Contraespejismo
18.10.08 | por Roberto Lovera De Sola
Eduardo Liendo (1941) en Contraespejismo. (Prólogo: Luis Barrera Linares. Caracas: Alfaguara, 2007. 220 p.) nos ofrece una singular obra construida con fragmentos de sus otras obras, con finales de algunas de sus novelas y con numerosos relatos, estos constituyen la mayoría del libro en el mayor número de sus páginas inédito, pese a lo advertido por algunos lectores superficiales que apenas abrieron el tomo, revisaron sus hojas y no lo leyeron llegando a la conclusión, falsa, de que todo lo habían leído antes pero ello no es así, Contraespejismo es por muchas razones un libro nuevo así esté formado por momentos, en algunas de sus pasajes, con elementos de sus obras anteriores. Así Contraespejismo fue construido con toda aquella parte de su escribir que fue concebida cuando Liendo trabajaba en sus novelas pero que luego debieron quedar fuera para que aquellas no perdieran su unidad. Pero todos estos textos, todos estos pasajes, logran estructurarse de otra forma, diríamos que fascinante, en Contraespejismo, nos permiten verlos de otra forma, hacer otra lectura de los mismos porque en ningún momento dejan de tener pleno sentido y logran formar una gran coherencia y de abrirse como una entidad nueva, un libro de narraciones cortas, género dentro del cual Liendo, maestro de la narración breve, de la noveleta en particular, de hecho ha escrito las mejores novelas cortas de nuestra literatura, manera por la cual tiene una grande inclinación este crítico porque El mago de la cara de vidrio (1973), Mascarada (1978), Los platos del diablo (1985), Si yo fuera Pedro Infante (1989) y el Diario del enano (1995) lo son porque incluso en la nueva versión (2006) del Diario de enano sólo le añadido un nuevo capítulo que contribuyó, sin dejar el libro de ser una noveleta, a perfilar aun más su trama.
El mago de la cara de vidrio es uno de nuestros best sellers con veinte ediciones sucesivas desde la primera, de hecho es uno de los tres libros más vendidos, y por lo tanto más leídos, en nuestro país desde los años setenta, junto con Piedra de mar de Francisco Massaini, también con veinte ediciones y Boves, el Urogallo de Francisco Herrera Luque, con veinte y cinco.
Así las novelas cortas constituyen en Liendo lo más amplio y definido de su obra, cosa que decimos sin rebajar un ápice al valor de sus novelas más amplias como El round del olvido(2002) o Las kuitas del hombre mosca (2005), estas dos, incluso Los topos (1975), requieren otros parámetros de lectura, otros puntos de comprensión, otros ángulos de entendimiento para mirarlas dentro de lo que son.
NUESTRAS NOVELAS CORTAS
Y vaya un extenso escolio, porque cuando se trata de la novela corta el corazón de este crítico roza una zona demasiado querida porque nuestra admiración por las nouvelles de aquí y acullá es muy grande. Debemos comenzar por advertir que no es fácil distinguir la noveleta de la novela e incluso de la novelette, de la novella medieval e incluso de la novelle del siglo XVIII porque no basta que estemos ante un texto mas breve que la novela habitual para que estemos ante una novela corta, de hecho las hay y son novelas escritas con brevedad lo cual es distinto del arte de la nouvelle en el cual se destacado tanto Liendo con caracteres muy peculiares en nuestras letras. Es por ello que dentro de la literatura venezolana nos estamos muy seguros, aunque se haya afirmado, que La balandra Isabel llegó esta tarde (1934) de Guillermo Meneses sea una novela corta, así originalmente se haya publicado sola en un folleto porque la noveleta requiere de un ámbito, una técnica y una intensidad particular que es el lector quien la siente y descubre al leerla. Sin duda novela corta es la Canción de negros (1934) de Meneses, en cambio Cable cifrado (1961), llamado “novela corta” en la portada no lo es por ser un cuento un tanto largo.
