Palabras Proféticas Salas Römer 1998 - YouTube
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Semanario ABC, Valencia Noviembre 11, 2016
Henrique Salas Römer ( Puerto Cabello, 17 de abril de 1939)
Cuba ha venido moviendo sus piezas diplomáticas para impedir que la OEA, organismo al que no pertenece, aplique a Venezuela la Carta Democrática Interamericana. Para lograrlo, acudió a la mediación de Ernesto Samper (UNASUR), conjuntamente con la de otros tres expresidentes que le son confiables.
Las acciones de Cuba son legítimas en cuanto responden a sus intereses nacionales. Perder a Venezuela significaría perder asistencia financiera, también perder el ancho territorio venezolano que sirve de zona de alivio para las FARC y, en suma, perder poder.
Lo que sorprende es su ingeniosa habilidad.
En medio de una difícil transición política, y en condiciones de creciente precariedad económica, el régimen cubano ha logrado imponer su agenda geopolítica a EEUU. Y, por carambola, a El Vaticano también.
No, no exagero.
De lo contrario ¿cómo comprender el encuentro de Cartagena, celebrado aun antes de que el pueblo colombiano se pronunciara, algo artificioso, diseñado para avalar el Pacto de La Habana, un arreglo concebido para poner a salvo un cartel guerrillero militarmente derrotado? Y ahora, ¿cómo comprender la torpe intromisión en Venezuela, cuando las fuerzas de Oposición, actuando desde la Asamblea Nacional, y en defensa de un pueblo depauperado, habían sentado -tras la ruptura del hilo constitucional- las bases para la aplicación de la Carta Democrática?
¿Qué puede ganar EEUU a cambio? A mi juicio, tranquilidad. Washington rehúye los conflictos hemisféricos porque se siente atado de manos para resolverlos. La historia al menos parece sugerirlo.
En 1998, faltando treinta días para la elección presidencial, cuando estuvo en serio peligro el triunfo de Hugo Chávez, poderosos intereses se movieron para convencer al entonces embajador de EEUU, John Maisto de que la derrota del Comandante generaría en Venezuela un frente guerrillero paralelo a las FARC. Convencido Washington, que hasta entonces albergaba fundadas reservas respecto a Chávez por su pasado golpista, se alinearon los cañones (mediáticos y financieros) que serían decisivos para sofocar la amenaza y convertir a Hugo Chávez en presidente.
Hoy, la historia se repite. Todo parece indicar que la diplomacia cubana ha logrado despertar en Washington temor en dos sentidos:
Temor a que, de cesar la ayuda que Venezuela les proporciona, su economía colapsaría, desatando un éxodo incontenible de cubanos hacia Florida.
Y – con la ayuda de Santos- temor a que, de no intervenir EEUU (lo que habría sido políticamente inviable sin el acompañamiento de El Vaticano), la MUD “sería rebasada por un movimiento nacionalista”, estallaría una guerra civil (¿Será el mismo baño de sangre al que aludió Monseñor Claudio María Celli?), y se complicaría la realidad socio-política de una Colombia ya dividida tras el triunfo del NO.
Lograr que EEUU y el Santo Padre asumieran su causa como propia no fue una hazaña menor.
Mucho más cuando los países fundadores de Mercosur se había fijado la meta de excluir a Venezuela en diciembre, y en vísperas a celebrarse la XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, donde Perú, en respaldo a la iniciativa del Secretario General de la OEA, pediría la aplicación inmediata de la Carta Democrática Interamericana.
¿Casualidades?
Hay que quitarse el sombrero ante el régimen cubano. ¡Chapeaux!
Hablar de paz para ganar la guerra
PACTISMO VS. CASTRISMO
Semanario ABC Valencia, Noviembre 11, 2016
Especializada en «etnopsicoanálisis», investigadora de L'École des hautes études en sciences sociales, de París(EHESS). Ensayista y autora de gran cantidad de libros, entre los que destacan: Rigoberta Menchú: así despertó mi consciencia (1982, Premio Casa de las Américas 1983), y Memorias de un soldado cubano (1997).
