Papa Francisco propone terminar con exclusión en barrios de África
El papa Francisco visitó Kangemi, un "asentamiento informal donde cerca de 200.000 personas viven sin agua potable ni alcantarillado, y donde la luz llega ocasionalmente, de forma racionada.
El papa Francisco a su llegada al aeropuerto de Entebbe en Uganda, segunda escala de su viaje (Efe)
EL UNIVERSAL
viernes 27 de noviembre de 2015 12:31 PM
Nairobi.- El papa Francisco exigió a los Gobiernos que pongan fin a la "atroz" exclusión social que sufren los barrios marginales de las grandes ciudades, donde millones de personas viven sin ningún acceso a los recursos básicos y cada vez más hacinadas por la venta del suelo público a empresas privadas.
En África, donde el Pontífice se encuentra de visita oficial, los barrios de chabolas albergan a la mayoría de los habitantes de las grandes urbes en un mínimo porcentaje de terreno, señaló Efe.
Un ejemplo es Nairobi, la capital más desarrollada del este africano: el 55% de su población -casi dos millones y medio de personas- vive en 5% de la superficie que ocupa la ciudad, según datos de Naciones Unidas.
El papa Francisco visitó Kangemi, un "asentamiento informal" -eufemismo que emplean las instituciones públicas- donde cerca de 200.000 personas viven sin agua potable ni alcantarillado, y donde la luz llega ocasionalmente, de forma racionada.
Primero ensalzó la sabiduría y la "cultura de los barrios populares", donde convergen unos valores de hermanamiento "que no cotizan en bolsa", como la solidaridad o la bondad.
Después arremetió contra la realidad cotidiana de estos barrios, marcada por "la atroz" injusticia de la marginación urbana.
"Son heridas provocadas por minorías que concentran el poder y derrochan con egoísmo mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas", criticó el Papa.
A la total falta de infraestructuras y servicios se suma una incesante presión urbanística, que reduce el espacio de vida a condiciones infrahumanas.
"Hay una distribución injusta del suelo" y un "acaparamiento de tierras por partes de desarrolladores privados sin rostro, que hasta pretenden apropiarse del patio de las escuelas de sus hijos", dijo en referencia a los incidentes ocurridos el pasado enero en esta capital.
Un grupo de menores de edad tuvo que emplearse a fondo para evitar que les privaran de su patio de recreo, donde la Policía llegó incluso a emplear gas lacrimógeno contra ellos.
Para el Pontífice, esta realidad no es fruto de una combinación casual de problemas aislados, sino consecuencia de una "nueva forma de colonialismo" que pretende convertir a los países africanos en piezas de "un engranaje gigantesco", porque existen incluso presiones para controlar la natalidad y legitimar el modelo.
Para revertir esta situación, el papa propuso retomar la idea de una integración urbana "respetuosa", sin erradicación, paternalismos ni contención.
"Necesitamos ciudades integradas para todos", pero para ello también es necesario superar la "mera proclamación de derechos" que en la práctica no se respetan y concretar acciones sistemáticas que mejoren el hábitat popular: "No es filantropía, es una obligación de todos", dijo Francisco.
Después de esta visita al exponente más humilde y mayoritario de la población urbana de África, el papa recibió un último baño de masas en Kenia en un encuentro con jóvenes celebrado en un estadio deportivo.
Allí, en su último acto antes de abandonar Kenia y poner rumbo a Uganda, los jóvenes le pidieron consejo para afrontar dos de sus grandes preocupaciones: el reclutamiento de los grupos violentos y la corrupción.
Respecto a la primera, el Papa reiteró que los gobiernos deben garantizar el acceso a la educación y al mercado laboral para los jóvenes, "porque sin esto no hay futuro".
"Si un joven no puede estudiar ni trabajar, ¿qué puede hacer?: delinquir, caer en las dependencias (drogas), suicidarse o enrolarse, engañado o seducido, en una actividad que le demuestra un fin en la vida", señaló.
Sobre la corrupción, que a diario obliga a jóvenes y adultos a pagar un extra para conseguir cualquier cosa, incluso en el colegio o la universidad, el papa aseguró que es "un camino de muerte".
"Es algo que gusta tanto como el azúcar y que hace que nuestros países terminen diabéticos... Cada vez que aceptamos un soborno destruimos nuestro corazón, nuestra personalidad y nuestra patria", apuntó Francisco.
