De porqué Bolívar no es muy apreciado en el Perú
...la colaboración entre los ejércitos libertadores del Norte y del Sur haría más expedita la victoria...
JORGE SAYEGH | EL UNIVERSAL
domingo 28 de julio de 2013 12:00 AM
Algo que puede sorprender a cualquier venezolano al llegar al Perú es la renuencia que sienten los peruanos para reconocer a Simón Bolívar como su Libertador. Ese honor lo posee el General José de San Martín, argentino de nacimiento, pero muy europeo de obra y corazón, quien un día como hoy proclamó la libertad del país hermano. En cambio a Bolívar lo mencionan con recelo. Esta bien que quieran a San Martín, pero, ¿por qué esa insolencia en contra de Bolívar?
Era evidente que la batalla final contra España se estaba dando en Perú y que la colaboración entre los ejércitos libertadores del Norte y del Sur haría más expedita la victoria. Con ese fin viaja San Martín a la recién liberada República de Guayaquil -pequeña región de lo que hoy es Ecuador y que se debatía entre ser independiente, pertenecer a Colombia o pertenecer a Perú- para entrevistarse con Bolívar. Desde ese momento comienza el Libertador a pisar callos peruanos.
Cuando San Martín desembarcó, Bolívar lo estaba esperando para darle la bienvenida a "tierra colombiana". Sin poder decir la primera palabra ya San Martín había perdido la oportunidad de reclamar Guayaquil para el Perú. Bolívar lo había caribeado, había llegado unos días antes para establecer alianzas estratégicas con los guayaquileños. A los peruanos nunca les terminó de dar risa esa gracia.
Cautivaba
Sería estúpido negar la imponente personalidad del pequeño caraqueño, quien, con sus apenas 1,63 de estatura, cautivaba a masas e individuos. Pero tampoco podemos ignorar otras características del Libertador, como su maquiavelismo y su ambición. En reunión a puerta cerrada convenció a San Martín de que se retirara y dejara la libertad del Perú (y, por ende, de Sudamérica) bajo su liderazgo. No hay documento de la minuta de este encuentro, porque fue a solas, pero San Martín escribió una vez que, al pedirle ayuda militar, Bolívar sólo le ofreció unos mil hombres. Era un regateo político. San Martín lo entendió y finalmente le cedió a Bolívar "un nuevo campo de gloria en el que va usted a poner el último sello de la libertad de América". Así, Bolívar se hizo del ejército del Sur y fue recibido con honores de Libertador en Lima. Digamos que, a cambio de la libertad, lo de Guayaquil podría perdonarse, pero la cosa sigue.
Volvamos a la capacidad de seducción de Bolívar. La peruana es una sociedad muy, pero muy conserva- dora. La oligarquía de allá es oligarquía de verdad, con abolengo y tradición (no como aquí, que es inexistente). Aquella oligarquía circunspecta -que estaba dispuesta a negociar con España una especie de tablas si así conservaba sus privilegios- lo recibe como un mal necesario y al poco tiempo cae rendida a sus encantos. Incluso le permiten reactivar la campaña militar accediendo a una estrategia que San Martín no se había atrevido -o ni se le habría ocurrido, como militar académico que era- a poner en práctica: incorporar las montoneras, la guerrilla campesina de la época. Nativos dirigidos por indígenas, sin preparación militar, ni casta social. Era inaceptable que formaran parte de la gloria emancipadora.
Pleitesía
Una vez que Sucre sella la Independencia en Ayacucho, la oligarquía peruana termina de caer rendida a los pies de Bolívar. El jalamecatismo no tuvo límites. Civiles y militares le rendían pleitesía en público y lo lisonjeaban en privado. El General Gamarra le responde por escrito: "... su carta que he besado muchas veces". Además de honores vitalicios y el título de "Padre y Salvador de la Patria", Bolívar recibió una demostración de reconocimiento de un millón de pesos (que no cobró completa). Por supuesto que la avenencia nunca es unánime, pero los detractores de la figura de Bolívar fueron considerados oposición política antipatriótica en un momento cuando se requería la unidad. Por eso no deja de ser irónico que es Bolívar quien promueve que el Perú se termine de dividir en dos países. Este es otro atrevimiento que Perú todavía no le ha perdonado.
La provincia de Charcas era un gran territorio que había pertenecido al Virreinato del Perú hasta 1776, cuando la Corona Española determinó que dependiera del Virreinato de la Plata. Sin embargo, en 1825, su relación histórica, geográfica, económica, cultural e incluso política seguía siendo con Perú y no con Argentina. De hecho, se le llamaba Alto Perú y el interés de la oligarquía peruana era recuperar ese territorio para el gobierno de Lima.
