Madrid, (ZENIT.org) Iván de Vargas |
El arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Carlos Osoro Sierra, ha firmado el pasado 9 de noviembre el decreto del Jubileo de la Misericordia en su diócesis.
En palabras de monseñor Osoro, el Año Santo Extraordinario, proclamado por el papa Francisco desde el 8 de diciembre de 2015 --solemnidad de la Inmaculada Concepción-- hasta el 20 de noviembre de 2016 --solemnidad de Jesucristo Rey del Universo--, es “un tiempo privilegiado de gracia para que, con la ayuda Dios nuestro Señor, que manifiesta su omnipotencia en su misericordia, vivamos como Iglesia, cada uno de los creyentes, esta misericordia que el Padre nos dispensa y la anunciemos con convicción en este mundo nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones”.
El Santo Padre quiere que este acontecimiento eclesial se celebre no solo en Roma. Por eso, en torno al 13 de diciembre, se abrirá la llamada Puerta de la Misericordia en todas las catedrales del mundo, y en otros templos escogidos por cada obispo local.
El rito especial de apertura ha sido preparado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización con la aprobación de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y ha sido publicado en el volumen “Celebrar la Misericordia”.
El hecho de abrir una puerta con ocasión de un Año Jubilar se remonta al siglo XV. Según la descripción realizada en 1450 por Giovanni Rucellai de Viterbo, fue el papa Martín V quien, en 1423, abrió por primera vez en la historia la Puerta Santa de la basílica de San Juan de Letrán. El papa Alejandro VI, en 1499, extendió esta práctica a las cuatro basílicas mayores: San Juan de Letrán, San Pedro en el Vaticano, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros.
Antes del Jubileo del año 2000, era costumbre que el Romano Pontífice abriera la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, y después delegara en un cardenal la apertura de las puertas de las otras tres basílicas. Al comienzo del nuevo milenio, el papa Juan Pablo II procedió él mismo a la apertura y el cierre de cada una de ellas. La puerta de la basílica de San Pedro siempre ha sido la primera que se abre y la última que se cierra.
En la capital de España, la Puerta de la Misericordia, que es la “meta de la peregrinación, como signo del deseo de una profunda conversión”, será abierta por el arzobispo de Madrid “en la Santa Iglesia Catedral en las Primeras Vísperas del Tercer Domingo de Adviento, día 12 de diciembre, a las 19 horas”.
Con este motivo, monseñor Osoro ha invitado “a todas las comunidades parroquiales, de vida consagrada y movimientos y asociaciones de apostolado seglar a hacer la peregrinación dicho día para entrar por la Puerta de la Misericordia en esta celebración”.
Asimismo, y teniendo en cuenta las disposiciones de la bula Misericordiae Vultus y de la carta en la que se concede la indulgencia con ocasión del Jubileo de la Misericordia, el prelado ha establecido que podrán ganarla todos los fieles que “acudan a la Santa Iglesia Catedral o cualquiera de los templos jubilares designados y participen en la celebración de la santa Eucaristía o en una sagrada ceremonia reflexionando sobre la misericordia, haciendo la profesión de fe y orando por el Papa y sus intenciones, cualquier día del año; dicha gracia podrá ser aplicada por los fieles difuntos”.
También ha explicado que “quienes por diversos motivos estén imposibilitados de llegar a la Puerta Santa [...] podrán ganar el don de la indulgencia, viviendo con fe y gozosa esperanza este momento de prueba y recibiendo la comunión o participando en la santa misa o en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación”.
Por su parte, los presos “podrán lucrar el don de la indulgencia jubilar en la capilla de la cárcel, y el traspasar la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y oración al Padre, será para ellos el paso de la Puerta Santa”.
Para más información: www.im.va
(19 de noviembre de 2015) © Innovative Media Inc.
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