Willy Chirino - Nuestro Día Ya Viene Llegando 1991. - YouTube
https://www.youtube.com/watch?v=j-NwTrYfzzA
5 jun. 2016 - Subido por Julio César
Ártist: Willy Chirino Álbum Title: Oxigeno Company: Sony Music/Columbia Genre: Latin Release Year: 1991.
https://www.youtube.com/watch?v=j-NwTrYfzzA
5 jun. 2016 - Subido por Julio César
Ártist: Willy Chirino Álbum Title: Oxigeno Company: Sony Music/Columbia Genre: Latin Release Year: 1991.Textos tomados del blog "Vision Contempaltiva del P. Beda Hornung OSB
sábado, 26 de noviembre de 2016
Fidel Castro y sus "jueces"
Estamos comenzando el Adviento, la preparación para celebrar la venida de nuestro Salvador al mundo - ¡por enésima vez en dos mil años! Pero parece que todavía nos cuesta enormemente vivir el mensaje de perdón e integración que Jesús - "Dios salva" - nos trajo.
Murió Fidel Castro. En un momento de estos hay valoraciones políticas e históricas del personaje. Esto es normal. También es normal que cada uno lo haga desde su punto de vista. Hay comentarios de admiración y otros de luto. Pero en las redes vi también muchas expresiones de desprecio, de condena, de desearle el peor de los infiernos. ¡Y eso de parte de gente que se considera cristiana!
Aquí no hago una valoración histórica - eso es tarea de otra gente. Tampoco me compete juzgar a la persona de Fidel Castro. El único juez, más allá y por encima de lo que digan los historiadores, es Cristo. Precisamente allí está el detalle: ¿quién ha nombrado a esta gente jueces de Fidel? ¡Nadie! Son jueces autodesignados, sin ninguna competencia. Son criaturas de Dios, igual que Fidel, y serán juzgados por el mismo juez: Dios. Y según los mismos criterios que ellos aplican. El evangelio es claro: No juzguen y no serán juzgados. Del mismo modo que ustedes juzguen se los juzgará. La medida que usen para medir la usarán con ustedes (Mateo 7,1-2).
Tengamos presente una distinción: Juzgamos los hechos, pero no a la persona. Dios detesta el pecado, pero no al pecador. Recordemos que Jesús no se alegró por la ruina de Jerusalén, sino que lloró sobre ella. Nadie sabe lo que pasa entre Dios y el hombre en este encuentro definitivo que es la muerte. Si alguien despotrica contra una persona desde la trinchera segura de su red social, en el fondo tiene la misma mentalidad que la persona a la que condena. Sólo que por alguna razón no puede hacer lo mismo. Pero si tuviera el poder y los medios, lo haría. Por eso, las revoluciones, en el fondo, no resuelven nada. Porque quieren mejorar las cosas con la misma mentalidad que las empeoró. La historia da muchas vueltas. En algunas áreas hay progreso. Pero en lo humano hay un empobrecimiento enorme.
El mensaje de Jesús, junto con su ejemplo, es la única manera de romper este círculo vicioso. Preparémonos en este adviento para recibir de nuevo a nuestro Salvador que trajo el perdón de nuestros pecados, y que con su humanidad nos enseña lo que significa realmente ser hombre.
domingo, 28 de noviembre de 2010
Adviento
Sin embargo, es precisamente el Adviento el que quiere dirigir nuestra mirada, y nuestro corazón, a la futura venida del Hijo del Hombre. Y las palabras que se repiten una y otra vez en las lecturas y en la liturgia son, “miren”, “estén alerta”, “despiértense”, y otras más. El evangelio de hoy (Mateo 24,37-44) nos habla de la vuelta del Hijo del Hombre, en el tiempo cuando menos se espera, como un ladrón en la noche. Y será percibido como una catástrofe, como cuando el diluvio. Nosotros sabemos lo que es un terremoto, un tsunami, un deslave en las zonas montañosas. Jesús no habla de castigo, simplemente de lo que será, pero que desmantela definitivamente nuestros apegos egoístas, para dejarnos con “lo único necesario”, Él mismo. Es un tiempo largo de espera.
Podemos compararlo con un embarazo. El “ya” y el “todavía no”; ya el niño vive porque ha sido concebido; pero todavía no se le ve. Sólo se siente que está en camino. La madre se prepara, cambia quizá su dieta, no toma más medicinas, para no hacer daño al niño. Se compra la ropita, la cuna, y muchas cosas más. Desde hace unos años para acá, en Venezuela se celebra un “baby shower” (¡qué palabra tan criolla!), para expresar la alegría por la venida del niño. Todo gira alrededor de su llegada. Ahora bien, algunos animales tienen un tiempo corto de preñez, unas semanas; en la especie humana, el embarazo es de nueve meses. Y ¿los elefantes? En África hay un dicho que reza que la elefanta está preñada 21 largos meses; pero, cuando pare, ¡es nada menos que un elefante! Cuanto más grande es lo que esperamos, tanto más larga la espera. El “embarazo” del Adviento ya dura dos mil años. ¡Qué maravilla nos estará esperando!
El que vendrá es el Hijo del Hombre, una imagen tomada de una visión del profeta Daniel (Daniel 7,13-14). Según el contexto, los monstruos que salen del abismo, reflejan nuestra naturaleza caída, el inconsciente regido por el pecado. El Hijo del Hombre viene entre las nubes del cielo, es un don de Dios, y tiene acceso de confianza a Dios.
En medio de nuestra vida llena de egoísmo se anuncia la llegada del que es plenamente humano del que tiene acceso a Dios. Por eso Jesús nos advierte que no nos dejemos llevar por nuestros instintos, que no vivamos al día, con la mente embotada, porque lo que viene es el Reinado de Dios: amor, perdón, paz, unión, sin exclusiones de nadie. El tiempo de Adviento nos invita a sintonizar con esta realidad, a comenzar a vivirla, es el tiempo de una alegre esperanza. Entonces, como dice Lucas en su Evangelio (Lucas 21,28): “cuando vean esto, levanten la cabeza porque se acerca su liberación”. Porque, ¡por fin!, seremos plenamente humanos.
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