El escándalo "Vatileaks 2" fortalece la figura del Papa en el Vaticano
LA FILTRACIÓN DE DOCUMENTOS CONFIDENCIALES DEL VATICANO QUE
ALIMENTARON DOS LIBROS QUE ESTARÁN A LA VENTA ESTE JUEVES EN
TODA ITALIA FORTALECE LA FIGURA DE UN PAPA FRANCISCO PREOCUPADO
POR LA SANIDAD DE LAS CUENTAS DE LA IGLESIA Y POR EL ORDEN DE
LOS PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS.
El denominado escándalo "Vatileaks 2", por el que continúa arrestado
el ex colaborador del papa en temas económicos
Lucio Vallejo Balda
acusado de filtrar documentos confidenciales sobre la comisión
encargada por el Santo Padre encargada de revisar las cuentas del
Vaticano, ha fortalecido sin embargo la imagen del Sumo Pontífice
a horas de la aparición pública de los dos libros que anuncian
documentos reservados e incluso grabaciones secretas hechas
a Francisco.
De hecho, el propio Papa Francisco pidió en las últimas horas seguir
adelante “con serenidad y determinación”, tras una filtración de
documentos confidenciales de su proceso de reforma a la
estructuras financieras del Vaticano que son recogidos en los
libros "Via Crucis" de Gianluigi Nuzzi y "Avaricia", de Emiliano
Fittipaldi.
Según la información adelantada en medios italianos, en "Vía
Según la información adelantada en medios italianos, en "Vía
Crucis" Francisco reconoce que “los gastos están fuera de control"
en el Vaticano y muestra sus reparos al proceso de contrataciones
de la Santa Sede.
“Si no sabemos guardar el dinero, que se ve; cómo vamos a guardar
“Si no sabemos guardar el dinero, que se ve; cómo vamos a guardar
las almas de los fieles, que no se ven”, es otra de las frases que
se atribuyen al Santo Padre, luego de que fuera grabado sin su
consentimiento en diversos diálogos.
En otro de los pasajes atribuidos al Santo Padre, el papa argentino
En otro de los pasajes atribuidos al Santo Padre, el papa argentino
no hace más que reclamar orden y procesos transparentes en las
cuentas vaticanas.
Según el texto, el Papa comenta que «uno de los responsables me
decía: "Pero vienen con la factura, y tenemos que pagar…" Pues no,
¡no se paga! Si algo se hace sin presupuesto previo y sin autorización,
no se paga (…) ¡Claridad! Esto se hace en las empresas más
modestas y tenemos que hacerlo también nosotros».
Por las filtraciones que sirvieron de material para los dos libros que
Por las filtraciones que sirvieron de material para los dos libros que
estarán a la venta desde este jueves de manera coordinada, el
Vaticano fijó su mira en Vallejo Balda, ex secretario de la Prefectura
para los Asuntos Económicos del Vaticano, y Francesca
Immacolata Chaouqui, experta en relaciones públicas.
Ambos formaron parte de una comisión instituida en 2013 por el
Ambos formaron parte de una comisión instituida en 2013 por el
entonces recién entronizado papa Francisco para asesorarlo en
los cambios administrativos que necesitaba el Vaticano, aunque
luego no fueron convocados para formar parte de la secretaría
de asuntos económicos en la que el Santo padre designó al
cardenal australiano George Pell.
"Vi apenas al Papa. Sus palabras: sigamos adelante con serenidad
"Vi apenas al Papa. Sus palabras: sigamos adelante con serenidad
y determinación“, señaló en la noche del martes el “número tres”
del Vaticano, el sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni
Angelo Becciu, en su perfil de Twitter, ratificando el impulso del
Sumo Pontífice a la investigación.
Apenas horas antes, Chaouqui negaba su participación en las
filtraciones en el segundo interrogatorio al que fue convocada
por las autoridades del Vaticano tras haber sido liberada el fin
de semana.
