Steve Jobs es el "descendiente directo" de Gutenberg, dice argentino Andahazi
Mucho se ha discutido sobre la verdadera aportación de Gutenberg a la industria de las artes gráficas, aunque de ningún modo se le puede atribuir la invención de la imprenta, cuyos principios eran explotados con anterioridad a sus descubrimientos. Ya a comienzos del siglo XV se imprimían naipes y estampas con motivos religiosos, mediante la aplicación de una plancha de madera grabada y embadurnada con tinta grasa, sobre el papel o el pergamino. Este procedimiento de impresión, la xilografía, era originario de Extremo Oriente, China o Corea, y entró en Europa a través de Italia.
Tampoco fue mérito de Gutenberg la composición de textos con caracteres móviles, es decir, la fabricación de letras o símbolos individuales. Esta práctica surgió de un modo natural, a través de la necesidad de introducir correcciones en los textos de las planchas xilográficas, ya que era necesario extraer la letra a sustituir y reemplazarla por un taquillo o dado de madera que llevase grabado en relieve el nuevo carácter. El verdadero mérito de Gutenberg fue el perfeccionar estas técnicas hasta conseguir un procedimiento tipográfico que ha permanecido sin apenas cambios hasta los primeros compases del siglo XX.
Para ello procedió a sustituir la madera por el metal, fabricando moldes de fundición capaces de reproducir tipos metálicos suficientemente regulares como para permitir la composición de textos. Fue esta invención, la impresión tipográfica con tipos móviles metálicos, la que dio origen al libro moderno.
Mucho se ha discutido también sobre la autenticidad de sus aportaciones. El hecho de no haber dejado su nombre en ninguno de los libros por él impresos, junto con las sombras que existen en torno a su vida, ha dado pie a atribuir a otros los méritos de su invención. El principal adversario en disputarle el descubrimiento ha sido, y para algunos sigue siendo, Laurens Janszoon Coster, un impresor de Haarlem del que se dice que inventó el tipo móvil metálico unas dos décadas antes que Gutenberg. De hecho, se han encontrado incunables en Holanda, confeccionados con tipos móviles, que muy bien pudieran haber salido de su taller. No obstante, lo defectuoso de la impresión ha llevado a muchos eruditos a pensar que Coster se sirvió de punzones de madera y de moldes de arena fina o de arcilla para fabricar los tipos de imprenta, atribuyendo a Gutenberg el punzón metálico y el molde de fundición, sin cuyo concurso la tipografía no hubiese sido posible.
Su trascendencia
La invención de la imprenta con caracteres móviles, obra del alemán Johannes Gutenberg, es uno de los grandes hitos de la historia de la cultura. La posibilidad de realizar tiradas de múltiples ejemplares de libros facilitó el acceso de un mayor número de personas en todo el mundo al saber escrito y conllevó radicales transformaciones en la política, la religión y las artes.
El impacto de la invención de la imprenta fue tremendo. La producción de libros durante los primeros cincuenta años después de la decisiva aportación de Gutenberg fue, casi con toda seguridad, mayor que en los mil años precedentes.
La imprenta de Gutenberg provocó una verdadera revolución en la cultura. El saber escrito dejó de ser patrimonio de una élite y se extendió a amplias capas de la población. La escritura fue sustituyendo a la tradición oral como forma privilegiada para transmitir conocimientos, a la par que las publicaciones impresas, como libros o periódicos, se generalizaron. A principios del siglo XX la escritura impresa ya era el medio predominante en Occidente para la difusión del saber. Además de su enorme significado para la religión, la política y las artes en general, fue este un avance tecnológico que facilitó todos los demás que le siguieron.
Biblia de la Universidad de Texas, en Austin
Los cambios que trajo consigo la imprenta de Gutenberg sólo son comparables a los que está originando la generalización de la informática en el umbral del siglo XXI. Los ordenadores están sustituyendo a los documentos impresos como instrumentos para transmitir y conservar los textos. Sin embargo, el libro, tal como lo hemos entendido hasta la actualidad, continuará siendo de gran utilidad durante mucho tiempo. Podría decirse que aún vivimos en lo que el sociólogo canadiense Marshall McLuhan denominó la «galaxia Gutenberg», la época de la historia marcada por el predominio de la letra impresa.
