Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 12 de septiembre de 2015

El Papa Francisco expresa preocupación tras la condena del líder opositor Leopoldo López que fue condenado a casi 14 años. Human Rights Watch: "La condena muestra el deterioro extremo del estado de derecho en Venezuela"...Mientras en la Cuba que subyuga a Venezuela, el Gobierno de Cuba indultará a 3.522 presos con motivo de la visita del papa Francisco a la Isla la próxima semana, una medida que ya había adoptado el Consejo de Estado coincidiendo con los anteriores viajes apostólicos de Juan Pablo II y Benedicto XVI. En conclusión el Papa Francisco observando la realidad del mundo nos invita a entender que podremos ser misericordiosos hacia los otros solamente si tenemos el coraje de acusarnos nosotros mismos. Lo indicó esta mañana el santo padre Francisco durante la homilía que pronunció en la capilla de la residencia Santa Marta. Esto requiere que aprendamos a no juzgar a los otros, contrariamente nos volveremos hipócritas. Un riesgo del que tenemos que cuidarnos, “desde el Papa hacia abajo”, dijo


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Francisco en Santa Marta: Incluso yo me puedo ... - YouTube

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Venezuela: preocupación tras la condena de líder opositor
Leopoldo López fue condenado a casi 14 años. Human Rights Watch: "La condena muestra el deterioro extremo del estado de derecho en Venezuela"
Por Sergio Mora
Roma, 11 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
El líder de la oposición venezolana, Leopoldo López, fue condenado a 13 años, 9 meses y 7 días de prisión. La acusación le imputa al economista de 44 años, de haber instigado las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro que dejaron 43 muertos entre febrero y mayo de 2014 y asociación para delinquir.
"La condena infundada del líder opositor Leopoldo López y tres estudiantes venezolanos, en relación con incidentes violentos ocurridos durante las protestas de 2014 en el país, muestra el deterioro extremo del estado de derecho en Venezuela", señaló en una nota de prensa Human Rights Watch.
"El juicio estuvo marcado --estimó la organización-- por gravísimas violaciones del debido proceso, y no se aportaron pruebas que vinculen a los acusados con ningún delito".
Criticaron además que "la mayoría de los jueces venezolanos no gozan de estabilidad en sus cargos y pueden ser destituidos por medio de mecanismos que no respetan garantías básicas de debido proceso”.
Tras el fallo, el líder de Voluntad Popular, a través de su esposa que habló desde la Plaza Bolivar de Chacao en Caracas dijo a sus seguidores: "Estas esposas me las va a quitar el pueblo de Venezuela". La defensa además anunció que apelará la sentencia, y llevará el caso a instancias internacionales.
El político con una maestría en Harvard, se entregó a las autoridades el 18 de febrero de 2014, cuando fue encarcelado en la base militar de Ramo Verde, en las afueras de Caracas,
Otros condenados fueron los estudiantes Demian Martín y Ángel Álvarez a 4 años y 6 meses con medida cautelar, mientras que Christian Holdack fue sentenciado a 10 años, 6 meses y 12 días. Con medida sustitutiva de presentación cada 8 días, si bien ninguno de ellos deberá estar en prisión.
Poco después de la sentencia dada a conocer por la noche, miles de simpatizantes de López manifestaron con un 'cacerolazo' en todo el país, contra de la decisión judicial .
Este jueves el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles declaró que todos los presos políticos deberían estar libres. “Queremos una Venezuela donde no haya impunidad, donde se cumplan las leyes”.
La Casa Blanca, a través de la funcionaria Roberta Jacobson, criticó el fallo. La secretaria de estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental escribió en su cuenta oficial de Twitter que se encuentra "profundamente preocupada por la condena a Leopoldo López". E hizo un llamado al Gobieno para "proteger la democracia y los derechos humanos en Venezuela".
En Caracas el partido Voluntad Popular convocó hoy viernes en la Plaza José Martí, para "escuchar el mensaje de Leopoldo López".

