Bernardo Conde | febrero 2, 2013 |
Fidel Castro siempre anheló establecer una cabeza de playa en Venezuela, por dos razones fundamentales: a) Su petróleo, para financiar la expansión del comunismo en Latino-América, y b) La estratégica posición geográfica de Venezuela, en El Caribe y el norte de Sur-América, para así y desde aquí extender el proyecto fidelista por todo el territorio continental. Tanto fue así, que Venezuela sufrió la embestida de la guerrilla marxista durante las décadas de los ’60 y ’70, inspirada románticamente en los logros militares de la Revolución Cubana; y dos invasiones por tropas regulares del ejército cubano, dirigidas directamente por el propio Comandante Fidel Castro Ruz.
Una de ellas enfiló hacia el Occidente de Venezuela, comandada por el venezolano Lubén Petkoff y con la participación del Capitán cubano Arnaldo Ochoa, quien luego sería héroe de la intervención militar cubana en Angola, y más tarde, ya con el grado de General y de regreso en la isla antillana, fue acusado de conspiración y narcotráfico para ser “juzgado”, degradado y condenado a morir ante el paredón de fusilamiento. Esta expedición de L. Petkoff debía unirse a la guerrilla del legendario Douglas Bravo en las montañas del Estado Falcón. La otra se dirigió hacia Barlovento y el Oriente venezolano; fue la famosa “Invasión de Machurucuto”, en la que participaron connotadas figuras de la izquierda radical venezolana, entre ellas Héctor Pérez Marcano y Américo Martín. Debía contactar a la guerrilla comandada por Fernando Soto Rojas en el frente de las montañas de El Bachiller. (Con el devenir de los años y la llegada al poder de la Revolución Bolivariana del Tte. Crnl. Hugo Chávez (a) “Hugo El Cubano”, Soto Rojas sería encumbrado al cargo de Presidente de la Asamblea Nacional, por sugerencia expresa de Fidel). Aquí, en el desembarco de Machurucuto, murieron ahogados varios cubanos que fueron sorprendidos por el ejército venezolano, y en la retirada naufragaron y no sabían nadar. Otros murieron en tierra. Entre las bajas cubanas resaltó la del Capitán Castellanos, del ejército invasor. El plan comunista por hacerse con Venezuela por la vía armada había fracasado. Las causas fueron muchas, pero hay que destacar entre las principales: 1) Su filosofía y propuesta no caló entre el campesinado venezolano. 2) El compacto frente político por la preservación de la Democracia; y por supuesto 3) La decidida actuación de las Fuerzas Armadas Nacionales en la defensa militar de la Soberanía Nacional.
Después vendría la llamada “pacificación” e inserción de la guerrilla insurgente a la vida civil y política, en búsqueda de la estabilización política y la consolidación de la Democracia. En esta etapa jugó un papel preponderante un hombre venezolano de la entera confianza de Fidel Castro: Alí Rodríguez Araque, el llamado Comandante Fausto, por sus innegables cualidades como apaciguador y negociador. Años más tarde participó en la asonada castrense de los “Comacates” de Hugo Chávez el 4F-92, y luego se distinguió como diputado en el extinto Congreso Nacional. Con el arribo de la llamada “Revolución Bolivariana” al poder, ha ocupado casi todos los cargos ministeriales del gobierno de Hugo Chávez, incluyendo el de Presidente de Petróleos de Venezuela y el de embajador de Venezuela en Cuba. Una especie de “bateador emergente”. Actualmente se desempeña como Secretario General de UNASUR.
Es bueno recordar, que ya en tiempos del Presidente Rómulo Betancourt (1959-1964) se descubrió en las costas occidentales de la Península de Paraguaná, cerca de Punta Macolla, enterrado en las arenas de la playa, un extenso cargamento de armas de guerra con los seriales del ejército cubano, presuntamente destinado a la guerrilla que operaba en Falcón. Prueba inequívoca de la injerencia del castro-comunismo cubano en Venezuela, y un acto de guerra contra nuestro país. Este caso, totalmente documentado, fue presentado ante la OEA y sirvió de base para la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (Conferencia de Punta del Este, Uruguay, 31/1/1962), de la cual se cumplen hoy 51 años.
Así que la historia de las pretensiones castristas por apoderarse de Venezuela es larga y de vieja data. La exitosa defensa de la Soberanía Nacional por parte de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN), de aquella época, dio al traste con las estrategias militares de Fidel Castro por dominar la Patria de Bolívar. El fracaso y muerte del Che Guevara en Bolivia, las presiones de la Unión Soviética sobre Fidel Castro para que se retirara de la lucha armada en Latinoamérica, todo ello hizo que tuviera forzosamente que cambiar de enfoque. Entonces dirigió sus esfuerzos a penetrar las FAN, captando cadetes, sub-oficiales y oficiales de baja graduación. Entre ellos a Hugo Chávez Frías, hermano de Adán Coromoto Chávez Frías, un “ideologizado” muchacho que actuó en la guerrilla urbana de aquellos años. Este plan, que también aplicaron los vietnamitas, sí le rindió sus frutos a Fidel, aunque fracasó en “El Caracazo” de 1989 y en el doble intento golpista del 4F-92 y 27N-92, contra el gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez. Nuevamente las Fuerzas Armadas institucionales derrotaron a los alzamientos militares promovidos por el castrismo. Una vez que Hugo Chávez, jefe militar de las dos sublevaciones de 1992, fue liberado de la cárcel, por obra y gracia del entonces Presidente de la República Rafael Caldera, sin ni siquiera habérsele seguido juicio, Fidel, entonces, recibió a Chávez en 1994 en el Aeropuerto José Martí de La Habana en la propia escalerilla del avión, prodigándole honores de Jefe de Estado; y así lo condujo al Aula Magna de la Universidad de la Habana, en la que se les unió el nicaragüense Comandante Daniel Ortega. Las loas al Comandante Fidel Castro Ruz no se hicieron esperar por parte de “Hugo El Cubano”, haciendo suyos los postulados de la Reunión Tri-Continental de La Habana en 1966: “Se necesita de la experiencia de Cuba que tiene años en este proyecto continental”, y “La Revolución Cubana tiene que ser alimentada”, en sus propias palabras. Finalmente, Fidel tuvo que apelar a la postulación de su pupilo para las elecciones presidenciales de 1998, en Venezuela; y destruir la Democracia desde adentro, haciendo uso de los recursos que la misma Democracia le facilitaba. Ganó. Así comenzaría la exaltación del “Mar de la Felicidad”, eufemismo con el que Chávez se refería frecuentemente a la Perla de las Antillas y su Revolución. En Venezuela, Castro fue más paciente que en Chile, y logró ir penetrando paulatinamente el país, haciendo suya la vieja conseja de la “sopa de sapo”: calentamiento gradual hasta matarlo. Hoy la INVASIÓN CUBANA en nuestro tierra es extensa, efectiva y casi irreversible. En el próximo artículo abordaremos con lujo de detalles el avance de la “INVASIÓN CONSENTIDA”, cómo opera, quienes son, cuántos son, dónde están. Y en una entrega posterior trataremos el espinoso tema del “Ethos de las Fuerzas Armadas”.
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