Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 31 de enero de 2016

“La revolución pranificó a Juan Bimba”

“La revolución pranificó a Juan Bimba”

Resultado de imagen para juan bimba

Juan Bimba es un conocido personaje gráfico producto del venezolanismo histórico. La tradición local de Cumaná atribuye la etimología de «Juan Bimba» al nombre de un habitante de las cercanías con problemas mentales que vivió hacia 1853. Lo cierto es que en 1860, Juan Vicente González usa Juan Bimba como sinónimo de tonto o mentecato. «Juan Bimbe», «Juan Bimba» o «Juan Bimbas», como también se le llamaba, está documentado desde 1900 como el nombre que se le aplica al prototipo del hombre humilde del pueblo. Con ese sentido la fijó y la popularizó Andrés Eloy Blanco en diversas composiciones y en forma humorística desde la revista Fantoches durante los años 1930.


Origen

Su creación se atribuye a Mariano Medina Febres, médico y diplomático venezolano que, como dibujante, firmaba con elseudónimo de «Medo». La imagen original de este «muñequito» apareció en 1936 en el diario caraqueño Ahora, donde «Medo» tenía a su cargo la «Caricatura del Día». El personaje vestía franelapantalón enrollado, calzaba alpargatas o iba descalzo y llevaba sombrero de cogollo.
Con él, se quería representar al pueblo venezolano en la condición de hombre rural que aún prevalecía durante la pirmera mitad del siglo XX. El nombre y la imagen de este personaje alcanzó una alta popularidad entre 1936 y 1948. Se hablaba no sólo de Juan Bimba, sino también de «juanbimbero» o de «juanbimbada», título este último de una obra escrita por Andrés Eloy Blanco en 1936.
En caricaturas de Leoncio Martínez («Leo») y de Manuel Martínez («Manuel») publicadas en 1938 en Fantoches, aparecía Juan Bimba con la indumentaria mencionada, a veces con un pañuelo alrededor del cuello y un garrote en la mano. En la misma revista y durante el mismo año, «Leo» creó un personaje gráfico parecido a Juan Bimba, al cual llamaba «Juan de Caracas», en representación del pueblo caraqueño. Utilizado también como símbolo del partido Acción Democrática, el personaje de «Juan Bimba» desapareció del folklore gráfico venezolano a mediados de los años 1960.

Uso en la política

Por su carácter personificador de la sociedad venezolana, el personaje de Juan Bimba fue usado ocasionalmente como en el campo de la política y la sociología. Uno de los ejemplos más tempranos de esto estuvo en el ensayo Carta a Juan Bimba, escrito en 1936 por el propio Andrés Eloy Blanco, en el cual hacía reflexiones sobre la historia de Venezuela y las ideologías de izquierda.1 Posteriormente, el partido Acción Democrática usó y difundió su iconografía como forma de propaganda durante la campaña hacia las elecciones presidenciales y parlamentarias de Venezuela de 1963, haciendo hincapié en su simbolismo y acompañándolo con el eslogan «El Partido del Pueblo», especialmente después de que laCorte Suprema de Justicia prohibiera el uso de la bandera partidista.
Recientemente, el expresidente Hugo Chávez solía representar frecuentemente una versión muy particular de Juan Bimba como técnica de campaña política, al asumir la indumentaria de un llanero.
"El Conejo" extinto y famoso Pran de la cárcel de la isla de Margarita junto
a Hugo Chávez en un mural emblema de la Revolución del Siglo XXI actual

“La revolución pranificó a Juan Bimba”

Colette Capriles, psicóloga social y docente de la USB
Colette Capriles, psicóloga social y docente de la USB
Colette Capriles, psicóloga social y docente de la USB, considera que el primer síntoma de locura de un mandatario es creerse imprescindible 

