Fernando Luis Egaña || La jefatura de la "revolución"
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Fidel Castro pronto cumplirá 15 años al mando de los asuntos venezolanos y en especial del Estado nacional. Los mismos que lleva la hegemonía bolivarista en el poder, porque ya nadie duda dentro o fuera de Venezuela que el gran mentor de esa hegemonía es el caudillo cubano. Lo fue con Chávez y lo es con Maduro. De hecho, la continuidad de la misma quien la representa mejor es él. La jefatura última o la última palabra -y a veces la primera- no ha estado ni está en Caracas sino en La Habana.
Irónico que finalmente los Castro Ruz se posesionaran del ansiado control de Venezuela a través de un entramado político-militar cuyos voceros no se cansan de perorar sobre la soberanía e independencia de la nación. Porque vamos a entendernos, no es que los hermanos Castro tengan un margen importante de influencia sobre el régimen imperante desde 1999. No. Es que son los factores decisivos, primero el mayor Fidel, pero también el segundo, Raúl, actual presidente delegado de la sufrida Cuba.
El predecesor no lo ocultaba. Al contrario. Lo proclamaba de manera reiterada. La única vez que no fue así, sino que más bien escenificó un distanciamiento fue cuando su primera candidatura presidencial en 1998. Y por obvias razones de conveniencia táctica. Pero ya de mandatario-electo anunció, desde Cuba, que su deseo era llevar a Venezuela hacia el “mar de la felicidad”.
Deseo que fue cumpliendo, de la mano de Fidel, en el sentido de ir erigiendo una hegemonía política, económica y comunicacional, con rasgos específicos de la realidad venezolana, sobre todo en lo paulatino del proceso, pero con la impronta del despotismo castrista como modelo de enjaulamiento del poder. Cada vez que el señor Chávez ponderaba la llamada “estrategia perfecta de Fidel”, lo que estaba reconociendo era quien dirigía a quien en nuestro país.
Y el sucesor tampoco oculta su dependencia de los Castro. El reciente y publicitado viaje a La Habana -porque quizás hayan otros que no se dan a conocer-, fue una suerte de rendición de cuentas sobre el cierre del 2013 y una preparación del 2014. Y Fidel que ya no se ocupa tanto del día a día del acontecer cubano, tiene tiempo suficiente para disponer su sapiencia y malicia en el temario venezolano.
Cosa mala porque si alguien en el mundo sabe de continuismo y dominación política es, precisamente, Fidel Castro. Al país se lo han chupado hasta los tuétanos, y no sólo hablo de Cuba sino de Venezuela. Si hasta se alega que el eventual aumento de la gasolina sería para apuntalar el subsidio energético a Cuba. Todo es posible en el reino de opacidad y aprovechamiento que los Castro Ruz, cual monarcas, han montado en nuestro país con la complicidad convicta y confesa de la hegemonía roja.
Y además el poder de Fidel Castro sobre la llamada “revolución” de acá es un tema de pura lógica. Si Chávez mandaba en Venezuela, y Fidel mandaba en Chávez, entonces Fidel mandaba en Venezuela. Y ese razonamiento sencillo es aplicable a Maduro, incluso con más rigor. Total que los Castro están a punto de cumplir 55 años enseñoreados sobre Cuba. Y ya llevan 15 sobre Venezuela. ¿Hasta cuándo?
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