Cuba: indulto para 3.522 presos por la visita del Papa
Lo otorga el Consejo de Estado, informó el diario Granma, como sucedió en los viajes de Juan Pablo II y Benedicto XVI
Por Iván de Vargas
Madrid, 11 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
El Gobierno de Cuba indultará a 3.522 presos con motivo de la visita del papa Francisco a la Isla la próxima semana, una medida que ya había adoptado elConsejo de Estado coincidiendo con los anteriores viajes apostólicos de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Los reclusos graciados fueron escogidos “teniendo en cuenta la naturaleza de los hechos por los que fueron penados, su comportamiento en prisión, el tiempo de cumplimiento de la sanción y razones de salud”, informó este jueves por la noche el diario Granma. “Esta decisión se hará efectiva en el término de 72 horas”, añadió.
Entre quienes serán liberados destacan personas con más de 60 años de edad, jóvenes menores de 20 años sin antecedentes penales, enfermos crónicos, mujeres, varios que debían beneficiarse de la libertad condicional en el año 2016, y una parte de quienes cumplen la pena y trabajan en condiciones abiertas, así como extranjeros cuyo país de origen garantice su repatriación, explicó el órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC).
“Salvo contadas excepciones por razones humanitarias, no se incluyeron sancionados por delitos de asesinato, homicidio, violación, pederastia con violencia, corrupción de menores, hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor, tráfico de drogas, robo con violencia e intimidación en las personas en sus modalidades agravadas, ni aquellos por delitos contra la seguridad del Estado”, destacó el periódico cubano.
En el caso de los extranjeros, el diario oficial del PCC señaló que “el Ministerio de Relaciones Exteriores coordinará con las representaciones diplomáticas acreditadas en Cuba de aquellos países cuyos ciudadanos resultaron beneficiados por el indulto, las medidas que deberán adoptarse para la salida definitiva de estos”.
Además, aseguró que “el Ministerio del Interior coordinará con los ministerios de Trabajo y Seguridad Social y de Salud Pública, y con los respectivos consejos de administración provinciales del Poder Popular y del Municipio Especial Isla de la Juventud las acciones necesarias para la reinserción social y la atención médica de los indultados que lo requieran”.
La nota publicada en Granma no aclara si los nombres de los indultados coinciden con las listas que ha promovido la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), las peticiones de la Iglesia católica en Cuba u otras entidades de la sociedad civil. Tampoco se hace mención a quienes están encarcelados sin haber tenido un juicio.
El Santo Padre viajará a Cuba entre el 19 y el 22 de septiembre, dentro de una gira que le llevará después a Estados Unidos. El Pontífice visitará las ciudades de La Habana, Holguín y Santiago de Cuba, en el oeste del país, un viaje considerado histórico, ya que el papa Francisco intervino en el proceso de deshielo entre La Habana y Washington.

El Papa en Sta. Marta: 'Saber acusarse es el primer paso para no ser un hipócrita'
Aprendamos a no juzgar a los otros, un riesgo del que tenemos que cuidarnos, “desde el Papa hacia abajo”
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 11 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
Podremos ser misericordiosos hacia los otros solamente si tenemos el coraje de acusarnos nosotros mismos. Lo indicó esta mañana el santo padre Francisco durante la homilía que pronunció en la capilla de la residencia Santa Marta.  Esto requiere que aprendamos a no juzgar a los otros, contrariamente nos volveremos hipócritas. Un riesgo del que tenemos que cuidarnos, “desde el Papa hacia abajo”, dijo.
El Santo Padre recordó que en estos días la liturgia nos hizo reflexionar sobre el estilo de vida cristiano revestido de sentimientos de ternura, bondad, mansedumbre, y nos exhorta a soportarnos mutuamente.
El Señor nos habla de la recompensa; “no juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados”. Ante esto cada uno puede decir: 'padre es lindo, ¿pero cómo se se hace? ¿Cuál es el primer paso para ir por este camino?'
El primer paso nos lo indica hoy la lectura del evangelio: es acusarse a sí mismo, tener el coraje de acusarse a sí mismo antes de acusar a los demás. Y Pablo alaba al Señor porque lo ha elegido, y da gracias porque 'me ha dado confianza poniéndome a su servicio', “porque yo era un blasfemo, un perseguidor, un violento, pero hubo misericordia”.
San Pablo, añade el Papa, “nos enseña a acusarnos a nosotros mismos. Y el Señor con aquella imagen de la paja en el ojo del hermano y de la viga en el propio nos enseña ésto”. Y a no sentirnos “el juez que quita la paja del ojo ajeno”.
Jesús usa aquella palabra destinada a quienes tienen una doble cara, una doble alma: 'hipócritas'. Y todos, iniciando desde el Papa hacia abajo: todos. Si uno de nosotros no tiene la capacidad de acusarse a sí mismo “no es cristiano, no entra en esta obra de reconciliación, de pacificación, de la ternura, de la bondad, del perdón, de la magnanimidad, de la misericordia que nos ha traído Jesucristo”.
Entonces el primer paso es “pedir al Señor la gracia de una conversión” y “cuando me viene en mente pensar a los defectos de los otros, pararme” y tener el coraje que tuvo san Pablo cuando dijo: 'Yo era un blasfemo, un perseguidor, un violento...'.
¿Y cuántas cosas podemos decir sobre nosotros mismos? Ahorremos los comentarios sobre los demás y comentémonos nosotros mismos. Éste es el primer paso de la magnanimidad, contrariamente al mirar a los defectos de los otros terminamos “en la mezquindad”, con un alma llena de habladurías.
Pidamos al Señor, dijo, la gracia de “seguir el consejo de Jesús: ser generosos en el perdón y en la misericordia”. Para canonizar a una persona existe todo un proceso, que necesita un milagro, y después la Iglesia la proclama santa. Y si se encontrase a una persona que nunca, nunca habló mal del otro, “se la podría canonizar enseguida”.
(Fuente: Radio Vaticano. Traducido y adaptado por ZENIT).

