Gustavo Gutiérrez Merino | |
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Gustavo Gutiérrez Merino en 2007
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Nacimiento | 8 de junio de 1928 (85 años) Lima |
Ocupación | Sacerdote y teólogo |
Gustavo Gutiérrez Merino (*Lima, 8 de junio de 1928) es un filósofo y teólogoperuano, ordenado sacerdote en 1959 y dominico desde 1998, creador e iniciador de la Teología de la Liberación. Es fundador del Instituto Bartolomé de las Casas deLima. En sus libros critica duramente el marco político que ha perpetuado la pobreza en América Latina.
Fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el año 2003, en palabras del jurado, «por su coincidente preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje».
La Universidad Yale, en junio de 2009, otorgó un Doctorado honoris causa en Teología, por su trabajo social en los barrios de Lima y su estudio avanzado de la medicina y la teología.Afligido con osteomielitis durante su adolescencia, tenía que guardar cama con frecuencia y luego, de los doce a los dieciocho años, quedó restringido a una silla de ruedas.
Una vez restablecido, realizó estudios de medicina y letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú) mientras militaba en la Acción Católica, donde desarrollaba sus primeros esbozos de reflexión teológica. Fue en esta época cuando sintió la necesidad de profundizar en sus estudios teológicos. Su relación con la realidad de su país se convirtió en un compromiso que le obligó a profundizar en su conocimiento de Dios:
Compartí con otros amigos la inquietud de conocer más y mejor la doctrina cristiana. Era lo que llamábamos el aspecto de estudio o formación que veíamos como condición necesaria para la acción según el famoso principio... 'Nadie da lo que no tiene'.
Realizó sus estudios teológicos en varias universidades de Europa, en la Facultad teológica de Lovaina, Bélgica y en la Facultad Teológica de Lyon, en Francia, teniendo como profesores a Henri de Lubac, Yves Congar, Marie Dominique Chenu, Christian Ducoq y varios de los que integraban en ese entonces la Ecole de "le Souchoir". En contacto con la teología moderna europea le permitió tomar contacto con los teólogos del Concilio, además de los mencionados, Edward Schillebeeckx, Karl Rahner, y Hans Küng y Johann Baptist Metz. En contacto y diálogo con el mundo de la teología protestante conoció el profundo trabajo de Karl Barth y mantuvo interés por teólogos como Jürgen Moltmann, Karl Barth, Dietrich Bonhoeffer y de científicos sociales como François Perroux y su idea del desarrollo, y sin duda el P. Lebret. En 1959 fue ordenado sacerdote.
PENSAMIENTO
En primer lugar, en el pensamiento de Gutiérrez se observará la realidad latinoamericana, fundamento y motor de la teología de la liberación, tal y como la entiende él. Sin lugar a dudas su vida marcó de forma definitiva su pensamiento teológico. El mundo que conoció en su juventud era un mundo de injusticia y opresión en contra de los menesterosos. Como él mismo dice:
Vengo de un continente en el cuál más del 60% de la población vive en situación de pobreza, y el 82% de esta se encuentra en pobreza extrema.
Teología de la liberación
La teología de la liberación surgió originalmente como la respuesta cristiana a la situación en la que vive gran parte de la población de América latina. Para Gutiérrez, el centro del problema en América Latina es el pecado manifestado en una estructura social injusta. El teólogo pone énfasis en la dignidad de los pobres al priorizar la gloria que Dios ha puesto en ellos.
En Teología de la liberación, perspectivas, Gutiérrez realiza un análisis de la percepción bíblica de pobreza. En esta obra, distingue dos estados de pobreza: como un «estado escandaloso» y como una «infancia espiritual». Gutiérrez observa que mientras el primero es aborrecido por Dios, el segundo es valorado. Por un lado:
La pobreza es para la Biblia un estado escandaloso que atenta contra la dignidad humana y, por consiguiente, contrario a la voluntad de Dios. Para poder llegar a esta conclusión Gutiérrez realiza un excelente análisis de la condena de la pobreza en el antiguo testamento, principalmente en los profetas, y en el nuevo testamento. Por otro lado, presenta la pobreza como una infancia espiritual, refiriéndose, por supuesto, a las bienaventuranzas de Mateo y Lucas. “Bienaventurados los pobres porque el reino de Dios ha comenzado."
