Heinz Dieterich: “El oficialismo ha sido incapaz de renovar el proyecto de gobernanza”
El sociólogo asegura que no hay nuevos “líderes bolivarianos” para retomar el legado de Hugo Chávez, pues todos participaron servilmente en su destrucción
El socialismo del siglo XXI no ha ocurrido. Así lo ve el sociólogo alemán Heinz Dieterich, quien dio contenido teórico y político al término y por años acompañó el proceso bolivariano del presidente Hugo Chávez, del que finalmente se desilusionó hace varios años. El académico residenciado en México no ha dejado de seguir los vaivenes de la revolución en Venezuela. Y luego de la derrota del chavismo en las parlamentarias del 6 de diciembre, en medio de una de las peores crisis económicas del país, hace una disección del fracaso: Chávez no impuso el “desarrollismo criollo” junto con el paradigma científico-político del socialismo del siglo XXI que él propuso y, a la postre, el presidente Nicolás Maduro y Diosdado Cabello destruyeron su legado. En una entrevista concedida a El Nacional asegura que la Asamblea Nacional estará absorbida por la lucha por el poder. “La debilidad estructural de la intelligentsianacional, que no da la impresión de disponer de modelos civilizatorios adecuados para esta transición, es un factor agravante adicional”. En su opinión, la decisión estará, de una forma y otra, en manos de los militares.
—Luego del triunfo de la oposición en las pasadas elecciones legislativas del pasado 6 de diciembre, ¿cómo observa el panorama político de Venezuela?
—Se ha perdido el equilibrio político y social entre las fuerzas bipolarizadas, que Hugo Chávez había logrado construir después de 2002. Establecer un nuevo equilibrio requiere hombres y mujeres de Estado maduros. En ambos bloques escasean esos cuadros. El actual equilibrio fluctuante implica un gran potencial de violencia y lucha extra-institucional.
—¿El descontento de la población venezolana que de alguna manera se evidenció mediante el voto se pudiese traducir como un desgaste del chavismo?
—Sin duda alguna. El equipo ejecutivo de la MUD no es, precisamente, impresionante. Pero, ha logrado mejorar su “imagen corporativa” con la incorporación activa de Jesús “Chúo” Torrealba y los posicionamientos de Henrique Capriles. El factor principal de la pérdida de apoyo para la troika Maduro-Cabello-Arreaza, sin embargo, ha sido el estupor ejecutivo gubernamental y la incapacidad del oficialismo de renovar el proyecto de gobernanza y el discurso de esperanza originales de la V República. Comparado con el papa Francisco y el dalai lama, la troika casi sufre de rigor mortis, para enfrentar los problemas que sufre su grex.
—La nueva Asamblea Nacional será instalada el 5 de enero, ¿cuáles vislumbra usted podrían ser los posibles escenarios este año? ¿Cuáles son los principales desafíos del oficialismo y de la oposición?
—La Asamblea Nacional no podrá cumplir sus funciones legislativas habituales durante algunos meses, porque, desde el primer día estará absorbida por la lucha por el poder. Es decir, habrá una especie de moratoria fáctica en sus funciones. Solo cuando gobierno y oposición hayan llegado a un modus operandi satisfactorio, podrán iniciarse las labores ordinarias de la institución. Sin embargo, lo más probable es, que el conflicto institucional entre la Asamblea, la Presidencia y el Tribunal Supremo de Justicia se desplazará dentro de pocas semanas a la calle, dejando a la Asamblea en segundo plano. Entonces decidirán, de una u otra forma, los militares.
—Líderes mundiales, instituciones y expertos han señalado que una de las vías para solucionar la crisis política, económica e institucional en Venezuela es a través del diálogo, ¿cree que hay disposición en Venezuela para ello?
—Esto sería lo deseable. Sin embargo, la clase política venezolana, en ambos sectores, se caracteriza por fuertes influencias de sectarismo, extremismo y vedetismo, que dificultan acuerdos equilibrados y razonables. La debilidad estructural de la intelligentsia nacional, que no da la impresión de disponer de modelos civilizatorios adecuados para esta transición, es un factor agravante adicional.
—¿Cómo evalúa las recientes acciones del oficialismo, como descalificar los resultados del 6-D, denunciar un supuesto fraude electoral por parte de la oposición y el acoso a los trabajadores públicos que no votaron por el chavismo?
—Con excepción de la falta de asignación proporcional de los escaños –que creo que es un error de ADN democrático en cualquier país del mundo, sea Gran Bretaña o Venezuela–, considero que el sistema electoral venezolano es el más confiable y transparente del continente; a años luz, por ejemplo, del estadounidense. Lo he sostenido siempre y lo sostengo ahora. Es decir, puede haber habido errores en el último proceso electoral, pero no veo bases para hablar de un fraude electoral. De todas formas, en cuanto a la falta de proporcionalidad, en estas elecciones el sistema le benefició a la oposición. En lo relativo a la presión a trabajadores públicos, esto es ilegítimo; pero, lamentablemente, es una práctica común en la mayoría de los países.
—Usted fue un defensor del socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez. ¿En qué momento se desencantó?
—Me desilusioné cuando mi amigo Hugo Chávez no impuso, por muchas razones, esa combinación de desarrollismo criollo posible y el paradigma científico-político del socialismo del siglo XXI, que hubiera puesto a Venezuela en la vanguardia de la sociedad global. Sin embargo, del socialismo del siglo XXI solo usó el término, no la institucionalidad respectiva. Por eso, ninguna persona sensata puede decir que hubo socialismo del siglo XXI en el país. Lo que fracasó en Venezuela fue un proyecto de desarrollismo criollo mal ejecutado. Mi desilusión, sin embargo, fue continental. Hablé con casi todos los presidentes progresistas de América Latina y del Caribe y ninguno tenía una intención seria de trascender el sistema capitalista con una nueva civilización.
—¿Está Maduro poniendo en riesgo el legado de Chávez?
—Maduro y Cabello han destruido el legado de Chávez. Lo que complica la renovación del proyecto es que los nuevos potenciales líderes “bolivarianos” participaron servilmente en esa destrucción, sin protestar contra la dirección del Titanic.
—La comunidad internacional está pidiendo la liberación de los presos políticos. ¿Está de acuerdo? ¿Qué importancia le otorga a esta decisión?
—La liberación de cualquier preso condenado por razones políticas en Venezuela, sea de uno u otro bando, solo es posible como parte de un gran acuerdo político nacional. Es obvio que la oposición usará esa demanda como ariete en la gran ofensiva que está desatando.
—¿La victoria de Mauricio Macri en Argentina, de la oposición en Venezuela, sumado a la caída de la popularidad de Dilma Rousseff, pueden interpretarse como un desgaste de la izquierda en América Latina?
—En Argentina, Brasil y Venezuela, sí, por dos razones: desaparición o falta de apoyo de los grandes líderes históricos a sus sucesores, y la caída de los precios de las materias primas. En países bien administrados por la centroizquierda, como Ecuador, Bolivia y Nicaragua, no existe tal crisis.
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