Preguntas para el Miraflores rojo
El Nacional 24 DE AGOSTO 2014 - 00:01
Hay que subir el precio de la gasolina ¿quiénes además del rojorojito Ramírez malmanejan Pdvsa?
No hay reservas internacionales ¿quiénes implementan ayer, hoy, el funcionamiento del Banco Central y todos los entes encargados de finanzas y diseño económico?
Hay que obligar a la cartilla de racionamiento electrónica ¿quién puso en práctica la orden de Hugo Chávez que expropió de los centros productivos agrícolas y pecuarios?
Hay que cerrar la frontera para evitar el contrabando ¿quiénes controlan, manipulan y se enriquecen a millón en las fronteras y hasta en las trochas, además de la Guardia Nacional Bolivariana?
Hay mucha droga internacional que entra y sale sin control ¿quiénes miran para otro lado en ese programa de enriquecimiento que requiere vigilancia especializada?
No hay suficiente mercancía seca en las tiendas. ¿Quiénes impusieron la política de precios llamados justos y el cierre de fábricas?
No hay justicia para el ciudadano ¿quiénes, junto a los pranes son los responsables de la disfuncionalidad policial?
Hay mucha inseguridad, ¿quién dirige el organismo judicial, el pranato superior, que no toca malandros callejeros ni a los organismos policiales corruptos siempre y cuando aparezcan inscritos en el PSUV pero sí encarcela a los disidentes?
Hay leyes sin aprobación a beneficio del venezolano corriente, ¿quiénes cobran sueldos gigantescos por solo decir sí, aplaudir y abrazar al militar que convierte a la Asamblea en un cuartel personal?
No hay pasajes por avión, ¿quiénes le deben fortunas a las líneas aéreas?
Hay escasez de dólares para insumos farmacéuticos y medicinales ¿cuánto hay pa’ eso y cuando para comprar equipos antimotines?
Podemos continuar con este cuestionario hasta llegar a la MUD para que responda si hoy día lo que resta de los partidos políticos tradicionales, demasiados ejércitos de un solo hombre o de una dirigencia pequeña que se habla solo a sí misma o se mira el ombligo, representan a las víctimas de una camarilla que puede permanecer en el poder únicamente con los fusiles, tanques y otras maravillas bélicas, listas para asesinar al pueblo, cada vez que protesta. ¿Será con votos contados desde máquinas electoralistas que volvieron millonarios a sus compradores?
Lean todos Chavistas en el imperio, del periodista investigador venezolano Casto Ocando. Allí está el catecismo basal de este régimen con sus pecados, pecadores y absueltos.
ONU: ¿Volverá a oler a azufre?
El Nacional 24 DE AGOSTO 2014 - 00:01
Existe un principio que vincula la política interna con la exterior. El mismo se expresa afirmando que “la mejor política exterior es una buena política interna”. Tal cosa –a nuestro entender– luce harto evidente y sin embargo vemos como en la práctica, especialmente en nuestro país y en algunos otros que practican la confrontación como base de sus ejecutorias, se hace caso omiso de esa evidencia incontrastable.
Cuando en Venezuela se hostiga al inversionista o al estamento productivo como cuando se desafían las normas de la convivencia internacional para privilegiar orientaciones de política interna se entra en el terreno de la confrontación en el que intervienen factores que no solo no pueden ser controlados por el país sino que se entra en una pulseada con factores que en el mundo tienen mayor poder que nosotros y que a la postre los harán prevalecer hasta tanto no cambien los postulados básicos del quehacer internacional. Por eso siempre es mejor negociar.
Un caso que ilustra lo que aquí se afirma es el de la reciente designación de María Gabriela Chávez para uno de los cargos más importantes de nuestra política exterior. Aclaramos que no abrigamos ningún prejuicio ni a favor ni en contra de esa dama en lo personal pero sí criticamos la motivación de su nombramiento.
En primer lugar, cabe señalar el hecho de que una designación en el ente multilateral más importante del planeta expone al funcionario al escrutinio de su acción personal –y del estado que representa– por parte de todos los 193 Estados que componen la ONU. Muy distinto a la diplomacia bilateral donde los errores y la vergüenza se exponen ante un solo Estado. Sin abrir juicio previo nos preguntamos si una joven sin experiencia diplomática alguna podrá ocupar con propiedad el sillón que en su momento ocuparon Caracciolo Parra Pérez, Carlos Sosa Rodríguez, Enrique Tejera París, Diego Arria, etc. Nadie aboga por no darle oportunidad a las generaciones de relevo, lo que se discute es si uno entregaría el timón de un Boeing 747 a un joven licenciado con mucha buena voluntad pero cero experiencia.
Venezuela está haciendo campaña para ocupar durante el próximo bienio el puesto que toca a América Latina en el Consejo de Seguridad de la ONU .Recordemos que esa misma aspiración fue frustrada por las votaciones de la Asamblea General en 2011. Tal como lucen las circunstancias políticas de hoy, es probable que tal objetivo se concrete. La presidencia del cuerpo rota mensualmente entre sus quince integrantes. ¿Se imagina usted a nuestro embajador titular enfermo o dejando su puesto al alterno (por instrucciones de Caracas) a María Gabriela Chávez para que conduzca un debate del que depende la preservación de la paz internacional?
¿Se imagina usted a la hija del “gigante” rescatando la recordada –y vergonzosa– frase de “aquí huele a azufre”? ¡O será que esa es la cachetada que otra vez Venezuela propina a las reglas de convivencia internacional con el único propósito de resolver tensiones en su política interna?
