para todas las sociedades que se deben imponer sobre sus propios males, y avanzar sobre ellos, con la firmeza de sus convicciones para realizar los cambios necesarios que orienten su destino. La era de los derechos civiles comenzaba a presagiar desde entonces un mundo diferente por hacer. Tal fue el legado de King.
jfd599@gmail.com
Editorial: 'Yo tengo un sueño'
El más famoso de los discursos de Martin Luther King cumple 50 años. Lo pronunció el 28 de agosto de 1963 en un sitio de inocultable simbolismo, el monumento a Abraham Lincoln -liberador de los esclavos- en el corazón de Washington.
Hace medio siglo, en más de 20 estados de los EE. UU. estaba prohibido el matrimonio entre personas de diferentes razas. En algunos lugares, los negros no podían tomar agua donde bebían los blancos, ni sentarse en la misma zona del bus, ni acudir a las mismas universidades. Hoy dirige los destinos del país un presidente negro y hay ciudadanos de color en los más altos cargos de la Administración, el Congreso y la Justicia.
¿Qué ocurrió en esas cinco décadas que produjo un cambio tan radical en la situación? Por una parte, el avance del movimiento a favor de los derechos civiles, una especie de despertar ciudadano que floreció en muchos rincones del país. Por otra, las leyes de igualdad, como la que equiparó a todos los ciudadanos en 1964. También, ciertas decisiones de la Corte Suprema de Justicia, como la que puso fin a la segregación en la Universidad de Misisipi en 1962. Pero quizá lo más trascendental fue que la población negra encontró su voz y su profeta en el predicador bautista Martin Luther King, que supo expresar y canalizar las quejas de su gente. En sus sermones, sus discursos, sus cartas –como la que escribió desde la cárcel de Birmingham–, King predicó la “acción directa no violenta”, una forma de lucha destinada a crear tensiones pacifistas que obligaran a la comunidad a negociar y “confrontar los problemas”. Había aprendido que “el opresor no otorga voluntariamente la libertad, sino que es preciso exigírsela”.
El más famoso de los discursos de King cumple 50 años. Lo pronunció el 28 de agosto de 1963 en un sitio de inocultable simbolismo, el monumento a Abraham Lincoln –liberador de los esclavos– en el corazón de Washington. “Yo tengo un sueño –dijo–, el sueño de que un día todos los hombres sean hermanos”.
El domingo pasado se reunieron en el mismo lugar miles de personas dispuestas a recordar la célebre oración, y mañana Barack Obama hablará al país desde la sombra de quien ha sido su inspiración y cuyo busto preside el despacho presidencial.
King no alcanzó a ver muchos de los avances por los que luchó. En abril de 1968, a los cinco años del célebre discurso y cuatro después de recibir el Premio Nobel de la Paz, fue asesinado en Memphis.
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