—Hace cuatro años usted dijo que “pudimos  haber aprendido sin tanto palo”. ¿Aprendió algo el venezolano en los últimos tres o le esperan nuevas palizas?
Como diría McLuhan, la paliza es el mensaje. Ya veremos qué clase de mensaje quieren oír los venezolanos, que hasta ahora ha aprendido a echarle la culpa a otros.
—¿En qué ha devenido Venezuela?
En el campamento que nunca ha dejado de ser. 
—De ser el país su paciente, ¿la patología?
Histeria disociativa, al estilo Charcot.
—¿Están Tío Tigre y Tío Conejo en la nueva Asamblea?
They will come back.
—¿Es hoy Juan Bimba una fantasía de la revolución?
La revolución lo “pranificó”.
—¿Es el venezolano ilegal por tradición?
En la tradición del “se acata, pero no se cumple”. 
¿La pantalla criolla?
Ya ni nos miramos unos a otros. Practicamos el buceo de bolsas de mercado.
—¿Cómo explica a sus alumnos la “esfumación” de gran parte del Tesoro Nacional sin que haya ni un chino de Recadi ni protesta popular?
Parece que aún persiste la idea de que todos participaron directa o indirectamente en la “esfumación”. Gran ratón colectivo.
—¿Daría clases en la UBV?
Para dignificarla.
—De impartirlas en el Parlamento, ¿qué cátedra?
Retórica.
—A pesar de ser quien elige, ¿por qué se exculpa a la población?
Por el mito del buen salvaje, de la inocencia primigenia. 
—¿Un mito desmitificado?
El Caracazo.  
—¿Una institución para acostar en el diván?
El TSJ. Aunque más bien hay que amarrarlo a una mesa quirúrgica. 
—¿Imagina si cada ciudadano recibiese consulta psiquiátrica gratuita?
Es más barato legalizar la marihuana. 
—¿Y al chavismo como oposición del gobierno central?
Una pesadilla, pero de calibre menor. 
¿Ha recibido Leopoldo López la suficiente solidaridad?
Es imposible cuantificar la solidaridad. Nunca es suficiente, nunca sobra.
De aplicarse el mismo criterio jurídico que a López, ¿por cuántos y cuáles casos podrían ser enjuiciados funcionarios del gobierno?
No puede aplicarse el mismo criterio, porque no hubo ninguno. Todo el “juicio” fue una farsa al estilo estalinista.
—¿Por qué el oficialismo tiembla ante una ley de amnistía?
Sospecha que haber sido preso político es un gran activo en el currículo para aspirantes al poder. 
—¿Imagina al chavismo exigiendo la liberación de sus líderes presos?
O quizás felicitándose por haberse librado de ellos. 
—Cual Frankenstein, ¿se le devuelve la violencia al proceso?
Es la historia del Golem, en efecto. Y su Frankenstein es el retrato necrofílico de Bolívar, hecho con fragmentos de todos los resentimientos.  
—¿Y el Frankenstein de la MUD?
Más bien el monstruo Milton.
—¿El primer síntoma de locura de un mandatario?
Creerse imprescindible
—¿Y de una ciudadanía?
Creer que los líderes son imprescindibles. 
—¿Volverán los dos millones de idos?
¿A dónde? 
—Maduro lamenta que el imperio "se roba" los mejores cerebros...
¿A quién le pertenecen? 
—¿Es la voz del pueblo la voz de Dios?
Es un coro desafinado. 
—¿Persistirá el culto a un muerto?
Es un culto de Estado que desaparecerá en cuanto sus sacerdotes y beneficiarios desalojen.
—¿Y el culto a la guerra económica?
Hasta Lenin lo abandonó con la Nueva Política Económica de 1920.
—¿Una terapia ante las colas?
Reconocer al verdadero culpable.
Licenciada en Filosofía, ¿una lectura para la revolución?
Más bien les sugeriría dejar de leer las mismas cosas.
¿Y para la oposición?
Nietzsche.
¿Un personaje de leyenda como el venezolano?
Sísifo. En la mitología griega es conocido por su castigo: llevar una piedra hasta la cima de una montaña, y antes de llegar, la piedra volvía a rodar hacia abajo, repitiendo una y otra vez el frustrante proceso.
—¿Una terapia para el proceso?
El enfermo no quiere curarse. 
—¿Para la MUD?
Lectura obligatoria de las Vidas paralelas de Plutarco. 
—¿Desaparecieron los ni-ni?
¿Realmente existieron?
En un contexto familiar, ¿qué vendrían a ser los colectivos y las milicias?
El lado horrible.
—¿Retira retratos de su casa u oficina?
Constantemente.
¿Se soporta la premisa “mientras más pobres más leales”?
Más bien intentan apelar a la lealtad porque cada vez el país es más pobre.
¿Se impondrá el Estado comunal?
La amenaza es más bien la disolución del Estado.
—Ahora, ¿qué le sobra a Cuba que falta aquí?
Pragmatismo. 
—¿Y viceversa?
Resentimiento. 
—¿Cuánta impunidad le queda a los saqueadores del Tesoro?
No tanta como creen.
—¿El tratamiento para conciliar?
La negociación y el libre mercado.
—Mientras, para drenar, ¿otra terapia para el soberano?
Quizás el acto de contrición. 
—Luego de todo esto, ¿habrá un nuevo prototipo del venezolano?
La obsesión por lo nuevo es nuestra gran tragedia.
—¿Qué pasaría en Venezuela si se terminase de desbordar la mente de la población?
Es sorprendente que ello no haya ocurrido. Revela que hay una nostalgia de orden.



RUN RUN ES

LO QUE DICE IRIS VARELA CUANDO LE PREGUNTAN SOBRE "EL CONEJO"




Conejo e Iris Varela
La ministra del Servicio Penitenciario, Iris Varela, acudió este viernes a la Apertura del Año Judicial 2016 en la sede del Tribunal Supremo de Justicia. Allí la abordóRunrun.es para preguntarle sobre su vínculo con Teófilo Rodríguez, alias “El Conejo”, el pran de la cárcel de Margarita que fue asesinado el pasado fin de semana.
A Varela se le preguntó por su relación con “El Conejo” a raíz de la fotografía que se publicó en 2011, en la cual ambos aparecían abrazados al borde de la cama de la celda del prisionero. 
“Uy, por favor, ¿usted va a preguntar eso? Yo voy a demandar a quien me esté difamando de esa manera. Yo soy madre de familia, yo soy ministra de las cárceles, me he fotografiado con 100 mil presos en este país ¿Y usted se va a hacer eco de esa basura? Por favor, por favor”, dijo la ministra antes de subirse a su camioneta estacionada frente al máximo tribunal.


Un ensayo reflexivo del investigador y escritor trujillano Miguel Angel Campos sobre el Congreso en la historia de Venezuela y de un presente “doloroso”

¿A quién esperamos?

Miguel Ángel Campos, 2004 / Foto Ana María Otero López. Archivo
Miguel Ángel Campos, 2004 / Foto Ana María Otero López. Archivo
Un ensayo reflexivo del investigador y escritor trujillano sobre el Congreso en la historia de Venezuela y de un presente “doloroso”