"Yo estoy muy bien. No tengo nada que ver con los hechos.
"Yo estoy muy bien. No tengo nada que ver con los hechos.
Es el monseñor quien ha tratado de acusarme", se defendió en
las rdes sociales la RRPP de 33 años.
Vallejo Balda, en cambio, permanece en una celda de seguridad
Vallejo Balda, en cambio, permanece en una celda de seguridad
dentro del cuartel general de la Gendarmería Vaticana, en el
mismo lugar donde fue detenido en 2012 Paolo Gabriele, el
“cuervo” responsable de las filtraciones que dieron origen al
primer “Vatileaks” durante el pontificado de Benedicto XVI.
Por su parte, el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana,
Por su parte, el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana,
Nuncio Galantino, quien se entrevistó con Francisco aseguró
no haberlo visto “particularmente amargado” y afirmó que la fuga
de documentos “no es una debacle de la Iglesia” sino “un
momento bello”, en el que “están emergiendo las negatividades
y fragilidades”.
Galantino subrayó que las supuestas filtraciones de documentos
Galantino subrayó que las supuestas filtraciones de documentos
clasificados (VatiLeaks) “seguramente” se deben a que “alguien
teme el proceso de renovación”del Papa Francisco.
Según Nuzzi, debido a la mala gestión de las finanzas vaticanas,
Según Nuzzi, debido a la mala gestión de las finanzas vaticanas,
se han registrado "pérdidas por diferencias en el inventario" y
"agujeros" de hasta 700.000 euros en el balance del
supermercado del Vaticano y de 300.000 euros en el de
la farmacia vaticana.
Tomado de El MUNDO
EL TOPO PAPAL
Filtró información para la investigación de un libro
El 'judas' riojano del Papa
El padre Vallejo Balda era uno de los hombres más poderosos del Vaticano,
adonde se llevó a su madre. Con un currículum brillante, su carrera iba
imparable
Hasta que una vida de opulencia, poder y malas compañías le ha
llevado a la cárcel por filtrar información. Y traicionar a Francisco
Los caminos del Señor son inescrutables. Y en especial en el caso de
en la localidad riojana de Villamediana de Iregua, listo, brillante,
guaperas, con una fe ciega en sí mismo y un currículum plagado de
éxitos profesionales, considerado por muchos como el más brillante
cerebro financiero de la Iglesia y llamado por el mismísimo Papa
Francisco a auxiliarle en su tarea de limpiar las cuentas vaticanas y
poner orden en la enmarañada economía de la Santa Sede. Todo
hacía presagiar que este prelado haría un carrerón a la sombra de la
Cúpula de San Pedro, parecía ineludiblemente destinado a triunfar.
Y sin embargo, ahí lo tienen: desde el fin de semana pasado se
encuentra detenido, acusado de haber filtrado a dos periodistas
documentos con información reservada de la Santa Sede (incluidas
grabaciones de audio de sus reuniones con el Papa), convertido en el
nuevo cuervo del Vaticano, repudiado por todos y con la perspectiva
de poder ser condenado a pasar hasta ocho años en la cárcel.
Doña Gregoria, su madre, tal vez sea la única persona que sigue apoyando
con absoluta lealtad a monseñor Vallejo Balda. Hijo único, el prelado
siempre ha mantenido una relación de gran cercanía con su progenitora.
Hasta el punto de que cuando, por recomendación del cardenal
Rouco Valera, Benedicto XVI le llamó en septiembre de 2011 para
que ocupara el cargo de secretario de la Prefectura de los Asuntos
Económicos de la Santa Sede, nuestro hombre sólo puso una
condición para trasladarse al Vaticano: que le permitieran llevarse
consigo a su señora madre y seguir viviendo con ella. Doña Gregoria
se mudó de ese modo a Roma, compartiendo con su idolatrado
vástago un imponente apartamento dentro del Vaticano y echando
una mano en sus quehaceres a las monjas encargadas de las tareas
domésticas de la vivienda. La mujer sigue hoy en esa casa, penando
por los pasillos y sin ser capaz de explicarse cómo su hijo -ése del que
tan orgullosa estaba, ése que con sólo ocho años entró en el seminario
de Logroño, que se doctoró en Teología y Derecho, que fue ordenado
cura con 26 primaveras y que pertenece a la Sociedad Sacerdotal del
Opus Dei- ha podido acabar bajo arresto.