“Ganar tiempo hasta cansar a los adversarios, es una de las modalidades señeras del sistema forjado por Fidel Castro”
El Pactismo
El pactismo es un sistema político que nos viene de los reinos medievales de España que designaba el pacto entre el rey y el reino y que limitaba tácitamente el poder regio. En los reinos de América –(y no colonias, pues la Corona, como todo imperio que se respete, integraba a su sistema político las regiones que conquistaba, sumándolas a su expansión territorial)- tuvo su aplicación bajo la forma de ayuntamientos que gozaban de cierta autonomía ante el poder central. El pactismo duró en España hasta la llegada del siglo XVIII, años del absolutismo centralizador borbónico que anuló esos espacios de libertad, cuya consecuencia en los reinos de América fue preparar el desenlace de la Independencia.
La tradición del pactismo español cobró un papel protagónico con El Pacto de la Moncloa, que inauguró la democracia española tras la muerte de Franco, pacto que algunos analistas venezolanos pretenden haber sido inspirado en el Pacto de Punto Fijo: una demostración más de la ignorancia histórica.
Tras la Independencia, en los antiguos reinos de España, pervivió la tradición del pactismo. Las sociedades surgieron tras la ruptura de las normas sociales y políticas que las habían regido, y lejos de instaurar la paz y la concordia, crearon una situación de guerra civil, abierta o latente, que en Venezuela tomó la forma de caudillismo local, -civiles que se autonombraban generales-. Modalidad a la que le puso término Juan Vicente Gómez con la creación del ejército profesional. De allí que cuando se habla del “glorioso ejército” creado por “el padre de la Patria” se incurre en un error histórico.
Las élites, deseosas de neutralizar la falta de cohesión de esas sociedades fragmentadas, (pardocracias propicias al desorden como lo expresara el propio Bolívar, que por esa misma razón no se le puede considerar “padre de la Patria”, a menos que se considere que los pardos no pertenecen a la patria) acudieron al pactismo, herencia del antiguo poder hegemónico imperial.
El pactismo entre élites permitía a las mismas establecer el orden dentro de la estructura social que se iba creando y, al mismo tiempo, dirimir las rivalidades de poder que surgían entre esas mismas élites: es decir, la forma de repartirse el poder, alejando el fantasma de la guerra civil. Hasta las dictaduras más férreas practicaron el pactismo. En Venezuela, el summum de la tradición pactista fue el Pacto de Punto Fijo.
Cuando aparece el teniente-coronel Hugo Chávez en el horizonte electoral venezolano, las élites olvidan el origen golpista del personaje, y ponen a funcionar la maquinaria pactista.
Fue así como los miembros de la élite -industriales, medios de comunicación, fortunas personales- se pusieron a la orden del outsider recién llegado al panorama político bajo la creencia que con Chávez se corregirían los desarreglos institucionales y se volvería a un regreso al orden democrático, impartiéndole la coherencia perdida. Si hubiesen tenido la curiosidad de escuchar el discurso del teniente-coronel pronunciado en La Habana en 1994 y la respuesta de Fidel Castro, hubiesen podido prever que con Chávez llegaba a su fin el pactismo y se instauraba una dinámica que debía desembocar en un régimen según el modelo cubano. Una mezcla de imaginario fascista, acompañado de los mecanismos técnicos de control de poder originados en la URSS tras la instauración del comunismo.
Una de las características mayores del castrismo, es haberle puesto punto final al pactismo y haber instaurado un imaginario político, basado en el enfrentamiento permanente destinado a eliminar las corrientes de la sociedad, reacias al proyecto vitalicio antidemocrático de poder inherente a su proyecto. Y como buen alumno formado por los jesuitas y además, abogado, Fidel Castro percibió que para la instauración de un poder vitalicio -figura indispensable para la instauración de su modelo de régimen- era también indispensable la creación de una nueva legislación gracias a la cual se sustentaría el nuevo entramado institucional. Para ello, el primer paso suponía la destrucción sumar la historia de Venezuela al relato inventado por Castro de la historia cubana.
Hacer tabla rasa del pasado significaba instaurar la radicalización ideológica, mantener la movilización permanente de la población, doblegada a sus designios, enmarcándola en organismos de masa, creación de un partido único, propiciar la penuria y el racionamiento, sutil y perverso mecanismo para mantener a la población doblegada al funcionamiento del estómago, (de allí el negarse a recibir ayuda humanitaria), el culto al líder carismático, la encarnación del “padre de la Patria”.