Es propicio recordar la leyenda de Juana, la mujer que se convirtió en «Papa»y tantas que se dedicaron a la Iglesia Católica para ejercer su sabiduría más allá del matrimonio castrador, cuyos nombres e historias la Iglesia silencia

Día 13/09/2015 - 04.08h

El mito, de contenido misógino, cuenta que Juana, que tenía un amante y estaba embarazada, se hizo Papisa haciéndose pasar por un hombre. La historia surge entre los siglos XII y XIII, cuando la Iglesia occidental comienza a institucionalizarse y se evita que la mujer adopte un rol relevante por su supuesta impureza e inferioridad intelectual

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El papel de la mujer en la Iglesia no ha evolucionado como algunos opinólogos o textos faltos de argumento nos han querido hacer creer. Y no porque se la haya dejado siempre en un segundo plano, sino todo lo contrario. La mujer ha tenido y tiene un papel primordial en la historia de esta institución.
«La misoginia ha existido siempre, pero también ha habido muchos hombres que no eran misóginos. Decir que la Iglesia era misógina es una generalización que no está de acuerdo con la realidad. Esta instituciónes muy rica y plural y, de hecho, siempre ha habido mujeres de peso. Eso no quita que, por otro lado, haya habido una línea fuerte misógina pero desde luego no ha marcado toda la historia de la Iglesia. La prueba la tenemos en el pasado con mujeres comoHildegarda de Bingen,que en el siglo XII asesoraba a los Papas y que Benedicto XVI canonizó y proclamó doctora de la Iglesia; Eloísa, una mujer sabia y que estudió mucho aún siendo mujer, Leonor de Aquitania, que fue reina de Francia e Inglaterra, o Clara de Asís,que cobra fuerza en el siglo XIII y que también aconsejaba y consolaba a los pontífices...También las beguinas, que fueron promovidas por la Orden de los Dominicos...También encontramos en el XIV a Santa Catalina de Siena y Santa Brígida de Suecia...Han sido mujeres que dirigieron a los Papas y que han tenido mucha autoridad como maestras», explica María del Mar Graña Cid, profesora de Historia de la Iglesia Medieval de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas.
Pero fue precisamente en ese momento, a finales del siglo XII que surge la historia de Juana, la mujer que fue Papisa. Una historia con gran contenido misógino, triste y denigrante que pone de manifiesto que no todos estaban en contra de la mujer, pero muchos otros sí, «sobre todo aquellos canonistas y teólogos obsesionados con el tema de la impureza de la mujer, e incluso, con la supuesta inferioridad intelectual de las mujeres», señala Graña Cid.
El mito se codifica por escrito a mediados del siglo XIII, justo en el momento de la reforma gregoriana. La Iglesia occidental se está institucionalizando y clericarizando y todo el peso en la mediación institucional recae en los varones, explica Graña Cid. Aparte, en el derecho canónico se pretende crear por primera vez una jurisdicción universal para que las mujeres no se acerquen al altar y no toquen los vasos sagrados, por su supuesta impureza.
En ese contexto aparece Juana, nacida en Alemania, según una de las versiones de la leyenda. Cuenta la historia que se trató de una mujer que se enamoró de un hombre que decidió irse a estudiar a Atenas y ella optó por seguirlo. «Estudia con él y descubre que se le da muy bien estudiar. Finalmente, va a Roma y empieza en la carrera eclesiástica y acaba siendo elegida Papisa porque es muy inteligente, da buenos consejos, y tiene gran poder de oratoria». Hay que tener en cuenta que en ese momento, año 850, los cardenales no eligían al Papa sino que lo hace el clero y el pueblo. Juana, aún siendo Papisa, cuenta la leyenda, no deja a su amante y se queda embarazada. «Cobra otra vez dimensión el mito de la mujer impura, obsesionada con el sexo y el pecado...», señala Graña Cid.
Su final, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta el intento por desligar a la mujer de cualquier papel relevante, fue fatal. «Hay dos versiones sobre su destino, uno es que muere dando a luz en medio de la calle, y así todo el mundo se entera de que era una mujer y la otra, es que incluso, la gente la llega a apedrear».