Nadie se lo habría imaginado hace cuatro años, cuando despegó la
carrera de monseñor Vallejo Balda en la Santa Sede, cuando, asfixiado
por los interminables escándalos financieros, Benedicto XVI se lanzó
a buscar un experto en economía no italiano como número dos
del virtual ministerio de Finanzas del Vaticano. El entonces presidente
de la Conferencia Episcopal española, Rouco Valera, muy amigo de
Ratzinger, puso sobre la mesa el nombre de Vallejo Balda, desplegando
sus numerosas credenciales. Al fin y al cabo el sacerdote riojano tenía
un gran currículo a sus espaldas: en 1990, con 29 añitos, fue nombrado
ecónomo de la diócesis de Astorga (en León), convirtiéndose en el
más joven cura de la historia de España en desempeñar ese cargo.
En los 21 años que estuvo al frente de las finanzas de Astorga se
ocupó con buena mano de presupuestos, balances, cuentas de ahorro,
inversiones y de la gestión de los alrededor de 1.500 edificios propiedad
de la Iglesia en esa diócesis.
Fue uno de los primeros sacerdotes en aplicar las leyes del capitalismo
financiero a la Iglesia. Su trabajo en ese sentido fue bastante brillante,
aunque salpicado de algunos nubarrones. Llevó a cabo, por
ejemplo, arriesgadas inversiones en Bolsa y, más concretamente,
en Gescartera, la sociedad de inversiones que defraudó unos
20.000 millones de pesetas (alrededor de 120 millones de euros)
a más de 2.000 afectados, incluidas algunas congregaciones religiosas.
Pero dentro de todo tuvo suerte: en 2008, siete años después de
que estallara el escándalo de Gescartera, logró recuperar los
339.352,25 euros que la diócesis de Astorga había invertido allí.
También hubo quien cuestionó que creara su propia Sicav (ya sabe:
las sociedades de inversiones que los ricos utilizan para escaquearse
del pago de impuestos). Se llamaba Vayomer ("Y Dios dijo", en hebreo)
y, a pesar del nombre, muchos la consideraban bastante poco cristiana.
Por no hablar del pedazo chalé que el sacerdote se construyó en la
localidad de Celada de la Vega, en un paraje de ensueño y con un
diseño tan minimalista y excepcional que le valió el Premio de Arquitectura
de Castilla y León 2009, y que hizo que muchos torcieran el gesto con
desagrado.
Aun así, y dada su visión moderna de las finanzas eclesiásticas y sus
grandes dotes como administrador, cuando en agosto de 2011 Madrid
acogió la Jornada Mundial de la Juventud, la Conferencia Episcopal
española echó mano de Vallejo Balda para que se ocupara de la
gestión económica del evento. Rouco quedó muy impresionado por
su eficiencia y cuando poco después Benedicto XVI le pidió ayuda
para encontrar al número dos del ministerio de economía vaticano,
el cardenal español no dudó en dar su nombre.
Vallejo Balda desembarcó en Roma con un gran cargo, pero también
con un exceso de autoconfianza y con muy poco conocimiento de
las sutilezas por las que se rige la política vaticana. Pero le fue
bastante bien. Hasta el punto de que cuando Benedicto XVI decidió
dimitir -después de que los documentos robados de su despacho
por su mayordomo dejaran al descubierto el nivel de corrupción y
desgobierno que reinaba en la Santa Sede- y llegó el Papa Francisco,
nuestro monseñor no sólo logró sobrevivir sino que se convirtió
en un referente del nuevo pontificado. La prueba es que
Bergoglio no sólo le mantuvo como secretario de la Prefectura para
los Asuntos Económicos de la Santa Sede (cargo que aún mantiene),
sino que además le nombró secretario general de la Comisión
investigadora de los organismos económicos y administrativos de
la Santa Sede (COSEA), el ente que Francisco creó en julio de 2013
para analizar las finanzas vaticanas. Vallejo Balda era el único
eclesiástico de las ocho personas que formaban parte de la COSEA.
