Apátridas, saboteadores y vendidos
Pdvsa habría perdido tres décadas y volveríamos a la época en que no contábamos con mercados propios
JOSÉ TORO HARDY | EL UNIVERSAL
martes 17 de septiembre de 2013 12:00 AM
Como venezolano me veo obligado a manifestar mi más profunda preocupación por el impacto que la reciente decisión del Ciadi tendrá sobre nuestra patria en el caso Conoco Phillips.
Regresemos varios años atrás para poder analizar la situación:
Hacia el año de 1990 se hacía evidente que Venezuela contaba con grandes reservas de gas natural no asociado en las costas de Paria y Araya y a la vez con una enorme riqueza, quizá la más grande que tenía el país, representado por la mayor acumulación de crudos conocida en el mundo: se trataba de la Faja del Orinoco.
Era evidente que había llegado el momento de aprovechar aquellas riquezas para superar las dificultades que el país confrontaba; sin embargo, deseosa de acogerse plenamente al orden constitucional, Pdvsa decide explorar a fondo los mecanismos legales a su disposición.
Para ello Lagoven, filial de Pdvsa, recurre a la Corte Suprema de Justicia en 1990 pidiéndole definir las vías para poder llevar adelante un proyecto para la explotación de gas natural que llevaría por nombre Cristóbal Colón.
En una enjundiosa ponencia del magistrado Román Duque Corredor y aprobada unánimemente el día 23 de abril de 1991, la Corte abre el camino que permitiría a Pdvsa llevar adelante la llamada Apertura Petrolera, de forma que se ajustase plenamente a las exigencias constitucionales y legales establecidas en Venezuela.
Varios mecanismos quedan así definidos: el de las Asociaciones Estratégicas (con el cual se suscribieron los contratos para la Faja del Orinoco -entre ellos Cerro Negro y Hamaca con Conoco Phillips- y el Cristóbal Colón), el de los Convenios Operativos para la explotación de campos marginales y el de los Convenios de Utilidades Compartidas.
Comienza así un intenso proceso de negociaciones que llevaría casi una década y que se conoció como la Apertura Petrolera en el cual, según fuese el caso, se llevaron previamente al Congreso Nacional las bases de negociación, se realizaron licitaciones, se sometieron los contratos mismos a la ratificación del Poder Legislativo; es decir, se cumplieron con todos los extremos legales).
Ocurrió sin embargo que un grupo de venezolanos encabezados por Luis Vallenilla y Alí Rodríguez Araque pidieron a la Corte Suprema de Justicia la nulidad de todos los contratos. Eso ocurrió durante el gobierno de Rafael Caldera.
Algunos años después, ya durante el gobierno de Hugo Chávez, la Corte Suprema de Justicia -en ponencia de la Dra. Cecilia Sosa quien era su presidenta- ratifica la legalidad de todos los contratos, si mal no recuerdo con el solo voto salvado de la suegra del actual presidente de Pdvsa.
Parecía pues que todos los extremos legales se habían cumplido. Sin embargo durante el gobierno de Chávez se modifica la Ley de Hidrocarburos y se le pide a las empresas que habían suscrito contratos con Pdvsa que acepten una modificación de sus contratos o bien que se retirasen del país. Muchas aceptaron pero otras, como es el caso de Exxon Mobil y Conoco Phillips, no lo hicieron.
En vista de que Pdvsa no se puso de acuerdo en cuanto a la indemnización que solicitaban, estas decidieron recurrir a un arbitraje ante el Ciadi del Banco Mundial.
En el caso del Conoco Phillips el tribunal de arbitraje acaba de decidir en contra de Pdvsa, aunque aún no se ha definido en monto de la indemnización.
Quizá lo que salve a Venezuela es la prudencia que tuvo la Pdvsa meritocrática al establecer en el contrato que a los efectos de cualquier divergencia futura, las indemnizaciones se establecerían en base a un precio de $28 por barril y no al precio actual superior a los $100/b.