Pero hay noveletas en nuestras letras como, por ejemplo Este resto de llano que me queda(1987) de Alfredo Armas Alfonzo, un cuentista nunca tentado por novela hasta que concibió este bellísimo texto; igual lo son Juana la Roja y Octavio el sabio (1991) y Viste de verde nuestra sombra (1993) de Ricardo Azuaje; Pequeño relato nocturno (1986) de Pedro Berroeta; Sabath (1997) de Christiane Dimitriades; El vergel (2005) de Isaac Chocrón;Contracorriente (1969) de Armando Durán; El parque (1946) la inhallable primera narración de Salvador Garmendia, ha desaparecido de toda circulación, se perdió incluso el ejemplar de la Biblioteca Nacional, ni siquiera su autor tenía un ejemplar, sabemos hoy lo que fue por las dos reseñas que en el momento de su única edición (1946) aparecieron en la prensa caraqueña pero el carácter urbano de las ficciones de su autor se expresa allí; 1998 (1992) de Herrera Luque, Desnudo en Caracas (1975); de Fausto Masó, un logro no repetido porqueGran café (llamado ahora Sabana Grande era una fiesta) no es novela corta y es un texto fallido. Le siguen Casa de Cuba (1992) de Julio Miranda; La insurgente (1924), hace poco rescatada (1997), por Néstor Tablante Garrido y La ninfa del Anauco (1928) de Enrique Bernardo Nuñez; Reducto de soledad (1975) de Lucila Palacios; La Mama X (1921) de Teresa de la Parra; Adiós hogar (1971) de Salvador Prasel; Hacia el sur (1942) de Humberto Rivas Mijares; La fiesta del embajador (1969) de Argenis Rodríguez; “Mau Patricia” de Gloria Stolk (de sus Cuentos del Caribe,1975); Mis parientes (1968) de Hernando Track; Desterrado en Madrid (1975) de Manuel Trujillo; El tuerto Miguel (1927) de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl; La última oportunidad de Magallanes (1978) de Rafael Zárraga; El regreso de Toñito Esparagosa (2005) de don Julio Garmendia o “Uñas asesinas” de Rodrigo Blanco Calderón (de Una larga fila de hombres,2005) y por fin en el inicio de la novela Un retrato en la geografía (1962) de Arturo Uslar Pietri se encuentra inserta una sorprendente e intensa nouvelle, tan peculiar que se podría sacar de aquella obra y editarla autónomamente.
LAS NOUVELLES UNIVERSALES
Y nuestro interés por las nouvelle ha sido tanto que siempre hemos buscado aquellas de los grandes creadores universales porque siempre hay un momento en que se sienten necesitados de escribirlas, de contar con rapidez e intensidad, como es el caso de Ernest Hemingway con El viejo y el mar, tan perfecto que William Faulkner pensó que la había podido escribir por haberlo visitado Dios. Le dio el Premio Nóbel de Literatura. Anotaríamos otros hondamente amados por nosotros, magistrales dentro de este género: El pabellón número seis de Antón Chejov, La Sonata a Kreutzer de León Tosltoi e incluso su Hadyi Murad, Los papeles de Aspern de Henry James, El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, Los muertos de James Joyce (de sus Dublineses), El baile de Irene Nemirovsky, La balada del café triste de Carson MacCullers, La perla de John Steinbeck, El día de acción de gracias y Un recuerdo de Navidad de Truman Capote y Seda de Alejandro Baricco.
LOS LATINOAMERICANOS
Y entre los latinoamericanos joyeles como El perseguidor de Julio Cortázar (de Armas secretas), la inigualable Aura de Carlos Fuentes, El coronel no tiene quien le escriba (1961) e incluso Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez, Los cachorros (1967) de Mario Vargas Llosa, esa pieza de oro de las letras latinoamericanas que es el Concierto barroco (1975) de Alejo Carpentier, todas las Tres novelitas burguesas (1973) de José Donoso e incluso las que están en Cuatro para Delfina (1982) porque el chileno fue un constante practicante de este género, el Elogio de la Madrasta (1988) de Mario Vargas Llosa de donde nacieron Los cuadernos de don Rigoberto, La vieja rosa (1980) de Reinaldo Arenas, en la edición hecha por nuestra compañera Cristina Guzmán que es una piedra preciosa del diseño y de la impresión, con su bello papel rosado o Luna caliente de Tempo Gardinelli. Todos novelas cortas perfectísimas.
LIENDO CUENTISTA
Liendo, cultor y cultivador de la noveleta, no había sido tentado por el cuento sino cuando escribió los relatos de El cocodrilo rojo (1987) y ahora con los que nos ofrece enContraespejismo porque este es un libro de narraciones cortas, decirlo es definirlo con propiedad.
