Banda Marcial Caracas ofrecerá este domingo retreta en la Plaza Bolívar
La agrupación deleitará al público con un repertorio de boleros y canciones en las que destacan El Caimán, Silverio Pérez, Nuevo Circo, así como muchas obras de la música popular caraqueña.
EL UNIVERSAL
sábado 15 de noviembre de 2014 09:02 AM
El próximo domingo a las cuatro de la tarde la Banda Marcial Caracas se presentará en la Plaza Bolívar de la ciudad capital con un repertorio de retretas caraqueñas para el disfrute del pueblo capitalino.
Durante su presentación la banda deleitará al público asistente con un repertorio de boleros y canciones en las que destacan El Caimán, Silverio Pérez, Nuevo Circo, así como muchas obras de la música popular caraqueña, reseñó un boletín de prensa.
La actividad musical forma parte del ciclo de conciertos que lleva a cabo la agrupación criolla con motivo de su 150 aniversario de trayectoria musical.
La Banda Marcial Caracas, fundada en el año 1864, es la agrupación musical más antigua de Venezuela. Está dedicada principalmente al rescate y divulgación de la música nacional en sus diferentes géneros.
Durante sus inicios la mayoría de sus músicos eran militares, sin embargo, la banda amplió sus relaciones más allá del ámbito castrense, presentándose en eventos civiles dirigidos a la diversión y el esparcimiento del público.
En la actualidad, la Banda Marcial Caracas es un ente adscrito al Gobierno del Distrito Capital.
Durante su presentación la banda deleitará al público asistente con un repertorio de boleros y canciones en las que destacan El Caimán, Silverio Pérez, Nuevo Circo, así como muchas obras de la música popular caraqueña, reseñó un boletín de prensa.
La actividad musical forma parte del ciclo de conciertos que lleva a cabo la agrupación criolla con motivo de su 150 aniversario de trayectoria musical.
La Banda Marcial Caracas, fundada en el año 1864, es la agrupación musical más antigua de Venezuela. Está dedicada principalmente al rescate y divulgación de la música nacional en sus diferentes géneros.
Durante sus inicios la mayoría de sus músicos eran militares, sin embargo, la banda amplió sus relaciones más allá del ámbito castrense, presentándose en eventos civiles dirigidos a la diversión y el esparcimiento del público.
En la actualidad, la Banda Marcial Caracas es un ente adscrito al Gobierno del Distrito Capital.
Una estación con potencial de museo
Estructura del viejo teleférico a Macuto se conserva de manera casi intacta
Esta cabina está al lado de una antigua caseta de vigilancia
JAVIER BRASSESCO | EL UNIVERSAL
domingo 9 de noviembre de 2014 12:00 AM
Entre 1956 y 1977 funcionó el teleférico que desde el Humboldt bajaba hasta Macuto, y aunque se reabrió por última vez en los 80, lo cierto es que sobre el mismo pesan hoy 37 años de abandono, y hasta el vigilante que cuidaba sus instalaciones se fue hace once años.
A disposición de cualquier caraqueño que la quiera visitar, a solo 1,8 kilómetros de la famosa bodega de Galipán (conocida como La Chivera) y a 900 metros de la Y que conduce a Lagunazo, permanece enclavada en la montaña la estación de mantenimiento El Iron, que conserva su majestuosa estructura y en donde todavía se pueden ver los esqueletos de ocho cabinas, incluyendo una VIP (para presidentes y dignatarios) y otra de mantenimiento. Cualquier usuario puede subir también hasta lo más alto del sistema rodante o descender por una escalera de setenta escalones a una fosa de más de veinte metros.
Derbys López, director de Fundhea (organización que realiza visitas guiadas a este lugar y a la que se puede contactar por el teléfono 0416 4130136) cuenta que en varias ocasiones se ha hablado de instaurar aquí un museo, aunque finalmente nada se ha concretado. "Pero lo cierto es que pocos lugares de la ciudad tienen un mayor potencial para inaugurar un museo histórico", dice.
