Bailando a la Luz de la Luna |
Activismo Espiritual - Círculo de Mujeres Diosa Blanca | |
Escrito por Voz del Clan | |
Escrito por Tarwe | |
No voy a explicar aquí los motivos que me llevaron hasta este punto, porque son demasiados y muy personales, solo diré que Fortuna me colocó en este camino y estoy viviendo un montón de experiencias nuevas que me están nutriendo muchísimo. Hace unos meses, solicité permiso a la Abuela Tonalmitl para hacer mi Danza de la Luna y ella, que es un amor, me aceptó cariñosamente como a muchísimas más. Allí comenzó la aventura… ¿Qué es la Danza de la Luna? Voy a comenzar diciendo que, seguramente, no es nada parecido a lo que conozcas o te imagin
mujeres de todas partes del planeta. Al caer el sol, los temazcales comienzan para recibir a las cihuas que guiadas por las Abuelas entregamos a las piedras nuestras emociones y miedos. Saliendo nos vestimos con la ropa ceremonial y formadas entramos al círculo donde danzaremos al ritmo de los tambores y cantos de nuestras hermanas. Esta Danza tiene orígenes variados y dependiendo de la versión dirán que es originaria de Mexihko y otros dirán que se origina en las tribus del norte del continenteHoy en día, como quiera que se haya originado, se nutre de varias fuentes espirituales nativas del continente y su influencia es cada vez mayor. Mientras que Meztli esté en el firmamento, nuestras vueltas, rezos, pies y corazones estarán llamando la atención de la Madre Tierra y de la Abuela Luna para agradecer por todo lo vivido y para pedir por lo que amamos. Las Lobas de la Noche…Auuuuuuuuuuuu Toda mujer debería danzarle a la luna al menos una vez en su vida, vivir esa sensación de hermandad genérica que te enlaza con mujeres de todas las épocas, vivas y trascendidas, con los asuntos propios de nuestros cuerpos, deberíamos de escuchar al unísono cientos de voces dulces creando un aullido potente lejos, muy lejos de todo prejuicio. Toda mujer debería danzarle a la luna al menos una vez en su vida, vivir esa sensación de hermandad genérica que te enlaza con mujeres de todas las épocas, vivas y trascendidas, con los asuntos propios de nuestros cuerpos, deberíamos de escuchar al unísono cientos de voces dulces creando un aullido potente lejos, muy lejos de todo prejuicio. Porque ese aullido es el primer llanto de vida y el grito de dolor al dar a luz, es el orgasmo memorable o la mutilación permanente, las mujeres danzamos por aquello que se nos da y por lo que se nos quita, no hay discriminación aquí: somos rubias, indígenas, altas y bajas, con dinero y sin dinero. Cuando bailamos todas somos semejantes y todas somos una, en el vuelo orgulloso del pájaro de fuego nos elevamos por igual con los mismos sueños y las mismas peticiones, que se consagran una y otra vez en diferentes idiomas. La Entrega es por Igual Las protagonistas visibles de la Danza somos las danzantes, pero para que la luna brille en la oscura noche debe estar el sol apoyándola en todo momento. Esos soles son todas las personas que nos cuidan cariñosamente, que suavemente nos ofrecen un té al salir del temazcal, son los que soportan el mismo frío que nosotras y nos gritan “¡Tiahui Guerreras!”, los que cocinan para alimentar a los que no ayunan, las personas de seguridad, el propietario del terreno que nos lo ofrece para trabajar en él, los que limpian los baños, los que responden correos, y un gran número de personas que normalmente no vemos o no sabemos que existen pero que sin ellas nada de esto resultaría perfecto. Los Hombres de Fuego Y por supuesto están los hombres de fuego que se dedican a mantener ardiendo la llama de la ceremonia durante casi cinco días, ellos los que atienden a las abuelas piedras, los que con sus brasas alimentan nuestros sahumadores, los que mueven y remueven peticiones, cargas liberadas, anhelos, y los que en momentos mágicos comparten su música con el Universo entero. En una ceremonia predominantemente femenina, es algo muy particular observar trabajar con tanto ahínco a los hombres, verlos ofrecer su servicio a las mujeres es algo esperanzador. Su fuerza interna nos