Pimienta ideológica
El progresismo consiste en entrar al Siglo XXI, y retomar el carril de la historia
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
domingo 28 de julio de 2013 12:00 AM
Sería necesario analizar las carencias de la alternativa democrática. Quien piense que puede conducir mejor que ella, debería asumir el reto, en pasos muy sencillos: ganarse la gente, conquistar el triunfo y recibir el agradecimiento eterno. Pero hasta la llegada de los superhéroes de Kriptón, la oposición real que remontó hasta 50% por lo menos, que desafía poderes económico, político e institucional tan monstruosos, merece una evaluación positiva. Encajó una estrategia y un lenguaje que sacó la esperanza de las catacumbas donde el radicalismo y la insensatez quieren devolverla. Se le puede ubicar en la centro izquierda democrática, modernizadora y popular. Pero le falta pimienta. Que el PSUV se edifica sobre abusos, corrupción y clientelismo, es una explicación necesaria, pero no suficiente. Su fortaleza descansa también en que sus seguidores se sienten protagonistas de un "proceso histórico", una "revolución", tal como ocurre en todas los totalitarismos y populismos.
El gobierno se puede equivocar, pero "la revolución", "la causa", "la patria", están por encima de los errores. Algunos hablan de una "etapa plebeya" del comunismo y el fascismo. Después el "pueblo" despierta en la peor de las pesadillas: una gerontocracia criminal y la sociedad envilecida por la chivatería y la prostitución inevitables.
Pero para derrotar una ilusión hay que crear otra. Lejos del "fin de las ideologías", la democracia venezolana sucumbió por tener unos defensores manetos, pero también frente una ideología revolucionaria, marcada por el igualitarismo populista, el odio social que Rómulo Betancourt aplastó en los 60, porque compitió con el castrismo con una plataforma que tenía misma potencia simbólica e ideológica (¡venezolano siempre, comunista nunca!)
Betancourt: ideología victoriosa
Entre 1958-1998, la democracia fue para los venezolanos esa gran causa. Una ideología poderosa en la que se imbricaban la libertad, el progreso y la modernización, con los necesarios ingredientes emocionales que permitían la movilización popular. Por eso el gran rival del comunismo fueron siempre la socialdemocracia que Betancourt logró separar claramente del comunismo, y el social- cristianismo, -incluso a escala mundial-, y nunca los liberales, conservadores o "progres". A diferencia de lo que ocurre hoy, cuando expulsan a Honduras y Paraguay, hizo expulsar a Cuba de la OEA. A diferencia de lo que pasa en Venezuela, la democracia del siglo XXI es democracia social o no es nada. Es la que existe en el planeta, libertad y cambios sociales. Algunos sectores identifican todavía lo social con populismo, demagogia, estatismo, confiscaciones, "antiimperialismo", violencia, improductividad, control de cambios y precios, miseria.
Ideólogos confundidos se encargan de inventar oposiciones entre fantasmas: capitalismo vs. socialismo, reformismo vs. revolución, libertad vs. justicia, incluso izquierda y derecha, y demás tonterías subsidiarias. Los progresistas por mucho tiempo eran los "rosados" que se colocaban entre la socialdemocracia y el comunismo, a los que Lenin llamó la charca, "tontos útiles" de la revolución. Por eso el olor a Perón, Castro, Velasco, Ortega, Torres, Torrijos y toda clase de badulaques, terminators, e inútiles, como los dinosaurios de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
El progresismo tendría que identificarse claramente con la democracia social y contrastar el cementerio de cadáveres ideológicos. A partir de los 80 se produjo una transubstanciación esencial para la política contemporánea. Felipe González, Clinton y Blair, Mitterrand, Cardoso y Lula, Fernández, Carlos Andrés Pérez, Sánchez de Losada, Bachelet, hasta llegar a Torrijos (hijo) y Alan García,aggiornaron la idea de democracia social.
Globalización y democracia social
La izquierda rompió con el colectivismo y ahora sus componentes inseparables son democracia representativa, globalización, superación efectiva de la pobrezajoint venture entre Estado e inversión de capital, propiedad, descentralización, cambio tecnológico y reforma educativa. Romper con viejos mitos del welfarestate le permitió a Clinton ser el mejor presidente de EEUU en el siglo XX. Colocó su país (ya Reagan había dado el empuje inicial) a la cabeza del mundo. Creó 20 millones de empleos y nace en su gobierno la Sociedad de la Información. González hizo el equivalente, e incorpora España a Europa. Esa renovación se frenó porque Zapatero, Papandreu, Soares, Obama (¿) y otros no hicieron los cambios necesarios, convirtieron al mundo en un trastorno, y los tres primeros son auténticas desgracias.
Con ellos la socialdemocracia y la democracia cristiana permitieron que los problemas se amontonaran hasta llegar a las lamentables circunstancias en que tiene que resolvérselos Merkel. Las grandes referencias pasaron ahora a Latinoamérica: Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, Perú, y demuestran que ser de izquierda no debe implicar automáticamente ser tarado, pese a los esfuerzos para demostrar lo contrario desde Venezuela y el ALBA. El progresismo consiste en entrar al Siglo XXI, retomar el carril de la historia del que lo sacaron en estas dos décadas. Conquistar la democracia social.
