Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

martes, 25 de marzo de 2014

Angelo Pagliuca ingresa a la directiva del Teatro Teresa Carreño y a Antonio Constante el fascismo lo apartó de su padre por seis años. El fascismo lo arrancó de su Italia natal. Hoy en Venezuela el fascismo acecha nuevamente. Antonio Costante se acerca a los 80 años, vive en este país desde la década de los 50 y nunca, ni siquiera en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, vio una sociedad tan descompuesta.

El TTC estrena director musical

Angelo Pagliuca ingresa a la directiva del Teatro Teresa Carreño.

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Angelo Pagliuca tiene 52 años en Venezuela, 44 de los cuales formó parte de la OSV
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
miércoles 26 de marzo de 2014  
Gran hermetismo hay en el Teatro Teresa Carreño desde diciembre cuando fue ocupado por una junta interventora presidida por Gustavo Arreaza. Sin embargo, algunos datos se escapan como el del nombramiento del maestro Angelo Pagliuca como director musical del complejo cultural.

Al ser consultado vía telefónica el músico lo confirma y habla a vuelo rasante sobre lo que trae en mente. "Estamos esperando que terminen todos los trabajos que se están haciendo en la sala Ríos Reyna pero mientras tanto, en la José Félix Ribas estamos haciendo la programación ya que se acerca el 19 de abril que es el aniversario del teatro. Después de Semana Santa, del 21 al 30 de abril, todas las noches habrá una presentación de las orquestas sinfónicas que siempre han colaborado, por ejemplo, la Sinfónica de Venezuela, la Simón Bolívar del Sistema, la Municipal, la Típica, la Gran Mariscal, un concierto de Cecilia Todd, en fin, una serie de programaciones que se darán en la semana del Teresa Carreño", adelanta.

Pagliuca, de origen italiano con más de 50 años en el país, informó que el plan es reactivar las producciones propias del teatro con ópera (con títulos comoCarmen y Aída), ballet (Don QuijoteRomeo y JulietaCascanueces) y musicales como uno sobre la vida de Alí Primera, titulado Me lo dijo Alí, que ya inició sus ensayos en Barinas.

El músico dejó escapar uno de los cambios de la junta interventora: "Aquí había una coordinación musical, ahora se volvió a como era anteriormente, que el director participa en lo que es la programación de las dos salas".

Prefiere no hacer críticas a gestiones anteriores. "Yo he trabajado con todo el mundo acá, no podría decirle. Hay que esperar para ver cuál será la nueva forma, cuál es la intención de esta junta, pero yo creo que todo va a ser basado en lo de siempre, pero con un poco más de organización y nuevas ideas".

Pagliuca está halagado por el nombramiento. "He estado cerca del Teresa Carreño desde que se fundó, tocaba en la Orquesta Sinfónica de Venezuela, fueron 30 años metido en el teatro, y de la noche a la mañana me llega la sorpresa y me siento realmente feliz. Ojalá que toda esa felicidad se devuelva en la realidad", confiesa el maestro.

Angelo Pagliuca dice que se dedica a lo que por tantos años aprendió. "La responsabilidad es grande, uno la toma con alegría. Todos los obstáculos hay que superarlos, sin ofender, ayudando, y dejando cantar a todo el que sabe cantar, usted me entiende, que todo el mundo tiene derecho a cantar en el teatro, eso sí, que sepa cantar".



ANTONIO COSTANTE, DIRECTOR TEATRAL

"El teatro no cambia los gobiernos"

"El teatro de calidad influencia en la medida en que difunde ideas y reflexión" "Esta es una cosa de derecha, militarista... Este tipo de experiencia tienen un límite, son ciclos", asegura el teatrero.

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Entre sus más recientes trabajos está una producción para el Festival El piano en el teatro (O.Díaz)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
lunes 24 de marzo de 2014  08:04 AM
El fascismo lo apartó de su padre por seis años. El fascismo lo arrancó de su Italia natal. Hoy en Venezuela el fascismo acecha nuevamente. Antonio Costante se acerca a los 80 años, vive en este país desde la década de los 50 y nunca, ni siquiera en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, vio una sociedad tan descompuesta.

