Juego de palabras con Roland Carreño
De modales y etiqueta para tiempos revueltos habla el periodista y cronista social al responder el particular cuestionario de Estampas, a propósito de la reciente publicación de El Manual de (Roland) Carreño, su libro de protocolo y buenas maneras.
por EFRAÍN CASTILLO | imagen: GUILLERMO FELIZOLA |
ESTAMPAS DE EL UNIVERSAL DOMINGO 3 DE AGOSTO DE 2014
Uslar Pietri llamó a sembrar el petróleo. ¿A estas alturas del partido es posible sembrar -y cosechar- buen gusto?
"Hay que insistir, aunque el terreno yermo cunda y las lluvias tarden en llegar".
¿No resulta quijotesco lanzar un manual de comportamiento en un país tan "desbocado"?
"Poner freno a tanta yeguada indómita nunca estará de más. Claro, tampoco pretendamos ser un dechado estilo Escuela vienesa de equitación. El trópico pesa".
En tiempos tan revueltos: ¿aboga por democratizar el buen gusto o por una dictadura de etiqueta?
"Las dictaduras ni para imponer modales. Prefiero la democracia del sentido común, el buen hacer y mejor estar. Todo bien lejos de trasnochos ideológicos que, de por sí, son vulgares".
¿Es usted un radical de los modales o prefiere ser un dialogante de las buenas maneras?
"Si se echa mano del equilibrio, el respeto y la defensa inteligente de los pareceres, los verdaderos diálogos rinden frutos radicales".
Usted dice que la buena educación es un bien escaso. ¿Cómo traerla de vuelta a los anaqueles?
"¡No será con dólares de Cencoex! Pero aupar la producción nacional del buen gusto, inculcar ciudadanía y promover la educación como industria básica son tareas urgentes antes de que terminen de bajarnos la santamaría".
¿Para qué sirve la cortesía si ni siquiera la inflación es educada con el bolsillo?
"Para decir 'muchas gracias' y seguir de largo con el carrito medio vacío, frente a la caja del supermercado".
¿Y cómo usar los modales en tiempos de polarización?
"Como se han usado siempre, pero con firmeza, convicción y aplomo. Y, no faltaba más: con la certeza de que lo cortés no quita lo valiente".
¿Qué norma de protocolo debería ser infaltable en toda cola de supermercado?
"Nunca se quede con el dato de dónde consiguió leche, aceite o azúcar; deje pasar a los apurados que quieren vivir el desencanto de que la plata no les alcanzó y hágase el loco cuando los vea devolviendo productos porque la tarjeta ya no pasa".
¿Cuál lección de su manual recomendaría a quienes detentan el poder?
"Creo que están tan obsesionados en hacerse un país a su imagen y semejanza, que una recomendación mía pasará de largo".
¿Y cuál recomendaría a la oposición?
"A muchos, exactamente lo mismo".
¿Qué norma inyectaría en cadena?
"Esas fulanas cadenas son una vulgaridad suprema, de forma y fondo. Así que, agregarle, nada. En todo caso, eliminarlas".
En todo caso, ¿qué plana de conducta mandaría a escribir 100 veces a los venezolanos de a pie?
"'Si quiero ser un venezolano de primera, no debo creer en Mesías ni encantadores de serpientes'".
¿Qué expropiaría del gusto nacional?
"Las tarjeticas pedigüeñas que incluyen en las invitaciones a las bodas y que saltan inesperadamente de los sobres".
Si hasta el Rey de España dijo: "¿Por qué no te callas", ¿cuándo es viable perder la compostura?
"Hágalo cada vez que se consiga con alguien grosero. Ser educado y cortés no significa ser permisivo".
A propósito de abdicaciones: ¿A cuál comportamiento se debería renunciar?
"A la tentación de creer que porque saliste en televisión ya eres una autoridad en alguna materia. Se ve cada cosa... ".
Usted es un experto en etiqueta, así que resuelva esta duda: ¿Es mejor pedir perdón que pedir permiso?
"Las dos son excelentes muestras de buena educación, así que, misses aparte, haga uso de ambas cada vez que pueda".