@carlosraulher
El gobierno se puede equivocar, pero "la revolución", "la causa", "la patria", están por encima de los errores. Algunos hablan de una "etapa plebeya" del comunismo y el fascismo. Después el "pueblo" despierta en la peor de las pesadillas: una gerontocracia criminal y la sociedad envilecida por la chivatería y la prostitución inevitables.
Pero para derrotar una ilusión hay que crear otra. Lejos del "fin de las ideologías", la democracia venezolana sucumbió por tener unos defensores manetos, pero también frente una ideología revolucionaria, marcada por el igualitarismo populista, el odio social que Rómulo Betancourt aplastó en los 60, porque compitió con el castrismo con una plataforma que tenía misma potencia simbólica e ideológica (¡venezolano siempre, comunista nunca!)
Betancourt: ideología victoriosa
Entre 1958-1998, la democracia fue para los venezolanos esa gran causa. Una ideología poderosa en la que se imbricaban la libertad, el progreso y la modernización, con los necesarios ingredientes emocionales que permitían la movilización popular. Por eso el gran rival del comunismo fueron siempre la socialdemocracia que Betancourt logró separar claramente del comunismo, y el social- cristianismo, -incluso a escala mundial-, y nunca los liberales, conservadores o "progres". A diferencia de lo que ocurre hoy, cuando expulsan a Honduras y Paraguay, hizo expulsar a Cuba de la OEA. A diferencia de lo que pasa en Venezuela, la democracia del siglo XXI es democracia social o no es nada. Es la que existe en el planeta, libertad y cambios sociales. Algunos sectores identifican todavía lo social con populismo, demagogia, estatismo, confiscaciones, "antiimperialismo", violencia, improductividad, control de cambios y precios, miseria.
Ideólogos confundidos se encargan de inventar oposiciones entre fantasmas: capitalismo vs. socialismo, reformismo vs. revolución, libertad vs. justicia, incluso izquierda y derecha, y demás tonterías subsidiarias. Los progresistas por mucho tiempo eran los "rosados" que se colocaban entre la socialdemocracia y el comunismo, a los que Lenin llamó la charca, "tontos útiles" de la revolución. Por eso el olor a Perón, Castro, Velasco, Ortega, Torres, Torrijos y toda clase de badulaques, terminators, e inútiles, como los dinosaurios de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
El progresismo tendría que identificarse claramente con la democracia social y contrastar el cementerio de cadáveres ideológicos. A partir de los 80 se produjo una transubstanciación esencial para la política contemporánea. Felipe González, Clinton y Blair, Mitterrand, Cardoso y Lula, Fernández, Carlos Andrés Pérez, Sánchez de Losada, Bachelet, hasta llegar a Torrijos (hijo) y Alan García,aggiornaron la idea de democracia social.
Globalización y democracia social
La izquierda rompió con el colectivismo y ahora sus componentes inseparables son democracia representativa, globalización, superación efectiva de la pobrezajoint venture entre Estado e inversión de capital, propiedad, descentralización, cambio tecnológico y reforma educativa. Romper con viejos mitos del welfarestate le permitió a Clinton ser el mejor presidente de EEUU en el siglo XX. Colocó su país (ya Reagan había dado el empuje inicial) a la cabeza del mundo. Creó 20 millones de empleos y nace en su gobierno la Sociedad de la Información. González hizo el equivalente, e incorpora España a Europa. Esa renovación se frenó porque Zapatero, Papandreu, Soares, Obama (¿) y otros no hicieron los cambios necesarios, convirtieron al mundo en un trastorno, y los tres primeros son auténticas desgracias.
Con ellos la socialdemocracia y la democracia cristiana permitieron que los problemas se amontonaran hasta llegar a las lamentables circunstancias en que tiene que resolvérselos Merkel. Las grandes referencias pasaron ahora a Latinoamérica: Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, Perú, y demuestran que ser de izquierda no debe implicar automáticamente ser tarado, pese a los esfuerzos para demostrar lo contrario desde Venezuela y el ALBA. El progresismo consiste en entrar al Siglo XXI, retomar el carril de la historia del que lo sacaron en estas dos décadas. Conquistar la democracia social.
@carlosraulher
De lado y hacia atrás
Tenemos que hacer política con mayúsculas y frente al peligro extremo mostrar vitalidad y fuerza
JUAN MARTIN ECHEVERRÍA | EL UNIVERSAL
domingo 28 de julio de 2013 12:00 AM
Maquiavelo decía que hay tres buenas formas de gobierno que son el principado, el gobierno de los grandes y el gobierno popular y tres malas formas de gobierno, que nacen de la corrupción de los primeros: en Venezuela estamos sobre un volcán en erupción, donde la corrupción se impone sobre la gobernabilidad, en el entendido que no es sólo lo que se roba directamente, sino la improvisación, lo que se regala a naciones extranjeras y lo que se podría definir como un subsidio a la ineficiencia.