El director teatral que acaba de recibir el premio Fernando Gómez por una trayectoria que supera los 50 años, recuerda: "Venezuela era un país de una amabilidad, de una alta calidad de vida, relajada; también había menos gente. Era la llamada cuarta república, cuando comenzó el famoso modernismo en la arquitectura, decías: 'Aquí pasa algo importante'. ¡Y con el petróleo a cinco dólares, dividido fifty- fifty con las concesionarias norteamericanas!".

No cree que el teatro esté llamado a cambiar los cimientos de una sociedad, mucho menos a tumbar Gobiernos despóticos, pero en el terreno de las ideas en pequeños grupos, sí es muy poderoso.

-¿En qué ha fallado el teatro para llegar a este estado de violencia y descomposición social? ¿Cabría un mea culpa?

-El teatro cuenta muy poco en la sociedad de hoy porque no es una cosa masiva, es una cosa que alcanza a una pequeña parte de la sociedad: los que lo hacen y los que lo ven; no es la televisión o los medios masivos. Uno puede influenciar en pequeño, es decir, en las ideas. El teatro de calidad influencia en la medida en que difunde ideas y una cierta posibilidad de reflexión, pero estamos hablando de un nivel pequeño que pudiera expandirse, no numéricamente, como la televisión y la radio, que llegan a todo nivel. 

-¿Entonces sería pretencioso pensar que el teatro puede modificar algo en la sociedad?

-No creo que el teatro pueda modificar algo.

-¿Ni siquiera volviendo a la plaza?

-Es que en la plaza no se puede hacer porque hay mucho ruido (risas). Antes era el ágora griego el sitio de reunión de la gente, el salón. La plaza era el medio de reunión.

-Se lo pregunto porque últimamente el teatro intenta retomar los espacios públicos. 

-Pero eso tiene una función de otro tipo, de una idea política, que va más allá del teatro.

-¿Y está de acuerdo con el teatro como protesta?

-Cómo no. Además es una cosa de comunicación y tú comunicas no a través de un discurso pedante o lleno de cosas políticas, sino a través de ideas. Pero siempre hablamos de pequeñas cantidades de personas. El teatro no ha cambiado nación alguna en el mundo. Tal vez lo más cercano, como un ejemplo reciente, fue lo que pasó con el gran dramaturgo checo Václav Havel que fue presidente y fue extraordinario, combatiente contra el comunismo, cuando era Checoslovaquia.

-¿Si no está el teatro llamado a modificar a la sociedad actual, ya que no puede competir con los medios masivos ¿A qué está llamado?

-En pequeñas escalas, a infundir las ideas en la gente. Es como que tú tiraras una piedra en el agua y hay esos círculos que se van abriendo. El teatro tiene la función de lanzar esa piedra y los que la reciben la pueden influenciar para llegar a otros. Un político, por ejemplo, que ve teatro griego, ve qué pasó con Eurípides, con Esquilo, y a lo mejor él nunca pensó en leer o verlo, pero si por casualidad lo ve puede salir influenciado. Siempre tiene una función pedagógica a través de la diversión. Algunos dicen que no hacen teatro para divertir. ¿Cómo que no haces teatro para divertir? La gente va al teatro a divertirse, no a sufrir. El teatro es elitesco, pedagógico y, sobre todo, tiene que ser creativo, artístico, dar placer.

-En 2009 cuando hablamos salió el tema del Ateneo. No se veía mucha luz, había mucha agua turbia. ¿Qué ha visto desde entonces?

-Hay una cosa curiosa, que ahí hacen teatro todos los días, grandes textos, pero uno no sabe; si no vas directamente no te enteras, y eso es una aberración: una cosa pública que no se hace pública, es muy raro.

