Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 12 de noviembre de 2016

Si Venezuela es la Nueva Jerusalem segun teoria presentada al publico por el psicologo y astrologo Nestor Sanchez en su trilogia del mismo nombre de la que se ha publicado un solo volumen ¿que hay que hacer para neutralizar los niveles de conciencia que estan dandose en el pais, eje energetico, chakra corazon de America, sede de la nueva humanidad, señalado ya por el pase de la energia kundalini de los Himalayas a la cordillera andina? Enajenar a la poblacion a traves de la oferta de ganar dinero acreditandose en movimientos espirituales basados en libros manipulados por quien cree cada propuesta, a los que no acceden los venezolanos ni el mundo por ignorancia o descuido...ademas justificado por la carencia y hambre que se vive en el pais (Parte IV)

La Historia Oculta de Venezuela - YouTube

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26 ago. 2016 - Subido por Gerardo Amaro
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Un 8 de mayo de 1967: Machurucuto, la puerta a la tragedia
8 Mayo, 2015
Así un observador del amargo y desventurado país que hoy somos no lo crea, Venezuela fue un día feliz, sus habitantes eran orgullosos, sus políticos llamaban la atención por corajudos y sus militares eran honestos, valientes y patriotas. El odio y el resentimiento dormían la siesta. 
Nadie debía esforzarse por convencer a sus conciudadanos de presentarse a depositar su voto. En diciembre de 1963, cuando cinco años después de salir de la dictadura del general Pérez Jiménez con la insurgencia de un pueblo verdaderamente amante de la libertad se realizaron por segunda vez unas elecciones presidenciales – nunca amañadas, nunca falsificadas y nunca arrebatadas a un venezolano por un agente extranjero – la participación popular alcanzó el 93%. A pesar de que comunistas y miristas habían llamado a abstenerse y habían intentado boicotearlas con el respaldo en dinero y toneladas de armas de la tiranía cubana.
Ya por entonces el odio de las tiranías al profundo espíritu libertario de nuestro pueblo y su orgullosa élite política había intentado asesinar a nuestro presidente, Rómulo Betancourt, y alebrestar los cuarteles. Las calles de Carúpano, Barcelona y Puerto Cabello habían visto derramarse la sangre de nuestros soldados por la traición de quienes habían sido seducidos por el mensaje disociador del marxismo leninismo para terminar entregados en brazos del castrismo.
Tuvimos el raro privilegio de ser el único país latinoamericano odiado mortalmente por Fidel Castro desde el nacimiento mismo de su revolución. A pesar de la ayuda en dinero y en armas con que los demócratas venezolanos aportaran a la lucha de liberación de su pueblo contra la dictadura batistiana. Fuimos el único país invadido por soldados cubanos en odioso contubernio con ciudadanos venezolanos dispuestos a sacrificar nuestra soberanía para rendirse a la tiranía cubana. En nombre de una ficción sangrienta llamada revolución socialista.
Este ocho de mayo se cumplen 49 años de la invasión a nuestro país por un grupo de militares cubanos con guerrilleros venezolanos, entrenados personalmente, armados y financiados por Fidel Castro en territorio cubano con el fin de sumarse a un amplio movimiento insurreccional, ya reforzado por otro comando de militares cubanos – encabezados por el tristemente célebre general Arnaldo Ochoa Sánchez, años después proclamado héroe de Ogaden y fusilado un 18 de julio de 1989 por osar desconocer la autoridad de Fidel Castro – que invadieran nuestra Patria por las costas de Falcón un año antes, y asaltar el poder en un poderoso movimiento armado que pretendía repetir los hechos de la guerra cubana y el asalto al Poder que terminara en el triunfo de las tropas de Fidel Castro y el Che Guevara.