Es mucho lo que vemos y encontramos en Contraespejismo, en las contradicciones, siempre presentes en el ser humano, “He ahí al hombre, he ahí su contradicción” nos enseña un verso del gran Miguel Hernández (1910-1942); hay rasgos de humor muy nítidos aquí como en “La página”, y caricaturas verbales más de una vez en esas burlas que la vida nos hace a los humanos cuando se ríe de nosotros. Y sus constantes meditaciones, dentro de la ficción, sobre la figura del escritor cuando leemos: “Así se consumó al fin la página magnífica. La inigualable. La que había esperado con ansiedad toda una vida” (p.29) pero allí viene la gran mueca: la ha escrito pero ha olvidado darle a la tecla “guardar” del computador y la pierde.
O la divertida explicación: “El autor deja clara y perfectamente establecido que bajo su firma han sido publicadas varias obras maestras invisibles. Lo que explica que las susodichas hayan pasado inadvertidas. Hecho éste más que natural en un momento en el que todos los críticos han ingresado en la clandestinidad” (p.57), es decir la obra sólo presentida, sólo soñada o la frustración de un creador evidente en “La diferencia”.
Está aquí también el escribir para seducir (p.25, 53), la idea de de nuestra Elisa Lerner quien dice hacerlo, pero al parecer todos los escritores lo practicamos, tal lo que se lee en “La más linda”.
O sobre el amor: “Parece que nunca más escucharemos esa hechicera melodía, pero con el tiempo, en otro rostro, en otras manos, en otra voz, resucita el amor y volvemos a escuchar nuestra canción perfecta. Siempre es así. Yo sé de esas cosas” (p.111), tal como se lee en el casi melancólico “Volver”.
O sobre el trazado que aquí hace Liendo, son sus primeros vislumbres, aunque están apareciendo en diversas obras de ficción de lo que Ana Teresa Torres ha denominado “la novela de Chávez” (“Cuando la literatura venezolana entró en el siglo XXI” en Varios Autores:Nación y literatura, ed. 2006, p.923) para lo cual Liendo nos ofrece aquí, en diversos pasajes, elementos para su construcción como en “Oficio de tonto” o “Lástima”. A ello se ha adelantado más el teatro que la narrativa como se puede ver en las lúcidas piezas de Javier Vidal: Ambas tres y C.I.N.K.O.
Hay a lo largo de Contraespejismo, además del placer que da la lectura de textos plenamente realizados, momentos de grande singularidad. Tal el memorable “La clausura” sobre el fin de una pareja; el nostálgicamente memorioso “Volver” que es un diamante como página literaria bien parida, la expresión última gustaba mucho a nuestro Andrés Mariño Palacio (Ensayos, ed.1967,p.102); siempre habrá que subrayar el sentido del cuento de Liendo “La valla” que es notable como construcción y como hecho humano; la buena irrupción de lo fantástico en “La casa rosada” o la decadencia artística visible en “María Celeste” o “Escribir el olvido”.
(Leído en Fundación Francisco Herrera Luque, en la sesión del “Círculo de Lectura” correspondiente a la tarde del martes 5 de agosto de 2008).
El mago de la cara de vidrio es uno de nuestros best sellers con veinte ediciones sucesivas desde la primera, de hecho es uno de los tres libros más vendidos, y por lo tanto más leídos, en nuestro país desde los años setenta, junto con Piedra de mar de Francisco Massaini, también con veinte ediciones y Boves, el Urogallo de Francisco Herrera Luque, con veinte y cinco.
Así las novelas cortas constituyen en Liendo lo más amplio y definido de su obra, cosa que decimos sin rebajar un ápice al valor de sus novelas más amplias como El round del olvido(2002) o Las kuitas del hombre mosca (2005), estas dos, incluso Los topos (1975), requieren otros parámetros de lectura, otros puntos de comprensión, otros ángulos de entendimiento para mirarlas dentro de lo que son.
NUESTRAS NOVELAS CORTAS
Y vaya un extenso escolio, porque cuando se trata de la novela corta el corazón de este crítico roza una zona demasiado querida porque nuestra admiración por las nouvelles de aquí y acullá es muy grande. Debemos comenzar por advertir que no es fácil distinguir la noveleta de la novela e incluso de la novelette, de la novella medieval e incluso de la novelle del siglo XVIII porque no basta que estemos ante un texto mas breve que la novela habitual para que estemos ante una novela corta, de hecho las hay y son novelas escritas con brevedad lo cual es distinto del arte de la nouvelle en el cual se destacado tanto Liendo con caracteres muy peculiares en nuestras letras. Es por ello que dentro de la literatura venezolana nos estamos muy seguros, aunque se haya afirmado, que La balandra Isabel llegó esta tarde (1934) de Guillermo Meneses sea una novela corta, así originalmente se haya publicado sola en un folleto porque la noveleta requiere de un ámbito, una técnica y una intensidad particular que es el lector quien la siente y descubre al leerla. Sin duda novela corta es la Canción de negros (1934) de Meneses, en cambio Cable cifrado (1961), llamado “novela corta” en la portada no lo es por ser un cuento un tanto largo.