Sin embargo, Sucre y Bolívar prefieren darse a la tarea de promover la independencia de esta región que habría de bautizarse inicialmente como República de Bolívar para convertirse de inmediato en Bolivia. Ya no se trataba de un pedacito de tierra como Guayaquil, sino de una provincia enorme. Si bien es cierto que una buena parte de su población era partidaria de la independencia y que es injusto achacarle solamente a Bolívar la separación del Alto Perú, los peruanos comenzaron a resentirse de su Padre y Salvador de la Patria. Pero la guinda del helado es un papel que redactó el Libertador de su puño y letra: "La Constitución Vitalicia".
Romántico
Jorge Basadre, el historiador peruano más reconocido, dice que Bolívar fue un romántico en 1804, diplomático en 1810, jacobino en 1813, paladín de la libertad en 1819 y genio de la guerra en 1824. Sugiere el historiador que en los años 1825 y 26 al Perú le tocó el peor de los Bolívares, el "imperator". En Venezuela reconocemos al Bolívar del Congreso de Angostura, donde pronunció aquel célebre discurso de: "... nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder". Sin embargo para 1826 los tiempos y las circunstancias han cambiado. Entonces Bolívar redacta una Constitución para Bolivia y para el Perú, donde Sucre y él, respectivamente, son presidentes vitalicios con la potestad de designar a su sucesor.
Irregular
Un exabrupto republicano y democrático que fue votado de manera irregular por Colegios Electorales, refrendado -en contra de su voluntad- por el Cabildo de Lima y proclamado con fórceps por el gobierno en la ausencia de Bolívar (quien se hallaba apagando incendios políticos en Colombia). Tuvo el apoyo y colaboración de los funcionarios del gobierno, pero obtuvo el rechazo inmediato, a veces soterrado, otras Vox Populi, de la mayoría de los peruanos quienes resintieron la maniobra. Este Bolívar justificaba su obra: "Esta constitución es un término medio entre federalismo y la monarquía". Sí, mi querido lector, no leyó mal, dice monarquía.
Irónicamente, la Constitución "vitalicia" tuvo una breve vida de 48 días. Sería buenísimo para el Perú contar que el pueblo se rebeló ante este despropósito legal. Pero no, fueron los mismos soldados colombianos y venezolanos, hartos de estar apostados en tierras lejanas, quienes se rebelaron contra sus superiores y crearon un ambiente de anarquía. El Cabildo de Lima, que inicialmente se había negado a aprobarla, alegando que no tenía autoridad para legitimar sobre todo el país, aprovechó ese mismo poder espurio y declaró la Constitución ilegal.
Bolívar no volvió jamás al país que lo había reconocido como "Padre y Salvador de la Patria". Lo último que se supo de él fue la declaración de guerra de la Gran Colombia contra el Perú. Ahora tiene idea, mi querido lector, porqué los peruanos sienten cierto reconcomio contra el Libertador.
JorgeSayegh@gmail.com
Era evidente que la batalla final contra España se estaba dando en Perú y que la colaboración entre los ejércitos libertadores del Norte y del Sur haría más expedita la victoria. Con ese fin viaja San Martín a la recién liberada República de Guayaquil -pequeña región de lo que hoy es Ecuador y que se debatía entre ser independiente, pertenecer a Colombia o pertenecer a Perú- para entrevistarse con Bolívar. Desde ese momento comienza el Libertador a pisar callos peruanos.
Cuando San Martín desembarcó, Bolívar lo estaba esperando para darle la bienvenida a "tierra colombiana". Sin poder decir la primera palabra ya San Martín había perdido la oportunidad de reclamar Guayaquil para el Perú. Bolívar lo había caribeado, había llegado unos días antes para establecer alianzas estratégicas con los guayaquileños. A los peruanos nunca les terminó de dar risa esa gracia.
Cautivaba
Sería estúpido negar la imponente personalidad del pequeño caraqueño, quien, con sus apenas 1,63 de estatura, cautivaba a masas e individuos. Pero tampoco podemos ignorar otras características del Libertador, como su maquiavelismo y su ambición. En reunión a puerta cerrada convenció a San Martín de que se retirara y dejara la libertad del Perú (y, por ende, de Sudamérica) bajo su liderazgo. No hay documento de la minuta de este encuentro, porque fue a solas, pero San Martín escribió una vez que, al pedirle ayuda militar, Bolívar sólo le ofreció unos mil hombres. Era un regateo político. San Martín lo entendió y finalmente le cedió a Bolívar "un nuevo campo de gloria en el que va usted a poner el último sello de la libertad de América". Así, Bolívar se hizo del ejército del Sur y fue recibido con honores de Libertador en Lima. Digamos que, a cambio de la libertad, lo de Guayaquil podría perdonarse, pero la cosa sigue.
