ÁNGEL RICARDO GÓMEZ
EL UNIVERSAL
Isaac Chocrón es uno de los dramaturgos más importantes de Venezuela y quizás de Hispanoamérica, con una obra escrita y llevada a las tablas a través de montajes y actores formados con su impronta. Fue fundador de la Compañía Nacional de Teatro, director de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, y junto a José Ignacio Cabrujas y Román Chalbaud conformó lo que se llamó la "Santísima Trinidad de las Artes Escénicas" en Venezuela. Pero sus logros no se detienen, acaba de recibir el Premio Municipal de Teatro a la Mejor obra de 2006 por su más reciente pieza, Los Navegaos.
Sin embargo, el dramaturgo no quiere hablar de política. Evade la polémica con el argumento: "En mis obras ya está bien claro". Y no es por miedo, pues dice que no le teme ni a la muerte; tampoco es evasión, sencillamente está seguro de que todo el mundo sabe de qué lado está.
-Los Navegaos plantea la idea del país ideal versus el real, el destierro y el silencio que han asumido algunos, incluso el mudo parece ser el alter ego de Chocrón. ¿No fue muy suave esa crítica en comparación con La Revolución?
-A mí lo que me gusta cuando estreno o publico es no decir más nada, callarme la boca y que sean los demás los que encuentren. Una de las cosas que más me ha emocionado de Los Navegaos es la cantidad de teorías que hace la gente que la fue a ver o que la ha leído: unos dicen que plantea las diferencias entre el pasado y el futuro. Yo partí de una circunstancia personal, soy amigo de estos dos personajes y viví todo eso que les ha pasado, y escribí como un regalo para ellos. Los de la Escuela de Letras dicen que es una de mis mejores obras por lo magra, todo es muy sencillo. Con la edad y la experiencia yo me he vuelto cada vez más desnudo, sin metáforas, sin monólogos, sin grandes parlamentos. Yo aprendí una cosa, que en una obra es tan importante el silencio como el texto, y en Los Navegaos hay hasta un mudo.
-¿Cuando escribe no se propone criticar el entorno?
-Por eso me sorprenden las deducciones que saca la gente y eso es parte del oficio, porque yo no escribo para guardar en un cajón, lo que me encanta es que después me retroalimento con la opinión de la gente.
-¿No le parece ético que sus posturas personales salgan en la obra?
-Yo creo que sí salen.
-¿Y qué de su posición sale en Los Navegaos?
-Mi posición es tan clara y tan diáfana. Todo el mundo sabe cuál es. Muchos dicen que yo soy muy vertical, yo no me siento tan vertical.
-¿Falta más verticalidad?
-En el caso mío no hay ninguna duda de qué lado estoy yo, me parece tan obvio que no hay que decirlo.
-¿De qué lado está? A veces las cosas no son tan obvias¿
-Del mismo lado que el tuyo.
-¿Qué caracteriza este lado?
-Bueno que me gustaría tener una democracia representativa y participativa.
-¿Le parece que no existe?
-Ay no, no vamos a hablar de política, porque en mis obras ya está bien claro.
-¿Entonces el mudo de Los Navegaos sí refleja a Chocrón?
-Es posible, no se me había ocurrido. Si algo autobiográfico me exigen, yo soy el mudo.
-Hay mucho miedo en el medio artístico, muchos se ven reflejados en ese mudo. ¿A qué obedece? ¿Cómo superarlo?
-Yo preferiría no seguir hablando de eso porque ya la gente sabe qué pienso yo y cómo me he comportado. Yo pienso que me han tratado con mucho respeto en todos estos años, no puedo decir que me hayan descalificado o discriminado.
-¿Qué hace si no escribe?
-Leo. Acabo de terminar el segundo capítulo de De muerte lenta de Elisa Lerner y me gusta muchísimo porque Elisa es muy irónica, muy sarcástica, en todo lo que escribe.
-¿Le parece que retrata a la Venezuela contemporánea?
-Eso no lo sé todavía porque lo estoy empezando, pero se trata del derrocamiento de Gallegos en 1948 y cómo un tesista que está escribiendo sobre eso entrevista a quien fue el secretario de Gallegos.
-¿Qué noticias ha recibido de la nueva Compañía Nacional de Teatro con Eduardo Gil a la cabeza?
-No sé. Supongo, por lo que me han dicho, que la CNT se perfila como una compañía nacional, en el sentido de que trabajan más o igual en el interior que en Caracas. Bueno, si esa es la nueva política, me parece muy bien, vamos a ver cómo les va.
-¿Le parece bien que no sepa nada de la CNT cuando en sus tiempos tenía un perfil e impacto más alto?
-Estarán armando su nueva política y no la quieren formular al público hasta que no hayan terminado¿ ¿Pero no vamos a hablar de mí?
-De usted y de muchas cosas más¿
-Pero es que tú insistes con la cosa política.
-Porque su palabra es importante, no lo está diciendo Perico de los Palotes¿
-Pero es que yo no tengo por qué repetir lo que todo el mundo sabe, un refrito lo que vas a hacer, porque todo el mundo sabe quién es Isaac Chocrón, que no tiene nada que ver con lo que está sucediendo en el país.