Y fue él quien se empeñó en meter en la misma a Francesca
Immacolata Chaouqui, una atractiva ex asesora de Ernst & Young
de origen no se sabe si egipcio o marroquí, de edad incierta
(unos 33-35) y de armas tomar, famosa por ser una lianta absoluta,
una trepa de campeonato, considerada por muchos directamente
como una moderna Mata Hari y que el fin de semana también fue
detenida con Vallejo Balda por filtración de documentos reservados.
Pero en parte porque descargó toda la responsabilidad sobre él y
accedió a colaborar con las autoridades, y sobre todo porque está
embarazada de tres meses, fue puesta en libertad al día siguiente.
Incontinencia verbal
Pero volvamos a Monseñor Vallejo Balda. Parece ser que se tomó muy,
muy en serio su trabajo de limpiar las finanzas vaticanas. Quizá
demasiado en serio: se creyó una especie de moderno Quijote
en lucha contra el mundo, un llanero solitario en cuyas espaldas
recaía la responsabilidad de salvar a la Santa Sede. Él mismo,
durante su participación el año pasado en un curso de información
religiosa organizado por el Opus en la Universidad de la Santa Croce
en Roma, pecó de inmodestia y de megalomanía al presentarse ante
los alumnos (muchos de ellos, veteranos periodistas) como el monarca
absoluto de las finanzas de la Santa Sede. "¿Quién es el máximo
responsable del control económico del Vaticano?", le preguntó
Joan Solés, corresponsal en Roma de la Cadena Ser. "Yo",
respondió sacando pecho Vallejo Balda. "¿Y quién es el máximo
responsable de la gestión económica?", espetó el periodista. "Yo",
respondió sobrado Vallejo Balda.
No eran sólo sus aires chulescos y su infinita seguridad en sí mismo
los que resultaban chocantes en el Vaticano, un ambiente habituado
desde hace siglos a funcionar a base de sutilezas y de medias palabras.
Además al monseñor español le perdía la incontinencia verbal, la
necesidad imperiosa de hacer saber a todo aquel con el que se
cruzaba lo importante que eran él y su trabajo. Eso le llevaba, según
varios testimonios recogidos por este periódico, a hablar bastante
más de lo que la prudencia aconsejaría. "Soltaba ante casi cualquiera
que se le ponía a tiro información cuando menos sensible, si no
reservada", nos cuenta uno de sus amigos.
La falta de moderación verbal de monseñor Vallejo Balda le pasó
factura. Su más clamoroso error de deslengüe tuvo lugar en marzo
de 2014, cuando el Papa decidió crear una súper Secretaría de
Economía, después de haber disuelto la Comisión a la que pertenecía
Vallejo Balda por considerar que ya había realizado su trabajo.
El monseñor español estaba absolutamente convencido de que iba
ser nombrado número dos de ese mega ministerio de economía,
tanto que incluso lo anunció en algún medio de comunicación.
También se le llenó la boca diciendo que el 6 de enero de 2014 el
Papa le nombraría obispo. Pero esa metedura de pata, unida a la
mala relación que mantenía con el cardenal australiano George Pell
(número uno de la secretaria de Economía), hizo que Francisco
optara por no nombrarlo para el cargo, decantándose por el maltés
Alfred Xuereb. Tampoco lo ordenó obispo.
