Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

viernes, 4 de diciembre de 2015

Por este artículo leído ayer me enteré de forma brutal de la muerte de un gran amigo: el poeta y ensayista José Antonio Yépes Azparren...Paz a su alma que tanto aprecié.

Convergencias y divergencias

El ejercicio de la crítica literaria es una cuerda floja, un salto mortal...

RICARDO GIL OTAIZA |  EL UNIVERSAL
jueves 3 de diciembre de 2015  12:00 AM
El ejercicio de la crítica trae aparejadas, como en toda acción humana, lo moral y la noción de la ética. Lo moral como ese conjunto de valores y de actitudes que mueven nuestras acciones, y la ética como la reflexión que se tiene en torno a tales valores y actitudes, y sus profundas implicaciones en nuestras vidas. La crítica ha sido vista como un ejercicio de hermenéutica salvaje y Ricardo Piglia nos recuerda a la lectura como a una forma de vida, pero también como "una enfermedad y un mal". Y nosotros los lectores a la vista del escritor argentino podríamos ser héroes trágicos, así como también unos malintencionados: el que lee mal y el que distorsiona. En este sentido, la crítica se mece en las antípodas, buscando anclarse en ese punto en el que lo expresado diga o dibuje con certeza la realidad del texto (subjetiva; ¿qué dudas caben?), pero sin que ello signifique un ejercicio de la maldad, como noción de venganza o de envidia frente al autor.

Todo esto me recuerda textos en los que he expresado con vehemencia mi repulsa, mi asco frente a libros que hacen del amarillismo y de lo escatológico actos en apariencia "profesionales". La respuesta de los lectores (no del libro en cuestión, sino de mi postura crítica) ha sido de molestia, de reclamo frente a lo que ellos suponen que es rivalidad literaria, o baja pasión humana de mi parte. No se comprende que fijar posición frente a una obra implica necesariamente colocarse del lado de lo que la misma expresa (o nos muestra), y no de lo que quisiéramos que fuera o de lo que otros creen o piensan respecto de ella. A veces resulta difícil ser fiel de la balanza, sobre todo cuando lo leído o contemplado te golpea los sentidos, te daña como humano, o rompe algo dentro de tu ser que te impide seguir siendo el que eras. Eh aquí el poder de la literatura (y del hecho cultural en su esencia).

En Venezuela pareciera inaudito expresar con sinceridad las opiniones, sobre todo cuando no están contestes con lo que la mayoría desea escuchar. Si afirmo, por ejemplo, que no me gusta la narrativa de José Balza, porque me parece un ladrillazo, y que jamás he podido terminar de leer alguno de sus libros, de seguro que saltarán de sus sillas los sostenedores del supuesto canon aquí aceptado (ergo: que él es intocable; uno de nuestros clásicos). Si expreso que Ednodio Quintero es un buen cuentista, pero que sus novelas representan para mí un pandemónium (se lo expresé al autor cuando leí La danza del jaguar), pues eso será decretado como un parricidio. Aquí no se acepta nada que busque poner las cosas en su lugar, porque la gente se rasga las vestiduras. El año pasado escribí un texto sobre el libro La sombra inmóvil, de Antonio López Ortega, que sigo considerando una obra maestra del género del cuento, y me eché encima a unos cuantos autores, quienes me llamaron para insultarme y no contentos con eso montaron una permanente descalificación por las redes sociales. El más conspicuo de ellos fue el ya fallecido poeta y ensayista, Antonio Yépez Azparren, quien llegó al atrevimiento de dudar de mi hombría, porque según su entender pervertido: me "bajé los pantalones" con el autor.

El ejercicio de la crítica literaria es una cuerda floja, un salto mortal, que aporta ideas para la comprensión del hecho literario (y acerca los libros a los lectores), pero trae consigo desavenencias, convergencias y divergencias, dolores de cabeza, y el tener que fijar posiciones en torno a una obra, y que éstas no siempre sean del agrado de los autores, o de los lectores, porque como lo dice Piglia: "en la clínica del arte de leer, no siempre el que tiene mejor vista lee mejor".

