Visiones del pueblo
El nacional 28 DE MAYO 2013 -
“Si la gente del pueblo, los habitantes de los barrios, oyeran lo que dicen de ellos, en sus reuniones, los que pertenecen a las élites de esta sociedad, no sé cómo reaccionarían”. Así lo exponía alguien que se mueve en uno y otro ámbito. Basta entrar en conversación con cualquier persona “decente” de la capital o del interior para comprobar lo negativo de juicios y expresiones al respecto. ¿Qué visión de pueblo se muestra en ellos?
Nuestras élites actuales, y por élites entiendo aquellos que de alguna manera están en capacidad real de tomar decisiones políticas, sociales o culturales que afectan al conjunto de los ciudadanos, eso que los pone, así, por encima de la mayoría, podemos dividirlas en dos porciones claramente definidas: las que podríamos llamar liberal-conservadoras y las revolucionarias; para ir más allá del contraste gobierno-oposición y no encuadrarnos en él.
¿Cómo ven unas y otras al pueblo venezolano? La visión del primer grupo, ese que podríamos llamar “de derecha”, constituye todo un imaginario que se manifiesta en conceptos y representaciones manifiestas en un repertorio de expresiones constantes en el tiempo. Quizás lo aparentemente más suave sea el calificativo de premoderno. El término está muy cargado de significados negativos. Si, en efecto, según la opinión dominante, modernidad es civilización, cultura, progreso, responsabilidad individual, conciencia, capacidad de decisión libre y muchas otras notas positivas, premodernidad no puede ser sino incivilidad, incultura, atraso, primitivismo, ignorancia, dependencia, características todas que, al formar parte de los rasgos de la inmensa mayoría de nuestra población, conformarían las causas principales de todos nuestros problemas, especialmente los que vivimos hoy. No por nada ha vuelto a salir a la palestra la antigua y nunca superada contraposición entre civilización y barbarie que las élites intelectuales latinoamericanas vienen manejando desde hace doscientos años. En el seno de esta visión, el pueblo “no cuenta con la libertad de formarse su propia idea y decidir sus propias preferencias”; en una “población en estado psicológico de súbditos”, para citar sólo dos textos periodísticos recientes.
El segundo grupo de nuestras élites actuales, el de los revolucionarios, pronuncia un discurso públicamente muy distinto, de aprecio y exaltación de todo lo popular, pero al análisis profundo de sus significados, se revela igual o más negativo aún que el del grupo anterior. Sólo algunas muestras. Para explicar los violentos sucesos de la AN, coincidieron el Presidente y una de sus ministras: “Nuestros diputados vienen de barrio, de la calle, y mueven las manos muy rápido”. O sea, pueblo, calle, barrio es igual a habilidad en la violencia. En los análisis de los “rasgos dominantes de la realidad” que aparecen en el documento “Líneas generales del plan de desarrollo 2007-2013” se cuelan perlas como éstas: “La pobreza material y espiritual en la cual permanecen aún millones de venezolanos los imposibilita… desarrollar la espiritualidad inherente a toda persona… el estado de necesidad permanente anula cualquier posibilidad del ser ético”. Bárbaro de raíz. Cuando planifican un servicio de salud para el pueblo, lo llaman “barrio adentro”, expresión en la que palpita el mismo significado de fondo que, por ejemplo, en “selva adentro”, “mar adentro”, “llano adentro”, o sea, de lugares de mucho peligro, salvajes, de aventura.
¿Se tratará de visiones atrasadas, de prejuicios mantenidos a lo largo del tiempo, nunca sometidos a crítica, o de algo mucho más profundo que divide al país en dos mundos-de-vida que no se encuentran?
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