El fracaso de ambos desembarcos y la derrota en el terreno bélico y político fue tan determinante, que esos invasores debieron retirarse con la cola entre las piernas, enfermos, humillados y vencidos. Y sus aliados nativos dejar las armas sin gloria ni majestad. Héroes en su patria y en otros campos de batalla, esos comandantes cubanos fueron aplastados en nuestro suelo de manera inclemente por unas fuerzas armadas decididas a defender nuestra soberanía con el fervor de su espíritu y el valor de su sangre. Eran otros ejércitos. No permitieron que los invasores se destacaran en un solo hecho de guerra. No hicieron más que cometer crímenes y asesinatos a mansalva. Aumentando así el odio y el rencor de quien no perseguía otro propósito que apoderarse de nuestro petróleo y utilizar nuestro territorio como plataforma para sus delirios expansionistas y sus trasnochados sueños imperiales. Fidel Castro fue arrastrado por los suelos por Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, al frente de soldados, marinos y aviadores comprometidos en cuerpo y alma con la República, en todos los terrenos. Por ellos y para ellos, la Patria no se humillaría ante un invasor extranjero. Mucho menos si procedente de una república tiránica y empobrecida, consumida en el fuego devastador de la fiebre castrocomunista y los delirios megalómanos de su afiebrado conductor. Rómulo Betancourt derrotó a Fidel Castro en el terreno político, en el terreno militar y en el terreno diplomático. En impotente respuesta, el odio contra Venezuela adquiriría en él dimensiones homéricas.
Pero el mundo da muchas vueltas, algunas insólitas e incomprensibles. Sin disparar un solo tiro ni poner un solo soldado cubano en suelo venezolano, cuatro décadas después Fidel Castro vería satisfechas sus ansias de posesión y cumplidos sus deseos de humillar, devastar y saquear a nuestra Patria como si fuera territorio vencido. Y poner de rodillas a sus soldados, líderes y dirigentes, hombres y mujeres como si hubiera sido una tierra arrasada en el campo de batalla por un feroz ejército invasor. Como dice un guaguancó de Celeste Mendoza, “la historia se escribe de noche” y en Venezuela la traición anida en los serpentarios de los cuarteles.
Escribí según el relato de uno de esos guerrilleros derrotados en el campo de batalla – el comandante Héctor Pérez Marcano – los hechos de la segunda parte de esa invasión, la de Machurucuto – La invasión de Cuba a Venezuela[1] – dando suficientes elementos de juicio para intentar comprender los hechos y sus consecuencias, las causas, motivaciones y su desenlace. Al hacerlo, quise comprender las razones que habían llevado a un hombre vulgar, sin mayores atributos y sin valores excepcionales, cobarde, mediocre y sin genialidad estratégica alguna, así como, desde luego, sin los menores escrúpulos ni patriotismo de ninguna naturaleza a quebrarle el espinazo al Estado venezolano, a poner de rodillas a sus fuerzas armadas, a engañar y seducir a su pueblo a extremos verdaderamente insoportables, a castrar todo ímpetu liberador de su clase política y a rendirse en todos los planos con alma, corazón y vida al tirano cubano. Al extremo de que Venezuela dejó de ser la República que antaño fuera para convertirse en una vergonzosa satrapía, sin voluntad ni destino.
Desde luego, un accidente histórico tan monstruoso y de tamaña envergadura como la renuncia a su soberanía y la rendición y entrega de todas sus riquezas por una nación libertadora de cinco republicas, rebajada al servilismo y la obsecuencia, sucedido a vista y paciencia de todos los poderes fácticos venezolanos y latinoamericanos, en la apatía y el absoluto silencio de la comunidad democrática internacional, no tiene otra explicación que la insólita pérdida de identidad de un pueblo desorientado y a la deriva, la grave crisis de todo orden que sacude a Occidente, la pérdida de solidaridad ante el sufrimiento de un pueblo sometido a la humillación, la persecución y el escarnio y el descarado oportunismo que acosa a las principales potencias y a la comunidad histórica de América Latina. Asistir al hundimiento de la democracia venezolana, a la profunda corrupción de sus élites, al extravío moral de sus hombres y mujeres, a la incuria de sus autoridades y la perversión de sus ejércitos, aprovechando de paso para extraer beneficio de tan insólita tragedia, da cuenta de que la tragedia venezolana no sucede por azar ni será superada con un simple acto electoral.
Machurucuto, la ofensa a la dignidad nacional que hoy recordamos, abrió las venas de Venezuela a una catástrofe sin precedentes. Estamos muy lejos de haberlas cicatrizado. Dios nos ayude a lograrlo.
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[1] Antonio Sánchez García y Héctor Pérez Marcano,
 La invasión de Cuba a Venezuela, de Machurucuto a la revolución bolivariana. Los libros de El Nacional, Caracas, 2007.

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17 jul. 2016 - Subido por ADVENTURE JOAQUIN
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