Cerrado al público en 1977, en principio de manera temporal porque se rompió una guaya, el teleférico se movió por última vez en 1986, y alguna cabina todavía puede verse, a lo lejos, guindando en el aire desde la bajada que comunica Galipán con Macuto (más o menos a la altura de la posada Miradas). Debido a esto, muchos galipaneros lo llaman "El teleférico fantasma".
Ahora que se vuelve a hablar del nuevo teleférico a Macuto (que cubrirá una ruta distinta a este) y se vuelven a asignar fondos a esta obra, sería interesante que también se rescataran las imponentes instalaciones del primer teleférico que bajaba hasta La Guaira.
A disposición de cualquier caraqueño que la quiera visitar, a solo 1,8 kilómetros de la famosa bodega de Galipán (conocida como La Chivera) y a 900 metros de la Y que conduce a Lagunazo, permanece enclavada en la montaña la estación de mantenimiento El Iron, que conserva su majestuosa estructura y en donde todavía se pueden ver los esqueletos de ocho cabinas, incluyendo una VIP (para presidentes y dignatarios) y otra de mantenimiento. Cualquier usuario puede subir también hasta lo más alto del sistema rodante o descender por una escalera de setenta escalones a una fosa de más de veinte metros.
Derbys López, director de Fundhea (organización que realiza visitas guiadas a este lugar y a la que se puede contactar por el teléfono 0416 4130136) cuenta que en varias ocasiones se ha hablado de instaurar aquí un museo, aunque finalmente nada se ha concretado. "Pero lo cierto es que pocos lugares de la ciudad tienen un mayor potencial para inaugurar un museo histórico", dice.
Cerrado al público en 1977, en principio de manera temporal porque se rompió una guaya, el teleférico se movió por última vez en 1986, y alguna cabina todavía puede verse, a lo lejos, guindando en el aire desde la bajada que comunica Galipán con Macuto (más o menos a la altura de la posada Miradas). Debido a esto, muchos galipaneros lo llaman "El teleférico fantasma".
Ahora que se vuelve a hablar del nuevo teleférico a Macuto (que cubrirá una ruta distinta a este) y se vuelven a asignar fondos a esta obra, sería interesante que también se rescataran las imponentes instalaciones del primer teleférico que bajaba hasta La Guaira.
Mario Abreu: un revolucionario de verdad
El Nacional 15 DE NOVIEMBRE 2014 - 00:01
“Murió Mario Abreu el artista de los objetos mágicos”, así registró la noticia un periódico de circulación nacional (El Diario de Caracas,domingo 21 de febrero de 1993). El trágico acontecimiento había ocurrido el día anterior, justamente cuando comenzaba el asueto de Carnaval. La foto del pintor de las sensuales “mujeres vegetales” apareció debajo de otra con mayor despliegue en la que tres exóticas cariocas, con senos desafiantes al aire, diminutos taparrabos y enormes coronas emplumadas en la cabeza, danzan alegremente en alguna calle de Río de Janeiro atiborrada de juerguistas. Estoy seguro de que el Gran Mago celebró con sonoras carcajadas del más allá la curiosa coincidencia. Hasta ahí el hecho anecdótico. Lo realmente importante es que con Mario se fue un exponente fundamental de la plástica venezolana del siglo XX.
La primera vez que tuve contacto directo con este singular artista y su obra maravillosa fue a finales de julio de 1971, con ocasión de la exposición individual que hizo de 31 Objetos mágicos en la Galería-Librería Inciba de Caracas. En aquel tiempo era yo un joven de 20 años, estudiante de la Universidad Central de Venezuela y afiebrado lector. El amplio terreno de la plástica nacional no me era desconocido pero debo confesar que, en rigor, apenas había dado unos pocos pasos. Recuerdo que el día de la inauguración quedé deslumbrado con la muestra y, también, atraído por su exuberante personalidad de taumaturgo que puso de manifiesto en un inolvidable “performance” que hizo junto con varios amigos: el poeta Caupolicán Ovalles (1936-2001), el escritor Salvador Garmendia (1928-2001) y otros miembros de la famosa Pandilla Lautréamont.