fortalece, su palabra dulce nos conmueve, su generosidad nos inspira. Tamborcito, Tamborcito Enséñame a Cantar El corazón físico y emocional de la Danza lo ponen a latir las cantantes sin duda alguna. Sin ellas, la noche sería un cúmulo de horas tediosas, mudas y lánguidas. Sus voces potentes, sus golpes enérgicos se sincronizan con el corazón de la Madre Tierra avisándole que sus hijas estamos honrándola. Ellas no solo danzan, también cantan, así que su trabajo duplica el esfuerzo de todas nosotras, sus ritmos encienden la noche creando un verdadero aquelarre –en instantes frenético y siempre armonioso. ¡Tantos Regalos! Son tantos regalos y detalles los que recibimos en Xochimeztli, nuestro Círculo de Danza Lunar. Además por supuesto de todo lo no material que recibimos y que hago patente en este relato, también quiero agradecer las cosas tan hermosas con las que vuelvo. Y hay dos cosas que me hacen sentir sumamente responsable y honrada: el recibir la pipa y la condición de sahumadora (por segunda vez, la primera fue con la Maestra Malinalticitl). La pipa es un instrumento sumamente sagrado, que conecta con el espíritu del tabaco, que sana todas las relaciones y que comunica con el Gran Espíritu y todas sus manifestaciones en la Madre Naturaleza. Por su parte, el sahumador es para mí la contraparte tolteca del caldero de la bruja, en él se genera y condensa el fuego transmutador, el elemento ante el cual se debe cargar y descargar la pipa para llamar y agradecer al elemental del tabaco. Pero además es la herramienta de trabajo espiritual de la mujer, con el sahumador se limpia, se protegen los espacios familiares y sagrados. Además de eso traemos nuestra bolsa con los implementos de sahumadora, los emblemas de la danza para trabajar sobre la ropa ceremonial, hierbas de medicina y el distintivo de esta danza, y yo en lo personal unos cuántos cuarzos rezados durante las cuatro noches, semillas y una punta de amatista lindísima que nos dio un hombre de fuego, consagrada en el altar. Las Abuelas En la Danza hay muchas abuelas, y la primera de todas es Meztli, aquella a quien le dedicamos el cansancio, el sueño. Ver su luz en la bóveda celeste, ver a sus doncellas las constelaciones y planetas es una fuente de alegría en los momentos más difíciles. Y es que cada célula recuerda de dónde viene y canta, y salta y alza su voz despertando al Corazón de la Noche, al Corazón del Monte, a los Cuatro Rumbos, a las Madres muertas en parto y a las Guerreras que batallan por todo el mundo. Coyolxauhqui-Meztli nos entrega una escoba para volar, nos da un atado de hierbas para sanar, nos enseña los secretos del caldero, ilumina los oráculos, enseña a las parteras y cuida a los heridos. La siguiente abuela es nuestra abuela, Tonalmitl. Una Mujer con mayúsculas, Guerrera incansable, encarnación viva de la fuerza lunar, de la jaguara que domina las fuerzas de la noche en amor y generosidad. Su ejemplo es una fuente inagotable de energía, enseñanzas y sonrisas. En ella se diluyen el ego, la falsa enseñanza y la divinidad misma porque continuamente se nos muestra humana en su palabra y actuar. Es increíble cómo una mujer tan pequeña de talla pero con un espíritu tan majestuoso puede mover a trescientas mujeres y a todo un mundo de personas que apoyan su genuino trabajo. ¡Tlazocamati Abuela! Otras abuelas también son aquellas que han cumplido 7, 8, 9 o más años ininterrumpidos en la Danza. A ellas se les entregan símbolos de su compromiso y se espera que en el futuro inicien sus propios círculos para seguir “moldeando” mujeres, al igual que se hace con la masa de maíz. Ellas encabezan las filas de danza y conducen los temazcales, ayudando con sus consejos, su experiencia, inspirándonos con su ejemplo a ser mejores cada día, a cumplir nuestros compromisos, a mantener viva la llama de las cihuas y transmitirla a nuestras hermanas. Abuelas también son las piedras del temazcal que son templadas una y otra vez al crisol del fuego, del agua y del frío, ellas, ombligo y corazón sanan nuestras heridas, escuchan por igual el llanto, el desánimo, la confusión, pero