Pero hay noveletas en nuestras letras como, por ejemplo Este resto de llano que me queda(1987) de Alfredo Armas Alfonzo, un cuentista nunca tentado por novela hasta que concibió este bellísimo texto; igual lo son Juana la Roja y Octavio el sabio (1991) y Viste de verde nuestra sombra (1993) de Ricardo Azuaje; Pequeño relato nocturno (1986) de Pedro Berroeta; Sabath (1997) de Christiane Dimitriades; El vergel (2005) de Isaac Chocrón;Contracorriente (1969) de Armando Durán; El parque (1946) la inhallable primera narración de Salvador Garmendia, ha desaparecido de toda circulación, se perdió incluso el ejemplar de la Biblioteca Nacional, ni siquiera su autor tenía un ejemplar, sabemos hoy lo que fue por las dos reseñas que en el momento de su única edición (1946) aparecieron en la prensa caraqueña pero el carácter urbano de las ficciones de su autor se expresa allí; 1998 (1992) de Herrera Luque, Desnudo en Caracas (1975); de Fausto Masó, un logro no repetido porqueGran café (llamado ahora Sabana Grande era una fiesta) no es novela corta y es un texto fallido. Le siguen Casa de Cuba (1992) de Julio Miranda; La insurgente (1924), hace poco rescatada (1997), por Néstor Tablante Garrido y La ninfa del Anauco (1928) de Enrique Bernardo Nuñez; Reducto de soledad (1975) de Lucila Palacios; La Mama X (1921) de Teresa de la Parra; Adiós hogar (1971) de Salvador Prasel; Hacia el sur (1942) de Humberto Rivas Mijares; La fiesta del embajador (1969) de Argenis Rodríguez; “Mau Patricia” de Gloria Stolk (de sus Cuentos del Caribe,1975); Mis parientes (1968) de Hernando Track; Desterrado en Madrid (1975) de Manuel Trujillo; El tuerto Miguel (1927) de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl; La última oportunidad de Magallanes (1978) de Rafael Zárraga; El regreso de Toñito Esparagosa (2005) de don Julio Garmendia o “Uñas asesinas” de Rodrigo Blanco Calderón (de Una larga fila de hombres,2005) y por fin en el inicio de la novela Un retrato en la geografía (1962) de Arturo Uslar Pietri se encuentra inserta una sorprendente e intensa nouvelle, tan peculiar que se podría sacar de aquella obra y editarla autónomamente.
LAS NOUVELLES UNIVERSALES
Y nuestro interés por las nouvelle ha sido tanto que siempre hemos buscado aquellas de los grandes creadores universales porque siempre hay un momento en que se sienten necesitados de escribirlas, de contar con rapidez e intensidad, como es el caso de Ernest Hemingway con El viejo y el mar, tan perfecto que William Faulkner pensó que la había podido escribir por haberlo visitado Dios. Le dio el Premio Nóbel de Literatura. Anotaríamos otros hondamente amados por nosotros, magistrales dentro de este género: El pabellón número seis de Antón Chejov, La Sonata a Kreutzer de León Tosltoi e incluso su Hadyi Murad, Los papeles de Aspern de Henry James, El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, Los muertos de James Joyce (de sus Dublineses), El baile de Irene Nemirovsky, La balada del café triste de Carson MacCullers, La perla de John Steinbeck, El día de acción de gracias y Un recuerdo de Navidad de Truman Capote y Seda de Alejandro Baricco.