-Cuestionaba entonces el predominio del monólogo y el divertimento...

-Eso se ha amplificado, se ha alargado mucho más la oferta; pero también hay otro tipo de teatro, hay excepciones, se está haciendo algo de calidad, posible y para sobrevivir. En la época dorada nuestra ni se cobraba, eso lo puso Carlos Giménez, la profesionalización del teatro.

-Pero eso se hizo posible gracias a que el Estado participó y generó una plataforma...

-Carlos tocó las puertas que había que tocar, muchos decían: 'Carlos se cogió el teatro para él', pero ¿por qué nosotros no lo hicimos? ¡Estaba allí!, el Estado subvencionó.

-Ahora el teatro parece estar más atado a la taquilla. 

-Sí y el Estado ha salido, o por lo menos no ha salido con quien no le interesa.

-¿Cuáles han sido las consecuencias de la salida del Estado del juego teatral?

-Una transformación completa del teatro. El teatro de antes tenía ambición de calidad y si había un pago, muy bien. Y si no, también. Ahora no hay subvención, ahora es como era el antiguo: cobras para comer, la taquilla genera tu subvención. Por supuesto, tú para eso no puedes tener un paladar demasiado exquisito, tienes que ceder un poco, montar un teatro de calidad pero no de extremada calidad, no podría ser un Beckett que costaría mucho, pero cuánta gente lo iría a ver.

-¿Y el precio lo está pagado el público?

-Claro, porque tiene menos acceso, o va el público que lo que le interesa ver es lo otro, Orgasmos y compañía. Uno ve esa cartelera y parece más grande que la del cine.

-¿Qué busca como director?

-Los clásicos, me interesa mucho la parte estética con una tendencia a lo histórico.

-¿Cree que el director es un autor también?

-Claro. Si no fuera autor no me interesa. Es una relectura, yo tengo que releer eso, porque mientras eso no se relee es un texto literario, no es teatro.

-Desde su experiencia y sabiduría, ¿qué ve en el país que no vemos los más jóvenes?

-Yo pienso que el fondo de este tipo de gobiernos no es de izquierda, es totalmente fascista, a la italiana, y te lo digo porque nací allí y de niño me eduqué bajo ese régimen. Todos los códigos de manejo de la sociedad son igualitos, solamente que lo pintan de rojo. Esta es una cosa de derecha, militarista, como lo fue el régimen de Mussolini, que aunque no era militar se militarizó. Este tipo de experiencia tienen un límite. Nosotros nos desesperamos porque van 15 años, pero estos son ciclos en la historia, imparables.

-¿Por qué no son sostenibles?

-Porque históricamente ha sido así. Hay un filósofo italiano de 1.700 que se llama Giambattista Vico que habla del flujo y reflujo de la historia. El fascismo duró 20 años en Italia y después se desmoronó. Hitler ofreció mil años de nazismo y duró 13. Venezuela es otro país, con otros códigos de comportamiento a partir de ahora. Esa apertura social que había, una sociedad que era permeable donde se fundían ricos y pobres, ilustrados y no ilustrados, se acabó.

-¿A los ciudadanos nos queda esperar entonces?

-Nos queda interpretar eso, el trabajo cotidiano, el trabajo mínimo, las ideas, cada quien en su espacio. Yo no puedo ir a dar un discurso político, no tengo armas de guerra ni el valor para empuñarlas, entonces lo que puedo hacer es algo que tenga sentido. Ahí entra lo de la idea, ahí el teatro es importante. Yo montaría una obra de Sófocles que se llama El soldado fanfarrón, eso llega a algunos, pero si allí hay 10 tipos que pueden influenciar a otro nivel ya habré puesto un granito de arena, le habré abierto la mente a alguien a través de una frase, de un hecho. Abrir la curiosidad a través de cosas que parecen nimias. El teatro no cambia gobiernos, pero sí influye en los que van a tomar las decisiones.

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