ENTREVISTA JACQUELINE GOLDBERG, ESCRITORA
"Dudo del criterio de los editores"
"La ficción es siempre un rostro de lo que pudo ocurrir. Tanto que a veces termina sucediendo"
La autora venezolana publicó el libro "Las horas claras", que ganó el premio Transgenérico en 2012 CORTESÍA HERNÁN ZAMORA
DANIEL FERMÍN , JACQUELINE GOLDBERG , ESCRITORA | EL UNIVERSAL
viernes 10 de enero de 2014
Jacqueline Goldberg (Maracaibo, 1966) viajó en 2004 a Francia para visitar la Villa Savoye. Recorrió la edificación que diseñó Le Corbusier, leyó, durmió una siesta, dio vueltas por el lugar hasta que encontró una carta que Madame Savoye le dirigió al arquitecto en la que le especificaba cómo quería la casa. Aquello fue la gestación de Las horas claras, el libro que ganó el Premio Transgenérico de la Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana en 2012 (ya está a la venta en librerías).
La misiva le hizo saber a la escritora venezolana que ahí había una historia qué contar. La sedujo el hecho de que la dueña de la célebre construcción se trataba de una mujer. Comenzó a investigar, a leer. Tardó 10 años en escribirla. Otros cuatro para publicarla. Jacqueline Goldberg sufrió el rechazo de varias editoriales que consideraban que la novela era poética y poco comercial. "Dudo que ese libro sea una novela. Dudo siempre de mí, no solo como novelista, sino como escritora en general. Es lo que me permite evadir la comodidad de los pretenciosos, pero dudo más aún de los criterios de editores y agentes literarios, que apuntan hacia panoramas que ellos suponen comerciales", dijo la poeta, que cree que los buenos lectores no persiguen etiquetas ni géneros encasillados.
La obra de Goldberg mezcla poesía, historia y novela. También arquitectura, claro está. La venezolana sólo quería escribir sin importar el género. Narrar el relato de una casa que intenta vencer el paso del tiempo. "Incluso una primera versión tuvo textos fragmentados como versos. Lo que me importaba era que estuviese contando una historia, con el rigor de la novela o el reportaje. Y eso no me resultaba del todo ajeno: soy más lectora de narrativa que de poesía", agregó la autora, que ya tiene dos poemarios a la espera de publicación ("Si me harto quizá los publique como ebook gratuito", dijo).
-Cito una frase del libro: "No invento, solo restituyo lo aplazado, lo injustamente olvidado". ¿Podría decirse que la literatura es una forma de llenar los vacíos que existen en la memoria?
-Siempre lo ha sido. Bien a través de los recursos de la Historia o de la creación.
-Reformulo la pregunta, entonces: Hay en Las horas claras una historia real que se complementa con historia imaginada. ¿Escribir ficción es darle forma a ese "pudo haber sido" del pasado?
-Supongo que mi libro puede inscribirse en lo que se denomina ucronía: existían unos hechos y como no llevaban a un desenlace por mí conocido, los inventé. La ficción es siempre un rostro de lo que pudo ocurrir. Tanto que a veces termina sucediendo. La historia de la señora Savoye me era completamente ajena. No tenía necesidad de ella. No estaba en mi memoria o desmemoria. Incluso no me interesaba. Hasta que me topé con ella y pasó a formar parte de mi imaginario.
-Las horas claras aborda el tema de lo irrecuperable. ¿Se puede escribir la memoria sin escribir sobre la pérdida o lo que ya no está?
-La memoria no tiene pacto alguno con la carencia o la infelicidad. Pero obviamente conmueve más el dolor, lo perdido. Parecemos imantados por lo más terrible. Leyendo citas de Simone De Beauvoir puestas en Twitter a propósito de su aniversario de nacimiento, me quedé rondando una: 'Las personas felices no tienen historia'. Es terrible asumirlo.
dfermin@eluniversal.com
La misiva le hizo saber a la escritora venezolana que ahí había una historia qué contar. La sedujo el hecho de que la dueña de la célebre construcción se trataba de una mujer. Comenzó a investigar, a leer. Tardó 10 años en escribirla. Otros cuatro para publicarla. Jacqueline Goldberg sufrió el rechazo de varias editoriales que consideraban que la novela era poética y poco comercial. "Dudo que ese libro sea una novela. Dudo siempre de mí, no solo como novelista, sino como escritora en general. Es lo que me permite evadir la comodidad de los pretenciosos, pero dudo más aún de los criterios de editores y agentes literarios, que apuntan hacia panoramas que ellos suponen comerciales", dijo la poeta, que cree que los buenos lectores no persiguen etiquetas ni géneros encasillados.
La obra de Goldberg mezcla poesía, historia y novela. También arquitectura, claro está. La venezolana sólo quería escribir sin importar el género. Narrar el relato de una casa que intenta vencer el paso del tiempo. "Incluso una primera versión tuvo textos fragmentados como versos. Lo que me importaba era que estuviese contando una historia, con el rigor de la novela o el reportaje. Y eso no me resultaba del todo ajeno: soy más lectora de narrativa que de poesía", agregó la autora, que ya tiene dos poemarios a la espera de publicación ("Si me harto quizá los publique como ebook gratuito", dijo).
-Cito una frase del libro: "No invento, solo restituyo lo aplazado, lo injustamente olvidado". ¿Podría decirse que la literatura es una forma de llenar los vacíos que existen en la memoria?
-Siempre lo ha sido. Bien a través de los recursos de la Historia o de la creación.
-Reformulo la pregunta, entonces: Hay en Las horas claras una historia real que se complementa con historia imaginada. ¿Escribir ficción es darle forma a ese "pudo haber sido" del pasado?
-Supongo que mi libro puede inscribirse en lo que se denomina ucronía: existían unos hechos y como no llevaban a un desenlace por mí conocido, los inventé. La ficción es siempre un rostro de lo que pudo ocurrir. Tanto que a veces termina sucediendo. La historia de la señora Savoye me era completamente ajena. No tenía necesidad de ella. No estaba en mi memoria o desmemoria. Incluso no me interesaba. Hasta que me topé con ella y pasó a formar parte de mi imaginario.
-Las horas claras aborda el tema de lo irrecuperable. ¿Se puede escribir la memoria sin escribir sobre la pérdida o lo que ya no está?
-La memoria no tiene pacto alguno con la carencia o la infelicidad. Pero obviamente conmueve más el dolor, lo perdido. Parecemos imantados por lo más terrible. Leyendo citas de Simone De Beauvoir puestas en Twitter a propósito de su aniversario de nacimiento, me quedé rondando una: 'Las personas felices no tienen historia'. Es terrible asumirlo.
dfermin@eluniversal.com
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