El encuentro fue una manifestación más de la festiva cultura africana, con bailes, cánticos y rezos colectivos, que sirvieron como último contacto del papa con la población keniana antes de emprender en Uganda la segunda etapa de su viaje, iniciado a última hora de la tarde con el recibimiento del presidente Yoweri Museveni.
En África, donde el Pontífice se encuentra de visita oficial, los barrios de chabolas albergan a la mayoría de los habitantes de las grandes urbes en un mínimo porcentaje de terreno, señaló Efe.
Un ejemplo es Nairobi, la capital más desarrollada del este africano: el 55% de su población -casi dos millones y medio de personas- vive en 5% de la superficie que ocupa la ciudad, según datos de Naciones Unidas.
El papa Francisco visitó Kangemi, un "asentamiento informal" -eufemismo que emplean las instituciones públicas- donde cerca de 200.000 personas viven sin agua potable ni alcantarillado, y donde la luz llega ocasionalmente, de forma racionada.
Primero ensalzó la sabiduría y la "cultura de los barrios populares", donde convergen unos valores de hermanamiento "que no cotizan en bolsa", como la solidaridad o la bondad.
Después arremetió contra la realidad cotidiana de estos barrios, marcada por "la atroz" injusticia de la marginación urbana.
"Son heridas provocadas por minorías que concentran el poder y derrochan con egoísmo mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas", criticó el Papa.
A la total falta de infraestructuras y servicios se suma una incesante presión urbanística, que reduce el espacio de vida a condiciones infrahumanas.
"Hay una distribución injusta del suelo" y un "acaparamiento de tierras por partes de desarrolladores privados sin rostro, que hasta pretenden apropiarse del patio de las escuelas de sus hijos", dijo en referencia a los incidentes ocurridos el pasado enero en esta capital.
Un grupo de menores de edad tuvo que emplearse a fondo para evitar que les privaran de su patio de recreo, donde la Policía llegó incluso a emplear gas lacrimógeno contra ellos.
Para el Pontífice, esta realidad no es fruto de una combinación casual de problemas aislados, sino consecuencia de una "nueva forma de colonialismo" que pretende convertir a los países africanos en piezas de "un engranaje gigantesco", porque existen incluso presiones para controlar la natalidad y legitimar el modelo.
Para revertir esta situación, el papa propuso retomar la idea de una integración urbana "respetuosa", sin erradicación, paternalismos ni contención.
"Necesitamos ciudades integradas para todos", pero para ello también es necesario superar la "mera proclamación de derechos" que en la práctica no se respetan y concretar acciones sistemáticas que mejoren el hábitat popular: "No es filantropía, es una obligación de todos", dijo Francisco.
Después de esta visita al exponente más humilde y mayoritario de la población urbana de África, el papa recibió un último baño de masas en Kenia en un encuentro con jóvenes celebrado en un estadio deportivo.
Allí, en su último acto antes de abandonar Kenia y poner rumbo a Uganda, los jóvenes le pidieron consejo para afrontar dos de sus grandes preocupaciones: el reclutamiento de los grupos violentos y la corrupción.
Respecto a la primera, el Papa reiteró que los gobiernos deben garantizar el acceso a la educación y al mercado laboral para los jóvenes, "porque sin esto no hay futuro".
"Si un joven no puede estudiar ni trabajar, ¿qué puede hacer?: delinquir, caer en las dependencias (drogas), suicidarse o enrolarse, engañado o seducido, en una actividad que le demuestra un fin en la vida", señaló.
Sobre la corrupción, que a diario obliga a jóvenes y adultos a pagar un extra para conseguir cualquier cosa, incluso en el colegio o la universidad, el papa aseguró que es "un camino de muerte".
"Es algo que gusta tanto como el azúcar y que hace que nuestros países terminen diabéticos... Cada vez que aceptamos un soborno destruimos nuestro corazón, nuestra personalidad y nuestra patria", apuntó Francisco.
El encuentro fue una manifestación más de la festiva cultura africana, con bailes, cánticos y rezos colectivos, que sirvieron como último contacto del papa con la población keniana antes de emprender en Uganda la segunda etapa de su viaje, iniciado a última hora de la tarde con el recibimiento del presidente Yoweri Museveni.
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