Para nuestro hombre fue un mazazo tremendo, pero eso no frenó su
torrente verbal: al revés, comenzó a criticar públicamente a Pell. Aun
así, seguía convencido de que lograría un cargo importante, y así
se lo soltaba a todo aquel con quien se cruzaba. Sus aspiraciones
apuntaban en ese momento a convertirse en revisor general de
la Santa Sede, un nuevo cargo creado por Francisco para llevar a
cabo las reformas financieras y económicas necesarias.
Pero entonces, el monseñor español volvió a meter la pata hasta el
fondo. El 27 de abril del año pasado, el día de la ceremonia de
canonización en Roma de Juan Pablo II y Juan XXIII, no se le ocurrió
otra cosa que montar junto a su amiga Francesca Immacolata
Chaouqui un fiestorro por todo lo alto (costó 18.000 euros) para
150 invitados vip en una azotea sobre la Plaza de San Pedro de la
mismísima Prefectura de los Asuntos Económicos. Mientras dos
millones de personas se hacinaban abajo, ellos seguían la ceremonia
entre vinos, canapés y hostias benditas, porque el monseñor dio a
los presentes la comunión en copas de cristal. Francisco, conocido
por su austeridad, se puso furioso. Y en lugar de nombrar a Vallejo
Balda revisor general de la Santa Sede, eligió al italiano Libero Milone.
El gusto del español por el petardeo social y la buena vida, así como
su talante un poco de vedette (le gusta acaparar los focos),
definitivamente no encajan con el carácter de Francisco.
A partir de ahí, de ese nombramiento frustrado, el monseñor español
empezó a desbarrar salvajemente. Ya no era sólo que se fuera de la
lengua con quien se le pusiera a tiro... Empezó a ver por todos lados
conspiraciones contra él. "Hemos sido muy amigos, pero la primavera
pasada comenzó a agitarse, como si hubiera enloquecido", aseguraba
esta misma semana Chaouqui en una entrevista al diario italiano La
Repubblica. ¿Por qué? "No es ningún secreto que él esperaba
conseguir el puesto de revisor general de la Santa Sede, para el que
fue elegido finalmente Libero Milone. Cuando le nombraron, comenzó
a declararle la guerra, lo que probablemente le llevó a entregar
documentos a los periodistas".
"Considero absolutamente ridículo que alguien pueda decir que
monseñor Vallejo Balda, un hombre que ha elegido a Cristo y ha
servido a la Iglesia durante décadas, haya podido filtrar documentos
vaticanos por venganza, por no haber obtenido el cargo que esperaba.
Afirmar eso me parece una banalidad", nos cuenta al teléfono Gianluigi
Nuzzi, autor de Via Crucis, el libro que ha desencadenado la
detención del sacerdote español y que revela el sistema económico
absolutamente corrupto y al borde de la quiebra que se encontró
Francisco al ser elegido Papa.
Pero si no fue una venganza... ¿entonces por qué Vallejo Balda
hizo lo que hizo? "No lo sé", afirma Nuzzi. "Puede ser que se
frustrara al ver que no se avanzaba lo suficiente en las reformas
que el Papa quería llevar a cabo y decidiera denunciar públicamente
la situación, en un intento por ayudar al Pontífice. Al fin y al cabo fue
el propio Francisco, al principio de su pontificado, quien animó a todos
aquellos que tenían cosas que denunciar y no podían llegar a él a
que acudieran a los medios de comunicación". "Yo creo que se
volvió literalmente loco. De hecho, la última vez que hablé con él
decía cosas sin sentido", nos cuenta una persona muy próxima al
monseñor español. A saber si algún día sabremos la verdad...
Doña Gregoria, su madre, tal vez sea la única persona que sigue apoyando
con absoluta lealtad a monseñor Vallejo Balda. Hijo único, el prelado
siempre ha mantenido una relación de gran cercanía con su progenitora.
