Obsolescencia humana programada
El Nacional 8 DE JUNIO 2014 - 00:01
Mentir nunca puede estar justificado, pero en algunos casos está menos justificado o más injustificado que en otros, entre estos el de los jefes de Estado o de Gobierno, generalmente obligados a renunciar cuando se descubre que han incurrido en embuste, patraña, farsa, calumnia, infundio o invención… siempre y cuando existan instituciones capaces de hacer respetar las leyes y velar por los derechos de los ciudadanos (faltar a la verdad es una de las mayores traiciones que un presidente puede hacer al conglomerado que lo ha elegido) …
Aquí no las hay y las existentes apenas representan al estado de humor del presidente… y son motivo de risa, especialmente cuando el que manda es un bufón (Hugo Chávez lo era) o un improvisado imitador (Nicolás Maduro lo es)…y ser motivo de risa, al menos en Venezuela no es suficiente para descalificar a alguien (la mayoría de los presidentes lo han sido: hasta el seriote de Caldera lo era cuando con gran solemnidad jugaba al populismo: “¡Vamos a echarle pichón!”, ofrecía el estadista de la vacuidad).
Maduro es, después de Chávez (gigante), el producto más acabado de la obsolescencia humana programada por el comunismo de La Habana (desde el pionerismo hasta los cursos para cuadros de dirección), capaz de entregar lo que no es suyo a la factoría que lo diseñó a cambio de nada y todavía dar las gracias por los favores recibidos. El gobierno transfirió a Cuba 18.000 millones de dólares en tres años (datos oficiales de la isla), cifra descomunal si tomamos en cuenta que el gobierno de Brasil estuvo al borde del abismo, acusado de dilapidar 11.000 millones de dólares, una tercera parte menos, en obras para el Mundial de Futbol, en lugar de atender otras necesidades del país.
La obsolescencia humana programada consiste en producir “hombres nuevos” con desechos ideológicos, como Así se templó el acero,aliñado con mentiras sobre infinitos intentos de magnicidio, sin que se sepa el qué, cuándo, cómo, dónde y por qué de lo que se dice, lo que no impide que el imperio, Gaviria y López estén involucrados hasta los tuétanos y que la fiscal general garantice que la investigación sobre el presunto plan se está haciendo de modo serio y responsable.
Mientras Maduro cuenta por cadena de radio y televisión las películas que vio en los matiné de los cines de barrio, Blanca Eekhout lo sigue extasiada en su tablet desde la primera vicepresidencia, mientras tararea la canción de Armando Rodríguez: “¡…miénteme más que me hace tu maldad feliz!”.
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