- El narrador dijo que eligió aquel momento por considerarlo "la bisagra más importante de la humanidad", el instante de "la aparición del libro impreso" de forma masiva. (EFE / JOHN G. MABANGLO)
EFE
México, 8 julio 2013.- El escritor argentino Federico Andahazi consideró hoy al estadounidense Steve Jobs, fundador de la empresa de computación Apple, una figura genial para la cultura y heredero directo del alemán Johannes Gutenberg (1398-1468), considerado el inventor de la imprenta moderna.
"Lo van a saber las generaciones próximas. Pero sí puedo decir que el descendiente directo de (Johannes) Gutenberg es Steve Jobs", dijo Andahazi (Buenos Aires, 1963) en México.
De visita en México, donde presenta su última novela, "El libro de los placeres prohibidos" (Planeta, 2012), explicó que de todos los protagonistas de la revolución tecnológica contemporánea el más brillante ha sido sin duda Steve Jobs (1955-2011).
"Fue una revolución cultural y pudo ser posible gracias a Jobs, no a Bill Gates, porque el tipo era un intelectual", afirma Andahazi, quien destacó la estrecha relación de Jobs con la tipografía.
Al empresario le atribuye el mérito de haber entendido mejor que otros la importancia que tendría "la difusión del pensamiento" para los seres humanos en un mundo donde la tecnología es omnipresente y accesible para millones de personas.
Nieto de editores y descendiente de húngaros, la última novela de este autor argentino está ambientada precisamente en Mainz (Alemania) y en el juicio allí seguido en 1455 contra Gutenberg y sus socios, el banquero Johan Fuchs y su sobrino, Peter Schöeffer.
Con ambos acabaría Gutenberg teniendo un pleito que le arruinaría, pero que jamás le arrebató el mérito de haber concebido la primera imprenta moderna.
La novela es un "thriller" en el que "nada es lo que parece", y en el que se intercalan dos historias, la del juicio contra Gutenberg, Fuchs y Schöeffer, con la vida en un prostíbulo regentado por las "adoratrices de la Sagrada Canasta", algunas de las cuales son asesinadas.
"En rigor, el lector luego se entera de que las prostitutas no son tales", sino "sacerdotisas" de un culto babilónico a la diosa Ishtar.
La historia está planteada como una reflexión sobre "en qué momento la sexualidad dejó de ser algo sagrado hasta tal punto de que se ofrecía en los templos de la antigua Babilonia, para ser algo pecaminoso", explicó el escritor.
Andahazi sostiene que, con todo y que la novela es ficción, su gran protagonista es en realidad "el libro como entidad".
En aquel entonces todos eran manuscritos, de gran valor y sus dueños "los reyes, los príncipes y la Iglesia, la gente poderosa".
El narrador dijo que eligió aquel momento por considerarlo "la bisagra más importante de la humanidad", el instante de "la aparición del libro impreso" de forma masiva.
Son los años en que Gutenberg efectuó aquella tirada inicial de la llamada "Biblia Mazarina" o "Biblia de las 42 líneas", así conocida por las que tenía su caja de impresión, un acto que le llevaría a ser acusado por el fiscal Sigfrido de Maguncia de falsificador.
Para Andahazi, atribuir a Gutenberg la creación de la imprenta no es del todo cierto: "Yo diría que (...) nunca tuvo lugar, es un lugar mítico en la historia: la imprenta nunca se inventó".
En realidad, apuntó, "lo que inventó Gutenberg es una máquina para falsificar manuscritos" que valían "una fortuna" en tiempos medievales.
Cuando esto sucede, la Iglesia "no tarda mucho en entrar en pánico" temiendo que "se pudieran masificar todos los libros prohibidos" del Index Librorum Prohibitorum, "que eran muchísimos más que los sagrados", en particular uno: "El libro de los placeres prohibidos".
Para Andahazi, como en el caso de Steve Jobs, Gutenberg quizás no fue plenamente consciente del impacto que para la humanidad tendría aquella revolucionaria imprenta de tipos móviles que acabaría con la actividad de los copistas, calígrafos, encuadernadores e "iluminadores" , a cargo de "las letras capitales".
