Inspirulina: Ser, estar y hacer
Antes de comenzar a escribir esta columna leí la entrega anterior. En algunas ocasiones lo hago como una manera de seguirle el hilo a mis ideas, y en otras, es una previsión para no repetirme, al menos no demasiado. Tras finalizar de leer Habla y actúa me quedó la sensación de que era necesaria una aclaratoria a lo escrito o, quizás, una sutil precisión. En aquella columna decía que pasar del dicho al hecho era necesario si queríamos ver nuestros sueños transformados en realidad. Sobre todo, llamaba la atención al riesgo de hablar demasiado sobre algo, al punto de que nuestra mente podía llegar a confundir el blablablá con la acción.
Como sabrás, la mente es un territorio donde no todo es lo que parece; y donde lo que parece no necesariamente es. Darse cuenta de ello es una ventana a la real sabiduría.
La distinción que me resultó necesaria tiene que ver con el ser y el hacer. Por favor, no te asustes, este no es un ejercicio retórico o filosófico. O bueno, quizás lo es, con el inconveniente de que no soy una autoridad en la materia. Pero si me acompañas hasta el final, posiblemente tu tiempo haya estado bien invertido. En último caso, espero no aburrirte en exceso.
Hace unas semanas me encontraba de lo más feliz en un entrenamiento en facilitación de mindfulness en la Universidad de California, en Los Ángeles, cuando esta distinción asomó la cabeza en el programa. Una de las profesoras asistentes habló sobre como había descubierto el balance entre el ser y el hacer gracias al ejercicio de prestarle atención al presente y de cultivar una práctica de auto-observación. Esto le ayudó a disfrutar más su vida, pero además, le permitió entender mejor quien era realmente, incluso, a hacer las paces con el ser humano que era en el momento.
El entrenamiento era en inglés y las palabras que ella usó fueron being y doing. Como posiblemente sepas, en inglés el verbo to be significa ser y estar, asunto que en español solemos diferenciar y que en este caso apunta al hecho de existir en el presente y habitarlo plenamente. Con el to do la cosa es más directa y tiene que ver con la acción de hacer algo. Me detengo aquí porque ella confesó que durante mucho tiempo se preocupó más por el doing y descuidó completamente el being, es decir, ponía toda su atención en hacer y hacer sin detenerse a simplemente ser y estar. En el momento que decidió cambiar la dinámica y aprendió a conectarse consigo misma y el presente las cosas cambiaron. Ya no se trataba solamente de planear, producir, lograr y alcanzar. Ahora también era importante apreciar todo lo que le rodeaba y apreciarse a sí misma en medio de todo ello.
Traigo esto a colación porque cuando decía en mi entrega anterior que hablar sobre algo no significa necesariamente que estemos haciendo mucho para lograrlo, me pareció que estaba dejando por fuera la no tan sutil y muy hermosa distinción entre el ser y hacer. Me explico: ponerse en acción es importante para construir la vida que deseamos (y quedarse en las palabras es a veces una excusa, un escape o una anestesia para no alcanzarlo), pero ser y estar en la vida que tenemos ahora es igualmente importante para así conectar con nuestra realidad. De otra forma corremos el riesgo de poner toda la energía en hacer y hacer y hacer sin detenernos un instante a experimentar, a sentir, a vivir la quietud y el silencio. Y eso agota, cuando menos.
¿Te das cuenta de las oportunidades que se abren cuando prestas atención al balance entre ser y hacer?
La próxima vez que te encuentres en una carrera física o mental de planificación y logro detente un instante para verte y sentirse en medio de todo ello. Observa lo que pasa en tu cuerpo y en tu mente, siente todo lo que surja, conéctate con lo que pasa adentro y afuera. De ser posible, haz una pausa y respira. Reconoce el momento, incluso si no es precisamente lo que podrías llamar un momento agradable. Luego sigue con lo que estás haciendo, sin olvidarte de ti. Y más adelante, ojalá que no demasiado tarde, tómate un tiempo para disfrutar unos minutos de tu compañía, para disfrutar el placer de simplemente ser y estar, así como eres.
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