Hasta el punto de que cuando, por recomendación del cardenal
Rouco Valera, Benedicto XVI le llamó en septiembre de 2011 para
que ocupara el cargo de secretario de la Prefectura de los Asuntos
Económicos de la Santa Sede, nuestro hombre sólo puso una
condición para trasladarse al Vaticano: que le permitieran llevarse
consigo a su señora madre y seguir viviendo con ella. Doña Gregoria
se mudó de ese modo a Roma, compartiendo con su idolatrado
vástago un imponente apartamento dentro del Vaticano y echando
una mano en sus quehaceres a las monjas encargadas de las tareas
domésticas de la vivienda. La mujer sigue hoy en esa casa, penando
por los pasillos y sin ser capaz de explicarse cómo su hijo -ése del que
tan orgullosa estaba, ése que con sólo ocho años entró en el seminario
de Logroño, que se doctoró en Teología y Derecho, que fue ordenado
cura con 26 primaveras y que pertenece a la Sociedad Sacerdotal del
Opus Dei- ha podido acabar bajo arresto.
Nadie se lo habría imaginado hace cuatro años, cuando despegó la
carrera de monseñor Vallejo Balda en la Santa Sede, cuando, asfixiado
por los interminables escándalos financieros, Benedicto XVI se lanzó
a buscar un experto en economía no italiano como número dos
del virtual ministerio de Finanzas del Vaticano. El entonces presidente
de la Conferencia Episcopal española, Rouco Valera, muy amigo de
Ratzinger, puso sobre la mesa el nombre de Vallejo Balda, desplegando
sus numerosas credenciales. Al fin y al cabo el sacerdote riojano tenía
un gran currículo a sus espaldas: en 1990, con 29 añitos, fue nombrado
ecónomo de la diócesis de Astorga (en León), convirtiéndose en el
más joven cura de la historia de España en desempeñar ese cargo.
En los 21 años que estuvo al frente de las finanzas de Astorga se
ocupó con buena mano de presupuestos, balances, cuentas de ahorro,
inversiones y de la gestión de los alrededor de 1.500 edificios propiedad
de la Iglesia en esa diócesis.
Fue uno de los primeros sacerdotes en aplicar las leyes del capitalismo
financiero a la Iglesia. Su trabajo en ese sentido fue bastante brillante,
aunque salpicado de algunos nubarrones. Llevó a cabo, por
ejemplo, arriesgadas inversiones en Bolsa y, más concretamente,
en Gescartera, la sociedad de inversiones que defraudó unos
20.000 millones de pesetas (alrededor de 120 millones de euros)
a más de 2.000 afectados, incluidas algunas congregaciones religiosas.
Pero dentro de todo tuvo suerte: en 2008, siete años después de
que estallara el escándalo de Gescartera, logró recuperar los
339.352,25 euros que la diócesis de Astorga había invertido allí.
También hubo quien cuestionó que creara su propia Sicav (ya sabe:
las sociedades de inversiones que los ricos utilizan para escaquearse
del pago de impuestos). Se llamaba Vayomer ("Y Dios dijo", en hebreo)
y, a pesar del nombre, muchos la consideraban bastante poco cristiana.
Por no hablar del pedazo chalé que el sacerdote se construyó en la
localidad de Celada de la Vega, en un paraje de ensueño y con un
diseño tan minimalista y excepcional que le valió el Premio de Arquitectura
de Castilla y León 2009, y que hizo que muchos torcieran el gesto con
desagrado.
Aun así, y dada su visión moderna de las finanzas eclesiásticas y sus
grandes dotes como administrador, cuando en agosto de 2011 Madrid
acogió la Jornada Mundial de la Juventud, la Conferencia Episcopal
española echó mano de Vallejo Balda para que se ocupara de la
gestión económica del evento. Rouco quedó muy impresionado por
su eficiencia y cuando poco después Benedicto XVI le pidió ayuda
para encontrar al número dos del ministerio de economía vaticano,
el cardenal español no dudó en dar su nombre.