«Prueba testicular»

Como un bulo se fue mezclando con otro, surgió también la historia de la prueba testicular, que también fue un mito. Dicha prueba se hacía, supuestamente, con unas sillas con agujeros en el centro para poder comprobar si, efectivamente, se trataba de un hombre o de una mujer quien estaba desempeñando el ministerio petrino.
«La teoría más sensata es que se trataba de sillas romanas de mármol que se piensa que se usaban en las termas para lavarse. Como se trataba de mármoles preciosos fueron a parar al Vaticano y fueron utilizadas por los pontífices. Hay una en el Vaticano y otra en el Museo del Louvre, que se llevó Napoleón». Pero Graña Cid aclara que el Papa no usa dicha silla. «Si se hizo, fue fuera del rito. Los Papas lo tenían todo muy organizado y esta práctica no aparece en ningún libro de ritos de papado».

Condenar los pecados de la sociedad

En definitiva, se trata de una leyenda que se fue mezclando con otras como la del palpado testicular porque había un interés en esa época de dejar de lado a la mujer. «Ya en el siglo XV y XVI hay cardenales que escriben historias y citan la historia de la Papisa como ejemplo paracondenar los pecados de la sociedad, es decir, hubo un uso pastoral pero hay que tener en cuenta que no fue la única línea de la Iglesia que también ha reconocido a la mujer. Basta con ver al Papa Francisco que siendo mayor, tiene una visión muy moderna de la sociedad», concluye Graña.
O también la Beata María Luisa Angélica (Gertrude) Prosperi - 12 de septiembre quien padeció la incomprensión de uno de sus directores espirituales.
«Mística benedictina, agraciada con experiencias sobrenaturales, padeció la incomprensión de uno de sus directores espirituales. Fue una gran abadesa que rigió santamente a la comunidad hasta el fin de sus días»
Por Isabel Orellana Vilches
Madrid, 11 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
Hoy festividad del Santísimo Nombre de María, entre otros santos y beatos, se celebra la vida de Gertrude Prosperi. El 10 de noviembre de 2012 era elevada a los altares en la catedral de Spoleto. Desde 1232, ocasión en que la ciudad se vistió de gala para la canonización de san Antonio de Padua, no tenía lugar allí una ceremonia de tal solemnidad. El insondable amor a Dios y al prójimo compartido por el venerado capuchino y esta benedictina, junto a todos los que integran la vida santa tiene en cada caso su matiz, aunque existen siempre confluencias porque el itinerario espiritual está amasado de ofrenda y oración rodeando una cruz que invita a sumergirse en los brazos del Padre.
Gertrude era una italiana que vino al mundo en una familia de procedencia aristocrática, aunque económicamente no se hallara en su mejor momento. Vio la luz por vez primera en Fogliano, el 19 de agosto de 1799. Cuando a sus 20 años ingresó en el monasterio benedictino de Santa Lucía en Trevi estaba más que vinculada a la fe que le transmitieron sus padres. No llegó a cumplir ni tres décadas en él porque su destino, el que se labró con su heroica entrega en la vida religiosa, era el cielo. Su existencia culminó cuando tenía 47 años.
Casi desde que inició su andadura como consagrada, su trayectoria espiritual fue un compendio de experiencias místicas en medio de las cuales no faltaron las insidias del diablo. A ello se unió el juicio precipitado y erróneo de un director espiritual. Paralelamente gobernó con rigor y sabiduría la comunidad. Al incoarse el proceso de beatificación estuvieron presentes los pilares en los que sustentó su heroica vida. No fueron otros que la adoración del Santísimo Sacramento, la contemplación de Cristo crucificado, que le infundía plena confianza en su infinita misericordia y la certeza de que si seguía sus pasos obtendría la gracia de estar junto la Santísima Trinidad eternamente, así como con María, José y los bienaventurados.
