Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 22 de julio de 2013

Juan Pablo II fue un hombre abierto al diálogo y a la construcción de puentes. Su experiencia con los regímenes totalitarios que conoció bien, primero el nazi y el comunista soviético después (guerra que los polacos describen como "la que perdieron dos veces", pues al salir unos entraron los otros), le convirtió en un incansable defensor de la libertad de conciencia y de la vida. Su influencia en la caída del "muro soviético" es innegable. Hombre de fe, fuerte, profundo, convincente, clavó una tremenda cruz en la explanada de Nowa Huta, el "paraíso obrero" de los soviéticos, y "ciudad sin Dios", para promover la construcción de una iglesia, cuando era Obispo auxiliar de Cracovia. Después de una lucha tenaz, la Misa de Navidad se ofreció a cielo abierto. Y la iglesia se construyó, siendo consagrada por el ya Cardenal Wojtyla, un año antes de ser elegido Papa.


"¡No tengáis miedo!"

OFELIA AVELLA |  EL UNIVERSAL
lunes 22 de julio de 2013  12:00 AM
  Cuando el viento sopla fuertemente, unos levantan muros y otros construyen molinos de viento (Proverbio oriental)

¡Cuánto necesitamos que retumben en nuestros oídos las palabras que pronunció Juan Pablo II aquel 16 de octubre de 1978 cuando dio inicio a su pontificado!: "¡No tengáis miedo!"...  ¡De abrir de par en par las puertas del corazón a Cristo, de conocer la verdad acerca de vosotros mismos! Ideas claves que transmitió aquel día desde el balcón.

Cuando se revisa la vida de un gran hombre, resulta fácil creer con fuerza en las palabras de Isaías: "Desde el vientre de tu madre te llamé, te escogí y te puse nombre". Dios no improvisa con nadie, pero mucho menos con aquellos a quienes asigna una misión particular. Así, en la vida de Karol Wojtyla, nombre secular de Juan Pablo II, pueden rastrearse estos designios divinos desde los inicios de su vida. Nació en Wadowice, Polonia, el 18 de mayo de 1920. Conoció el dolor desde muy joven, pues su madre murió cuando tenía sólo 9 años. Su hermano Edmund murió al poco tiempo, contagiado de escarlatina en el hospital donde trabajaba. Esto le unió aún más a su padre, quien por su profunda piedad y actitud ante la vida, fue determinante en la formación de su carácter, así como en su amor a Polonia, su historia y literatura. La vida con su padre la recordaba como una escuela de amor a Dios. Encontrarle a veces de rodillas, sumido en oración, a altas horas de la noche, le impactó siempre de modo particular. Refiere que fue él quien le enseñó a tratar al Dios del Espíritu y consideró su vida junto a él, como su "primer seminario". La profundidad de un trato sincero, la comprensión y ayuda mutua que los unía, la austeridad de una vida difícil, el hambre, el frío, la guerra, el dolor, y las peripecias para encontrar algún trabajo que les ayudara a sobrevivir, fueron situaciones que maduraron su vocación. La muerte de su padre, cuando contaba tan sólo 20 años, fue un golpe que describía como durísimo. Meditó durante casi 12 horas frente a su tumba y desde entonces, quedó "solo en el mundo".

Amigo de todos, y en particular, de muchos judíos, experimentó la desaparición progresiva de profesores y amigos como una locura colectiva, motivada por el odio irracional del régimen nazi. En "un mundo que parecía haberse vuelto loco", Karol Wojtyla respondió con el amor a  través de su vocación al sacerdocio. Se trata de una vida intensa, cuyo alcance extraordinario maduró, en definitiva, en medio de unas circunstancias durísimas. A lo largo de este proceso, Wojtyla estudió -con hambre y cansancio- en el poco tiempo "libre" que le permitía su trabajo en las minas; participó en el Teatro Rapsódico, el cual procuraba mantener viva la cultura polaca frente a los intentos de su destrucción por parte de los nazis. Conoció el trabajo manual y el intelectual. Su deseo de comprender el sentido de lo que acontecía a su alrededor le llevó a aprender el castellano, para así poder leer directamente a San Juan de la Cruz. La "noche oscura" de la fe por la que pasó en infinidad de ocasiones, encontró respuestas en el santo español, sobre quien hizo su tesis para doctorarse en Teología en Roma. Su propia vida le llevó a profundizar en el misterio del dolor, del mal, tanto como en la respuesta de amor, misericordia y perdón, en que parece resolverse este dilema.

Un hombre capaz de tanto amor tenía que tener el contrapeso del dolor. Para comprender y contrarrestar el vacío existencial que provoca el materialismo, el hedonismo y las falsas promesas que ofrecen las ideologías, parecía necesario un hombre que, por haber crecido en la pobreza, en medio de muchas carencias y de una soledad vivida con fuerza, se había hecho capaz de una total apertura a la riqueza del amor de Dios. Maestro en humanidad, Juan Pablo II fue un hombre abierto al diálogo y a la construcción de puentes. Su experiencia con los regímenes totalitarios que conoció bien, primero el nazi y el comunista soviético después (guerra que los polacos describen como "la que perdieron dos veces", pues al salir unos entraron los otros), le convirtió en un incansable defensor de la libertad de conciencia y de la vida. Su influencia en la caída del "muro soviético" es innegable. Hombre de fe, fuerte, profundo, convincente, clavó una tremenda cruz en la explanada de Nowa Huta, el "paraíso obrero" de los soviéticos, y "ciudad sin Dios", para promover la construcción de una iglesia, cuando era Obispo auxiliar de Cracovia. Después de una lucha tenaz, la Misa de Navidad se ofreció a cielo abierto. Y la iglesia se construyó, siendo consagrada por el ya Cardenal Wojtyla, un año antes de ser elegido Papa. 

Hombre experto en lidiar con regímenes opresores, el Papa amigo puede bien ser nuestro intercesor en el cielo. Decía que "la libertad le es dada al hombre como una tarea. No sólo debe poseerla sino también conquistarla". Pidámosle, pues, que nos enseñe a conquistarla.

Ofeliavella@gmail.com

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