El problema para la imposición del relato cubano en Venezuela, es que los cuarenta años surgidos del Pacto de Punto Fijo, han calado más hondo de lo imaginado en la mente de los venezolanos.
No en balde, el chavismo se ha dedicado a denigrar ese capítulo crucial de la historia del país, que el recordado Manuel Caballero define como un modelo general que el país adoptó, que se puede llamar “proyecto nacional democrático”, es decir, el proyecto que se propusieron el país y sus dirigentes. Manuel Caballero en su obra, La Gestación de Hugo Chávez. 40 años de luces y sombras en la democracia venezolana (2000), analiza “la historia de la aplicación de un proyecto social, nacional, su culminación y, a partir de cierto momento, la incomprensión de su caducidad”: incomprensión no sólo atribuible a sus “dirigentes, sino también a la mentalidad y al conjunto de la sociedad”.
Es sobre ese terreno, previamente abonado, que se explica la “recaída en tentaciones autoritarias”. El castrismo se instaura como imaginario político en la mente de los grupos de venezolanos que tras la derrota de las guerrillas, continuaron frecuentando los predios habaneros.
El Partido Comunista Venezolano, ha enviado durante años, grupos de niños a los campamentos pioneros de Varadero en los que recibían formación ideológica y entrenamiento militar. De allí surgen “los colectivos” o grupos de choque inspirados de las “Brigadas de respuesta rápida” -y no de los Tontons Macoutes como lo escribiera recientemente un analista venezolano- cuya misión es evitar el recurso de las fuerzas de orden oficiales en la represión y dejar al pueblo la “defensa de la revolución”.
La tradición del pactismo no tiene cabida en el pensamiento de quienes han sido formados en la ideología del castrismo, de allí que un diálogo, -modalidad que condiciona el pactismo- con el gobierno de Maduro no pueda dar resultados.
El pacto significa negociar: negociar significa que las partes que integran el diálogo acuerden dar o renunciar en igualdad de condiciones. Aceptar ese condicionante, significaría renunciar al esquema castrista de su rechazo al pacto, poco probable que suceda. Las últimas declaraciones de Nicolás Maduro, verdadera declaración de guerra, lo demuestra.
Ganar tiempo hasta cansar a los adversarios, es una de las modalidades señeras del sistema forjado por Fidel Castro.
Ganando tiempo, el régimen de La Habana, pronto alcanzará 60 años de vida. Los presos siempre han sido rehenes que el régimen utiliza para que los “mediadores” internacionales a los que siempre recurre, no se vayan con las manos vacías. Jimmy Carter, entonces presidente de EE.UU y simpatizante de Castro, fue retribuido con la liberación de varias decenas de prisioneros políticos cubanos. Una medida destinada a la opinión política internacional para que Carter no perdiera credibilidad.
Rodríguez Zapatero y el resto de mediadores, no regresarán con las manos vacías, llevarán como recompensa unos cuantos presos. La liberación de Leopoldo López no tendrá lugar hasta que no se llegue a una situación límite, como la que parece estar planteándose con la falta de noticias sobre su suerte. Centrar la opinión pública en la situación de López, hará olvidar el referendo y el resto de exigencias planteadas por la MUD.
El diario español El País en su editorial del 3 de noviembre, señala la pertinencia que “Existe el riesgo de que el chavismo utilice estas conversaciones como una táctica dilatoria que le permita ganar tiempo en el poder a pesar de la erosión irrecuperable de popularidad que sufre. Además, conviene tener muy claro que los presos políticos no son cartas intercambiables en una negociación”.
No opino sobre si la MUD tiene o no razón de posponer la marcha hacia Miraflores y la convocación de Nicolás Maduro de acudir a la AN, pero sí llama la atención que declare que tomó esa decisión a pedido de los representantes del Vaticano y de la Iglesia, dando la impresión de su incapacidad de tomar una decisión política que surja de su propio seno y propiciando la duda sobre su capacidad de conducción de una situación tan grave como la que vive hoy Venezuela.