La novela, recién lanzada en México y que posteriormente será presentada en EE.UU. y Europa, agotó en tiempo récord una tirada de 12.000 ejemplares en Argentina en los últimos meses de 2012.
"Lo van a saber las generaciones próximas. Pero sí puedo decir que el descendiente directo de (Johannes) Gutenberg es Steve Jobs", dijo Andahazi (Buenos Aires, 1963) en México.
De visita en México, donde presenta su última novela, "El libro de los placeres prohibidos" (Planeta, 2012), explicó que de todos los protagonistas de la revolución tecnológica contemporánea el más brillante ha sido sin duda Steve Jobs (1955-2011).
"Fue una revolución cultural y pudo ser posible gracias a Jobs, no a Bill Gates, porque el tipo era un intelectual", afirma Andahazi, quien destacó la estrecha relación de Jobs con la tipografía.
Al empresario le atribuye el mérito de haber entendido mejor que otros la importancia que tendría "la difusión del pensamiento" para los seres humanos en un mundo donde la tecnología es omnipresente y accesible para millones de personas.
Nieto de editores y descendiente de húngaros, la última novela de este autor argentino está ambientada precisamente en Mainz (Alemania) y en el juicio allí seguido en 1455 contra Gutenberg y sus socios, el banquero Johan Fuchs y su sobrino, Peter Schöeffer.
Con ambos acabaría Gutenberg teniendo un pleito que le arruinaría, pero que jamás le arrebató el mérito de haber concebido la primera imprenta moderna.
La novela es un "thriller" en el que "nada es lo que parece", y en el que se intercalan dos historias, la del juicio contra Gutenberg, Fuchs y Schöeffer, con la vida en un prostíbulo regentado por las "adoratrices de la Sagrada Canasta", algunas de las cuales son asesinadas.
"En rigor, el lector luego se entera de que las prostitutas no son tales", sino "sacerdotisas" de un culto babilónico a la diosa Ishtar.
La historia está planteada como una reflexión sobre "en qué momento la sexualidad dejó de ser algo sagrado hasta tal punto de que se ofrecía en los templos de la antigua Babilonia, para ser algo pecaminoso", explicó el escritor.
Andahazi sostiene que, con todo y que la novela es ficción, su gran protagonista es en realidad "el libro como entidad".
En aquel entonces todos eran manuscritos, de gran valor y sus dueños "los reyes, los príncipes y la Iglesia, la gente poderosa".
El narrador dijo que eligió aquel momento por considerarlo "la bisagra más importante de la humanidad", el instante de "la aparición del libro impreso" de forma masiva.
Son los años en que Gutenberg efectuó aquella tirada inicial de la llamada "Biblia Mazarina" o "Biblia de las 42 líneas", así conocida por las que tenía su caja de impresión, un acto que le llevaría a ser acusado por el fiscal Sigfrido de Maguncia de falsificador.
Para Andahazi, atribuir a Gutenberg la creación de la imprenta no es del todo cierto: "Yo diría que (...) nunca tuvo lugar, es un lugar mítico en la historia: la imprenta nunca se inventó".
En realidad, apuntó, "lo que inventó Gutenberg es una máquina para falsificar manuscritos" que valían "una fortuna" en tiempos medievales.
Cuando esto sucede, la Iglesia "no tarda mucho en entrar en pánico" temiendo que "se pudieran masificar todos los libros prohibidos" del Index Librorum Prohibitorum, "que eran muchísimos más que los sagrados", en particular uno: "El libro de los placeres prohibidos".
Para Andahazi, como en el caso de Steve Jobs, Gutenberg quizás no fue plenamente consciente del impacto que para la humanidad tendría aquella revolucionaria imprenta de tipos móviles que acabaría con la actividad de los copistas, calígrafos, encuadernadores e "iluminadores" , a cargo de "las letras capitales".
La novela, recién lanzada en México y que posteriormente será presentada en EE.UU. y Europa, agotó en tiempo récord una tirada de 12.000 ejemplares en Argentina en los últimos meses de 2012.
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