Volvamos a la capacidad de seducción de Bolívar. La peruana es una sociedad muy, pero muy conserva- dora. La oligarquía de allá es oligarquía de verdad, con abolengo y tradición (no como aquí, que es inexistente). Aquella oligarquía circunspecta -que estaba dispuesta a negociar con España una especie de tablas si así conservaba sus privilegios- lo recibe como un mal necesario y al poco tiempo cae rendida a sus encantos. Incluso le permiten reactivar la campaña militar accediendo a una estrategia que San Martín no se había atrevido -o ni se le habría ocurrido, como militar académico que era- a poner en práctica: incorporar las montoneras, la guerrilla campesina de la época. Nativos dirigidos por indígenas, sin preparación militar, ni casta social. Era inaceptable que formaran parte de la gloria emancipadora.
Pleitesía
Una vez que Sucre sella la Independencia en Ayacucho, la oligarquía peruana termina de caer rendida a los pies de Bolívar. El jalamecatismo no tuvo límites. Civiles y militares le rendían pleitesía en público y lo lisonjeaban en privado. El General Gamarra le responde por escrito: "... su carta que he besado muchas veces". Además de honores vitalicios y el título de "Padre y Salvador de la Patria", Bolívar recibió una demostración de reconocimiento de un millón de pesos (que no cobró completa). Por supuesto que la avenencia nunca es unánime, pero los detractores de la figura de Bolívar fueron considerados oposición política antipatriótica en un momento cuando se requería la unidad. Por eso no deja de ser irónico que es Bolívar quien promueve que el Perú se termine de dividir en dos países. Este es otro atrevimiento que Perú todavía no le ha perdonado.
La provincia de Charcas era un gran territorio que había pertenecido al Virreinato del Perú hasta 1776, cuando la Corona Española determinó que dependiera del Virreinato de la Plata. Sin embargo, en 1825, su relación histórica, geográfica, económica, cultural e incluso política seguía siendo con Perú y no con Argentina. De hecho, se le llamaba Alto Perú y el interés de la oligarquía peruana era recuperar ese territorio para el gobierno de Lima.
Sin embargo, Sucre y Bolívar prefieren darse a la tarea de promover la independencia de esta región que habría de bautizarse inicialmente como República de Bolívar para convertirse de inmediato en Bolivia. Ya no se trataba de un pedacito de tierra como Guayaquil, sino de una provincia enorme. Si bien es cierto que una buena parte de su población era partidaria de la independencia y que es injusto achacarle solamente a Bolívar la separación del Alto Perú, los peruanos comenzaron a resentirse de su Padre y Salvador de la Patria. Pero la guinda del helado es un papel que redactó el Libertador de su puño y letra: "La Constitución Vitalicia".
Romántico
Jorge Basadre, el historiador peruano más reconocido, dice que Bolívar fue un romántico en 1804, diplomático en 1810, jacobino en 1813, paladín de la libertad en 1819 y genio de la guerra en 1824. Sugiere el historiador que en los años 1825 y 26 al Perú le tocó el peor de los Bolívares, el "imperator". En Venezuela reconocemos al Bolívar del Congreso de Angostura, donde pronunció aquel célebre discurso de: "... nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder". Sin embargo para 1826 los tiempos y las circunstancias han cambiado. Entonces Bolívar redacta una Constitución para Bolivia y para el Perú, donde Sucre y él, respectivamente, son presidentes vitalicios con la potestad de designar a su sucesor.
Irregular
Un exabrupto republicano y democrático que fue votado de manera irregular por Colegios Electorales, refrendado -en contra de su voluntad- por el Cabildo de Lima y proclamado con fórceps por el gobierno en la ausencia de Bolívar (quien se hallaba apagando incendios políticos en Colombia). Tuvo el apoyo y colaboración de los funcionarios del gobierno, pero obtuvo el rechazo inmediato, a veces soterrado, otras Vox Populi, de la mayoría de los peruanos quienes resintieron la maniobra. Este Bolívar justificaba su obra: "Esta constitución es un término medio entre federalismo y la monarquía". Sí, mi querido lector, no leyó mal, dice monarquía.
Irónicamente, la Constitución "vitalicia" tuvo una breve vida de 48 días. Sería buenísimo para el Perú contar que el pueblo se rebeló ante este despropósito legal. Pero no, fueron los mismos soldados colombianos y venezolanos, hartos de estar apostados en tierras lejanas, quienes se rebelaron contra sus superiores y crearon un ambiente de anarquía. El Cabildo de Lima, que inicialmente se había negado a aprobarla, alegando que no tenía autoridad para legitimar sobre todo el país, aprovechó ese mismo poder espurio y declaró la Constitución ilegal.
Bolívar no volvió jamás al país que lo había reconocido como "Padre y Salvador de la Patria". Lo último que se supo de él fue la declaración de guerra de la Gran Colombia contra el Perú. Ahora tiene idea, mi querido lector, porqué los peruanos sienten cierto reconcomio contra el Libertador.
JorgeSayegh@gmail.com
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