El Papa pide perdón a los pobres por los cristianos que miran hacia otro lado
En la audiencia con las personas en situación precaria, Francisco pide que sueñen que un día el mundo puede cambiar
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “Pasión y ensueño”. Es la invitación del papa Francisco a los participantes de la audiencia de las personas con condiciones precarias, durante el fin de semana del Jubileo de los excluidos. Así, el Santo Padre les ha hablado de la pasión que a veces nos hace sufrir, nos pone trabas, internas, externas, la pasión de la enfermedad, pero también del apasionarse con salir adelante, la buena pasión que lleva a soñar.
Además, ha asegurado que para él una persona es pobre cuando pierde “la capacidad de soñar, de llevar una pasión adelante”. Por ello, el Pontífice les ha pedido que no dejen de soñar, “sueñen que un día el mundo puede cambiar”.
En esta misma línea, ha subrayado que “la pobreza está en el corazón del Evangelio”. Solo aquel que siente que le falta algo –ha indicado– mira arriba y sueña. “El que tiene todo no puede soñar”.
El Santo Padre ha pedido a los presentes que enseñen “a todos los que tenemos techo, que no nos falta la comida o la medicina”. Enséñenos –ha exhortado– a no estar satisfechos.
Otro concepto al que el Pontífice ha hecho referencia en su discurso es la dignidad, es decir, “encontrar la vida bella en las peores situaciones”. La capacidad de encontrar belleza aun en las cosas más tristes, y más sufridas, –ha reconocido– solamente puede hacerlo un hombre o una mujer con dignidad. “Pobre sí, arrastrado no. Eso es dignidad”, ha asegurado el Papa.
Esta es “la misma dignidad que tuvo Jesús que nació pobre, vivió pobre”. “Pobre sí, dominado no, explotado no”. Este sentimiento de ver que la vida es bella, “esta dignidad los ha salvado de ser esclavos”, ha observado. “Pobres sí, esclavos no”. Por otro lado ha profundizado sobre el sentido de la solidaridad. “Saber ayudarse, dar la mano a quien está sufriendo más que yo”. La capacidad de ser solidario –ha observado– es uno de los frutos que nos da la pobreza.
“Cuando hay mucha riqueza uno se olvida de ser solidario porque está acostumbrado a que no le falte nada”, ha advertido. Mientras que “la pobreza vuelve solidario y se extiende la mano a quien está pasando una situación más difícil”. De este modo, el Santo Padre ha dado las gracias a los presentes por este ejemplo que dan y les ha pedido que enseñen esta solidaridad al mundo.
Por otro lado, el Pontífice ha hablado de la paz: “la paz que para nosotros los cristianos empezó en un establo, en una familia marginada”. Así, Francisco ha asegurado a los presentes que son “artífices de paz”. Al respecto ha observado que “las guerras se hacen entre ricos para tener más”. Por eso ha advertido que “es muy triste cuando la guerra llega a hacerse entre los pobres”. Los pobres, desde su misma pobreza, son más proclives a ser artesanos de la paz. Y ha perseguido afirmando que “todas las religiones necesitan crecer en la paz porque todas las religiones son mensajeras de paz”.
En la última parte de su discurso, el Papa ha querido pedir perdón, por si alguna vez les ofendió con sus palabras o por no haber dicho las cosas que debía decir. También les ha pedido perdón en nombre de los cristianos que leen el Evangelio “no encontrando la pobreza en el centro”. Pido perdón–ha dicho el Papa– por los cristianos que delante de una persona pobre o situación pobre miramos a otro lado. Al mismo tiempo ha asegurado a los participantes del encuentro que el perdón de ellos “es agua bendita para nosotros”. Es, ha añadido, ayudarnos a volver a creer que en el corazón del Evangelio está la pobreza como gran mensaje.
Al finalizar el encuentro, el Santo Padre ha hecho esta oración. “Dios Padre de todos nosotros, de cada uno de tus hijos, te pido que nos des fortaleza, que nos des alegría, que nos enseñes a soñar para mirar adelante. Que nos enseñes a ser solidarios porque somos hermanos y que nos ayudes a defender nuestra dignidad. Tu eres el Padre de cada uno de nosotros. Bendícenos, amén”.
El secreto de Venezuela en su lucha contra la pobreza
Jueves, 5 de enero de 2012
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