Pide Papa perdón por la Inquisición | ||||
por: Valentina Alazraki Fuente: Noticieros Televisa Reconoce Papa abusos de la Inquisición y pide disculpas; El Vaticano aclara que hubo exageraciones en la 'leyenda negra' CIUDAD DEL VATICANO, El Vaticano, jun. 16, 2004.-Juan Pablo II volvió a pedir perdón al mundo por la dolorosa experiencia de la Inquisición.El Vaticano por su parte, al cabo de una larga investigación histórica, reconoció los abusos cometidos por la Iglesia católica, pero también, aclaró, que hubo muchas exageraciones en esta leyenda negra. Tras seis años de trabajos históricos recogidos en un volumen de cerca de 800 páginas, el Vaticano siguió en el camino emprendido por Juan Pablo II antes del jubileo del año 2000, de la purificación de la memoria. Tras recibir libros. Juan Pablo II reafirmó el arrepentimiento de la Iglesia por el escándalo de la Inquisición, es decir, los pecados de intolerancia cometidos desde el siglo XIII hasta el siglo XIX por los tribunales eclesiásticos. Al presentar el volumen, El Vaticano aclaró que la inquisición nació para defender la verdad de los herejes, pero que muy pronto se alejó de sus buenos propósitos. "Es indudable que hubo abusos", pero, afirmó el Cardenal George Cottier, "hay que tener en cuenta la mentalidad de la época". "Es muy difícil",añadió, "juzgar el pasado", por eso no hemos condenado a los Papas de la Inquisición". Lo que emergió es que hubo muchas menos brujas quemadas de lo que se piensa y muchas menos condenas a muerte. De los 44 mil 674 casos de la inquisición española, por ejemplo, solo el 1.8 por ciento fue condenado a muerte. El Cardenal Roger Etchegaray afirmó que no sólo se justifica el que Juan Pablo II haya pedido perdón sino que este tiene que ser un ejemplo para que en el presente y el futuro la Iglesia defienda la verdad sin recurrir a métodos violentos e intolerantes. Juan Pablo II | ||||
culpas pasadas y presentes de los hijos de la Iglesia"¡Nunca más odio, violencia o
discriminación!"
No era la primera vez que Juan Pablo II pedía perdón por los pecados de los hijos de la Iglesia (lo ha hecho unas cien veces en estos 21 años de pontificado). Sin embargo, el domingo pasado fue la primera vez que un obispo de Roma presidía una celebración solemne dedicada al reconocimiento, ante Dios y los hombres, de las faltas pasadas y presentes de los hijos de la Iglesia
Quienes abarrotaban la Basílica vaticana (miembros de la Curia romana, representantes del Cuerpo diplomático, peregrinos...) eran conscientes de que asistían a un momento histórico. La cúpula de Miguel Ángel se hizo eco de la confesión de siete cardenales arzobispos, colaboradores cercanos del Papa, quienes junto a él elevaron a Dios siete súplicas de perdón.
El cardenal africano Bernardin Gantin, Decano del Colegio cardenalicio, comenzó pidiendo la purificación de la memoria de los cristianos para que este Jubileo se convierta en un auténtico motivo de conversión. El cardenal Joseph Ratzinger confesó las culpas de hombres de Iglesia, quienes, en nombre de la fe y de la moral, han recurrido a veces a métodos no evangélicos en su justo deber de defender la verdad. El cardenal vasco-francés Roger Etchegaray confesó los pecados que han dividido a los cristianos. El cardenal Edward Cassidy reconoció los atropellos cometidos contra el pueblo de la Alianza, Israel. El arzobispo japonés Stephen Fumio Hamao hizo una confesión pública de las culpas cometidas con comportamientos contra el amor, la paz, los derechos de los pueblos, el respeto de las culturas y de las religiones. El cardenal nigeriano Francis Arinze invitó a pedir perdón por los pecados que han herido la dignidad de la mujer y del género humano. Por último, el arzobispo vietnamita François Xavier Nguyên Van Thuân, por los pecados que afectan a los derechos fundamentales de la persona. |
Estas siete confesiones públicas eran fruto del examen de conciencia que ha hecho la Iglesia en la preparación del Año Santo, como fue subrayado por el Papa en la homilía. No sólo se recuerdan los pecados pasados, sino también los actuales. Confesamos con mayor motivo nuestras responsabilidades de cristianos por los males de hoy: frente al ateísmo, la indiferencia religiosa, el secularismo, el relativismo ético, las violaciones del derecho a la vida, el desinterés por la pobreza de muchos países, no podemos dejar de preguntarnos cuáles son nuestras responsabilidades, dijo el Papa.
PEDIMOS PERDON Y PERDONAMOS
Al final de la celebración Juan Pablo II explicó el significado de este gesto que será considerado como uno de los más característicos de este Jubileo del año 2000. El Año Santo es tiempo de purificación: La Iglesia es santa porque Cristo es su Cabeza y Esposo; ahora bien, los hijos de la Iglesia conocen la experiencia del pecado, cuyas sombras se reflejan en ella oscureciendo su belleza.
No se trata de un juicio sobre la responsabilidad subjetiva de los hermanos que nos han precedido: esto es algo que sólo le corresponde a Dios, quien-a diferencia de nosotros, seres humanos- es capaz de "escrutar el corazón y la mente"-aclaró el sucesor de Pedro-. El acto que hoy se ha realizado es un reconocimiento sincero de las culpas cometidas por los hijos de la Iglesia en el pasado remoto y en el reciente, y una súplica humilde del perdón de Dios. Esto no dejará de despertar las conciencias, permitiendo que los cristianos entren en el tercer milenio más abiertos a Dios y a su designio de amor.El gesto histórico de Juan Pablo II no fue sólo una petición de perdón. Ofreció también el perdón para todos aquellos que han atacado, perseguido, martirizado a los cristianos, ayer y hoy. Mientras pedimos perdón, perdonamos, añadió. ¡Que esta Jornada jubilar traiga a todos los creyentes el fruto del perdón recíprocamente concedido y acogido!De este modo, con la memoria purificada y reconciliados, los cristianos podrán entrar en el tercer milenio como testigos más creíbles de la esperanza. Nunca más contradicciones con la caridad en el servicio de la verdad; nunca más gestos contra la comunión de la Iglesia; nunca más ofensas contra cualquier pueblo; nunca más recursos a la lógica de la violencia; nunca más discriminaciones, exclusiones, opresiones, desprecio de los pobres y de los últimos, fue el grito del Papa que resonará en el futuro del cristianismo.
Jesús Colina. Roma
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