LOS LATINOAMERICANOS
Y entre los latinoamericanos joyeles como El perseguidor de Julio Cortázar (de Armas secretas), la inigualable Aura de Carlos Fuentes, El coronel no tiene quien le escriba (1961) e incluso Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez, Los cachorros (1967) de Mario Vargas Llosa, esa pieza de oro de las letras latinoamericanas que es el Concierto barroco (1975) de Alejo Carpentier, todas las Tres novelitas burguesas (1973) de José Donoso e incluso las que están en Cuatro para Delfina (1982) porque el chileno fue un constante practicante de este género, el Elogio de la Madrasta (1988) de Mario Vargas Llosa de donde nacieron Los cuadernos de don Rigoberto, La vieja rosa (1980) de Reinaldo Arenas, en la edición hecha por nuestra compañera Cristina Guzmán que es una piedra preciosa del diseño y de la impresión, con su bello papel rosado o Luna caliente de Tempo Gardinelli. Todos novelas cortas perfectísimas.
LIENDO CUENTISTA
Liendo, cultor y cultivador de la noveleta, no había sido tentado por el cuento sino cuando escribió los relatos de El cocodrilo rojo (1987) y ahora con los que nos ofrece enContraespejismo porque este es un libro de narraciones cortas, decirlo es definirlo con propiedad.
Es mucho lo que vemos y encontramos en Contraespejismo, en las contradicciones, siempre presentes en el ser humano, “He ahí al hombre, he ahí su contradicción” nos enseña un verso del gran Miguel Hernández (1910-1942); hay rasgos de humor muy nítidos aquí como en “La página”, y caricaturas verbales más de una vez en esas burlas que la vida nos hace a los humanos cuando se ríe de nosotros. Y sus constantes meditaciones, dentro de la ficción, sobre la figura del escritor cuando leemos: “Así se consumó al fin la página magnífica. La inigualable. La que había esperado con ansiedad toda una vida” (p.29) pero allí viene la gran mueca: la ha escrito pero ha olvidado darle a la tecla “guardar” del computador y la pierde.
O la divertida explicación: “El autor deja clara y perfectamente establecido que bajo su firma han sido publicadas varias obras maestras invisibles. Lo que explica que las susodichas hayan pasado inadvertidas. Hecho éste más que natural en un momento en el que todos los críticos han ingresado en la clandestinidad” (p.57), es decir la obra sólo presentida, sólo soñada o la frustración de un creador evidente en “La diferencia”.
Está aquí también el escribir para seducir (p.25, 53), la idea de de nuestra Elisa Lerner quien dice hacerlo, pero al parecer todos los escritores lo practicamos, tal lo que se lee en “La más linda”.
O sobre el amor: “Parece que nunca más escucharemos esa hechicera melodía, pero con el tiempo, en otro rostro, en otras manos, en otra voz, resucita el amor y volvemos a escuchar nuestra canción perfecta. Siempre es así. Yo sé de esas cosas” (p.111), tal como se lee en el casi melancólico “Volver”.
O sobre el trazado que aquí hace Liendo, son sus primeros vislumbres, aunque están apareciendo en diversas obras de ficción de lo que Ana Teresa Torres ha denominado “la novela de Chávez” (“Cuando la literatura venezolana entró en el siglo XXI” en Varios Autores:Nación y literatura, ed. 2006, p.923) para lo cual Liendo nos ofrece aquí, en diversos pasajes, elementos para su construcción como en “Oficio de tonto” o “Lástima”. A ello se ha adelantado más el teatro que la narrativa como se puede ver en las lúcidas piezas de Javier Vidal: Ambas tres y C.I.N.K.O.
Hay a lo largo de Contraespejismo, además del placer que da la lectura de textos plenamente realizados, momentos de grande singularidad. Tal el memorable “La clausura” sobre el fin de una pareja; el nostálgicamente memorioso “Volver” que es un diamante como página literaria bien parida, la expresión última gustaba mucho a nuestro Andrés Mariño Palacio (Ensayos, ed.1967,p.102); siempre habrá que subrayar el sentido del cuento de Liendo “La valla” que es notable como construcción y como hecho humano; la buena irrupción de lo fantástico en “La casa rosada” o la decadencia artística visible en “María Celeste” o “Escribir el olvido”.
(Leído en Fundación Francisco Herrera Luque, en la sesión del “Círculo de Lectura” correspondiente a la tarde del martes 5 de agosto de 2008).
ROBERTO J. LOVERA DE SOLA Crítico literario y autor de varios libros y de numerosísimas artículos en su especialidad. Nació en Caracas en marzo de 1946. Siguió estudios en varios colegios de Caracas y Mérida, en la UCAB y en la UCV. Ha realizado investigaciones en diversas instituciones venezolanas y extranjeras, entre ellas el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), Fundarte y la Northwestern University Library, Evanston, Illinois, Estados Unidos.
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