Con profunda preocupación he visto declaraciones dadas a la prensa por Bernard Moomer alegando que Pdvsa ofreció sus refinerías en EEUU en pago por concepto de indemnización. Si ese fuese el caso, Pdvsa habría perdido más de tres décadas y volveríamos a la época en que no contábamos con mercados propios para nuestros crudos pesados.
Gracias a esas refinerías hemos sido capaces de llevar nuestro petróleo desde nuestros yacimientos hasta los tanques de los automóviles en EEUU utilizando todo el tiempo instalaciones venezolanas y agregando valor en cada uno de los eslabones de la cadena.
Si eso llegara a ocurrir, los venezolanos sabremos quiénes son los verdaderos apátridas, saboteadores y vendidos.
pepetoroh@gmail.com
@josetorohardy
Regresemos varios años atrás para poder analizar la situación:
Hacia el año de 1990 se hacía evidente que Venezuela contaba con grandes reservas de gas natural no asociado en las costas de Paria y Araya y a la vez con una enorme riqueza, quizá la más grande que tenía el país, representado por la mayor acumulación de crudos conocida en el mundo: se trataba de la Faja del Orinoco.
Era evidente que había llegado el momento de aprovechar aquellas riquezas para superar las dificultades que el país confrontaba; sin embargo, deseosa de acogerse plenamente al orden constitucional, Pdvsa decide explorar a fondo los mecanismos legales a su disposición.
Para ello Lagoven, filial de Pdvsa, recurre a la Corte Suprema de Justicia en 1990 pidiéndole definir las vías para poder llevar adelante un proyecto para la explotación de gas natural que llevaría por nombre Cristóbal Colón.
En una enjundiosa ponencia del magistrado Román Duque Corredor y aprobada unánimemente el día 23 de abril de 1991, la Corte abre el camino que permitiría a Pdvsa llevar adelante la llamada Apertura Petrolera, de forma que se ajustase plenamente a las exigencias constitucionales y legales establecidas en Venezuela.
Varios mecanismos quedan así definidos: el de las Asociaciones Estratégicas (con el cual se suscribieron los contratos para la Faja del Orinoco -entre ellos Cerro Negro y Hamaca con Conoco Phillips- y el Cristóbal Colón), el de los Convenios Operativos para la explotación de campos marginales y el de los Convenios de Utilidades Compartidas.
Comienza así un intenso proceso de negociaciones que llevaría casi una década y que se conoció como la Apertura Petrolera en el cual, según fuese el caso, se llevaron previamente al Congreso Nacional las bases de negociación, se realizaron licitaciones, se sometieron los contratos mismos a la ratificación del Poder Legislativo; es decir, se cumplieron con todos los extremos legales).
Ocurrió sin embargo que un grupo de venezolanos encabezados por Luis Vallenilla y Alí Rodríguez Araque pidieron a la Corte Suprema de Justicia la nulidad de todos los contratos. Eso ocurrió durante el gobierno de Rafael Caldera.
Algunos años después, ya durante el gobierno de Hugo Chávez, la Corte Suprema de Justicia -en ponencia de la Dra. Cecilia Sosa quien era su presidenta- ratifica la legalidad de todos los contratos, si mal no recuerdo con el solo voto salvado de la suegra del actual presidente de Pdvsa.
Parecía pues que todos los extremos legales se habían cumplido. Sin embargo durante el gobierno de Chávez se modifica la Ley de Hidrocarburos y se le pide a las empresas que habían suscrito contratos con Pdvsa que acepten una modificación de sus contratos o bien que se retirasen del país. Muchas aceptaron pero otras, como es el caso de Exxon Mobil y Conoco Phillips, no lo hicieron.
En vista de que Pdvsa no se puso de acuerdo en cuanto a la indemnización que solicitaban, estas decidieron recurrir a un arbitraje ante el Ciadi del Banco Mundial.
En el caso del Conoco Phillips el tribunal de arbitraje acaba de decidir en contra de Pdvsa, aunque aún no se ha definido en monto de la indemnización.