Me había prometido nunca más escarbar en el pasado remoto para ordenar la explicación o sentido de los espantos del presente. Pero cómo no quedarse perplejo en estos días de enero de 2016, cuando anhelamos la novedad y simplemente nos asalta cual espectro aquel 24 de enero de 1848. Los historiadores, a falta de otra perspectiva menos pintoresca, lo han llamado “el fusilamiento del Congreso”, frase ampulosa que no repara en que apenas había sociedad, territorio vacío y el acuerdo era tan solo las lealtades de unos hombres que magnificaban todo aquello en lo que no creían.  
La cámara de Representantes acuerda reunirse con el propósito de trasladarse a Puerto Cabello y acusar al presidente José Tadeo Monagas de corrupción e infractor de la Constitución. El asalto se salda con cuatro muertos de los representantes, el de Maracaibo y seis personas más entre espectadores, incluido un sastre, y un oficial de guardia. La pugna entre un congreso tachado de oligarca y el jefe supremo del Liberalismo termina en una matanza, todos fueron muertos por arma blanca; aquello había comenzado como un ejercicio de legalismo y tomó su real orientación cuando esas leyes y el protocolo, su empaque, ya no pudieron sostener al poder ejecutivo: más que las armas salió a escena la impronta de los hombres discrecionales.
Un año antes al Presidente le presentan sus seguidores la cabeza en salmuera de un bandolero perturbador (José Francisco Rangel), sin ser extrema resultaba una manera macabra de adulación. Elegido por las dos terceras partes, los juicios sumarios son como un aderezo en el antes y después del acto censitario que consagra a Monagas. La gracia electoral no alcanza a amparar de los desmanes, nada conjura en el alma civil, pero da un manto de legitimidad al crimen y la violencia. Aunque aquel legalismo descansaba de manera íngrima en una Constitución (1830). Los actores reales del consenso y la representación eran la peonada analfabeta y una horda palúdica que cien años después iría a las urnas por primera vez a elegir un presidente y deslumbrada por la riqueza del petróleo. Se puede llegar lejos con una constitución y petróleo, o largos hatos de ganado. El estilo adquirirá maneras cuando lleguen cédula y registro del CNE. Y aunque la sangre corra a dos pasos de su casa la gente no es fácil para lo solemne, al gran Enrique Bernardo Núñez le perturba la banalidad de la hora, la ausencia de espíritu trágico. Dice que el lenguaje parlamentario se refería al suceso como “la ocurrencia”, esto mucho indigna a nuestro hombre. El Presidente del Senado habla con descuido de “la pasada ocurrencia”, como algo circunstancial, un disturbio menor, y así queda escrito en el acta del día 25, cuando las Cámaras se reinstalan. Y como si el día anterior hubiera sido una kermese, o fiestas patronales –el propio Monagas sale en busca de un voto para completar el quórum.
Quien evitó la instalación anterior al precio del asesinato de cuatro diputados, ahora requiere con toda corrección el voto de uno reacio, dispuesto a quedarse en casa (José María Rojas). Los secretarios de lujo (Juan Antonio Pérez Bonalde, Vicente Camacho, Juan Vicente González) van y vienen, escapan o se asoman, según el clima, pero están prontos para consignar los entendimientos de los prohombres. El día 26, en la sesión ordinaria del Congreso (el “fusilado”), le son concedidas a Monagas facultades extraordinarias (una habilitante, digamos), y de acuerdo con el artículo 118 de la Constitución: levantar hasta 10 mil tropas para la defensa, contraer un empréstito de un millón de pesos, arresto discrecional de los conspiradores, indultos y amnistía general respecto a los crímenes recientes. Del mismo día de la reinstalación, en una tertulia de amigos, es la frase del presidente según la cual “la Constitución sirve para todo”; parece haber certidumbre sobre su autoría: Diego Bautista Urbaneja.
 E. B. Núñez intenta hacer balance del suceso y no podía sino eludir lo policiaco. “Para unos el 24 de enero es el fusilamiento del Congreso ordenado por el Presidente Monagas. El fin de la República. El punto de partida de todas las desdichas de Venezuela. Para otros es día de victoria popular, día en que la oligarquía conservadora recibió el golpe de muerte”. El desconcertado Congreso de estos días de 2016 parece moverse entre aquella legalidad, ahora con electores pero aún sin hábitos ni instituciones, y la ascendencia de la fuerza y los caudillos hamponiles entre la grey reilona. El electorado decembrista cree haber hecho su máximo esfuerzo, tras el ejercicio dominguero se retira a seguir viendo televisión, tal vez no ha puesto en una fiel balanza la naturaleza del crimen y el tamaño de la enmienda, a esta Asamblea le tocará hacer este ajuste, casi salvar un abismo. (Y, sobre todo, esta Asamblea, ilustrada o no, no debe sino sobrestimarse, no tiene opción, quizás Maduro no sepa que los Monagas son dos, pero Henry Ramos sí ha leído a Díaz Sánchez y a Ramón J. Velásquez). Tras aquella tenemos pobladores desnutridos, aquí muchedumbres que ya han conocido el prestigio del consumo. Allá expectantes sin más referencias que la “democracia” de Boves, aquí se levantan un mal día, convencidas, a sustituir el modelo administrativo por otro que arruina el país a lo largo de diecisiete años. Asustadas, más que conmovidas, cambian de parecer y recomponen el supremo poder cuando ya la ruina ha alcanzado al cuerpo mismo, a la sociedad, y de ella depende, de sus hábitos, la reconstitución de la nación, y no tanto de los poderes públicos.
Cuando la intelligentzia estigmatizó la democracia representativa anterior a 1998, parecía estar insistiendo en un rito nacional, el señalamiento de la corrupción, en realidad han debido señalar el rezago de los electores respecto al formato, era lo que estaba, y está, en cuestión: ausencia de prácticas y hábitos democráticos distintos al puro ejercicio electoral. La epifanía del sufragio, salida de un golpe de estado, era la seducción de 1945, Ramón J, Velásquez dice que “creíamos en el voto universal como el milagro de la purificación nacional”, hoy no se trata de purificación sino de cauterizar la mala conciencia. La acción reparadora del 6 de diciembre, fue posible tras la contención de una asonada (1992) sin sanción, el fracaso de los asaltantes los instaló en el poder desde la simpatía de una comunidad al menos resentida. Ahora deberá resistir el asalto nuevamente, pero Betancourt expuso aquella doctrina en una frase: “Desechar la azarosa senda de las asonadas y dirimir la cuestión del poder por la sola vía pacífica y civilizada del sufragio”. Extraña fe esta en una operación aritmética, y entre los beduinos, cuya mayor habilidad era contar sacos de café o ganado orejano.      
En estos días alguien exhuma una fotografía que muestra a Uslar Pietri y un empleado de Miraflores removiendo la imagen del dictador caído (1958), el exhumador había visto seguramente al actual presidente de la Asamblea Nacional dando instrucciones para deshacerse de las imágenes del día: el santón y el héroe confiscado por el hamponato. Pero hay más: cuando le piden a Uslar que redacte el acta de instalación nos dice sin rubor que el modelo estaba a la mano, era la del anterior golpe de estado (18 de octubre de 1945). Y aquí estamos ya en presencia no de un gesto sino de un tict, una pulsión cerrada, la repetición salida de la incapacidad de resolver el pasado es como la condena del paranoico: volverá a matar. Se queman las imágenes para resguardar a los parroquianos de malos recuerdos, pero quedan intactas las emociones. Primero como tragedia y después como comedia –dice Marx (18 Brumario)–, así ocurren los hechos en la historia, y tal vez está ironizando sobre la doctrina de los ciclos o del eterno retorno, que espantaba a Jorge Luis Borges.
En aquel Congreso convergían los intereses de facciones y hombres que habían atesorado la alfabetización –estos podían estar dando, sin saberlo, el tono de los mujiquitas–, anhelos de protociudadanos y el capital de unos hombres públicos que estaban entrando a un nuevo tiempo de relacionamiento con las instituciones –a todos les hubiera venido bien ya no un poco de desdén, sino algo de desprecio por el poder, en cambio han fecundado el imaginario popular de admiración por los encumbrados, el venezolano es zalamero con los patanes, carece de pudor cívico. En la Asamblea venezolana de estos días, la de mayor importancia y responsabilidad en nuestra historia republicana, coinciden una sociedad desarrapada, como guareciéndose de la lluvia –aunque debiera estar aterrorizada–, y sus acosadores, un grupo autorizado por el protocolo constitucional y que ha dado un uso discrecional a la legalidad al punto de casi prescindir de la realidad material para ejecutar un proyecto en absoluto ideológico, sino de desmantelamiento de la herencia societaria. Para restaurar el etat du droit –punto inercial del renacimiento– requerirá, pues, menos culto del pueblo taciturno, y más fe en la estructura institucional, una tensión de esta naturaleza solo puede ser canalizada al margen de toda demagogia, de toda vanidad, y desde la sociedad del conocimiento, fuera de ahí es autodestructiva.
“Se conspiraba por una parte para enjuiciar y deponer al Presidente, por la otra para destruir la conjuración cuyo instrumento iban a ser las Cámaras”, dice E. B. Núñez. Y está describiendo unos usos jurídicos, fetichistas, del acuerdo civil que creaban el escenario de una guerra civil (1859-63). La legalidad no favorece la democracia, puesto que el ordenamiento constitucional había sido el arma de confiscación de la libertad en un medio sin hábitos democráticos. Monagas se acoge a las indicaciones del maestro de la demagogia, D. B. Urbaneja, y elude la dictadura, “prefirió seguir la política del motín, el pueblo sería el instrumento del Ejecutivo contra la facción del Congreso”. 

