domingo, 16 de octubre de 2016
Libres de Temor
Tomado del blog "Vision Contemplativa del P.
Beda Hornung osb.
Hace poco alguien me envió el libro digital de David Placer,Los Brujos de Chávez. Es una investigación periodísticaque muestra no sólo el lado más oscuro del difunto presidente de Venezuela, sino implícitamente también el denuestro pueblo en general. Basado en entrevistas con testigos presenciales, el autordescribe con lujo de detallesel recurso de Chávez a toda clase de brujería, santería y otros ritos, para conseguir el poder y mantenerse en él.Chávez murió, pero el hechizo sigue. El libro termina informando que Chávez, recién graduado de la academia militar, enterró su sable siguiendo un rito esotérico, con la finalidad de conseguir todo el poder. Era el momento en el que Hugo Chávez estabasembrando su lucha. Los espíritus y las cortes espirituales más activas del país velarían porque aquella espada venciera a los enemigos, sometiera a los adversarios y permitiera el triunfo de aquel soldado de la patria, hijo de Guaicaipuro y de Bolívar, deMaisanta y de Zamora, del Negro Primero y de Simón Rodríguez.
Desde entonces, el camino se había allanado para Hugo Chávez... Algunos están convencidos de que la salida del chavismo no pasará por la agitación callejera ni por un proceso electoral. El fin del régimen que ha acumulado el mayor poder en toda la historia democrática venezolana sólo se consumará con la destrucción de ese conjuro. Y no hay duda de que un simple cambio de gobierno no resolverá el problema de fondo que tiene a nuestro país sumido en la miseria. Hay que destruir este conjuro. Pero, la cuestión es, ¿cómo se lo destruye? Los pocosentrevistados que conocen este hecho dicen que, para que Chávez descanse, para que el país vuelva a ser el de antes, hay que desenterrar esa espada (Pg. 208). Pero, esto tampocopuede ser la solución porque desenterrando este sable sólo se desplazaría el problema: destruyendo las consecuencias de un rito maligno con otro igual; expulsando al diablo con Belzebú.
Antes de responder desde el evangelio, quisiera mencionar otra situación, semejante, pero más grave todavía: En Haití, donde prolifera el culto vudú, se suceden periódicamente las desgracias: huracanes y terremotos fuertes. Algunos lo ven como consecuencia de la consagración del país al demonio, hecha el 20 de agosto de 1791 por 200 años, ofreciéndole adoración; a cambio pedían la liberación de los lazos opresores de sus amos los blancos franceses. Esta consagración fue renovada el 1er de enero de 2005 por otros 200 años. Es, hasta donde yo sepa, el único país del mundo que está consagrado expresamente al demonio. Y noten bien: no digo "castigo", sino "consecuencia". Dios no castiga. Además, al lado está la República Dominicana que es un país mucho más próspero. Parece que tiene que ver más bien con los hombres.
Volvamos a Venezuela: Por la solicitud del arzobispo de Caracas, nuestro país fue consagrado a perpetuidad al Santísimo Sacramento el 2 de julio de 1899. Hasta ahora, somos el único país del mundo con esta consagración. No tenemos huracanes ni volcanes ni tsunamis; los terremotos no son tan devastadores como en otros países. La naturaleza nos ha dado inmensas riquezas. Sin embargo, ¡también estamos mal! Una situación que se está volviendo intolerable - ¡por obra del hombre! Y, de qué sirve entonces la consagración?
En el artículo sobre Haití hay una frase que nos puede dar una pista para responder a esta pregunta: era esta una ceremonia “de pacto” con el Demonio, donde en nombre de todo el pueblo haitiano, (el poderoso sacerdote vudú) consagraba su país Haití y sus moradores al Diablo (negritas mías). Allí está el detalle: Nadie puede decir o hacer algo en mi nombre si yo no lo autorizo expresamente o, después del hecho, le doy expresamente mi consentimiento. Esto no aplica solamente a la consagración al demonio, sino también a la consagración al Santísimo Sacramento. Dicen que el que calla, otorga. Sin embargo, esto no se puede aplicar a la consagración al Santísimo Sacramento, porque la adhesión a Dios siempre es una decisión consciente, no sólo un consentimiento bajo presión o por inercia. No podemos identificarnos simplemente con una multitud. La iglesia no es una masa, sino una comunidad que se funda sobre Cristo y la fe de CADA UNO en Él.
