Texto completo. El Papa Invita a anunciar el evangelio con la palabra y antes aún con el testimonio. Esta es la primera tarea de la comunidad cristiana
El papa Francisco se dirigió en este frío domingo del invierno europeo, a los miles de fieles que se reunieron en la Plaza de San Pedro. Desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, al medio día rezó el ángelus y les dirigió las palabras de a aquí reportamos.
«Queridos hermanos y hermanas.
En el evangelio de hoy el evangelista Lucas antes de presentar el discurso programático de Jesús de Nazaret, resume brevemente las actividades evangelizadoras. Es una actividad que Él cumple con la potencia del Espíritu Santo: su palabra es original, porque revela el sentido de las Escrituras. Es una palabra que tiene autoridad, porque ordena, incluso a los espíritus impuros y estos le obedecen.
Jesús es diverso de los maestros de su tiempo, por ejemplo Jesús no ha abierto una escuela para estudiar la Ley, sino que sale para predicar y enseñar por todas partes: en las sinagogas, por las calles, en las casas, siempre andando. Jesús también es distinto de Juan Bautista, quien proclama el juicio inminente de Dios, mientras que Jesús anuncia su perdón de Padre.
Y ahora entremos también nosotros, imaginémonos que entramos en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde Jesús creció hasta aproximadamente sus 30 años. Lo que allí sucede es un hecho importante que delínea la misión de Jesús. El se levanta para leer la Sagrada Escritura abre el pergamino del profeta Isaías, el pasaje en donde está escrito: ‘El espíritu del Señor está sobre mi; por esto me ha consagrado con la unción y me ha mandado a llevar a los pobres el anuncio de alegría’. Después, tras un momento de silencio lleno de espera por todos, dice en medio del estupor general: ‘Hoy se ha cumplido estar escritura que ustedes han escuchado’.
Evangelizar a los pobres es esta la misión de Jesús, como Él dice; esta es también la misión de la Iglesia y de cada bautizado en la iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar el evangelio con la palabra, y antes aún con la vida es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la buena noticas a todos sin excluir a nadie. Mas aún, privilegia a los más lejanos, a quienes sufren, a los enfermos y a los descartados por la sociedad.
Pero hagámonos una pregunta: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa acercarlos servirlos, tener la alegría de servirlos, liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el espíritu de Cristo, porque es Él el evangelio de Dios, es Él la misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él que se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza.
El texto de Isaías, reforzado por pequeñas adaptaciones introducidas por Jesús, indica que el anuncio mesiánico del reino de Dios que vino en medio de nosotros se dije de manera preferencial a los marginados, a los prisioneros y a los oprimidos.
Probablemente en el tiempo de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de los fieles. Y podemos preguntamos hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones en los movimientos, ¿somos fieles al proyecto, al programa de Cristo.
Atención no se trata de hacer asistencia social, menos aún de hacer actividad política, Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios que convierte los corazones, sana a las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales, de acuerdo a la lógica del amor. Los pobres de hecho están en el centro del evangelio.
La Virgen María madre de los evangelizadores nos ayude a sentir fuertemente hambre y sede del evangelio que existe en el mundo. Especialmente en el corazón y en la carne de los pobres. Y obtenga para cada uno de nosotros y a cada comunidad cristiana poder dar testimonio concretamente de la misericordia. la gran misericordia que Cristo nos ha donado».
Al concluir el Santo padre les deseó a todos que tengan un buen domingo y “buon pranzo”. Y les pidió: “Y por favor no se olviden de rezar por mí”, y saludó “¡Arrivederci!”.
(Traducido desde el audio por ZENIT)
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