Este discurso fue pronunciado por el profesor y crítico de arte en la presentación de la obra de Rafael Arráiz Lucca en la librería Alejandría (Caracas) el pasado 14 de noviembre

Escolios y conjeturas acerca de La navaja de Ockham: colombia, venezuela y otros ensayos

Rafael Arráiz Lucca, 2013 / Foto: Leonardo Guzmán. Archivo
Rafael Arráiz Lucca, 2013 / Foto: Leonardo Guzmán. Archivo
Este discurso fue pronunciado por el profesor y crítico de arte en la presentación de la obra de Rafael Arráiz Lucca en la librería Alejandría (Caracas) el pasado 14 de noviembre

Me resulta difícil disimular que la responsabilidad de presentar un libro de Rafael Arráiz Lucca me produce un temor reverencial. Y la razón es comprensible: lo aprecio como intelectual y lo quiero como amigo, pero, sobre todo, lo considero el pensador más destacado de su generación y uno de los venezolanos insoslayables de nuestro tiempo. De manera que muy modesto valor podría añadirle al acontecimiento de la aparición de otra de sus contribuciones esenciales al acervo cultural del país. Pero no quiero dejarme atragantar por las argumentaciones y emociones que esta exigencia me produce, y la mejor manera de lograrlo es metiéndome directamente en la materia.
La navaja de Ockham
Debemos comenzar diciendo que en este libro, nuestro autor no se limita a compilar una serie de ensayos a la manera de una simple agregación, sino que –en el ejercicio de su condición capricorniana– define una estructuración orgánica de particular simetría y orden. Recurre al postulado de Guillermo de Ockham (fraile franciscano inglés que vivió entre los siglos XIII y XIV), del cual pueden asumirse tres  ideas clave: la primera es que “no debe presumirse la existencia de más cosas que las necesarias”; la segunda establece que “entre varias posibilidades es muy probable que la respuesta más sencilla sea la correcta”. Y la tercera indica que limpiar es quitar lo que sobra y quitar lo que sobra implica elegir. Estos enunciados pautan el camino epistemológico del autor en el amplio espectro de su recorrido. En cada texto se presiente la revisión y la limpieza que preceden cada resultado y que proceden con el rigor de quien no descarta el potencial de perfectibilidad de lo que escribe. 
Seguramente, Rafael Arráiz Lucca revive en cada uno de sus trabajos aquello que se le atribuye al poeta Valery: reviso y limpio el texto una, dos… cien veces, y al final, no me reconcilio con el texto, sino con sus posibilidades.
Naturaleza del ensayo
El carácter de asidero de este primer capítulo viene seguido por un esclarecedor artículo acerca de la naturaleza del ensayo como disciplina reflexiva, así como de sus posibles taxonomías. Con el ruego de que perdonen el retruécano, interpretamos que este ensayo sobre el ensayo permite comprender lo que es el ensayo y, además, ayuda a asimilar las recomendaciones necesarias para redactar un buen ensayo. En este orden, pone especial hincapié en distinguir el carácter libre y creativo del ensayo literario del sentido responsable y documentado propio del ensayo académico, con lo cual advierte al lector que, en uno y otro sentido, podrán encontrarse trabajos en el libro. Desde el punto de vista pedagógico y divulgativo estos dos capítulos introductorios destacan el concepto ensayístico que servirá de eje a las diferentes contribuciones que conformarán la publicación. No sobra reseñar que Rafael Arráiz Lucca cierra estas consideraciones diciendo que escribir un ensayo “es una manera de dialogar con los que leo, que me ayudan a entender el mundo”. Queremos complementar este testimonio señalando que “el entender el mundo” es apenas un medio en su trabajo intelectual: él quiere entender para comunicar y enseñar porque es, en el fondo, la encarnación de una vocación docente. Sus compromisos con la comunicación y la educación no son algo adjetivo sino que se han convertido en pasiones  incrementadas en el tiempo. Por eso asociamos su actividad con lo que aseveraba George Steiner: “El quehacer literario consiste en ayudarnos a leer como seres humanos íntegros”. Y nadie quita de nuestra convicción que cuando nuestro autor escribe no deja escapar la idea de que su responsabilidad  conlleva el propósito de transmitir y transferir sus reflexiones a sus lectores y alumnos para que alcancen un anhelo de integridad. Por eso hoy le dedica buena parte de su tiempo y una intensa entrega de su espíritu a la docencia. Y esta focalización de su empeño, permite ratificar –con palabras de Laura Riding– que “la veracidad de lo que se escribe no depende solo de la calidad del escritor sino del ser humano que escribe”.
Colombia y Venezuela
Las vocaciones, actitudes y sensibilidades planteadas nos conducen a otra de las secciones de la publicación, que se inicia con un artículo titulado  “Colombia y Venezuela: un ensayo impresionista”. Ahí concentra un testimonio autobiográfico escrito con una admirable soltura y con una gran cercanía afectiva. Sin duda, pone en evidencia una capacidad de observación y una agudeza perceptiva que validan aquello de que uno puede cambiar de posición manteniendo la misma perspectiva pero no puede cambiar de perspectiva manteniendo la misma posición. El juego de ver y comparar conductas de venezolanos y colombianos luego de haberlas vivido o reflexionado, tanto desde cerca como desde lejos, demuestra una inteligente aproximación que, además de ser impresionista por el predominio de los impactos retinales que le producen, también es expresionista por el implícito sentido emocional de su reseña. Lo admirable es como las cualidades asociadas a un historiador se combinan admirablemente con los focos inscritos en las capacidades de cronista, investigador, lector y divulgador. A partir de estos apoyos realiza un  registro en donde  el sosiego  y el respeto reafirman los arraigos de una sólida condición humana. Rafael Arráiz Lucca es un tendedor de puentes y, por eso, nunca hace uso de desmesuras o exageraciones. Entiende que las diferencias existen para apoyar deferencias y para proscribir indiferencias. El otro es otro no porque es diferente a mí sino porque es el mismo. El otro, y esto funciona en el caso de las personas y de los países, es al mismo tiempo, alguien distinto, igual, único y complementario. Es distinto porque tiene su propia historia. Es igual porque comparte análogos derechos y deberes. Es único porque su especificidad es intransferible. Y es complementario porque puede cooperar para lograr una dimensión superior a la que tiene aisladamente. A Colombia y Venezuela no les cabe preguntarse qué es lo que van a hacer con sus respectivos países, sino qué van a hacer en el marco de su necesario destino con el otro. Encajan aquí el axioma de Paul Celan: “Yo soy tu cuando yo soy yo”, así como la expresión de Karl Jasper: “Yo no soy yo solo”.