Esto significa que cada uno está invitado a tomar consciencia de la situación y de tomar la decisión de hacer suya de consagración al Santísimo Sacramento. Eso implica la renuncia a cualquier otro recurso, como la brujería, santería, palería, etc. Porque Dios es celoso. Mientras no pongamosTODA nuestra confianza en Él, sino dejando otras puertas abiertas - "por si acaso" -, no gozaremos de su protección.
Por supuesto, todas estas prácticas malignas tienen como fundamento el miedo. Dice el artículo sobre Haití: Es muy difícil salir de esta religión, así cuando un miembro de la familia se arrepiente porque llega a conocer el mensaje del evangelio, lafamilia llega a ser un blanco perfecto como víctima de Satanás: enfermedades, ruina, muerte inexplicable de algún miembro, ropa destrozada antes de ir a la iglesia, accidentes, etc. Esta táctica del terror y del miedo que el demonio utiliza surte sus efectos, la persona cede y vuelve atrás ante el temor de sufrir más maldiciones.
Ante esta situación hubo intentos, humanamente comprensibles, para erradicar esta religión: De 1915 hasta 1935 los Estados Unidos ocupaban la isla. Después de la retirada de las tropas estadounidenses en 1935, el gobierno haitiano luchó paraerradicar estas prácticas, imponiendo penas de prisión y multas dinerarias, pero todo ello consecuencia de la poderosa influencia que tenía EEUU en los años de intervención de sus marines. El mal reprimido volvió con más fuerza.
La represión no es el camino.
La única salida es nuestra fe inquebrantable en Jesucristo. Es el diablo quien nos infunde miedo porque esto le facilita "pescar en río revuelto". Cuando Dios se manifiesta al hombre, siempre dice "no temas". Dios da paz y tranquilidad; inspira confianza. Por eso, el que te inspira miedo, el que te engaña y manipula, nunca viene en nombre de Dios, ni quiere tu bien.
Por supuesto, el mal puede hacernos daño. Pero como dice el Señor, no teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Yo les indicaré a quién deben temer: teman al que después de matar tiene poder para arrojar al infierno (Lucas 12,4-5). La carta a los Hebreos habla de los que, por miedo a la muerte, pasan toda la vida como esclavos (Hebreos 2,15).
Se sabe que no es tan fácil salir de estas costumbres. La gente que sale se ve muchas veces acosada por temores, la sensación de una presencia maligna y siniestra, o por el susto que causan otros fenómenos. Es importante el acompañamiento de un hermano en la fe o un sacerdote que fortalezca a la persona convertida en su fe, y ore por ella y con ella. En casos extremos habrá que recurrir a un exorcismo; pero no conviene precipitarse a ello. Y es muy importante recordar una cosa: ¡con el demonio no se habla! Éste fue el error de Eva. Él no se merece que un hijo de Dios, que somos nosotros, le dirija la palabra. Se le aplica le "ley del hielo". Nosotros hablamos con Dios; Él sabrá cómo encargarse de esta presencia nefasta de una manera muy efectiva.
Además: recordemos que en lo más profundo de nuestro ser Dios está presente - ¡desde nuestra concepción! Y que nunca se fue; somos nosotros los que nos hemos alejado. Pero el hecho de la presencia de Dios en nosotros nos invita al regreso y lo facilita. Él siempre está allí con los brazos abiertos. Somos suyos. Y Él no permitirá que le arrebaten lo suyo.
Tengamos presentes lo que dice San Pablo a los Efesios:Fortalézcanse con el Señor y con su fuerza poderosa. Vístanse la armadura de Dios para poder resistir los engaños del Diablo. Porque no estamos luchando contra seres de carne y hueso, sino contra las autoridades, contra las potestades, contra los soberanos de estas tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal. Por tanto, tomen las armas de Dios para poder resistir el día funesto y permanecer firmes a pesar de todo. Cíñanse con el cinturón de la verdad, vistan la coraza de la justicia, calcen las sandalias del celo para propagar la Buena Noticia de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, en el que se apagarán los dardos incendiarios del maligno. Pónganse el casco de la salvación, y empuñen la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios (Efesios 6,10-17).
Abajo encuentran una imagen que resume lo que digo: Dios nos ama y nos bendice. El adversario (Satanás) nos quiere maldecir. Pero yo tengo la libertad de decidir a quien le creo. El que cree en él (el Hijo de Dios) no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, por no creer en el Hijo único de Dios (Juan 3,8). Cada uno está invitado a asumir su responsabilidad, para decidir si quiere hacer caso a los hechizos, o a la Palabra salvadora de nuestro Señor. La decisión es EXCLUSIVAMENTE tuya.
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