Esa noche fue una fiesta para los sentidos. Desde ese día conservé el deseo de tratarlo en el plano personal y, a pesar de todos los intentos que hice durante años, ya al final de su existencia tuve la suerte de conocerlo y conversar con él varias veces. La ocasión me fue dada gracias al encuentro fortuito con un amigo que iba acompañado de José Abreu Pérez, sobrino del artista. Eso fue a mediados de 1992. Por ese familiar me enteré de que Mario se encontraba enfermo y necesitado de recursos para su atención médica. No dudé un segundo en ofrecerle mi apoyo, que luego materialicé de diferentes maneras. Después de su desaparición física he mantenido contacto con su viuda, Ligia Mejías Pérez de Abreu, fallecida hace pocos meses, y sus hijos, Mario Daniel y Andrés Emilio.
¡Pero al César lo que es del César! No es posible escribir sobre este gran artista sin recurrir al testimonio de quienes lo conocieron de cerca. Así, el ensayista y poeta Juan Liscano (1914-2001) apuntó lo siguiente sobre Abreu: “…Es uno de los talentos plásticos más ricos y creadores de la pintura venezolana”. A su vez, el crítico Francisco Da Antonio (1930- ) inició una nota relativa al artista diciendo que: “…Es uno de los venezolanos más importantes que viven en estos momentos”. Por su parte, el pintor y escultor Miguel von Dangel (1946- ) dijo: “Insuperable e insuperado maestro del objeto en el arte venezolano, sus muchos imitadores se nos revelan como víctimas de su enorme talento”. Mucho antes, en 1960, el también artista plástico Oswaldo Vigas (1926-2014) escribió un artículo que fue publicado en el desaparecido diario La Esfera en el que afirmaba que Mario es “el gran pintor de Venezuela”.
A pesar de esos calificados comentarios que han sido reiterados por numerosos artistas, críticos y estudiosos de arte, este creador excepcional es desconocido e ignorado en nuestro país. ¿A qué se debe esto?, se preguntará el lector. Y la cruda respuesta es: a la mezquindad de nuestro medio, ya que se trata de un artista innovador y consustanciado con su momento histórico, cuya creación es estimada fundamentalmente entre los entendidos y los jóvenes artistas pero incomprendida por la mayoría de la gente. Ya lo dijo Ortega y Gasset (1883-1955): “El estilo que innova tarda algún tiempo en conquistar la popularidad”. ¿Quiere decir eso que el común de las personas nunca apreciarán la importancia de esa obra? Con absoluto convencimiento digo que, más temprano que tarde, Mario Abreu será aceptado y reconocido dentro y fuera de nuestro país, como ha ocurrido con otros grandes artistas en la historia del arte.
En tal sentido, es obligante hacer referencia a lo expresado por el dibujante, pintor y ensayista Carlos Contramaestre (1933-1996), en un texto que escribió a raíz de la desaparición de su colega artista: “La dimensión portentosa y la originalidad sin precedentes de Mario Abreu dentro del arte venezolano aún no han sido examinadas, ni estudiadas exhaustivamente como se merece. Ni siquiera la crítica de arte más acreditada del país se ha detenido a evaluar con el rigor necesario cada uno de los momentos o hitos de mayor creatividad que marcaron su evolución artística y se tradujeron en sólidos aportes a la vanguardia del arte latinoamericano dentro del contexto universal”.
Si todo lo que tiene que ocurrir se cumple en esta realidad nuestra plena de imprevistos, en el curso del próximo año se llenará el anterior vacío con la publicación de dos libros sobre tan original artista: Mario Abreu. La figuración telúrica del crítico de arte y fotógrafo Douglas Monrroy, que recoge una selección de textos críticos publicados entre 1957 y 2000, y Objetos mágicos en las puertas del reino. Vida y obra de Mario Abreu, un estudio biográfico y crítico del autor de esta columna. Esperemos que el pesado manto de indiferencia que por muchos años ha caído sobre este revolucionario de verdad se levante, de una vez por todas, como sacudido por un rayo.
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