¿Sigue siendo un pecado remover el whisky con el dedo o es hora de reivindicar tan venezolana práctica?
"Si tiene el dedo limpio y no piensa compartir su trago, adelante".
Y hablando de pecados y etiqueta, ¿alguna vez vale la pena romper los buenos modos para comer con los dedos y poner los codos en la mesa?
"Solo por un buen asado de costillas y unas alcachofas con salsa de limón. Lo de los codos, después del postre, en la conversa de sobremesa, sin que moleste a su vecino más inmediato".
¿Cuál norma del "neorriquismo" deberíamos suprimir?
"Señoras mías: los catálogos de las tiendas son eso. No pueden vestirse tal y como aparece la modelo".
¿Y cuál deberíamos olvidar de la "rancia oligarquía"?
"Ninguna, las tradiciones forman parte de las buenas costumbres".
¿El peor error de modales de un millonario?
"Hacer con la palabra alardes de su dinero y su poder".
¿Y el de una persona que no lo es?
"No saber arroparse hasta donde le llega la cobija".
Si "billetera mata galán", ¿a quién podría convencer un buen comportamiento?
"Abre todas las puertas, hasta una cerrada a cal y canto. Advertencia: hay personas que se sienten abrumadas frente a la gente educada y reaccionan de maneras insólitas".
¿Qué cree que diría Carreño si leyera el manual de Roland?
"Me alegra saber que no todos los Carreño salieron maleducados".
¿Y qué le diría usted sobre sus consejos?
"Muchas gracias Manuel Antonio, me ha servido usted de inspiración".
¿La recomendación de Carreño que a diario pone en práctica Roland?
"Casi todas. El tema de la puntualidad es el único en el que discrepamos, pero no por mí, sino por el ritmo de la vida moderna".
¿Y la norma de etiqueta que nunca aplicaría usted aunque el protocolo lo exija?
"El besamanos. Aunque todavía se estila, me resulta muy anticuado".
¿De verdad las buenas maneras salvan o solo ocultan nuestra verdadera naturaleza?
"Cuando se aplican a conciencia y no por afeite, moda o impostura, ayudan a retratar nuestro mejor talante. Cuando no es así, son simplemente un disfraz".
Finalmente: ¿Qué consejo de protocolo sacará a Venezuela de la crisis?
"Saber que no todos caben en primera fila y que estés donde estés puedes ayudar a transformar a Venezuela en el país que nos merecemos".
efcastillo@eluniversal.com
"Hay que insistir, aunque el terreno yermo cunda y las lluvias tarden en llegar".
¿No resulta quijotesco lanzar un manual de comportamiento en un país tan "desbocado"?
"Poner freno a tanta yeguada indómita nunca estará de más. Claro, tampoco pretendamos ser un dechado estilo Escuela vienesa de equitación. El trópico pesa".
En tiempos tan revueltos: ¿aboga por democratizar el buen gusto o por una dictadura de etiqueta?
"Las dictaduras ni para imponer modales. Prefiero la democracia del sentido común, el buen hacer y mejor estar. Todo bien lejos de trasnochos ideológicos que, de por sí, son vulgares".
¿Es usted un radical de los modales o prefiere ser un dialogante de las buenas maneras?
"Si se echa mano del equilibrio, el respeto y la defensa inteligente de los pareceres, los verdaderos diálogos rinden frutos radicales".
Usted dice que la buena educación es un bien escaso. ¿Cómo traerla de vuelta a los anaqueles?
"¡No será con dólares de Cencoex! Pero aupar la producción nacional del buen gusto, inculcar ciudadanía y promover la educación como industria básica son tareas urgentes antes de que terminen de bajarnos la santamaría".
¿Para qué sirve la cortesía si ni siquiera la inflación es educada con el bolsillo?
"Para decir 'muchas gracias' y seguir de largo con el carrito medio vacío, frente a la caja del supermercado".
¿Y cómo usar los modales en tiempos de polarización?
"Como se han usado siempre, pero con firmeza, convicción y aplomo. Y, no faltaba más: con la certeza de que lo cortés no quita lo valiente".