Estas ideas transpiran la convicción de fraternidad con la cual nuestro entrañable amigo asume esta ilustrativa tarea comparativa, y también ellas se perfilan hacia el establecimiento de una pedagogía del acercamiento que le cierre toda cabida a aquel presentimiento de Primo Levy, según el cual el infierno debe ser como una sala grande y vacía, en donde se prolonga la espera para que el otro llegue y para que suceda algo.
Por lo dicho, nos  complace que Rafael Arráiz Lucca haya escrito este texto que, quizá sea el más opinático en comparación con los enjundiosos capítulos que conforman el resto, pero que resulta ser el más testimonial y, en consecuencia, el más cercano a la espontaneidad de su espíritu. Unamuno decía que hablaba de sí mismo porque era lo que tenía más cerca, y estimamos que también esto predominó en los fundamentos de este capítulo. Pero, además, pensamos que el haber redactado estas líneas en la incómoda circunstancia de estar fuera del país, le dio la oportunidad de conocerse mejor al poder conocer mejor al otro, así como la de conocer  mejor al otro al poder conocerse mejor a sí mismo. Igualmente podríamos establecer la hipótesis de que estas visiones sobre las conductas de las personas de ambos países, le permitieron vivenciar aquel aforismo de Antonio Porchía que dice: quien no es capaz de alejarse de sí mismo, no será capaz de acercarse a nadie, ni siquiera de acercarse a sí mismo. En el marco de estos significados sentimos la obligación de citar y de compartir la afirmación con la cual cierra el capítulo. Dice Rafael Arráiz Lucca (y nosotros le servimos de eco): “Llevo a Colombia sembrada en un lugar caliente y privilegiado de mi corazón”.
El libro continúa con otros diez textos dedicados a Colombia y otros tantos destinados a Venezuela, en los cuales nuestro autor establece miradas de doble vía que encuentran unas referencias en los dos epígrafes que reseña. Al introducir los artículos sobre Colombia coloca la siguiente afirmación de David Bushnell: “Después de todo, ¿qué puede hacer un latinoamericanista con un país donde los dictadores militares son prácticamente desconocidos, donde la izquierda ha sido congénitamente débil y donde fenómenos como la urbanización y la industrialización no desencadenaron movimientos “populistas” de consecuencias duraderas?
En cambio, el conjunto de textos dedicados a Venezuela están encabezados por el siguiente rótulo de Ramón J. Velásquez: “Una historia dinámica la de Venezuela, pero en algunos tiempos parece como si ella retrocediere a repasar escenas que ya conocimos”.
El espíritu que dista entre una y otra de estas afirmaciones confirma el significado básico de los artículos que se conjugan en los dos segmentos del libro. Desde luego, es imposible reseñar con especificidad sus contenidos, pero sí podríamos advertir la presencia de curiosas e importantes informaciones. De necesaria lectura es lo que dice Santander acerca de Bolívar, en el capítulo titulado “La dictadura de Bolívar, según Santander”. Así mismo, es imposible omitir los polémicos comentarios que aparecen relacionados en el artículo “Bolívar bajo la lupa de Ducoudray Holstein”.
Ciertamente, en la sección de artículos dedicados a Colombia encontramos ensayos maravillosos por el manejo de datos pocos conocidos y por la maestría de las argumentaciones. Un esfuerzo de suprema síntesis nos invita a recomendar la lectura de los capítulos en su totalidad. El titulado “David Bushnell: un historiador enamorado de Colombia” amerita su lectura porque nos ayuda a entender a Colombia a través de la comprensión de uno de sus más peculiares historiadores, quien termina por demostrar que se puede “querer a una nación a pesar de sí misma”.
“El Bicentenario en tres libros colectivos”, por su parte, nos hace tomar contacto con el carácter de las compilaciones y la fuerza de resonancia que procede de “despertar el interés de por vida de académicos foráneos”.
El artículo “Sin el periodismo ¿se entiende a Colombia? Permite asimilar la historia, el significado y el alcance que han tenido los medios de comunicación y el ejercicio del periodismo en ese país.
“La vida privada en Colombia” evalúa los aportes y limitaciones del trabajo en donde Jaime Borja Gómez y Pablo Rodríguez Jiménez dan cuenta de la vida en ese país, entre el siglo XVI y el XX.
El artículo sobre “Borges en Colombia” revela, de una manera lúcida y con una encantadora reseña de circunstancias, el carácter particular de los vínculos de Borges con ese país.
Dentro de esta secuencia, el ensayo “Poliedro Garcíamarquiano”contiene una aproximación crítica a los cuentos de García Márquez, a partir de criterios de evaluación aplicados con un rigor admirable. A este análisis se unen otras interesantes reseñas que dejan evidencia de los aportes del referido premio nobel.
La sección dedicada a Colombia se completa con otros artículos que dejan explícitos los conocimientos sedimentados y el rigor histórico de las indagaciones que emprende nuestro autor. Atención especial debe hacerse del ensayo “La última escala de Maqroll, el viajero”, en el cual se acerca, con disposición comprensiva, a maravillosos sucesos, aportes y anécdotas vinculados a Álvaro Mutis.
El libro continúa con una serie de escritos sobre Venezuela. Plurales son las apreciaciones que pueden anotarse sobre estas contribuciones. Algo que se impone de inmediato es la afirmación que sirve de inicio al primer capítulo titulado “Venezuela revelada”. Dice de manera desafiante: “Ser venezolano, más que una certeza, es despertar en el imaginario una batería de interrogantes”. El reto involucrado en esta aseveración no es fácil de atender y aún es más complejo en el marco de nuestra realidad presente. Pero estas son el tipo de preguntas que calzan en un pensador que, como Rafael Arráiz Lucca, encarna siempre un optimista activo. En efecto, él no asume un optimismo superficial que se refugia en la espera de mejores tiempos. Su conducta jamás servirá para justificar aquella exclamación de Saramago, según la cual los problemas del mundo solo pueden solventarlos los pesimistas, porque los optimistas siempre están seguros de que todo se va a resolver. Nuestro ensayista es más bien un optimista activo, es decir, alguien que convierte su esperanza en un desafío de acción. Su afirmación más bien convoca la idea de que cuando un país tiene más preguntas que respuestas es porque tiene más futuro que pasado. Los países con más respuestas que preguntas, seguramente tienen más pasado que futuro. Con esa tranquilidad de conciencia, nuestro autor asume sus interrogantes a partir de un primer capítulo conformado por seis acápites que se inician con la llegada de Colón y que nos conducen a la desolación y a la muerte de los tiempos caudillescos propios del siglo XIX. Pero, después, eleva su espíritu hacia imágenes constructivas y toca los espacios del arte registrado en un inicio, por los pintores viajeros y, luego, por los artistas venezolanos.
