Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

martes, 1 de noviembre de 2011

SACRALIZAR LA VIDA POR CARLOS FRAGA (II) A PROPOSITO DEL PORTAL 11.11

Sacralizar la vida (II)

Continuemos con este re-descubrir los sacramentos a la luz

de lo humano, de lo contemporáneo, de lo universal; e

integrarlos a nuestro vivir.

Les confieso que esta reflexión que les comparto, me ha

ayudado a comprender muchas cosas en mí y en aquellos

con quienes trabajo y amo.

La Comunión, esa visión sensible de nosotros y del mundo

que nos une, nos cose a lo que nos rodea, a lo que sentimos,

a lo que vivimos, y que nos permite sentirnos realmente parte

de un todo que nos hará comulgar con cada experiencia, con

cada sentir y pensar. De allí, y sólo de este espacio sagrado,

brotarán espontáneamente valores humanos como la compasión,

el amor, la plenitud, la quietud que desesperadamente buscamos

afuera, esperando que ellos nos unan dentro, cuando realmente nos

dividen, nos disocian cada día más con el vivir. La comunión de un

gobernante con su pueblo, de un ciudadano con su ciudad, de un

residente con su hogar, de un miembro con su familia, de eso se trata.

Es una conexión sagrada con lo que realmente nos importa y nos dará

como consecuencia, esa coherencia de cada paso a un ritmo de amor.

La necesidad de cultivar la comunión, no se trata de otra cosa que de unir

más allá del deseo, del poder, del orgullo, de la vanidad, con aquello que

sentimos inevitablemente nuestro, no por un problema de propiedad, sino

por una necesidad de trascender y hacernos parte sensible de eso que

elegimos.

La Confirmación, es ese saber que estamos y somos. Ese detenernos

en cada paso, en cada visión y saber que ahí estoy yo, no sólo una parte

de mí. Es eso que nos regala la conexión, que nos deja a nuestra

responsabilidad el saber que cada paso, cada palabra, cada gesto, cada

decisión, cada intención tendrá un movimiento, y éste dará lugar a algo,

lo queramos o no. Constituye una instancia muy rica en el acto que nos

define como seres vivos, humanos y pensantes: la reflexión.

La Confirmación es un asiento muy fértil y florido de la propia estima, del amar.

Imagínense en una relación cuando perdemos la confirmación constante de lo

amado, de lo decidido, de lo comulgado y asumido con la otra persona.

Será allí cuando los celos desmedidos, las invasiones territoriales, los

improperios, la necesidad de controlar y de ganar poder tomarán el sitial

de confirmadores del amor. Hemos dejado que nuestros espacios más

inconscientes y sombríos se encarguen de algo con lo que comulgamos

en un momento.

Con todo lo hasta ahora expresado, no debería extrañarnos como el

Matrimonio lo vemos de capa caída, imaginemos un matrimonio, una

unión sagrada que tenga débil, en los seres que lo asumen, su Bautismo,

su Comunión, su Confesión y su Confirmación, por lo tanto, podríamos intuir

por dónde se nos cuela la savia que lo podría nutrir. Esto se los dejo para

una próxima entrega.

Hasta la próxima sonrisa, continuaremos…
Carlos Fraga

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