La adolescente del siglo XXI
El aumento de la criminalidad coincidió también con el auge del embarazo adolescente
GUSTAVO LINARES BENZO | EL UNIVERSAL
sábado 11 de enero de 2014
La semana pasada este lugar se dedicó al tema de la inseguridad. Y entre tanto ocurre el homicidio de Mónica Spear y su marido y su hija herida. Parece una escena de Natural Born Killer. Pero fue real, trágicamente real y más común de lo que cualquiera hubiera podido prever hace quince años. Un país de homicidios es un país de homicidas. Ni una niña de cinco años se perdona, cota que alcanzan sólo los grupos humanos más salvajes, casi de épocas preestatales. Y esta violencia extrema no fue práctica de carteles sanguinarios del narcotráfico, ni de mafias organizadas, es el hampa común, delincuencia común, venezolanos comunes.
Comparándonos con Centroamérica, la semana pasada se afirmaba que salvo los índices de homicidios más altos del mundo, Venezuela tenía muy poco en común con esos países en materia de violencia. Pues sí hay un dato compartido, muy revelador: la altísima tasa de embarazo adolescente, también de las más altas del mundo. En ese indicador Venezuela inclusive supera a los países centroamericanos. Además, este fenómeno ha venido creciendo exponencialmente en América Latina, pero muy especialmente entre nosotros, coincidiendo con el salto espectacular de los delitos, especialmente de los homicidios.
Esta correlación estadística parece significa también causalidad. Porque el embarazo adolescente al que se refieren estas cifras es un fenómeno mucho más complejo que la simple edad de la madre. De hecho, hasta hace menos de un siglo la mayoría de las mujeres ya habían sido madres antes de los dieciocho años, pero normalmente también constituido un hogar con el padre del niño. El nuevo embarazo adolescente corresponde en casi la totalidad de los casos a madres solteras, de los más bajos estratos socioeconómicos y con muy poca escolaridad. El niño no es criado por su padre, de hecho posiblemente nunca lo conocerá, en una proporción muchísimo mayor que en el resto de la población. La madre, atrapada en esta trampa de pobreza, es mucho más propensa a cambiar de pareja, con lo cual la figura paterna no es sustituida por nadie y el niño nunca conoce la estabilidad afectiva.
El aumento vertiginoso de la criminalidad desde la llegada de Chávez al poder coincidió también con el auge del embarazo adolescente, que el 2010, para poner un ejemplo reciente, llegó al 23% del total de embarazos. Si hay algún indicador capaz de medir el lugar común "deterioro de los valores morales del venezolano", es éste. Porque el aumento del embarazo precoz se ha producido luego y a pesar de un aumento sostenido de la educación sexual a todos los niveles. Es parte de la subcultura del malandro, en que las mujeres son parte del botín, y como tal pueden conseguirse con violencia.
Buena parte del imaginario de los medios juveniles glorifica al maleante, frivoliza al sexo y convierte a las personas en objetos, como prueban apodícticamente los videoclips de reguetón. Pero estas tendencias encuentran en la estructura familiar un límite y un contraste. El niño nacido de una adolescente, en la inmensa mayoría de los casos, no cuenta con esa protección, de allí que esa población tenga muchas más posibilidades de caer en el delito, especialmente de los violentos.
Las sociedades que han logrado disminuir sustancialmente sus tasas de embarazo precoz han visto también reducir de modo importante sus índices de homicidios, como es el caso de Brasil y Colombia. Y lo han hecho, entre otras cosas, vinculando los subsidios directos a la población con el cumplimiento de metas sanitarias y educativas en los niños y en las madres. Concentrar los esfuerzos en las madres adolescentes y sus hijos es no sólo exigencia de justicia, sino además medio directo de lucha contra la violencia. Pero es imprescindible evitar que el fenómeno siga creciendo.