también las palabras de celebración por la llegada de un hijo, de un amor o del perdón. La mística fusión de su aspereza con la suavidad de Atzin, el agua, entibian el cuerpo físico y extraen de él las impurezas que va dejando el diario caminar; su atlachinolli, por otra parte, sutiliza los centros energéticos, los restaura, devolviendo el balance dual al cuerpo etéreo. Y por supuesto, la o el Huehue, el gran tambor que con su resonancia llama, congrega, libera y unifica. En su cuero estirado, la voz de los animales canta llamando a todas nuestras relaciones para honrar lo que tenemos, cuidarlo y defenderlo. “La Huehue”, como le llamamos cariñosamente, canta a la guerra, a la unión, a la luz y al fuego, a la conciencia despierta, al pueblo de Mexihko y a todos los rincones del planeta. Hermana por igual a argentinas, holandesas, coreanas, francesas, costarricenses o mexicanas en un canto planetario en español, en wirrarika, lakota o en palabras sin significado que brotan alegres de lo más profundo del alma. Al Maíz Tierno Xilonen es la palabra que nombra a las mazorcas tempranas, a ellas, a las que sin importar si tienen 15 años o 60 sienten el llamado de la feminidad viva, es a las que me dirijo. Esta danza no es fácil, requiere de determinación, de amor profundo a las raíces paganas porque aquí los nombres que escucharás no tienen que ver nada con lo que las tradiciones espirituales institucionales nombran. Es un gran reto físico, pero sorprendentemente no produce cansancio, ni dolor. Es un reto al hambre y a la sed, pero estas menguan en la misma medida en la que te entregas a la experiencia. Es un reto a la soledad, al aislamiento, a la vida cotidiana con sus prisas, sus distracciones y comodidades, a la separación de tus seres queridos y a los caprichos y goces que normalmente tenemos. Durante los primeros días te preguntarás qué haces allí, cómo fue que te metiste en esto sin saber bien qué era y qué te iba a exigir, pensarás que esto no es para ti, que hay cosas que no puedes pasar por alto, temerás por los insectos y las espinas, dirás que no eres capaz de llegar al final, te sentirás enferma y te sabotearás decenas de veces, pero al final de la danza, la última noche mágicamente todo cambiará. Y ¿sabes por qué? Porque finalmente algo dentro de ti ha cambiado aunque no lo hayas sentido, aunque no lo hayas buscado, aunque hayas renegado, la magia de todo el conjunto habrá surtido su efecto. Y te encontrarás en una mezcla de emociones que no sabes cómo describir, por una parte estarás feliz de que todo eso va a terminar, de que al fin tienes lo que querías que era volver a tu vida tranquila, a ver a tu esposo, a tus hijos, a tus perros, tu cama mullida, sentir un baño caliente. Pero por otra parte, en tu interior sabes que esto es real, que no vas a ver a la mayoría de esas mujeres en un año, y dirás “después de todo qué son cuatro días de 365” y sentirás una extraña nostalgia de dejar ese campamento que fue tu hogar por cuatro lunas. Y pensarás que no fue tan malo estar lejos de todo sin tener que cumplir con lo habitual, que tanto tiempo sin bañarte no es tan malo porque los temazcales te han purificado, que tu hambre no es tan voraz y que ningún bicho se acercó a dañarte. Y entonces tu garganta coreará a todo pulmón los cantos, tus pies volarán sin peso por el círculo, le aullarás a la luna cada vez que aparezca detrás de una nube, sonreirás cuando veas pasar a una hermana, tu sonaja se agitará como una víbora de cascabel y en cada minuto entregarás la vida misma sabiendo que al mediodía tus planes y tus seres queridos y todo lo que quieres volver a ver estarán ahí, y lo seguirán estando quizás por 360 días más. Y hasta que llegue el momento de reencontrarse en la siguiente luna de octubre, salta y baila, canta y reza en cada rumbo, a los Dioses Ancestrales, a Todas tus Relaciones: ¡Que Florezca la Luz, Que Florezca…! ¡Tlazocamati Xochimeztli! |
1 comentario:
Hola... Llevo tiempo buscando a la al uela tonalmitl me podrias decir donde puedo encontrar el círculo?
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