Para Gutiérrez, estos dos estados de pobreza conviven en la fe de los creyentes de América latina. En América Latina se vive un binomio no compatible. Mientras un pueblo profesa una inmensa fe en el Dios de vida, muere presa del hambre, la desnutrición, o la injusticia de un sistema hostil. Por un lado hay hambre de Dios, por otro hambre de pan:
Yo deseo que el hambre de Dios permanezca; que el hambre de pan se haga resolver... hambre de Dios sí, hambre de pan no.
Opción por los pobres
En las obras de Gutiérrez, la pobreza juega un papel importantísimo por ser esta la causa del surgimiento de su teología. Gutiérrez critica en numerosas ocasiones la forma en que otras naciones conciben la situación del tercer mundo, específicamente de América Latina. Hablando del desarrollo de los países tercer mundistas, comenta:
Para algunos el término desarrollo sería, por decirlo así, negativo. Habría surgido como oposición al término subdesarrollo que expresaba la situación –y angustia– de los países pobres comparados con los países ricos.
Solamente por medio de la manifestación de una fe comprometida se puede llegar a manifestar los propósitos de Dios para el hombre, sin importar el color o la clase social bajo la que haya nacido. Precisamente por esto, la teología de la liberación pretende ser:
La expresión de la vivencia de la inteligencia de la fe cristiana de los pobres. La teología de la liberación insiste en priorizar el don de vida como manifestación suprema de Dios.
Para Gutiérrez el problema se incrementa cuando se nota que en el pobre hay una «ausencia del reconocimiento de su dignidad humana y de su condición de hijas e hijos de Dios, sea tanto por razones económicas, como raciales, de género, culturales, religiosas u otras». Este problema es mucho más antiguo que la teología de la liberación. Ya en la Iglesia primitiva Santiago advertía sobre el desprecio de la dignidad de los creyentes pobres. San Pablo también condena esta situación que se estaba gestando en el seno de la iglesia corinta. Gutiérrez, en este punto, exhorta a la comunidad cristiana a recordar las enseñanzas de los apóstoles.
Además, la pobreza para Gutiérrez es el resultado de estructuras injustas y pecaminosas, como él mismo argumenta:
La pobreza no es una fatalidad, es una condición; no es un infortunio, es una injusticia. Es resultado de estructuras sociales y de categorías mentales y culturales, está ligada al modo como se ha construido la sociedad, en sus diversas manifestaciones.
En primer lugar, Gutiérrez hace un llamado a entender la realidad del pobre. Ser pobre no es, simplemente carecer de los recursos económicos para el desarrollo. Por el contrario, Gutiérrez entiende la pobreza como «un modo de vivir, de pensar, de amar, de orar, de creer y esperar, de pasar el tiempo libre, de luchar por la vida». Por eso dice: «La pobreza no es una fatalidad, es una condición». Por otro lado, el dominico enfatiza que la pobreza es el resultado de la sociedad. Sin embargo, para muchos otros teólogos parece que reducir el problema de la pobreza a algo totalmente social es bastante simple. El origen de la pobreza es mucho más complejo. En América Latina se origina desde los tiempos de la conquista y a eso se agrega varios factores políticos, geográficos, y personales.
La proclamación del evangelio en medio de la situación injusta debe llevar a una praxis que se encuentre basada sobre principios obtenidos de la palabra de Dios. En el artículo Teología y pobreza, Gutiérrez recuerda que dicha opción debe conducir a tres acciones bien definidas. La opción preferencial por el pobre nos recuerda un eje fundamental de la vida cristiana que se despliega en tres niveles:
- El anuncio y testimonio del reinado de Dios, presente ya en la historia humana y llamado a transformarla.
- El de inteligencia de la fe, porque nos revela aspectos esenciales del Dios de nuestra fe y proporciona una perspectiva para el trabajo teológico.
- El caminar tras los pasos de Jesús, lo que conocemos como espiritualidad, en el nivel más profundo y sobre el que todo lo demás reposa.
El principal fundamento bíblico en pro de esta praxis se encuentra en la encarnación de Cristo. La encarnación kenótica de Cristo por el ejemplo del ministerio de la Iglesia. En primer lugar, para Gutiérrez el ministerio de Cristo entre los rechazados y despreciados de su tiempo es un claro ejemplo para la Iglesia contemporánea. En segundo lugar, «la encarnación es un acto de amor. Cristo se hace hombre, muere y resucita para liberarnos y hacer que gocemos libertad (Gal. 5,1). Morir y resucitar con Cristo es vencer a la muerte y entrar en una vida nueva. La cruz y la resurrección sellan nuestra libertad». La libertad de Cristo es vista por Gutiérrez como la dadora de libertad espiritual y económica.
Afiche icono de la época.
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