Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 20 de noviembre de 2016

A María Corina Machado, a Leopoldo López, a Antonio Ledezma y a los partidos de la Unidad.Antonio Sánchez García

A CALZÓN QUITAO


Para hacerlo más claro: hablar a calzón quitao y, tal como terminan las
parejas civilizadas y conscientes, así podrían ventilarse las profundas diferencias
tácticas y estratégicas que dividen a los miembros de ese matrimonio de
conveniencias que es la MUD. No una separación a trompadas sino un divorcio en
los mejores términos. Cada uno por su lado. Que cuando haya que acordarse, se
acuerde. Que cuando se haya de disentir, se disienta. Pero que ninguno entorpezca
los fines del otro e impida que se obtenga, mancomunada y finalmenkte, la
felicidad de los hijos. Que es lo que cuenta: la salvación de la República, el
bienestar de Venezuela. Poco importa la lucha a mordiscos de quienes resumen
su amor por Venezuela en el lúbrico deseo ya irrefrenable de ser el próximo
presidente de la república.

A María Corina Machado, a Leopoldo López, a Antonio Ledezma y a los partidos de
la Unidad.
La oposición, qué duda cabe, está irrecuperablemente dividida. Y no por
motivos fútiles y banales, sino en razón de insuperables divisiones tácticas y
estratégicas, que hacen al pasado, al presente y al futuro de Venezuela. El régimen,
plenamente consciente de ello, sustenta su sobrevivencia en profundizar esa
división mediante el clásico expediente del palo y el caramelo: palo a su sector
existencialmente antichavista, cuyos mejores representantes están encarcelados y
ya condenados – Leopoldo López ya superó las Mil y una noche encarcelado –
caramelo al sector conciliador y dialogante. Y esa línea divisoria, a mi modo de ver,
irreductible, pasa por el llamado G-3: AD, PJ y UNT, de un lado, y Voluntad Popular,
en solitario, del otro. Los 15 partidos restantes, solidarios con las líneas
estratégicas defendidas por VP y excepcionalmente diáfanas y consistentes
representadas por Vente Venezuela y su líder María Corina Machado, han sido
tratados por los 3 partidos dominantes como los parientes pobres, sentados,
como se dice en el Chile de fiestas y cumpleaños, como los niños y los
desarrapados del servicio, a la mesa “del pellejo”. Una pertenencia de humillados y
desheredados, con derecho a voz – siempre acallada – pero no a voto.
Me considero con autoridad moral para señalar las graves falencias
estructurales de la mal llamada Mesa de Unidad Democrática, que se refieren a su
incapacidad estratégica para haberse puesto verdaderamente a la cabeza de la
liberación de nuestro pueblo de las garras del castrocomunismo, sin caer en
complicidades ni componendas con un régimen prototalitario como el de Nicolás
Maduro, pues salvo el nombre, la idea de impulsar esa unidad con intenciones de
coordinar nuestras fuerzas yendo mucha más allá de victorias efímeras y
circunstanciales brotadas de coyunturas electorales, surgió de la comisión
asesora del Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma, el principal factor unitario de
este tormentoso y frustrante proceso, a cuyos fines sacrificó sus propias y
legítimas aspiraciones. Fue Antonio quien la planteara y diera a conocer con la
urgencia debida en un encuentro de la mayor importancia, celebrado en el Colegio
de Ingenieros, el 19 de abril de 2009, en presencia de la dirección de los partidos
opositores en pleno. Mayor prueba de su voluntad indeclinable de impulsar la
unidad la dio al declinar a sus aspiraciones presidenciales, cuando señalara que “la
lucha por la unidad no es una excusa, es un compromiso ineludible…En este
momento, lo que necesita Venezuela es unidad y más unidad.” ¿Se ha logrado en
estos siete años una unidad activa, militante y combatiente en estos siete años de
escaramuzas, victorias y frnacos retrocesos, como el que hoy vivimos?
Sabíamos los miembros de dicha comisión asesora – Pompeyo Márquez, el
general Gonzalo García Ordoñez, el embajador Fernando Gerbasi y otros notables
venezolanos políticamente independientes – que esa unidad no alcanzaba ni de
lejos las alturas de la estrategia ni sería capaz de dirigir la lucha por la
recuperación de la democracia, tarea que sólo podría encabezarla el pueblo mismo
y en lucha abierta y frontal contra el régimen castrocomunista de Hugo Chávez,
pero bastaría para reforzar las pretensiones candidaturales frente al implacable
dominio del régimen y su ministerio de elecciones y sostener la ilusión de que esa
dictadura, que ya lo era para quienes nos habíamos quitados las anteojeras, podría
ser vencida con solo conquistar la mayoría de la Asamblea Nacional. Nuestra tesis
ha sido desde que Chávez se entregara en cuerpo y alma al tirano Fidel Castro,
explícita y claramente desde los nefastos sucesos del 11 de abril, que esta
dictadura no saldría sin la arrolladora presión de la calle, a la que debían estar
subordinados todos los esfuerzos electorales. No ha sido ni es la tesis dominante
en el llamado G-3, que ha corrido en dos oportunidades cruciales de nuestras
luchas de calle a rendirse ante el sátrapa en Miraflores.
¡Qué tiempos felices aquellos que perdimos por la incapacidad de estar a la
altura de las circunstancias! Por entonces ni Leopoldo López, ni Daniel Ceballos, ni
el mismo Antonio Ledezma estaban presos. El régimen podía exhibir su mascarón
democrático, a pesar de que los presos políticos derivados del 11 de abril seguían
