Las mujeres fueron excluidas de la historia del cristianismo
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La profesora Kate Cooper de la Universidad de Manchester, es una erudita en asuntos históricos del cristianismo.
Ella está causando diversas reacciones en el mundo académico con el lanzamiento de una larga investigación. El material que ha reunido está basado en su libro: “Huestes de Ángeles: El Mundo Olvidado de las Primeras Mujeres Cristianas [Band of Angels: The Forgotten World of Early Christian Women]”, publicado este mes por la editora Atlantic.
Cooper, identificó docenas de mujeres cristianas que fueron “olvidadas”, aun siendo muy influyentes en el I y II siglo. Sobre todo, por qué en ese periodo el cristianismo era – de alguna manera – más progresivo hacia las mujeres que en la actualidad.
Su argumento, es que las mujeres jugaron un papel clave en la difusión de la fe cristiana a través de las nuevas redes de familiares y amigos. Las autoridades de estas comunidades cristianas fueron conquistadas por el desempeño de líderes comunitarias y pequeñas empresarias. Además de transmitirles los principios de la nueva fe a sus hijos.
Una de las únicas mujeres mencionadas en el libro de los Hechos es Lidia, una vendedora de púrpura. Ella fue una de las primeras personas en patrocinar el ministerio de Pablo.
También es recordada por la tradición cristiana: “Perpetua”, que vivió en Cartago a finales del siglo II. Su testimonio de fe se hizo famoso en una época en que hubo una gran persecución. Ella se opuso a negar su fe, oponiéndose a la voluntad de su padre y finalmente fue martirizada. Su diario, escrito mientras esperaba su ejecución en la prisión, sería considerado demasiado radical para el mundo de hoy.
Esto demuestra el compromiso la diferencia de las opiniones de la mayoría de los teólogos, respecto al papel de las mujeres en el cristianismo primitivo, explicó la profesora Cooper.
Una de las más influyentes (e ignorada), según el historiadora, es Tecla de Icônio, que los cristianos del siglo II creen que fue una de las discípulas del apóstol Pablo. Aunque no hay muchos detalles sobre ella, la historia dice que fue bien conocida en los primeros siglos del cristianismo.
Según Cooper, hay un documentos que se llaman los “Hechos de Pablo y Tecla”, difundidos por la iglesia primitiva, mostrando cómo ella se rebeló contra su familia y rehusó casarse, algo impensable en la época.
La influencia de su historia duró mucho tiempo, por lo que es una de las responsables de la formación de la teología católica sobre la castidad y la virginidad. “Todo gran escritor cristiano del siglo IV tenía una hermana. Estas jóvenes fueron alentados a seguir el ejemplo de Tecla. En lugar de criticarla a ella por desobedecer a sus padres, la Iglesia primitiva celebraba su valor”, afirma Cooper.
“El cristianismo era bastante revolucionario en la forma en que trataba a sus mujeres, sobre todo cuando te das cuenta de cómo el mundo antiguo era machista … Estas santas mujeres fueron influencia radical y de gran alcance en la iglesia primitiva. Lástima que fueron ocultas a la vista de todos”, lamenta la historiadora.“Muchas historias de los Evangelios, por ejemplo, de Marta y María en el registro de Lucas, nos pueden decir mucho más sobre el papel de la mujer si prestamos atención. Esto es algo que los escritores masculinos no lo habrían hecho tan natural… Las fuentes antiguas mencionan siempre a las mujeres, pero con el tiempo fue cada vez menos y menos su atención en su papel. Realmente, fueron en gran medida excluidas de la historia de la Iglesia”, enfatiza. Cooper, señala que su inspiración para el libro fue precisamente por ser cristiana considera que este error histórico debe ser corregido.
Las mujeres, defiende la profesora, predicaron el evangelio con regularidad en los dos primeros siglos del cristianismo. En algunas comunidades, inclusive realizaban bautismos.
Sin embargo, después de la conversión del emperador romano, Constantino, en el año 313 d.C., la religión se volvió institucionalizada. Los obispos se convirtieron en funcionarios del gobierno y las mujeres ya no fueron vistas como figuras importantes y que prevalece hasta hoy.
De vez en cuando la Iglesia Católica habla de la ordenación de mujeres al sacerdocio, pero sin cambios significativos. En algunas denominaciones vienen recuperando su espacio, pero sin generar debates y controversias climatizadas.
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