Quizá lo que salve a Venezuela es la prudencia que tuvo la Pdvsa meritocrática al establecer en el contrato que a los efectos de cualquier divergencia futura, las indemnizaciones se establecerían en base a un precio de $28 por barril y no al precio actual superior a los $100/b.
Con profunda preocupación he visto declaraciones dadas a la prensa por Bernard Moomer alegando que Pdvsa ofreció sus refinerías en EEUU en pago por concepto de indemnización. Si ese fuese el caso, Pdvsa habría perdido más de tres décadas y volveríamos a la época en que no contábamos con mercados propios para nuestros crudos pesados.
Gracias a esas refinerías hemos sido capaces de llevar nuestro petróleo desde nuestros yacimientos hasta los tanques de los automóviles en EEUU utilizando todo el tiempo instalaciones venezolanas y agregando valor en cada uno de los eslabones de la cadena.
Si eso llegara a ocurrir, los venezolanos sabremos quiénes son los verdaderos apátridas, saboteadores y vendidos.
pepetoroh@gmail.com
@josetorohardy
El amante de Hugo Chávez
(SUPUESTAMENTE)
El “Primer Damo” de Venezuela
En Venezuela podríamos pasar todo el día gritando, mentando madres, insultando a diestra y siniestra, lanzando platos y despedazando vidrios. Como dijo Cioran: estamos en la cima de la desesperación.
Si con Chávez vivimos entre sobresaltos y amargura, con Maduro Venezuela se ha convertido en un país despavoridamente absurdo, un cinematográfico caos.
El “Primer Damo” o “Doño” (lo digo por su relación con la “Primera Combatiente” y siguiendo el vocabulario del absurdo que se ha impuesto) ha resultado ser infinitamente más torpe de lo que jamás sospechamos. Un bullicioso bobalicón, el hazmerreír del siglo XXI.
Lo escribo con pena y, sin duda, mucha lástima por él y por el país. El desconcertado “Damo” está perdido, se hunde, y los venezolanos nos hundimos con él.
Nadie entiende el porqué Chávez le legó la responsabilidad de sucederlo en el poder y peor aún, el encargo de salvaguardar a la revolución; no hay lógica que lo explique.
Chávez fue de todo, mas no un pendejo. ¿Qué le pasó? ¿Qué secreta sensibilidad lo inspiró a declarar en su última alocución “desde mi alma, desde mi corazón, tan firme como la luna llena, lo más importante que tengo que decir es que Nicolás será mi sucesor”.
Una incógnita que sólo encuentra respuesta basado en indicios, rumores palaciegos y últimamente en un clamor popular: al “Comandante Supremo” lo inspiró su amor.
Del Magno Alejandro al Infinito Hugo
Nadie debe escandalizarse ante tal revelación. No tiene nada de malo ni es difamatoria. La historia está nutrida de amores de este tipo. Muchos de los más legendarios conquistadores o monarcas de la humanidad han tenido amantes del mismo sexo.
No somos homofóbicos, ¿o sí?
La lista es larga: Alejandro Magno; los emperadores romanos Nerón, Trajano, Adriano; Jacobo I de Inglaterra; hasta Adolfo Hitler según señala el historiador Lothar Machtan en su libro “El secreto Hitler”, a quien aparte de su amorío temprano con su inseparable amigo de la juventud, August Kubizek, se le conoce la devoción íntima que sostuvo con su chofer Julius Schreck.
Semejante a Chávez, que le cambió el nombre a Venezuela, que se adueño de Bolivia, Ecuador y Nicaragua sin disparar y que hasta le agregó una estrella a la bandera (como dedicación a su amado), todas esos monarcas marcaron su tiempo.
La falsa idea que asocia a un homosexual (o bisexual) con conductas histéricas o afeminadas ha sido superado por la historia, sobre todo cuando de política o militares se trata. El ser homosexual nada tiene que ver con debilidad. Los hay recios y guapetones, como Chávez.