Pero, más allá de lo estrictamente textual, conjeturamos que, en el fondo, nuestro autor retiene la pregunta que siempre le acompaña: ¿será que ahora permitiremos que el mal diga la última palabra? El horizonte se mantiene abierto y seguramente tendremos que aceptar al menos tres hipótesis: la primera, advierte que la historia es una loca que responde preguntas que nadie le ha hecho (Tolstoi); la segunda, recuerda que generalmente la historia es lo que ha sido y no lo que ha debido ser (Gil Fortoul); y la tercera subraya que la historia y la razón nunca se juntan (Nietzsche).
Luego de la extraordinaria lección de historia que nos ofrece en este capítulo de entrada, comparte cuatro reflexivos capítulos que se inician con un sugestivo texto, titulado: “Inclusión-exclusión: los dos extremos de un dilema”. Aquí retoma el recorrido planteado en el capítulo anterior para repasar, de modo sumario y elocuente, un análisis que concluye con una afirmación que se convierte en aspiración: “Quizás lo más significativo de los años que van de 1928, con un punto de inflexión importante en el 14 de febrero de 1936, que luego encuentran continuidad en las primeras elecciones de 1947, y después tienen al 23 de enero de 1958 como símbolo, sea la asunción por parte del venezolano de la democracia como su proyecto histórico. Y la democracia, en sí misma, es el proyecto de inclusión social por excelencia”.
Los otros tres capítulos del segmento dedicado a Venezuela nos relacionan con tres venezolanos de tiempos no coincidentes y de distintas competencias: Francisco de Miranda, Manuel Caballero y Eugenio Montejo. Un prócer, un historiador y un poeta. Quizá puede esconderse en esta selección un metamensaje relacionado con las dimensiones humanas que fecundan nuestra mejor esperanza de futuro.
Orbis y biblos
Finalmente, el libro termina con la reunión de tres capítulos que se amparan con la denominación “Orbis y biblos”. Estos trabajos son de elevada factura y demuestran una sedimentación reflexiva. Además, comparten un mismo atributo: tienen los mejores méritos de ser ensayos literarios y responden a las exigencias más rigurosas del ensayo académico. Por esta razón, atienden un interés de veracidad y hacen uso del juego constructivo de la creatividad. Ciertamente, es muy poco lo que puede decirse de estos ensayos que todo lo dicen. Sin embargo, se imponen unos apuntes rápidos y frugales. Anotemos que el primer artículo está destinado a explicar siete visiones que sobre la filosofía de la historia se han expuesto en el siglo XX. Es sencillamente gratificante comprobar la densidad de la información así como la síntesis de taxonomías que ayudan a captar el alcance de una disciplina fundamental. Comprender la historia es un factor de éxito para entender mejor lo que es objeto de ella, es decir, la dinámica misma de los acontecimientos y esfuerzos del ser humano. El disfrute de las sistematizaciones que nos ofrece Rafael Arráiz nos trajo a la mente aquel ejercicio Borgeano de ver el futuro como si fuese ya pasado desde el presente. Desde luego, también nos invita a transferir relaciones de interpretación a nuestra inmediata realidad nacional. Pero, por encima de cualquier especulación o asociación que podamos hacer, resulta más importante resaltar las tres conclusiones a las que llega nuestro autor. Ellas son:
1. “Nadie puede decir que los hechos se repiten de manera exacta en el ámbito de la historia, de tal forma que la cientificidad de la historia es distinta a la de las ciencias naturales”.
2. “…la mejor manera de comprender los fenómenos históricos es ubicándolos dentro de un marco cultural vasto, apelando a la interdisciplinariedad y de un período de larga duración”
3. “La historia… no es una ciencia en los términos clásicos y, además, el individuo no puede ser obviado en aras de los procesos sociales. El individuo también cuenta”.
Los otros dos capítulos, de esta última sección del libro, se relacionan con el idioma y el libro y, así como con Mario Vargas Llosa. El primero fue el discurso pronunciado en el Paraninfo del Palacio de las Academias Nacionales con motivo del día del idioma, en abril de 2007, y el segundo es el discurso pronunciado en el Paraninfo de la Universidad Simón Bolívar con motivo del conferimiento del Doctorado Honoris Causa a Mario Vargas Llosa, en diciembre de 2008. Piezas magistrales que, línea a línea, promueven la gratificación intelectual de todo aquel que las lea.
Epílogo
Asumimos la plena conciencia de que lo que pretendía ser una ayuda memoria para la presentación de este libro, se ha convertido en una especulación inapropiadamente extensa. Pero las cosas terminan siendo lo que van saliendo. Podemos confesar que, a esta altura, lejos de estar agobiados por las cuartillas escritas, nos sentimos henchidos por ideas y sentimientos que mantienen el impulso de la convocatoria inicial. Nos disponemos, entonces, a concluir con lo cual nos vemos obligados a sacrificar algunas razones para privilegiar varias sensaciones. Creemos que este nuevo libro de Rafael Arráiz Lucca confirma que estamos en presencia de un continuador de la vocación universalista, es decir, de alguien que no solo proyecta una visión global sino que también ejerce un denuedo reflexivo abarcador. Son pocos los campos del saber que deja de escrutar y siempre sabe combinar el sentido penetrante de una indagación con la sensibilidad de una vivencia y el desafío del compromiso ético. A todo esto se añade la disciplina de una entrega que permite sistematizar, de una manera fecunda, su trabajo. En su caso no funciona aquello de que cuando un intelectual es joven escribe fácilmente pero le cuesta publicar, mientras que cuando es maduro le cuesta escribir y le es muy fácil publicar. En el caso de nuestro escritor, la madurez de su sabiduría le facilita el camino para sostener el despliegue fluido y la soltura creativa de una amplia productividad. Y no puede ser de otra manera porque la lectura y la escritura, la investigación y la docencia, la comunicación y la divulgación, la gerencia cultural y el ejercicio periodístico son consustanciales a su quehacer cotidiano. En su caso, la vocación intelectual y la entrega pública adquieren dimensiones supremas que se traducen en afán ineludible. Si es cierto que malos hábitos conducen a vicios y que buenos hábitos conducen a virtudes, tenemos que aceptar aquí que Rafael Arráiz Lucca nunca ha convertido sus virtudes intelectuales en trofeos, sino que más bien los ha transformado en referencias para renovar sus empeños. En cierto sentido su conducta se asocia con la creencia de que un pájaro no canta porque es feliz, sino que es feliz porque canta. Sin regodeos ni eufemismos, sentimos que es justo aplicarle lo que él mismo dijo de Mario Vargas Llosa: es un gran escritor porque no es solo un escritor. En efecto, Rafael Arráiz Lucca es un gran intelectual, un gran venezolano, una gran persona. Pero sobre todo, es un gran amigo. Por eso, si al principio sentíamos temor reverencial, al llegar al final, confesamos que sentimos una admiración reverencial que se incrementa en proporción directa al privilegio de su amistad.