Vallejo Balda desembarcó en Roma con un gran cargo, pero también
con un exceso de autoconfianza y con muy poco conocimiento de
las sutilezas por las que se rige la política vaticana. Pero le fue
bastante bien. Hasta el punto de que cuando Benedicto XVI decidió
dimitir -después de que los documentos robados de su despacho
por su mayordomo dejaran al descubierto el nivel de corrupción y
desgobierno que reinaba en la Santa Sede- y llegó el Papa Francisco,
nuestro monseñor no sólo logró sobrevivir sino que se convirtió
en un referente del nuevo pontificado. La prueba es que
Bergoglio no sólo le mantuvo como secretario de la Prefectura para
los Asuntos Económicos de la Santa Sede (cargo que aún mantiene),
sino que además le nombró secretario general de la Comisión
investigadora de los organismos económicos y administrativos de
la Santa Sede (COSEA), el ente que Francisco creó en julio de 2013
para analizar las finanzas vaticanas. Vallejo Balda era el único
eclesiástico de las ocho personas que formaban parte de la COSEA.
Y fue él quien se empeñó en meter en la misma a Francesca
Immacolata Chaouqui, una atractiva ex asesora de Ernst & Young
de origen no se sabe si egipcio o marroquí, de edad incierta
(unos 33-35) y de armas tomar, famosa por ser una lianta absoluta,
una trepa de campeonato, considerada por muchos directamente
como una moderna Mata Hari y que el fin de semana también fue
detenida con Vallejo Balda por filtración de documentos reservados.
Pero en parte porque descargó toda la responsabilidad sobre él y
accedió a colaborar con las autoridades, y sobre todo porque está
embarazada de tres meses, fue puesta en libertad al día siguiente.
Incontinencia verbal
Pero volvamos a Monseñor Vallejo Balda. Parece ser que se tomó muy,
muy en serio su trabajo de limpiar las finanzas vaticanas. Quizá
demasiado en serio: se creyó una especie de moderno Quijote
en lucha contra el mundo, un llanero solitario en cuyas espaldas
recaía la responsabilidad de salvar a la Santa Sede. Él mismo,
durante su participación el año pasado en un curso de información
religiosa organizado por el Opus en la Universidad de la Santa Croce
en Roma, pecó de inmodestia y de megalomanía al presentarse ante
los alumnos (muchos de ellos, veteranos periodistas) como el monarca
absoluto de las finanzas de la Santa Sede. "¿Quién es el máximo
responsable del control económico del Vaticano?", le preguntó
Joan Solés, corresponsal en Roma de la Cadena Ser. "Yo",
respondió sacando pecho Vallejo Balda. "¿Y quién es el máximo
responsable de la gestión económica?", espetó el periodista. "Yo",
respondió sobrado Vallejo Balda.
No eran sólo sus aires chulescos y su infinita seguridad en sí mismo
los que resultaban chocantes en el Vaticano, un ambiente habituado
desde hace siglos a funcionar a base de sutilezas y de medias palabras.
Además al monseñor español le perdía la incontinencia verbal, la
necesidad imperiosa de hacer saber a todo aquel con el que se
cruzaba lo importante que eran él y su trabajo. Eso le llevaba, según
varios testimonios recogidos por este periódico, a hablar bastante
más de lo que la prudencia aconsejaría. "Soltaba ante casi cualquiera
que se le ponía a tiro información cuando menos sensible, si no
reservada", nos cuenta uno de sus amigos.
La falta de moderación verbal de monseñor Vallejo Balda le pasó
factura. Su más clamoroso error de deslengüe tuvo lugar en marzo
de 2014, cuando el Papa decidió crear una súper Secretaría de
Economía, después de haber disuelto la Comisión a la que pertenecía
Vallejo Balda por considerar que ya había realizado su trabajo.
El monseñor español estaba absolutamente convencido de que iba
ser nombrado número dos de ese mega ministerio de economía,
tanto que incluso lo anunció en algún medio de comunicación.
