Teología de la Liberación: no era necesaria para predicar el evangelio a los pobres
Precisa el profesor Carriquiry en el Meeting de Rimini. Y añade: Diabólico insistir en una discontinuidad entre Benedicto XVI y Francisco
Por H. Sergio Mora
RIMINI, 21 de agosto de 2013 (Zenit.org) - En la conferencia sobre la encíclica Lumen Fidei,que se realizó hoy durante el 'Meeting de Rimini para la Amistad entre los Pueblos', tras la exposición del sacerdote amenazado por atacar a la droga en la Villa 21 de Buenos Aires, José María 'Pepe' Di Paola, en la que explicó el trabajo de integración realizado con la población marginalizada, tomó la palabra el profesor Guzmán Carriquiry.
El secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, indicó que “cuando se siente hablar el padre 'Pepe' de su experiencia en Buenos Aires en las villas miseria” nos ayuda a ver al obispo Jorge Mario Bergoglio cuando en las villas compartía el pan con los pobres y cerca de sus sacerdotes.
“En el fondo -indicó el profesor uruguayo- es la misma imagen que vemos cuando lavó los pies en la cárcel de menores; visitó Lampedusa; la favela de Vaghina; o el hospital de tóxico-dependientes de Río de Janeiro”. Y enfatizó “¡No hace falta una teología de la liberación para hacerlo. Es suficiente el evangelio vivido, el abrazo de la caridad, el testimonio conmovido de sí”.
Y sobre la encíclica Lumen Fidei, tras elogiar el trabajo de los pontífices venidos de contextos tan diversos, sensibilidades y estilos diferentes, calificó como una “obra del demonio -príncipe de la mentira y de la división- concentrarse obsesivamente en confrontar al obispo emérito de Roma y su sucesor”.
Esto precisó, “sea a para permanecer nostálgicamente aferrados al papa anterior, lo que se vuelve una nostalgia 'canalla', cuando degenera en juicios farisaicos sobre el papa actual; sea para elogiar al papa actual de manera de denigrar a los predecesores”. O quienes consideran “todas las novedades y reformas que trae como rotura revolucionaria en la tradición de la Iglesia, en aquella historia ininterrumpida de amor que es la Iglesia”.
El conferencista recordó además: "Si bien las villas miseria crecieron mucho en las últimas décadas, Buenos Aires por cierto es mucho más que eso” y añadió: “es una enorme ciudad cosmopolita en donde hay raíces católicas populares, pero que también está marcada por todas las realidades estímulos y llagas de la cultura global”, en donde existe un 'norte y un sur', que propone “grandes desafíos pastorales”.
El secretario del Pontificio Consejo recordó también en su conferencia las palabras del papa Benedicto XVI en el vuelo de San Pablo a Aparecida, cuando dijo: “Estoy convencido, al menos en parte, que aquí se decide el futuro de la Iglesia católica. Para mi eso fue siempre evidente”.
Sobre la situación actual de la Iglesia indicó que “era necesario liberar la fe de las incrustaciones mundanas para volverla nuevamente atractiva. Y citando a un autor italiano añadió: “Seguramente ya sus predecesores han iniciado un progresivo desmantelamiento de la pesadez real de la curia. Juan Pablo II prefería estar por las calles del mundo que en el Vaticano. Y Benedicto XVI disparó rayos contra el hacer carrera, clericalismo, mundanidad, división, ambiciones de poder y suciedad en al Iglesia. Ahora Francisco realiza lo que su predecesor pidió tantas veces... y mucho más. Todo esto es parte de la 'revolución evangélica' que marca un profundo cambio del modo mismo de ser papa”.
Y Carriquiry concluyó proponiendo que la encíclica Lumen Fidei sea leída a la luz del pontificado del papa Francisco, de las perlas de sus homilías cotidianas, de su catequesis y del “salir" como misionero para compartir la luz de la fe 'ad gentes'.
El secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, indicó que “cuando se siente hablar el padre 'Pepe' de su experiencia en Buenos Aires en las villas miseria” nos ayuda a ver al obispo Jorge Mario Bergoglio cuando en las villas compartía el pan con los pobres y cerca de sus sacerdotes.
“En el fondo -indicó el profesor uruguayo- es la misma imagen que vemos cuando lavó los pies en la cárcel de menores; visitó Lampedusa; la favela de Vaghina; o el hospital de tóxico-dependientes de Río de Janeiro”. Y enfatizó “¡No hace falta una teología de la liberación para hacerlo. Es suficiente el evangelio vivido, el abrazo de la caridad, el testimonio conmovido de sí”.
Y sobre la encíclica Lumen Fidei, tras elogiar el trabajo de los pontífices venidos de contextos tan diversos, sensibilidades y estilos diferentes, calificó como una “obra del demonio -príncipe de la mentira y de la división- concentrarse obsesivamente en confrontar al obispo emérito de Roma y su sucesor”.
Esto precisó, “sea a para permanecer nostálgicamente aferrados al papa anterior, lo que se vuelve una nostalgia 'canalla', cuando degenera en juicios farisaicos sobre el papa actual; sea para elogiar al papa actual de manera de denigrar a los predecesores”. O quienes consideran “todas las novedades y reformas que trae como rotura revolucionaria en la tradición de la Iglesia, en aquella historia ininterrumpida de amor que es la Iglesia”.
El conferencista recordó además: "Si bien las villas miseria crecieron mucho en las últimas décadas, Buenos Aires por cierto es mucho más que eso” y añadió: “es una enorme ciudad cosmopolita en donde hay raíces católicas populares, pero que también está marcada por todas las realidades estímulos y llagas de la cultura global”, en donde existe un 'norte y un sur', que propone “grandes desafíos pastorales”.
El secretario del Pontificio Consejo recordó también en su conferencia las palabras del papa Benedicto XVI en el vuelo de San Pablo a Aparecida, cuando dijo: “Estoy convencido, al menos en parte, que aquí se decide el futuro de la Iglesia católica. Para mi eso fue siempre evidente”.
Sobre la situación actual de la Iglesia indicó que “era necesario liberar la fe de las incrustaciones mundanas para volverla nuevamente atractiva. Y citando a un autor italiano añadió: “Seguramente ya sus predecesores han iniciado un progresivo desmantelamiento de la pesadez real de la curia. Juan Pablo II prefería estar por las calles del mundo que en el Vaticano. Y Benedicto XVI disparó rayos contra el hacer carrera, clericalismo, mundanidad, división, ambiciones de poder y suciedad en al Iglesia. Ahora Francisco realiza lo que su predecesor pidió tantas veces... y mucho más. Todo esto es parte de la 'revolución evangélica' que marca un profundo cambio del modo mismo de ser papa”.
Y Carriquiry concluyó proponiendo que la encíclica Lumen Fidei sea leída a la luz del pontificado del papa Francisco, de las perlas de sus homilías cotidianas, de su catequesis y del “salir" como misionero para compartir la luz de la fe 'ad gentes'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario