Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 13 de enero de 2014

El papa Francisco: "la fe es la mejor herencia para los hijos" El Santo Padre ha bautizado a 32 niños en la Capilla Sixtina

Francisco: "Dios nos da en Cristo la garantí­a de un amor indestructible"
Texto completo del Papa en la oración del Ángelus
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de enero de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico al medio día, para recitar el Ángelus, acompañado de los fieles presentes en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del santo padre Francisco para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hoy es la fiesta del Bautismo del Señor y esta mañana he bautizado a treinta y dos niños.
Doy gracias con vosotros al Señor por estas criaturas y por cada vida nueva. ¡Cuánto me gusta bautizar niños! ¡Me gusta muchos! Cada niño que nace es un don de alegría y de esperanza, y cada niño que es bautizado es un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios.
El Evangelio de hoy subraya que, cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán "se abrieron a él los cielos". Esta cumple las profecías. De hecho, hay una invocación que la liturgia nos hace repetir en el tiempo de Adviento: " Si rasgaras el cielo y descendieras". Si los cielos permanecen cerrados,  nuestro horizonte en esta vida terrena está oscuro, sin esperanza. Sin embargo, celebrando la Navidad, la fe una vez más nos ha dado la certeza de que los cielos se han desgarrado con la venida de Jesús. Y en el día del bautismo de Cristo todavía contemplamos los cielos abiertos. La manifestación del Hijo de Dios sobre la tierra marca el inicio del gran tiempo de la misericordia, después que el pecado había cerrado los cielos, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. ¡Con el nacimiento de Jesús los cielos se abren! Dios nos da en Cristo la garantía de una amor indestructible. Desde que el Verbo se ha hecho carne y es por tanto posible ver los cielos abiertos. Fue posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús, para san Esteban, el primer mártir, que exclamó: "¡Contemplo los cielos abiertos!". Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado la primera vez en el Bautismo por medio del Espíritu Santo. Dejémonos inundar por el amor de Dios. Este es el gran tiempo de la misericordia.No lo olvidéis. Este es el gran tiempo de la misericordia. Cuando Jesús recibió el bautismo de penitencia de Juan Bautista, solidarizando con el pueblo penitente - Él sin pecado y no necesitado de conversión -, Dios Padre hizo escuchar su voz desde el cielo: "Este es mi Hijo amado: en Él me complazco". Jesús recibe la aprobación del Padre celeste, que lo ha enviado precisamente para que acepte compartir nuestra condición, nuestra pobreza. Compartir es la verdadera forma de amar. Jesús no se disocia de nosotros, nos considera hermanos y comparte con nosotros. Y así nos hace hijos, junto a Él, de Dios Padres. Esta es la revelación y la fuente del verdadero amor. Y este es el gran tiempo de la misericordia. ¿No os parece que en nuestro tiempo haya necesidad de un suplemento de compartir fraterno y de amor? ¿No os parece que todos tengamos la necesidad de un suplemento de caridad? No esa que se conforma con la ayuda improvisada que no implica, que no pone en juego, sino esa caridad que comparte, que se hace cargo del malestar y del sufrimiento del hermano. ¡Ese sabor adquiere la vida cuando nos dejamos inundar por el amor de Dios! Pidamos a la Virgen Santa que nos apoye con su intercesión en nuestro compromiso de seguir a Cristo sobre el camino de la fe y de la caridad, la vida trazada por nuestro Bautismo.
Al finalizar estas palabras, se ha realizado la oración del Ángelus. A continuación, Francisco ha proseguido:
Queridos hermanos y hermanas,
dirijo a todos vosotros mi saludo cordial, en particular a las familias y a los fieles venidos de diversas parroquias de Italia y de otros países, como también a las asociaciones y a los diferentes grupos.
Hoy quisiera dirigir un pensamiento especial a los padres que han llevado a sus hijos al bautismo y a aquellos que están preparando el bautismo de un hijo. Me uno a la alegría de estas familias, doy gracias con ellos al Señor, y rezo para que el bautismo de los niños ayude a los mismos padres a redescubrir la belleza de la fe y a volver de una forma nueva a los sacramentos y a la comunidad.
A todos os deseo un feliz domingo y una buena comida. ¡Hasta pronto!


El papa Francisco: "la fe es la mejor herencia para los hijos"
El Santo Padre ha bautizado a 32 niños en la Capilla Sixtina
Por Rocío Lancho García
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de enero de 2014 (Zenit.org) - En el privilegiado entorno de la Capilla Sixtina, hoy, día de la Solemnidad del Bautismo del Señor  el Santo Padre ha bautizado a 32 niños - 18 niñas y 14 niños -, siguiendo una tradición comenzada por Juan Pablo II y consolidada también por Benedicto XVI. La ceremonia ha sido acompañada por las voces del Coro de la Capilla Sixtina a la par que se escuchaban los llantos de los pequeños que han recibido hoy el sacramento de la iniciación cristiana. El Papa ha celebrado acompañado por monseñor Parolín, secretario de Estado; monseñor Konrad Krajewski, limosnero del Papa; monseñor Giampero Gloder, nuncio apostólico y presidente de la Pontificia Académica Eclesiástica; y monseñor Fernando Vérgez, secretario general del Gobernatorado del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Al comienzo de la celebración, el Santo Padre ha preguntado a los padres "¿qué nombres dais a vuestro hijo?" y "¿qué pedís para vuestros hijos a la Iglesia de Dios?". A continuación el Papa les ha recordado su compromiso en la educación en la fe. Siguiendo el rito del sacramento, también ha preguntado a los padrinos si están dispuestos a ayudar a los padres en esta tarea. A estas palabras les ha seguido el signo en la cruz sobre la frente de los niños por parte del Santo Padre, los padres y los padrinos.
Durante la breve homilía Francisco ha insistido en que la fe es la más bella herencia que se deja a los hijos. Por otro lado, también ha explicado que Jesús no tenía la necesidad de ser bautizado. Pero Jesús, con su cuerpo, su divinidad, "en el bautismo ha bendecido todas las aguas dándoles el poder de dar el Bautismo".  Así como Jesús pidió que fuéramos por todo el mundo a bautizar, "desde aquel día hasta hoy, esta es una cadena ininterrumpida".
El Papa ha recordado a los padres que la transmisión de la fe es como una cadena, y estos niños que hoy han sido bautizado en la Sixtina, "son un eslabón de esta cadena". "Vosotros padres que traéis a los niños, después de algunos años serán ellos lo que tengan a un hijo o un nieto al que bautizar y la cadena continúa", ha señalado.
Nuevamente, el Papa ha subrayado a los padres que son transmisores de la fe y tienen el deber de hacerlo. Por ellos les ha invitado a llevar a casa este pensamiento "debemos ser transmisores de la fe".
Aprovechando los llantos de los niños pequeños, Francisco ha advertido que hoy "el coro más bonito es el de los niños que hacen ruido". El Pontífice ha señalo que los niños llorarán porque estarán incómodos o porque tengan hambre, y por ello el Papa le ha dicho a las madres "si tienen hambre dadles de comer, no os preocupéis, ellos son aquí los principales".
Al finalizar la homilía, cada niño, en brazos de sus madres y junto al padre, en la pila bautismal recibían el agua del bautismo mientras Francisco pronunciaba sus nombres. Después, los concelebrantes se han acercado uno a uno a los niños para ungirles con el óleo. Los padres han sido los encargados de acercarse hasta el cirio pascual para encender la vela para sus hijos en representación de la luz de Cristo.
Una ceremonia en la que la solemnidad del sacramento y el lugar se ha visto acompañada por la espontaneidad y naturalidad que han aportado los pequeños.

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