ALINEACIÓN PLANETARIA ENERO FEBRERO 2016. EL COLLAR DEL AMANECER DEL AÑO.

El fenómeno podrá observarse hasta el 20 de febrero

Cinco planetas se alinean en el cielo

Mercurio, Marte, Venus, Júpiter y Saturno se sincronizan elípticamente.

imageRotate
La última vez que ocurrió este evento astronómico fue hace 10 años CORTESÍA
Contenido relacionado
CAROLINA CONTRERAS A. |  EL UNIVERSAL
miércoles 27 de enero de 2016  08:06 AM
Hasta el 20 de febrero, los habitantes de la Tierra podremos ver a simple vista cinco planetas en el cielo, y es que Júpiter, Marte, Venus, Saturno y Mercurio se alinearán y ofrecerán un espectáculo que muy pocas veces se repite.

El evento astronómico comenzó el pasado 20 de enero, tal como lo explica Maximiliano Bandres, director de la Sección de Astronomía de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, quien agrega que todavía hay oportunidad de ver la alineación.

"El mejor día para verla ya pasó, pero todavía hay chance para observarlo. Lo único malo es que hay que hacerlo en la madrugada, preferiblemente antes de un cuarto para las seis", explica Bandres.

Agrega que si se quiere apreciar Mercurio, las personas deben ver al horizonte al oeste.

Para este fenómeno celestial no es necesario usar dispositivos especiales, pero quienes quieran ver con mayor detalle las cuatro de las lunas de Júpiter podrán utilizar binoculares.

El profesor señala que a diferencia de las estrellas, los planetas no titilan por lo que así se hace más fácil distinguirlos.

"Marte es un puntico rojo, Venus es muy brillante en la mañana; el problema con Mercurio es que es muy pequeño y muy difícil de ver; Saturno es muy brillante y a simple vista no se le van a ver los anillos, y a Júpiter se le pueden ver las lunas con binoculares".

La oscuridad también es un aliado, ya que mientras más oscuro esté el cielo, más posibilidad habrá de ver a todos los planetas, sobretodo Mercurio.

Los planetas se pueden ver desde cualquier punto de la Tierra, lo importante es saber que aquí en Venezuela se requiere mirar al sur y de izquierda a derecha se podrán observar Mercurio, Venus, Saturno, Marte y Júpiter.































































ALINEACIÓN PLANETARIA ENERO FEBRERO 2016.
EL COLLAR DEL AMANECER DEL AÑO.
Por Alana Messineo.

Description: Macintosh HD:Users:alana:Desktop:12633583_986693518071044_1226476760116185661_o-1.jpg
Hoy, vamos a ahondar en la lectura del Alineamiento Planetario Visible que se está dando en el cielo, entre el 20 de Enero y el 20 de Febrero. Es como una firma, un sello que abre el año.
La última vez que se dio un alineamiento parecido, fue en Enero del 2005.

Los astros dibujan posibilidades, activan frecuencias que no son “externas”, son las energías de las que estamos hechos. Según el nivel de  consciencia del ser humano, las percibe, conoce y aprovecha. Si no está consciente, queda a merced de la activación, los desafíos parecen superarlo, y las oportunidades que se abren con cada activación, pasan por delante de la puerta, como si nunca hubieran existido.

La alineación de planetas personales de los dos primeros meses del 2016, no es, desde el punto de vista astrológico, un Stellium, en cuyo caso, los planetas estarían uno junto al otro en el mismo sector del Zodíaco.
En cambio, estamos bajo un Alineamiento Visible.
Visto desde la Tierra, estamos coronados por  un Rosario, o Collar de luces y frecuencias.