¿Se imagina usted la contradicción entre la vociferación de una política militante en el conflicto Palestina-Israel con envío de ayuda material a una de las partes mientras en el plano interno escasean hasta el límite los insumos médicos y farmacéuticos?
¿Se imagina usted a la novel embajadora alterna justificando violaciones de derechos humanos en Venezuela mientras condena las mismas prácticas en otros sitios?
¿Se imagina usted a nuestra representación ante la ONU justificando el default argentino mientras en lo interno Pdvsa y el gobierno estudian la posibilidad de emitir deuda en dólares?
Lo dramático es que en Venezuela lo insólito y bizarro se han convertido en lo habitual.
La roja solución final
El Nacional 24 DE AGOSTO 2014 - 12:01 AM CET
Circula entre ejecutivos empresariales y cuadros partidistas una frase de autoría incierta -algunos se la atribuyen a Lenin, otros a Les Luthier y hay quienes la ponen, como supuesto proverbio chino, en boca de Robert De Niro en la película Ronin- que parece haber alcanzado la categoría de axioma según el cual si no se es parte de la solución, se es parte del problema y que, muchas veces, es invocada para culpabilizar a quienes se ven afectados por dificultades cuya resolución no les corresponde.
Sin embargo, un examen de la administración socialista conduce a pensar que, en Venezuela, el gobierno no tiene ni arte ni parte en solución alguna y es el verdadero problema, porque el origen de la carestía, la escasez, el desabastecimiento y las colas radica en su concepción simplista de la economía, derivada de una postura ideológica, históricamente fracasada, que desdeñó el papel de las fuerzas productivas y apostó por las importaciones con la creencia de que los ingresos petroleros daban para todo, hasta para robárselos por 15 años seguidos.
No era posible satisfacer la demanda a partir del monopolio rojito de una oferta desordenada que nos condujo al llegadero donde estamos varados sin que se vislumbren mejorías. Y, si hace una año Maduró cuestionó los intentos de instrumentar una tarjeta electrónica para regular la distribución al detal de alimentos, hoy defiende un humillante sistema de control que pasa por la identificación biométrica del consumidor, como si se tratase de un delincuente común que busca apropiarse de bienes que no le pertenecen y no de un ciudadano honesto que trata de abastecer a su familia, pagando exorbitantes precios inflacionarios por artículos esenciales.
Habría que preguntarse si esta última genialidad de Nicolás no estará basada en las “libretas de abastecimiento” que, desde hace más de medio siglo, mortifican la alimentación de los cubanos mediante una dieta oficializada a la cual, desafortunadamente, se sometió con resignación el sufrido pueblo antillano, como lo testimonia lo dicho por un parroquiano habanero al diario español El País, al cumplirse los 50 años de la creación de esa perversa herramienta normativa: “Con la libreta nadie vive, pero sin la libreta muchos no podrán vivir”.
Quizá, la fuente de inspiración que ha iluminado a Maduro y a las autoridades que manejan la política alimentaria haya sido la experiencia liderada, en el Chile de Allende, por el general Alberto Bachelet (padre de la presidenta Bachelet) quien como “disciplinado militar” estuvo al frente de la Secretaría Nacional de Distribución a la cual fueron adscritas la Juntas de Abastecimiento y Control de Precios, las deplorablemente famosas JAP, implacables verdugos de los pequeños comerciantes.
La verificación biométrica no es más que una reedición de los procedimientos que los nazis y los comunistas soviéticos empleaban para marcar a quienes iban a ser parte de la solución final.
Sin embargo, un examen de la administración socialista conduce a pensar que, en Venezuela, el gobierno no tiene ni arte ni parte en solución alguna y es el verdadero problema, porque el origen de la carestía, la escasez, el desabastecimiento y las colas radica en su concepción simplista de la economía, derivada de una postura ideológica, históricamente fracasada, que desdeñó el papel de las fuerzas productivas y apostó por las importaciones con la creencia de que los ingresos petroleros daban para todo, hasta para robárselos por 15 años seguidos.
No era posible satisfacer la demanda a partir del monopolio rojito de una oferta desordenada que nos condujo al llegadero donde estamos varados sin que se vislumbren mejorías. Y, si hace una año Maduró cuestionó los intentos de instrumentar una tarjeta electrónica para regular la distribución al detal de alimentos, hoy defiende un humillante sistema de control que pasa por la identificación biométrica del consumidor, como si se tratase de un delincuente común que busca apropiarse de bienes que no le pertenecen y no de un ciudadano honesto que trata de abastecer a su familia, pagando exorbitantes precios inflacionarios por artículos esenciales.
Habría que preguntarse si esta última genialidad de Nicolás no estará basada en las “libretas de abastecimiento” que, desde hace más de medio siglo, mortifican la alimentación de los cubanos mediante una dieta oficializada a la cual, desafortunadamente, se sometió con resignación el sufrido pueblo antillano, como lo testimonia lo dicho por un parroquiano habanero al diario español El País, al cumplirse los 50 años de la creación de esa perversa herramienta normativa: “Con la libreta nadie vive, pero sin la libreta muchos no podrán vivir”.
Quizá, la fuente de inspiración que ha iluminado a Maduro y a las autoridades que manejan la política alimentaria haya sido la experiencia liderada, en el Chile de Allende, por el general Alberto Bachelet (padre de la presidenta Bachelet) quien como “disciplinado militar” estuvo al frente de la Secretaría Nacional de Distribución a la cual fueron adscritas la Juntas de Abastecimiento y Control de Precios, las deplorablemente famosas JAP, implacables verdugos de los pequeños comerciantes.
La verificación biométrica no es más que una reedición de los procedimientos que los nazis y los comunistas soviéticos empleaban para marcar a quienes iban a ser parte de la solución final.
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