La resistencia gocha se pertrecha hasta con catapultas
Detrás de la barricada realizan desde misas hasta partidos de fútbol.
Tomaron un viejo tanque de exhibición en una plaza y lo colocaron en una de las calles (J.Poliszuk)
JOSEPH POLISZUK | ENVIADO ESPECIAL/EL UNIVERSAL
domingo 2 de marzo de 2014
San Cristóbal.- En las vías de San Cristóbal clavaron hasta cabillas sobre el asfalto. Por si la Guardia Nacional aun quiere disolver sus trincheras con tanques, la ingeniería de estas protestas ha desplegado una red de barricadas en las que además de los ya célebres alambres de púas, hay cadenas atravesadas en las calles y unos pedazos de cabillas de menos de 10 centímetros, que impiden el paso de vehículos por avenidas como la Ferrero Tamayo.
Como si se tratara de una catapulta, en estos días hay jóvenes que improvisan hasta chinas gigantes: dos agarran los extremos de una liga y el tercero la estira para lanzar piedras a los soldados que los enfrentan al otro lado de la barricada. Lo del estado Táchira no es cualquier "guarimba" y como en la guerra, el martes hubo hasta un intercambio de prisioneros en la avenida Los Agustinos de San Cristóbal.
En el toma y dame de las piedras de los estudiantes y los gases lacrimógenos de la Guardia Nacional, los jóvenes de la zona lograron arrestar a un soldado desprevenido. Aunque la respuesta de los militares fue un despliegue de perdigones, el comandante del batallón al final tuvo que entregar a dos detenidos a cambio del compañero y el arma que portaba.
María Sánchez lo vio y por eso denuncia que los perdigones y las lacrimógenas de la Guardia Nacional no han discriminado ni a ella ni el resto de sus vecinos. Ni siquiera a las casas con niños. "Hacía tiempo que los muchachos querían agarrar un guardia y empelotarlo para que sintiese la humillación que nosotros sentimos", cuenta.
"Así somos los gochos", agrega otro a su lado. Y en efecto en el Táchira están decididos. No en vano para cruzar San Cristóbal hace falta un relevo de carros y motos. Si bien es cierto que no toda la ciudad está trancada, ha habido días en los que hasta el paso a Colombia se ha visto restringido por las propias barricadas.
El epicentro de la protesta se encuentra en avenidas como la Carabobo y Ferrero Tamayo, pero en zonas populares como los barrios 23 de enero y Marco Tulio también ha habido jornadas con barricadas que protestan contra el Gobierno. Aunque las tanquetas de la Guardia Nacional derriban día y noche las "guarimbas", los vecinos las reciclan al día siguiente. Los más osados incluso decidieron guardar las alcantarillas en sus propias casas.
En la avenida Ferrero Tamayo se ha visto gente echando sus trastos viejos sobre las barricadas y en Los Pirineos 2 hay hasta un Renault 18 volcado en mitad de una calle. "Estamos conscientes de que esto tiene que terminar pero no solo las barricadas sino también el Gobierno", dice Jesús Contreras detrás de una capucha que improvisó con una bandera nacional. "Si estamos violentando la vía, a nosotros nos han violentado nuestros derechos durante 15 años".
Entre petardos y ave marías
Lo que en Twitter y en las paredes de San Cristóbal llaman la #resisteciagocha es una protesta en la que detrás de las guarimbas, hay desde misas hasta canchas de fútbol que improvisan para los niños. Los vecinos de la avenida Ferrero Tamayo rezaron el sábado sobre una calle en la que estaba escrito el artículo 350 de la Constitución nacional, que establece la desobediencia civil. Entre un Ave María y un petardo, el Táchira ya lleva 26 días de protestas.
Todo empezó el 4 de febrero con una manifestación que denunciaba la agresión de una estudiante de la Universidad de Los Andes; luego vino la detención de tres de los manifestantes y más tarde la avenida Carabobo mostró la primera de una red de barricadas en la que todos se hacen llamar Pericles y se avisan con mensajes de texto y ruido de cacerolas al momento de que llega la Guardia Nacional.
"Estamos aquí en familia, con hijos y vecinos contra la pobreza, la inseguridad y los tres tipos de cambio que tenemos en Venezuela", dice un tal Pericles cerca del sector San Judas Tadeo. Pero hay muchos otros tipos de Pericles: en la urbanización Las Acacias son las mujeres las que el viernes levantaban la barricada, mientras que en la avenida España -muy cerca de donde murió Jimmy Vargas cuando escapaba de las refriegas en Camino Real- son jóvenes que tiran piedras y bombas molotov a los tanques de la Guardia Nacional que se acercan a sus "guarimbas".
El jueves, poco antes de las 6:00 de la tarde, incluso se les vio quemando la moto y la ropa de un joven que en su teléfono celular guardaba fotos uniformado con traje de la Guardia Nacional. La escena mostraba a alguien corriendo con bóxers rojos, que los manifestantes justificaron luego de que minutos antes lo vieran retratándolos con el mismo celular que lo delató. "Es un infiltrado", aseguraban.
Como esa, detrás de cada barricada hay una anécdota y a pesar de los excesos, Omar Martínez las reivindica desde la primera que los estudiantes instalaron en la avenida Carabobo. "Aquí no hay líderes, esto es una protesta social que al mismo gobierno se le fue de las manos", dice.