pudriéndose en las cárceles. El precio del petróleo resistía todavía las exigencias
del populismo clientelar exacerbado por el chavismo, la inflación no desbordaba
todos los cauces de la mesura, los medicamentos y bienes de consumo seguían
en los anaqueles y el Deus ex Machina de esta tragedia no recibía la puñalada
cancerosa que lo llevaría a la tumba.
Todo cambio radicalmente, y para peor, a la misteriosa y jamás aclarada
muerte del caudillo. La dictadura se convertiría en satrapía y el dictador impuesto
por el agónico comandante en jefe siguiendo instrucciones de los hermanos
Castro, en jefe del personal de servicio de la tiranía cubana. La brutal radicalización
del proceso inducida por la crisis de legitimidad y la brutal caída de los precios del
petróleo hizo el resto, sacudir las certidumbres de la llamada MUD y provocar la
escisión que venimos comentando: una parte de sus miembros se mantuvo
apegada a las viejas causas electoreras, como si viviéramos en la Venezuela de
diciembre de 1998, mientras la otra parte, a quince años de distancia, comprendía
finalmente que por la vía electoral no se obtendría nada. Y lo que se obtuviera sería
brutalmente desconocido por una dictadura ya en franco proceso de tiranizarse.
Resonaba la odiosa frase del primer dictador de la República, Simón Bolívar: “ en
Venezuela manda el que puede, no el que quiere ” . Fin de la cita. Entonces sólo
podía, no lo dijo Bolívar, pero era obvio y lo sigue estando en gran medida por su
cuestionable ejemplo, quien detenta las armas. Y los ejércitos venezolanos
estaban lo suficientemente corrompidos y narco cooptados como para mantener
el poder en manos del sátrapa.
Los dos diálogos perpetrados por el régimen, en los que ha incurrido de
manera culposa la oposición dominante en el seno de la MUD, lo han puesto de
manifiesto: de una parte los que siguen creyendo en los pajaritos preñados del
entendimiento, así parezcan un desiderátum de sana racionalidad, aunque sea a
costas de sus propias esperanzas y principios. Y los que echaron esas falsas
ilusiones por la borda. De lo cual lo más resaltante es que la inmensa mayoría de
la población venezolana acompaña a estos últimos, no a aquellos. Es la carne de
cañón del castrocomunismo imperante y urgida por el hambre y las penurias de
toda suerte está tan extraviada como quienes se niegan a comprender la inmensa,
la gigantesca gravedad de la crisis y la feroz trampa del tiempo, que corre a favor
de eternizar la satrapía hasta hacer desaparecer la República, expulsar a los
millones de venezolanos que se niegan a renunciar a su Patria yéndose a
sobrevivir en el extranjero o terminando por bajar la testuz y ungirse al yugo de la
tiranía.
Es la encrucijada en que nos encontramos: huir, esclavizarse, practicar la
concupiscencia con la dictadura o luchar con todos los medios contra la
tiranización de la que fuera la primera República libre e independiente de la
América del Sur. Si es que no lo hemos olvidado.
Es una encrucijada definitoria y de la que no hay escapatoria. He sostenido
con insistencia, ya desde antes pero sobre todo luego del 6D y la evidencia del
gravísimo error de haber creído en la salida electoral, sin el respaldo activo,
consciente y combativo del pueblo en rebeldía, como única y exclusiva vía de
resolución de la crisis dejando en manos de una unidad usurpada por las
direcciones de los partidos AD, PJ y UNT – Falcón cuenta como un puente entre el
chavismo, su querencia original, y esta MUD de componendas – , la dirección de la
lucha del pueblo democrático venezolano contra la dictadura, que sin pretender
modificar nada de lo que fue, es y será la MUD – un instrumento estrictamente
electoral – las fuerzas políticas claramente diferenciadas de dicha línea política
debían agruparse en un organismo alternativo que atendiera, más que a alianzas
coyunturales para enfrentar procesos electorales – que sí importan y serán
fundamentales en este futuro incierto abierto desde “ la muerte del revocatorio
(HRA)” – a la definición y conducción estratégicas del combate contra la dictadura
y por la construcción de la Venezuela del Siglo XXI. No una Venezuela en manos de
una Sexta República, vale decir: producto del entendimiento del PSUV y el
castrocomunismo amnistiado en espuria connivencia con AD, PJ y UNT, como
quisieran el G3 y las fuerzas internacionales que los asisten, sino una Venezuela
refundada sobre bases diametralmente diferentes a las hoy imperantes. Libre,
independiente y próspera.
Para hacerlo más claro: hablar a calzón quitao y, tal como terminan sus
ciclos de vida en conjunto las parejas civilizadas y conscientes, así podrían
ventilarse las profundas diferencias tácticas y estratégicas que dividen a los
miembros de ese matrimonio de conveniencias que es la MUD. No una separación
a trompadas sino un divorcio en los mejores términos. Cada uno por su lado. Que
cuando haya que acordarse, se acuerde. Que cuando se haya de disentir, se
disienta. Pero que ninguno entorpezca los fines del otro e impida que se obtenga,
finalmente, la felicidad de los hijos. Que es lo que cuenta: la salvación de la
República, el bienestar de Venezuela. Poco importa la lucha a mordiscos de
quienes resumen su amor por Venezuela en el lúbrico deseo ya irrefrenable de ser
presidentes de la república.

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