Ya no es tan fácil. El aumento de la edad del primer embarazo se veía como consecuencia directa de la urbanización y del correlativo aumento de la escolaridad de la mujer, como de hecho ocurrió en todo el mundo y muy marcadamente en América Latina. Luego esta tendencia se reforzó con el aumento de la información sexual. El actual aumento del embarazo precoz ocurre después del remedio, pues. Es una antimodernidad, una degeneración, una regresión. Una regresión a un estadio mucho peor, pues Venezuela pasó en una generación de la adolescente esposa a la adolescente estudiante, para llegar ahora, en socialismo y de la mano de Daddy Yankee, a la adolescente madre soltera y solitaria. Así que una de las principales causas de la violencia, esta forma tan perversa de desintegración familiar, se quedará por un buen tiempo.
@glinaresbenzo
Comparándonos con Centroamérica, la semana pasada se afirmaba que salvo los índices de homicidios más altos del mundo, Venezuela tenía muy poco en común con esos países en materia de violencia. Pues sí hay un dato compartido, muy revelador: la altísima tasa de embarazo adolescente, también de las más altas del mundo. En ese indicador Venezuela inclusive supera a los países centroamericanos. Además, este fenómeno ha venido creciendo exponencialmente en América Latina, pero muy especialmente entre nosotros, coincidiendo con el salto espectacular de los delitos, especialmente de los homicidios.
Esta correlación estadística parece significa también causalidad. Porque el embarazo adolescente al que se refieren estas cifras es un fenómeno mucho más complejo que la simple edad de la madre. De hecho, hasta hace menos de un siglo la mayoría de las mujeres ya habían sido madres antes de los dieciocho años, pero normalmente también constituido un hogar con el padre del niño. El nuevo embarazo adolescente corresponde en casi la totalidad de los casos a madres solteras, de los más bajos estratos socioeconómicos y con muy poca escolaridad. El niño no es criado por su padre, de hecho posiblemente nunca lo conocerá, en una proporción muchísimo mayor que en el resto de la población. La madre, atrapada en esta trampa de pobreza, es mucho más propensa a cambiar de pareja, con lo cual la figura paterna no es sustituida por nadie y el niño nunca conoce la estabilidad afectiva.
El aumento vertiginoso de la criminalidad desde la llegada de Chávez al poder coincidió también con el auge del embarazo adolescente, que el 2010, para poner un ejemplo reciente, llegó al 23% del total de embarazos. Si hay algún indicador capaz de medir el lugar común "deterioro de los valores morales del venezolano", es éste. Porque el aumento del embarazo precoz se ha producido luego y a pesar de un aumento sostenido de la educación sexual a todos los niveles. Es parte de la subcultura del malandro, en que las mujeres son parte del botín, y como tal pueden conseguirse con violencia.
Buena parte del imaginario de los medios juveniles glorifica al maleante, frivoliza al sexo y convierte a las personas en objetos, como prueban apodícticamente los videoclips de reguetón. Pero estas tendencias encuentran en la estructura familiar un límite y un contraste. El niño nacido de una adolescente, en la inmensa mayoría de los casos, no cuenta con esa protección, de allí que esa población tenga muchas más posibilidades de caer en el delito, especialmente de los violentos.
Las sociedades que han logrado disminuir sustancialmente sus tasas de embarazo precoz han visto también reducir de modo importante sus índices de homicidios, como es el caso de Brasil y Colombia. Y lo han hecho, entre otras cosas, vinculando los subsidios directos a la población con el cumplimiento de metas sanitarias y educativas en los niños y en las madres. Concentrar los esfuerzos en las madres adolescentes y sus hijos es no sólo exigencia de justicia, sino además medio directo de lucha contra la violencia. Pero es imprescindible evitar que el fenómeno siga creciendo.
Ya no es tan fácil. El aumento de la edad del primer embarazo se veía como consecuencia directa de la urbanización y del correlativo aumento de la escolaridad de la mujer, como de hecho ocurrió en todo el mundo y muy marcadamente en América Latina. Luego esta tendencia se reforzó con el aumento de la información sexual. El actual aumento del embarazo precoz ocurre después del remedio, pues. Es una antimodernidad, una degeneración, una regresión. Una regresión a un estadio mucho peor, pues Venezuela pasó en una generación de la adolescente esposa a la adolescente estudiante, para llegar ahora, en socialismo y de la mano de Daddy Yankee, a la adolescente madre soltera y solitaria. Así que una de las principales causas de la violencia, esta forma tan perversa de desintegración familiar, se quedará por un buen tiempo.
@glinaresbenzo
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