El concejal de San Cristóbal y dirigente estudiantil de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, José Vicente García, añade -en la misma onda- que todo nació de la propia gente. "Todos me preguntan y esa es la gran incertidumbre que existe: ¿qué vamos a hacer? ¿Hacia dónde vamos?", cuenta. "Tenemos que seguir enardeciendo la calle; nosotros estamos planteando unas exigencias y si no son cumplidas, desde aquí vamos a plantear una movilización hasta Caracas que lleve y arrastre al resto de los estados del país".
jpoliszuk@eluniversal.com
Como si se tratara de una catapulta, en estos días hay jóvenes que improvisan hasta chinas gigantes: dos agarran los extremos de una liga y el tercero la estira para lanzar piedras a los soldados que los enfrentan al otro lado de la barricada. Lo del estado Táchira no es cualquier "guarimba" y como en la guerra, el martes hubo hasta un intercambio de prisioneros en la avenida Los Agustinos de San Cristóbal.
En el toma y dame de las piedras de los estudiantes y los gases lacrimógenos de la Guardia Nacional, los jóvenes de la zona lograron arrestar a un soldado desprevenido. Aunque la respuesta de los militares fue un despliegue de perdigones, el comandante del batallón al final tuvo que entregar a dos detenidos a cambio del compañero y el arma que portaba.
María Sánchez lo vio y por eso denuncia que los perdigones y las lacrimógenas de la Guardia Nacional no han discriminado ni a ella ni el resto de sus vecinos. Ni siquiera a las casas con niños. "Hacía tiempo que los muchachos querían agarrar un guardia y empelotarlo para que sintiese la humillación que nosotros sentimos", cuenta.
"Así somos los gochos", agrega otro a su lado. Y en efecto en el Táchira están decididos. No en vano para cruzar San Cristóbal hace falta un relevo de carros y motos. Si bien es cierto que no toda la ciudad está trancada, ha habido días en los que hasta el paso a Colombia se ha visto restringido por las propias barricadas.
El epicentro de la protesta se encuentra en avenidas como la Carabobo y Ferrero Tamayo, pero en zonas populares como los barrios 23 de enero y Marco Tulio también ha habido jornadas con barricadas que protestan contra el Gobierno. Aunque las tanquetas de la Guardia Nacional derriban día y noche las "guarimbas", los vecinos las reciclan al día siguiente. Los más osados incluso decidieron guardar las alcantarillas en sus propias casas.
En la avenida Ferrero Tamayo se ha visto gente echando sus trastos viejos sobre las barricadas y en Los Pirineos 2 hay hasta un Renault 18 volcado en mitad de una calle. "Estamos conscientes de que esto tiene que terminar pero no solo las barricadas sino también el Gobierno", dice Jesús Contreras detrás de una capucha que improvisó con una bandera nacional. "Si estamos violentando la vía, a nosotros nos han violentado nuestros derechos durante 15 años".
Entre petardos y ave marías
Lo que en Twitter y en las paredes de San Cristóbal llaman la #resisteciagocha es una protesta en la que detrás de las guarimbas, hay desde misas hasta canchas de fútbol que improvisan para los niños. Los vecinos de la avenida Ferrero Tamayo rezaron el sábado sobre una calle en la que estaba escrito el artículo 350 de la Constitución nacional, que establece la desobediencia civil. Entre un Ave María y un petardo, el Táchira ya lleva 26 días de protestas.
Todo empezó el 4 de febrero con una manifestación que denunciaba la agresión de una estudiante de la Universidad de Los Andes; luego vino la detención de tres de los manifestantes y más tarde la avenida Carabobo mostró la primera de una red de barricadas en la que todos se hacen llamar Pericles y se avisan con mensajes de texto y ruido de cacerolas al momento de que llega la Guardia Nacional.
"Estamos aquí en familia, con hijos y vecinos contra la pobreza, la inseguridad y los tres tipos de cambio que tenemos en Venezuela", dice un tal Pericles cerca del sector San Judas Tadeo. Pero hay muchos otros tipos de Pericles: en la urbanización Las Acacias son las mujeres las que el viernes levantaban la barricada, mientras que en la avenida España -muy cerca de donde murió Jimmy Vargas cuando escapaba de las refriegas en Camino Real- son jóvenes que tiran piedras y bombas molotov a los tanques de la Guardia Nacional que se acercan a sus "guarimbas".
El jueves, poco antes de las 6:00 de la tarde, incluso se les vio quemando la moto y la ropa de un joven que en su teléfono celular guardaba fotos uniformado con traje de la Guardia Nacional. La escena mostraba a alguien corriendo con bóxers rojos, que los manifestantes justificaron luego de que minutos antes lo vieran retratándolos con el mismo celular que lo delató. "Es un infiltrado", aseguraban.
Como esa, detrás de cada barricada hay una anécdota y a pesar de los excesos, Omar Martínez las reivindica desde la primera que los estudiantes instalaron en la avenida Carabobo. "Aquí no hay líderes, esto es una protesta social que al mismo gobierno se le fue de las manos", dice.
El concejal de San Cristóbal y dirigente estudiantil de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, José Vicente García, añade -en la misma onda- que todo nació de la propia gente. "Todos me preguntan y esa es la gran incertidumbre que existe: ¿qué vamos a hacer? ¿Hacia dónde vamos?", cuenta. "Tenemos que seguir enardeciendo la calle; nosotros estamos planteando unas exigencias y si no son cumplidas, desde aquí vamos a plantear una movilización hasta Caracas que lleve y arrastre al resto de los estados del país".
jpoliszuk@eluniversal.com
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