¿Qué norma de protocolo debería ser infaltable en toda cola de supermercado?
"Nunca se quede con el dato de dónde consiguió leche, aceite o azúcar; deje pasar a los apurados que quieren vivir el desencanto de que la plata no les alcanzó y hágase el loco cuando los vea devolviendo productos porque la tarjeta ya no pasa".
¿Cuál lección de su manual recomendaría a quienes detentan el poder?
"Creo que están tan obsesionados en hacerse un país a su imagen y semejanza, que una recomendación mía pasará de largo".
¿Y cuál recomendaría a la oposición?
"A muchos, exactamente lo mismo".
¿Qué norma inyectaría en cadena?
"Esas fulanas cadenas son una vulgaridad suprema, de forma y fondo. Así que, agregarle, nada. En todo caso, eliminarlas".
En todo caso, ¿qué plana de conducta mandaría a escribir 100 veces a los venezolanos de a pie?
"'Si quiero ser un venezolano de primera, no debo creer en Mesías ni encantadores de serpientes'".
¿Qué expropiaría del gusto nacional?
"Las tarjeticas pedigüeñas que incluyen en las invitaciones a las bodas y que saltan inesperadamente de los sobres".
Si hasta el Rey de España dijo: "¿Por qué no te callas", ¿cuándo es viable perder la compostura?
"Hágalo cada vez que se consiga con alguien grosero. Ser educado y cortés no significa ser permisivo".
A propósito de abdicaciones: ¿A cuál comportamiento se debería renunciar?
"A la tentación de creer que porque saliste en televisión ya eres una autoridad en alguna materia. Se ve cada cosa... ".
Usted es un experto en etiqueta, así que resuelva esta duda: ¿Es mejor pedir perdón que pedir permiso?
"Las dos son excelentes muestras de buena educación, así que, misses aparte, haga uso de ambas cada vez que pueda".
¿Sigue siendo un pecado remover el whisky con el dedo o es hora de reivindicar tan venezolana práctica?
"Si tiene el dedo limpio y no piensa compartir su trago, adelante".
Y hablando de pecados y etiqueta, ¿alguna vez vale la pena romper los buenos modos para comer con los dedos y poner los codos en la mesa?
"Solo por un buen asado de costillas y unas alcachofas con salsa de limón. Lo de los codos, después del postre, en la conversa de sobremesa, sin que moleste a su vecino más inmediato".
¿Cuál norma del "neorriquismo" deberíamos suprimir?
"Señoras mías: los catálogos de las tiendas son eso. No pueden vestirse tal y como aparece la modelo".
¿Y cuál deberíamos olvidar de la "rancia oligarquía"?
"Ninguna, las tradiciones forman parte de las buenas costumbres".
¿El peor error de modales de un millonario?
"Hacer con la palabra alardes de su dinero y su poder".
¿Y el de una persona que no lo es?
"No saber arroparse hasta donde le llega la cobija".
Si "billetera mata galán", ¿a quién podría convencer un buen comportamiento?
"Abre todas las puertas, hasta una cerrada a cal y canto. Advertencia: hay personas que se sienten abrumadas frente a la gente educada y reaccionan de maneras insólitas".
¿Qué cree que diría Carreño si leyera el manual de Roland?
"Me alegra saber que no todos los Carreño salieron maleducados".
¿Y qué le diría usted sobre sus consejos?
"Muchas gracias Manuel Antonio, me ha servido usted de inspiración".
¿La recomendación de Carreño que a diario pone en práctica Roland?
"Casi todas. El tema de la puntualidad es el único en el que discrepamos, pero no por mí, sino por el ritmo de la vida moderna".
¿Y la norma de etiqueta que nunca aplicaría usted aunque el protocolo lo exija?
"El besamanos. Aunque todavía se estila, me resulta muy anticuado".
¿De verdad las buenas maneras salvan o solo ocultan nuestra verdadera naturaleza?
"Cuando se aplican a conciencia y no por afeite, moda o impostura, ayudan a retratar nuestro mejor talante. Cuando no es así, son simplemente un disfraz".