También se le llenó la boca diciendo que el 6 de enero de 2014 el
Papa le nombraría obispo. Pero esa metedura de pata, unida a la
mala relación que mantenía con el cardenal australiano George Pell
(número uno de la secretaria de Economía), hizo que Francisco
optara por no nombrarlo para el cargo, decantándose por el maltés
Alfred Xuereb. Tampoco lo ordenó obispo.
Para nuestro hombre fue un mazazo tremendo, pero eso no frenó su
torrente verbal: al revés, comenzó a criticar públicamente a Pell. Aun
así, seguía convencido de que lograría un cargo importante, y así
se lo soltaba a todo aquel con quien se cruzaba. Sus aspiraciones
apuntaban en ese momento a convertirse en revisor general de
la Santa Sede, un nuevo cargo creado por Francisco para llevar a
cabo las reformas financieras y económicas necesarias.
Pero entonces, el monseñor español volvió a meter la pata hasta el
fondo. El 27 de abril del año pasado, el día de la ceremonia de
canonización en Roma de Juan Pablo II y Juan XXIII, no se le ocurrió
otra cosa que montar junto a su amiga Francesca Immacolata
Chaouqui un fiestorro por todo lo alto (costó 18.000 euros) para
150 invitados vip en una azotea sobre la Plaza de San Pedro de la
mismísima Prefectura de los Asuntos Económicos. Mientras dos
millones de personas se hacinaban abajo, ellos seguían la ceremonia
entre vinos, canapés y hostias benditas, porque el monseñor dio a
los presentes la comunión en copas de cristal. Francisco, conocido
por su austeridad, se puso furioso. Y en lugar de nombrar a Vallejo
Balda revisor general de la Santa Sede, eligió al italiano Libero Milone.
El gusto del español por el petardeo social y la buena vida, así como
su talante un poco de vedette (le gusta acaparar los focos),
definitivamente no encajan con el carácter de Francisco.
A partir de ahí, de ese nombramiento frustrado, el monseñor español
empezó a desbarrar salvajemente. Ya no era sólo que se fuera de la
lengua con quien se le pusiera a tiro... Empezó a ver por todos lados
conspiraciones contra él. "Hemos sido muy amigos, pero la primavera
pasada comenzó a agitarse, como si hubiera enloquecido", aseguraba
esta misma semana Chaouqui en una entrevista al diario italiano La
Repubblica. ¿Por qué? "No es ningún secreto que él esperaba
conseguir el puesto de revisor general de la Santa Sede, para el que
fue elegido finalmente Libero Milone. Cuando le nombraron, comenzó
a declararle la guerra, lo que probablemente le llevó a entregar
documentos a los periodistas".
"Considero absolutamente ridículo que alguien pueda decir que
monseñor Vallejo Balda, un hombre que ha elegido a Cristo y ha
servido a la Iglesia durante décadas, haya podido filtrar documentos
vaticanos por venganza, por no haber obtenido el cargo que esperaba.
Afirmar eso me parece una banalidad", nos cuenta al teléfono Gianluigi
Nuzzi, autor de Via Crucis, el libro que ha desencadenado la
detención del sacerdote español y que revela el sistema económico
absolutamente corrupto y al borde de la quiebra que se encontró
Francisco al ser elegido Papa.
Pero si no fue una venganza... ¿entonces por qué Vallejo Balda
hizo lo que hizo? "No lo sé", afirma Nuzzi. "Puede ser que se
frustrara al ver que no se avanzaba lo suficiente en las reformas
que el Papa quería llevar a cabo y decidiera denunciar públicamente
la situación, en un intento por ayudar al Pontífice. Al fin y al cabo fue
el propio Francisco, al principio de su pontificado, quien animó a todos
aquellos que tenían cosas que denunciar y no podían llegar a él a
que acudieran a los medios de comunicación". "Yo creo que se
volvió literalmente loco. De hecho, la última vez que hablé con él
decía cosas sin sentido", nos cuenta una persona muy próxima al
monseñor español. A saber si algún día sabremos la verdad...
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