Aquí va una breve reseña de los protagonistas de este Collar del Amanecer, por orden de aparición a la vista, para que podamos navegar conscientemente con ellos.



LUNA

La Luna aparece abriendo y cerrando el evento.
Abre la formación y la cierra con dos Lunas Nuevas, lo que destaca la cualidad de Siembra de la formación celeste. Estamos sembrando. En el medio, la Luna Llena en Leo, el día 24, marcó la sugerencia de comenzar el año expresándonos, jugando, creando, y en el disfrute de nuestros dones creativos.

Júpiter

Retrógrado en el signo de la Virgen, aporta la fuerza y el entusiasmo en la tarea de discernir entre multiplicidad de elementos, manteniendo el foco en lo que nos expande.
Apropiado para asociarnos con personas que vibran como nosotros, amplía nuestro campo de posibilidades, también en lo referente a los temas ecológicos, y a la ecología de nuestro cuerpo físico.


Mercurio

Mercurio es el planeta mensajero, rige nuestra capacidad de comunicación y reflexión. En Capricornio, permite establecer un orden de cara a los logros profesionales y personales, e impulsa comunicaciones claras y constructivas. En la última semana, formando parte del alineamiento, se adentra en Acuario, destacando la posición del Sol y por lo tanto, la regencia y tono acuarianos del mes.

Venus

Venus rige nuestras relaciones amorosas, nuestras emociones y nuestra creatividad, acentúa las luces de Capricornio, el lugar del amor como respeto, el amor como toma de responsabilidad por mi mismo y por mis relaciones. También, en los dos últimos días del Collar de Planetas, entra en Acuario.

Marte

Marte en Escorpio promueve la férrea voluntad de investigar y sacar a la luz lo que estamos decididos a dejar atrás. En este caso, a nivel individual y colectivo, trabaja dando apoyo a la purga efectuada por Saturno.



Saturno

Saturno en Sagitario, muestra la necesidad de aceptar ciertas normas sociales, y construir dentro de los límites que conocemos. También, se refiere a la retribución, al retorno de lo sembrado, con las leyes universales como parámetro. Nos da la pauta para tener consciencia de nuestros acuerdos y contratos. Para andar camino con alguien, para saber a quién le decimos que SÍ, los Diez Mandamientos pueden ser un código ético guía.

Aquí van, pueden ser de utilidad, para mirar lo que generamos, y lo que aceptamos o no, en el orden individual, legal, político, institucional y planetario. Más allá de que los estudios de la Biblia, muestran que grandes trozos están manipulados, en este caso, aquí habría material para la reflexión.


Lista de Los Diez Mandamientos
  1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
  2. No tomarás el Nombre de Dios en vano.
  3. Santificarás las fiestas.
  4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
  5. No matarás.
  6. No cometerás actos impuros.
  7. No robarás.
  8. No dirás falso testimonio ni mentirás.
  9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
  10. No codiciarás los bienes ajenos.


En cuanto al nivel simbólico de la figura pintada en el amanecer, podemos destacar tres llamadas a nuestra atención.

Lo primero que podemos deducir, es que el Cielo nos está diciendo: “ELEVA la mirada, mira hacia Arriba…” Es decir, estamos ante una llamada de lo Vertical, de lo que se mueve en profundidad.
Millones de personas pasan semanas enteras sin mirar el Cielo, con lo que su cerebro queda concentrado en espacios pequeños horizontales, y, en zonas urbanas, de corto alcance.
Cuando miramos el Cielo, tenemos consciencia de una mayor Vastedad, hay Espacio para la atención, y, por lo tanto, para la Consciencia.

La segunda palabra de poder que dibuja el Cielo en estos momentos, es JUNTOS.

2016 es un año de Fundación, de crear, o, al menos, diseñar las bases para un gran cambio que veremos en el 2017. Por tanto, es un año en que, momento a momento, pueden presentarse diferentes alternativas para asociarse.
A medida que vamos entrando en las Nuevas Frecuencias, va cayendo la tendencia a creer que podemos crear en aislamiento, y se van abriendo las posibilidades infinitas que vienen de colaborar.

Así es que, ya desde fines del 2015, muchos nos encontramos evaluando las diferentes relaciones que atraemos para realizar un trabajo en CONJUNTO.


Y el tercer aspecto a destacar, es que los planetas forman una LÍNEA.
Es una invitación a ALINEARNOS.
Alinear nuestros diferentes cuerpos, el físico, el emocional, y el mental, con nuestro Cuerpo Superior.
Alinearnos con nuestra versión más alta.
Alinearnos con nuestro propósito, que surge cuando día a día, nos consagramos a un servicio que nos trae gozo y estimula nuestro entusiasmo por seguir haciéndolo, en formas cada vez más creativas.
Y, sobre todo, Alinearnos con nuestra intención creativa, una vez que sentimos la certeza de su pureza.

Para esto, va una propuesta.

Cada vez que tengamos un pensamiento no santo, es decir, un pensamiento que va en contra de nuestra elección, que nos dice que no es posible, que nos dice que no somos suficientes, o que otros no son suficientes, podemos ALINEARNOS nuevamente, con la vivencia abundante de aquello que queremos vivir.
Por ejemplo, en lugar de poner nuestra atención en los síntomas físicos, poner la atención, destacar, y expresar los cambios positivos que notamos en nuestra salud. Y al mismo tiempo, sostener este postulado, con el SENTIR, sentir el agradecimiento.
Esto nos conduce a UNIFICAR, UNIR todas nuestras habilidades y frecuencias, enfocadas en la creación del presente y futuro que empuja desde dentro para manifestarse.
Debajo de este collar, y en medio de un mundo en caos, muchos de nosotros estamos asombrados ante la cascada de logros, encuentros luminosos, y realizaciones que traspasan todas nuestras expectativas. Esto irá en aumento, en la medida en que sigamos presentes, alineados y despiertos. Esto es sólo el comienzo.


El Collar, podría estar diciéndonos: ELEVADOS, JUNTOS y ALINEADOS.
No está mal como consejo celeste para el 2016.

Facebook: PORTAL DE ALANA.
Desprogramación Neuronal.
DanzaGracia. Los Trece Movimientos de la Mujer Radiante.
Universos Paralelos.
Tecnologías de la Consciencia.
Astrología Cuántica.