Finalmente: ¿Qué consejo de protocolo sacará a Venezuela de la crisis?
"Saber que no todos caben en primera fila y que estés donde estés puedes ayudar a transformar a Venezuela en el país que nos merecemos".
efcastillo@eluniversal.com
Tan peligroso como la risa
El nacional 9 DE AGOSTO 2014 - 00:0
Los prejuicios son como la hierba mala, crecen donde menos uno lo imagina. Sin importar la época. Quizás uno de los más emblemáticos sea el que penaliza la conducta femenina. Parece mentira, pero todavía en el siglo veintiuno se mueve entre opuestos dilemáticos como la pureza y la perdición. De ahí la ridícula censura a sus costumbres.
En Venezuela el referente sacrosanto fue Manuel Antonio Carreño, con su Manual de urbanidad. Un Magnum Opus que data de 1854.
Carmen Díaz Orozco, académica de la ULA, ha estudiado ampliamente a Carreño y refiere los preceptos de su urbanidad: “…las mujeres verdaderamente educadas no opinan, ni levantan la voz, son frágiles, sensibles y deben pasar desapercibidas. Controlan el trato, la mirada y la risa, establecen distancias con sus interlocutores, frenan las lisonjas y el cortejo, no conversan ni permanecen a solas con desconocidos’’.
Lo impresionante es que estas ideas decimonónicas y francamente atrasadas, todavía hoy siguen vigentes en algunas sociedades. A veces de manera soterrada y otras convertidas en moneda corriente de las autoridades para referirse a la conducta de las mujeres en público, como ocurrió recientemente en Estambul, Turquía.
“La mujer debe saber lo que está permitido y lo que no. No reirá en público. No se comportará de forma seductora y protegerá su castidad”, dictaminó el viceprimer ministro turco Bülent Arinç (El País, José Miguel Calatayud).
“¿Dónde están nuestras chicas, que se sonrojaban ligeramente, bajaban la cabeza y miraban hacia otro lado cuando (nosotros) las miramos a la cara, convirtiéndose en un símbolo de castidad?”, insistió Arinç.
La risa siempre ha sido un problema. Arinç siente nostalgia por tiempos perdidos. El filósofo y crítico Mijaíl Bajtin, estudioso de la obra de Rabelais, abre una puerta prodigiosa para entender al ministro. En el Renacimiento la risa fue considerada un don divino, un privilegio que sólo los seres humanos eran capaces de disfrutar.
Más tarde, barrocos e ilustrados la convirtieron en un asunto bajo, una cosa inferior. En la Edad Media la risa se asoció con el diablo. Y el placer se convirtió en un asunto pecaminoso, al que solo algunos hombres podían acceder.
Como lo refiere el escritor, periodista y sociólogo español José Antonio Gómez Marín, “La Europa ‘moderna’ no ríe con libertad hasta que estallan de modo casi simultáneo la carcajada coral del trío formado por Rabelais, Cervantes y Shakespeare’’. La iglesia católica arremeterá contra la carcajada. Y dejará en claro que el rigor no se ríe.
Oscar Wilde decía que “la risa no es un mal comienzo para la amistad. Y está lejos de ser un mal final”. Y Aristóteles estableció que un niño se hacía humano cuando al mes y medio de nacer reía por primera vez.
El problema sin duda radica en la risa de las mujeres. El goce femenino intimida. Esa maravilla que consiste en enfrentarse a una mujer que se divierte con inteligencia, o sencillamente que estalla en sonrisas porque algo la divierte. O mejor aún, la carcajada que nace del placer abismal entre las sábanas.
Pero hay algo más. Uno de los grandes paraguas de la risa es el humor. Si la primera intimida, el segundo produce escalofríos en el poder más conservador. Para muestra basta el trabajo de Rayma Suprani.
Agredido por el chavismo más reaccionario, ahora ha sido censurado por la reconversión de un medio privado en órgano represor del gobierno, bajo la tutela de un señor que dice que no está pasando nada. Todo esto da mucha risa, pero en el fondo es demasiado grave.
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