@GilOtaiza

rigilo99@hotmail.com


Falleció el poeta José Antonio Yepes Azparren


Este miércoles, en horas de la mañana, falleció en el Hospital Central Antonio María Pineda, el poeta José Antonio Yepes Azparren, quien nació en Barquisimeto el 16 de marzo de 1960.
El director del Ateneo de Barquisimeto, Ángel Alvarado, informó acerca del hecho y expresó que Yepes Azparren fue un escritor exigente y oficioso. Rodolfo Lozada, publicó en su cuenta de Facebook “José Antonio Yepes Azparren, poeta entre poetas, crítico mordaz, hombre de tierra larense a la que hoy vuelve. El defendía la lengua y el escribir”.
En la página www.laotrarevista.com describieron a Yepes Azparren como una de las voces más personales de la poesía venezolana, donde la limpidez alcanza cotas inéditas y de verdadero vigor de revelación. Entre sus obras destacan Muchas veces rama, Más cercano al día, Sendero de los Pájaros, entre otras. Publicó un libro sobre la historia de la producción del azúcar de caña desde la época colonial en Venezuela y la Antología de la poesía universal del estado Lara. Publicó ensayos en los diarios El Universal y El Nacional.
“Nada da más oficio que experimentar continuamente, al obligarse a escribir algo al día. Para un poeta con oficio: la obligación ya se ha convertido en goce. Así, pues, escribir dos o tres poemas no sólo es normal, es una manera de vivir, que no significa necesariamente un sacrificio. Es la manera más plácida y grata de estar en el mundo”, dejó escrito el poeta en su cuenta de Facebook.
Oh Dios o pájaro es la reciente producción literaria del intelectual José Antonio Yepes Azparren, quien presentó y bautizó el citado libro días atrás en el Museo de Barquisimeto.
El escritor, autor de los libros Muchas veces rama (1983), Más cercano el día (1987), Tarabana (2003), El sendero de los pájaros (2007) y Las distancias y los cuerpos (2008), descubre esta poesía reunida que comprende una amplia exhibición de su obra poética concebida entre 1978 y 2010.
“Azparren, una de las voces más destacadas de nuestra lírica, presenta una poesía diáfana donde se muestra la comunión de las más diversas épocas y culturas, la pasión del autor por la pintura, su erudición, su vigilancia por la musicalidad de las palabras y, sobre todo, su voluntad por lograr la limpidez más genuina en cada poema.
Esa vigilancia extrema se evidencia en la belleza de su lenguaje y la experimentación continua de nuevas formas de escritura”, cita Monte Ávila Editores.
Juan Calzadilla, prologuista de este volumen, analiza la trayectoria de la poesía de Yepes Azparren durante tres décadas y nos señala los libros y registros poéticos esenciales de su obra.
Proceso de reflexión
Yepes Azparren nos contó que dicha poesía reunida muestra lo que deseaba dar a conocer de su poesía en verso y en prosa.
“Cada poema es producto de un proceso de reflexión en la voz de mi primer libro (Muchas veces rama, ULA, 1983) y la cadencia que esos primeros poemas mostraban: musicalidad, pensamiento e indagación en el misterio del canto (fonación) de la palabra poética. Cada libro es producto de una profunda reflexión y cada poema es el intento de traducir una musicalidad; que, cuando me visita, es la que me indica cuándo debo escribir.
Mi poesía reunida abarca una amplia y rigurosa muestra de mi trabajo durante 32 años, representada por una selección de 24 libros. De catorce de ellos doy una selección rigurosa y 10 poemarios los incluyo íntegros”, explicó.
El articulista que publicó ensayos en los diarios El Universal y El Nacional, comentó que cree haber cumplido con la promesa de una poesía altamente musical y reflexiva que hizo Juan Ramón Jiménez. “Pero que no cumplió porque sus poemas eran quebradizos; de los que se salvan siempre, al menos, sólo frases de oro, aun cuando tiene poemas muy logrados, que, por repetitivos, se pierden, o son difíciles de ver, por tanto facilismo, exceptuando su descomunal Animal de fondo, uno de los mejores poemas del siglo XX, además de su gran poema Espacio, pero esos dos libros son de prosa poética”, argumentó.
Lo que más me interesa de su obra, prosiguió, son esos balbuceos, esos poemas quebradizos que me señalaron el camino que tenía que reinventar, en solitario y preguntándome a mí mismo y respondiéndome con la ayuda de los elementos de la naturaleza, que ro-dean toda mi poesía.
Lugar de transición
El propio autor se sorprende con la musicalidad implícita en su poesía, al mismo tiempo, le resulta espontáneo.
“Es natural que mi poética desembocara en una poesía musical en prosa, cuya musicalidad es tan elevada y sorprendente, incluso para mí mismo… he llegado a la conclusión ciertamente humilde de que los poetas somos meros traductores de lo que antes no existía y que nos espera siempre en el mundo invisible de lo increado, donde todo existe y espera por nosotros, lo que yo llamo la nada donde Dios habita… Me refiero a un lugar de transición entre nuestro mundo material y el mundo invisible”.
Poeta multíparo
Lo que más le complace a Yepes Azparren es la rigurosidad con la que dio vida a cada poema a fin de no incluir ningún poema prescindible o de relleno.
“Cada poema se escribe a sí mismo y no responde a fórmulas, puesto que cada poema me exigió en su momento su individual y exclusiva escritura. Cada uno de mis poemas, si se me permite decirlo, es único, del mismo modo que toda persona es intransferible… Y los diferentes libros responden a voces diferentes, pues soy un poeta multíparo, de diversas voces y poéticas distintas, emparentadas, sí, por el movimiento musical de la escr itura que me ha guiado siempre”.
Para quien se desempeñó como docente de publicidad y redacción creativa en institutos de educación superior en la ciudad de Barquisimeto lo más significativo es seguir cultivando el espíritu.
“Lo verdaderamente importante para mí es seguir leyendo y escribiendo. Ello es, al mismo tiempo, una fatalidad y un deslumbrante privilegio”.
Otra satisfacción que nos expresó el creador es que en este libro muestra casi toda su poesía en prosa, incluso su vertiente erótica en prosa. “Todos los poemas de este volumen tienen vida propia, lo que he callado, mis poemas tendrán que decírselo a ustedes. La poesía no es del escritor sino de los lectores… Este libro ya no me pertenece. Sólo he colaborado con mi tradición y he buscado diferentes maneras de dar el gran salto, junto al deseo de dar con el verdadero arte de los silencios del fondo de la poesía”.
Fotos: Ricardo Marapacuto

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