-Estaríamos hablando de teatro y no de política¿
-Pero yo no podría ser juez de la gestión de Gil porque no la conozco, no la he visto.
-Con respecto a la formación. ¿Dónde están los nuevos Chocrón, los nuevos actores y técnicos?
-Sí los hay. Los que trabajan en Palo de Agua todos tienen 25 y 26 años. A diferencia de mi época, cuando hacer teatro era una anomalía. Si uno decía que quería hacer teatro, le decían que tenía que estudiar Economía, por si acaso, incursionar en el teatro era algo pecaminoso. Hoy en día no, todos los jóvenes tienen a sus padres estimulándolos. Yo creo que sí hay actores, directores, escenógrafos y dramaturgos jóvenes, pero yo aprendí de un cuñado que fue médico que decía que la ética de la Medicina es que uno no puede opinar de sus colegas.
-¿Cómo ve el futuro del teatro venezolano?
-Yo creo que seguirá. Esa supuesta disputa entre el teatro de arte y el comercial me parece una bobería porque en todas partes del mundo hay las dos formas, desde que se le ocurrió al hombre mostrar facetas de su vida en un escenario, pretender ser otro, hay diferentes corrientes, hay una que se va por lo que pueda atraer al mayor número de personas, hay otra corriente que si bien respeta al público que acude insiste en hacerlo según su disciplina. Se supone que yo pertenezco al teatro artístico pero tengo el mismo éxito que tienen los que hacen el llamado teatro comercial. La moda del teatro comercial aquí se debe a que los grupos no cuentan con los recursos que recibían anteriormente y entonces tienen que vérselas con la empresa privada y confiar en que el público responda.
-¿Y eso está bien, que el Estado se lave las manos?
-Al contrario, yo pertenezco a la generación en la que el Estado auspiciaba todas las manifestaciones artísticas.
-Pero el actual ministro de la Cultura ha reconocido su ineficiencia en políticas teatrales¿
-Si eso fue lo que él dijo, ¿cómo quieres tú que yo opine sobre la política teatral, si él mismo dice que no hay una política clara? Yo soy escritor, yo no soy político, no me confundas. Y yo soy judío, de modo que yo sé vivir en la diáspora.
-¿No ha chocado la filosofía hebrea con el estilo de vida que se busca implementar desde el Alto Gobierno?
-Cuando yo digo ese chiste quiere decir que yo vivo en mi propia diáspora que es mi casa, mi familia elegida, el Ávila, mi escribidera, y eso me da fuerza para obviar y deprimirme menos con cosas que yo sé que tendrán un final. Nada es eterno, empezando por la vida del hombre. Todos vamos a morir, todo va a cambiar, ningún estado de cosas es eterno. Lo único que puede ser eterno son algunos puntos culminantes de la creación artística, la obra de Shakespeare, por ejemplo, es la Biblia laica.
-Con esta convicción es de imaginar que no teme a la muerte¿
-Me parece un fin inevitable. No me da miedo la muerte.
-¿A qué le teme?
-A nada.
-¿Sigue vigente la postura que mostró en La Revolución hace 40 años?
-La postura es la misma: antes de hacer La Revolución por fuera hay que hacérsela uno con uno mismo, a veces el problema es que están haciendo la revolución por fuera.
-¿Qué entiende por socialismo del siglo XXI?
-No lo entiendo.
-¿Puede sobrevivir el teatro bajo este concepto?
-No lo sé.
-¿Sigue su amistad con Chalbaud?
-Claro, si me manda seis y ocho emails todos los días¿
-¿Y hablan de política?
-Sí, porque cada uno sabe que el otro está muy bien definido, entonces para qué vamos a ponernos a¿ Se convertiría en esta entrevista que me haces tú.
-¿Se ha acercado el poder popular a usted con alguna propuesta?
-A mí me ignoran olímpicamente y yo lo agradezco.
En acción
Isaac Chocrón nació en Maracay (1933). El dramaturgo, ensayista y novelista tiene una extensa trayectoria como autor de textos teatrales. Héctor Manrique y Basilio Álvarez llevarán a escena La Revolución, en marzo de 2007.
En los años setenta, La Revolución se montó y tuvo entre sus actores a Rafael Briceño y José Ignacio Cabrujas.
Los Navegaos es un montaje realizado por Palo de Agua, bajo la dirección de Michel Haussman. Relata las andanzas de dos caraqueños que se establecen en Margarita.
El 5 de junio de 2007, el Repertorio Español de Nueva York va a presentar dos piezas de Chocrón.
Esta semana recibirá un homenaje en Maracay por parte de la agrupación literaria Pie de Página.
Como novelista, destacan sus obras Pasaje (1956), 50 vacas gordas (1980) y, recientemente, El Vergel (2006)
Entre sus ensayos, El nuevo teatro venezolano (1966) y Tendencias del teatro contemporáneo (1968).
No hay comentarios:
Publicar un comentario