El desenvolvimiento de este camino emprendido con plena conciencia, libertad y la voluntad de no volver la vista atrás fue sencillamente el propio de una persona consagrada que es fiel a Cristo en las pequeñas cosas de cada día. Ella desempeñó las misiones de enfermera, sacristana, camarlenga en cuatro ocasiones, y fue también instructora de huéspedes. No hay que dudar de su empeño para ejercitarlas con eficacia y hacerlo impregnándolas de caridad porque de otro modo no habría sido tan estimada por sus hermanas y por personas ajenas al monasterio, como fue el caso. Porque Gertrude era una mujer de intensa oración y animaba a todas a vivir con ese espíritu evangélico indicado por Cristo. Era sencilla, humilde y caritativa, prudente y cabal observante de la regla benedictina; amaba la pobreza y detestaba las alabanzas dirigidas a ella. Siempre elegía para sí lo que no era valorado por las demás. Gran asceta, con el fin de doblegar su cuerpo, había adoptado mortificaciones y severas disciplinas que eran usuales en la época. Nadie pudo sospechar inicialmente que convivían con una religiosa agraciada con tantos favores celestiales, ni el tormentoso acecho del diablo que padecía. Fue consciente de que los episodios que le acontecían de haber salido a la luz hubieran perturbado el ritmo de la comunidad.
En octubre de 1837 fue designada abadesa, misión encarnada con celo y fidelidad a las constituciones logrando en poco tiempo que las dificultades comunitarias diesen paso a una vital y fecunda convivencia entre todas, unidas por el amor y cumplimiento de la regla que habían heredado. Fue por esta época cuando uno de sus cuatro directores espirituales, Mons. Ignazio Giovanni Cadolini, arzobispo de Spoleto, le indicó que pusiese por escrito sus experiencias místicas. En una de las visiones que tuvo, Cristo advirtió a Gertrude de la procedencia de sus sufrimientos. El Redentor portaba la cruz cuando le dijo: «así es como te quiero, serás la vergüenza de todos. Te verás oprimida, y a pesar de ser acosada por los demonios, sufrirás por causa de los confesores. Desearán ayudarte, pero no podrán…». Pues bien, Mons. Cadolini durante cinco años juzgó que las visiones eran fruto de su orgullo, instigadas por el diablo. Le fue impuesta una pena y sufrió la incomprensión de la comunidad. Pero ella seguía viviendo cautiva de ese amor al Sacratísimo Corazón de Jesús. Y en los celestiales coloquios recibía grandes consuelos: «Aquí hija está tu hogar, aquí descansarás, pide lo que quieras, pon aquí todo corazón que yo lo aceptaré, los de los justos por amarme, los de los pecadores para convertirlos, los de los incrédulos para que puedan regresar a mi Iglesia». Entretanto, el demonio atentaba contra ella golpeándola con saña además de infligirle otros atentados varios.
En un momento dado, Mons. Cadolini quiso trasladarla a Ferrara, de cuya sede ya era cardenal, para que se integrase en una fundación que él quería poner en marcha. La salida del monasterio era costosa, pero la beata antepuso la obediencia, respondiendo: «Yo nada decido, sólo quiero lo que quiere Dios». Y se ve que Él quiso que permaneciera en Spoleto. Lo que sí culminó fue su relación con el prelado. El jesuita P. Paterniani, confesor y biógrafo suyo, ha narrado la extraordinaria vida de esta mujer que, aún enferma desde 1847, hallándose en su lecho dirigía a la comunidad y tenía bríos para alentarla en la observancia rigurosa del carisma que la congregaba. En la Semana Santa de ese año vivió la Pasión de Cristo como manifestó la novicia Pellegrini: «alrededor de la cabeza tiene como señales en forma de corona de espinas, cerca del corazón tiene una herida abierta y llena de sangre viva, apareció una señal sonrojada en el medio de las manos...». Tras una ligera mejoría, al llegar la Pascua Gertrude empeoró de nuevo aunque siguió rigiendo el monasterio hasta que falleció el 12 de septiembre de 1847. 

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