¿Alguien podría señalar que el más insigne conquistador que ha tenido la humanidad, Alejandro Magno, o el indomable Hitler eran débiles? No. La historia los ha colocado entre los más temibles y varoniles líderes de todos los tiempos, no obstante, su inclinación sexual los haya llevado a experimentar, como sus admirados héroes griegos (Aquiles, entre otros), con personas de su mismo sexo.
¿Tiene ello algo de malo? No. ¿Tendría algo de malo que Hugo Chávez y Nicolás Maduro hayan sido amantes? Tampoco. Al menos, no a los efectos de este escrito.
La extraña historia de Nicolás Maduro
Nicolás Maduro es colombiano, no sólo por el hecho hipotético de haber nacido en Colombia (nadie sabe a ciencia cierta donde nació, probablemente ni él mismo), sino porque su madre, María de Jesús Moros, nació en Cúcuta, es colombiana, y según la Constitución del hermano país, quien nace de vientre colombiano es colombiano por nacimiento.
Tan inapelable hecho lo inhabilita parar ejercer la Presidencia de Venezuela por prohibición expresa de nuestra Constitución. Nadie con doble nacionalidad -que en todo caso es la situación de Maduro- puede ejercer como primer mandatario de nuestro país.
¿Desconocía esto Chávez o simplemente le importó -fiel a su corazón- un bledo lo que expresamente prohíbe nuestra Carta Magna? Estoy convencido de que Chávez lo sabía, pero su trágico amor, como todo amor secreto y novelesco, lo cegó.
Chávez vivió una historia casi de leyenda y como todo hombre legendario padeció su propia tragedia amorosa, que lo desplomó.
El tendón trágico de Chávez fue Nicolás Maduro, es la única explicación.
Poco o nada se sabe de Maduro. Lo comprobado es que fue chofer y guardaespaldas de Chávez una vez que éste fue irresponsable indultado por Caldera. Desde entonces y hasta el último aliento, compartieron viajes, habitación y, por qué no decirlo, intimidad. ¿Se lo imaginan?
Recordemos que Maduro ni fue parte del Ejercito Bolivariano Revolucionario 200 (EBR 200), ni juró frente al Samán de Güere, ni se batió a duelo para usurpar el poder el 4 de febrero de 1992. Su único mérito, insisto, es haber guardado la espalda de su “Supremo”.
(Por cierto, que se sepa la única pistola que sabe usar el “revolucionario” Nicolás Maduro es su secador de pelo.)
No es ficción, es Venezuela
Como señalé antes, a los efectos de este artículo poco importa el tipo de amor que existió entre Chávez y Maduro. Eso es un tema personalísimo que sólo les atañe a ellos.
A los efectos de este artículo lo que interesa -y aturde- es que una decisión de índole exclusivamente amorosa -en ningún caso política- haya hecho naufragar a un país y nos haya convertido en una plétora de absurdos y desatinos que no parecieran tener término.
Lo más terrible es que no se trata de una fábula griega o de una ficción truculenta de la literatura. Es Venezuela. No es Alejandro Magno y Hefestión, es Hugo Chávez y su guardaespaldas y chofer Nicolás.
Fidel Castro es un erudito del mal, conoce bien el eterno retorno de la historia y lo usó para sus oscuros fines. Posible celestino de este ensordecedor idilio revolucionario, está cobrando caro su alcahuetería. Mientras tanto Venezuela es una ruina y lo seguirá siendo mientras el amante de un dictador, por puro capricho, sin explicación racional posible, siga rigiendo nuestro destino.
De Maduro no podemos esperar nada, sólo improvisación y decadencia.
Entendamos cómo llegó al poder. Sus constantes alusiones sexuales, homosexuales, bisexuales son un espejo de su sífilis espiritual. En su lógica, multiplicar los penes entre los niños de las escuelas es lo que lo mantendrá en el poder. Así de jodidos estamos.
La polémica no debe surgir en torno al amorío entre Chávez y Maduro, sino en torno a cómo un amorío puede devastar a una nación.
Nicolás, el pobre Nicolás, no es el responsable del desastre venezolano. Lo fatídico es que él lo único que está intentando es completar el catastrófico legado de su amor…
@tovarr
noticierodigital.com
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