El socialismo radical es corrupto, primero porque se adueña de manera absoluta del poder, segundo porque convierte los peores delitos en invisibles, aunque terminan por asomarse como la punta del témpano de hielo (dólares, fondos Chino), tercero porque acorrala a la oposición y le niega el derecho democrático de denunciar y ser una alternativa real de sustitución del poder. Ello implica el control de la prensa, radio y televisión, la imputación de sindicalistas y estudiantes por ejercer el derecho constitucional a la protesta y el allanamiento a la inmunidad parlamentaria, como una metodología de acoso a los representantes de la disidencia en la AN.
El modelo Chino logra mantener la hegemonía del partido comunista en paralelo al "capitalismo salvaje", sin embargo, de manera ineludible, el creciente sector privado y la clase media irán ampliando espacios que serán difíciles de desalojar. Del modelo cubano ni hablemos, porque es un sancocho de escorpión, tiburón y hierbas agregadas por los Babalaos, ya no es comunismo ni economía de mercado, sino un híbrido imposible de clasificar. ¿Cuál es el modelo venezolano? La respuesta destruye el famoso planteamiento de Lenin: dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás, por lo que siempre se está ganando uno, aquí por lo contrario, como el cangrejo, se va de lado y hacia atrás, porque esta mezcla de capitalismo de Estado, socialismo radical e improvisación no permiten potenciar las fuerzas productivas, y terminan destruyéndolas a marcha forzada, dilapidando las enormes oportunidades que nos ofrecieron los ingresos petroleros.
Hay que mantener con ajustes la política social, modernizar la industria petrolera, recuperar la agricultura y la cría, promover el primer empleo para los jóvenes y garantizar la seguridad a lo ancho y largo de nuestra geografía. En ese escenario la oposición tiene el desafío de proteger lo que ha ganado, evitar cometer errores, captar a los habitantes de las áreas populares y ofrecer una imagen de coherencia, eficacia, código de ruta democrático y capacidad de gobernar.
El régimen no puede parecerse jamás a la verdad, porque la ideología altera hasta el clima, los colores, la manera de respirar y la armoniosa solidaridad que debe existir entre los ciudadanos. La mentira no puede funcionar eternamente, aunque se fabrique un traje a la medida, porque termina quedando grande o estrecha o colapsada por los acontecimientos. Tenemos que hacer política con mayúsculas y frente al peligro extremo debemos demostrar vitalidad y fuerza, recordando siempre que lo contrario a la política es la barbarie.
Juanmartin@cantv.net
El socialismo radical es corrupto, primero porque se adueña de manera absoluta del poder, segundo porque convierte los peores delitos en invisibles, aunque terminan por asomarse como la punta del témpano de hielo (dólares, fondos Chino), tercero porque acorrala a la oposición y le niega el derecho democrático de denunciar y ser una alternativa real de sustitución del poder. Ello implica el control de la prensa, radio y televisión, la imputación de sindicalistas y estudiantes por ejercer el derecho constitucional a la protesta y el allanamiento a la inmunidad parlamentaria, como una metodología de acoso a los representantes de la disidencia en la AN.
El modelo Chino logra mantener la hegemonía del partido comunista en paralelo al "capitalismo salvaje", sin embargo, de manera ineludible, el creciente sector privado y la clase media irán ampliando espacios que serán difíciles de desalojar. Del modelo cubano ni hablemos, porque es un sancocho de escorpión, tiburón y hierbas agregadas por los Babalaos, ya no es comunismo ni economía de mercado, sino un híbrido imposible de clasificar. ¿Cuál es el modelo venezolano? La respuesta destruye el famoso planteamiento de Lenin: dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás, por lo que siempre se está ganando uno, aquí por lo contrario, como el cangrejo, se va de lado y hacia atrás, porque esta mezcla de capitalismo de Estado, socialismo radical e improvisación no permiten potenciar las fuerzas productivas, y terminan destruyéndolas a marcha forzada, dilapidando las enormes oportunidades que nos ofrecieron los ingresos petroleros.
Hay que mantener con ajustes la política social, modernizar la industria petrolera, recuperar la agricultura y la cría, promover el primer empleo para los jóvenes y garantizar la seguridad a lo ancho y largo de nuestra geografía. En ese escenario la oposición tiene el desafío de proteger lo que ha ganado, evitar cometer errores, captar a los habitantes de las áreas populares y ofrecer una imagen de coherencia, eficacia, código de ruta democrático y capacidad de gobernar.
El régimen no puede parecerse jamás a la verdad, porque la ideología altera hasta el clima, los colores, la manera de respirar y la armoniosa solidaridad que debe existir entre los ciudadanos. La mentira no puede funcionar eternamente, aunque se fabrique un traje a la medida, porque termina quedando grande o estrecha o colapsada por los acontecimientos. Tenemos que hacer política con mayúsculas y frente al peligro extremo debemos demostrar vitalidad y fuerza, recordando siempre que lo contrario a la política es la barbarie.
Juanmartin@cantv.net
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