La foto
14 DE SEPTIEMBRE 2013 - El nacional
La imagen no es buena. Quizás fue tomada con un teléfono celular barato, de manera tal que cuando se amplía, es hasta cierto punto brumosa.
De izquierda a derecha, con los codos sobre la tumba, sentados: una mujer de cabello rojizo teñido, con lentes, íntima del difunto; ocupó varios cargos, y en todos solía contratar hermanos, primos y cuñados por pura precaución. A su lado, el marido. Camisa azul cobalto, reloj de firma, el brazo derecho se aferra al mausoleo mientras con la palma de la mano izquierda se aguanta la barbilla, en posición de fastidio, de quien pregunta: "¿Qué hago aquí?", con la mirada perdida, como quien anda cazando nubes, quizá porque sabe que ninguno de los funcionarios que le rodea le está parando ni medio de bolas.
De él siempre llamó la atención todo lo que no era. Ni políglota ni Presidente con todas las de la ley, ni si nació en el país que dijo gobernar o si aprendió algo de "alta política" durante su pasantía comoutility de aquel viejo zorrocón que ya no se retrató nunca más. Zorro político que levantó el dinero para la primera campaña del difunto, le armó el partido que luego se descuadernó y le hizo conocer las mieles del poder después de que lo mantuvo refugiado en su apartamento y lo cuidó y protegió como a un bebé. "Eres mi padre", llegó a decirle el difunto, pero después lo expulsó de su reino y lo sustituyó por un cubano asesino.
Sentado: quien fuera ministro de Interior encabezó la lucha contra la delincuencia, pero perdió todas las batallas.
Paltó azul, comiéndose las uñas, pone un diploma sobre la tumba de quien lo hizo General. Develó varios intentos de magnicidio, pero el último no caló por culpa de un video de jóvenes policías jugando a disparar, como si nadie les revisara el armamento: "Aquí `tamos puros malandritos. Sílbala mi compadre. ¡Dale pues! ¡Recoge los ganchos!". La escena se hizo viral en Youtube y no faltó quien, a modo de chiste, la comparara con cualquier reunión de gabinete: "¡Dale pues! ¿A quién acusamos hoy de fascista? ¡Grábalo ahí, edítalo y lanza la grabación en la Asamblea! Gatillo, ya `ta listo lo de Amuay. Decimos que fue sabotaje. ¡Recojan las conchas! ¡Escondan las pruebas!".
De pie: dos militares, muy calladitos, luciendo medallas, condecoraciones y buenos relojes. A su izquierda, sentadas: dos mujeres de estricto rojo, sin abandonar la cartera ni el gesto de preocupación.
Una de pelo negrísimo, raya al medio, se le recuerda porque no soportó la despedida televisada del difunto y se paró a llorar detrás de las cámaras. En la foto se la nota preocupada, como si se dispusiera a revolver sobre la tumba las fichas de un partido de dominó que está perdiendo. De espaldas a la cámara, de pie, el hombre que sabe demasiado. Altísimo, enfundado en un flux que le debe haber costado una fortuna.
La calva cada vez más prominente. Es el único que no toca la tumba ni se roza con los demás. Contrató a su suegra, dilapidó el presupuesto, compró toneladas de comida que se pudrió, hizo disminuir la producción, descuidó el mantenimiento de la industria y dedicó sus esfuerzos a espiar a sus empleados. Escondió la contabilidad en una caja negra, se dijo que lideraba la tendencia "¿Dónde están los reales?" y los lingotes de oro y las empresas que triangulaban sus ganancias en Cuba. Intocable.
Aquel, que se ve apenitas, fue el que compartió la comisión que le dieron los fabricantes de unas máquinas de votación.
El otro, que dejó al país sin luz más de una vez, es hermano de quien comenzó como teniente y terminó coleccionando caballos pura sangre. A su lado, el que adquirió canales de TV como si fueran caramelos.
Admiraron a los guerrilleros, pero hoy observan calladitos cómo uno de sus hijos amasa fortunas, tiene yates, aviones y toma champaña Crystal como agua, mientras los votantes hacen cola frente a los automercados y son marcados como los judíos de Hitler.
El sexto, segunda fila, montó la empresa constructora que acaparó los contratos de obras públicas mientras era ministro.
Aquel otro se puso de acuerdo con el ministro de esos asuntos y se hizo expropiar haciendas por el cuádruplo de su valor. La foto se ve cada vez peor. Esta gente se parece igualita a quienes sacaron del coroto.
De izquierda a derecha, con los codos sobre la tumba, sentados: una mujer de cabello rojizo teñido, con lentes, íntima del difunto; ocupó varios cargos, y en todos solía contratar hermanos, primos y cuñados por pura precaución. A su lado, el marido. Camisa azul cobalto, reloj de firma, el brazo derecho se aferra al mausoleo mientras con la palma de la mano izquierda se aguanta la barbilla, en posición de fastidio, de quien pregunta: "¿Qué hago aquí?", con la mirada perdida, como quien anda cazando nubes, quizá porque sabe que ninguno de los funcionarios que le rodea le está parando ni medio de bolas.
De él siempre llamó la atención todo lo que no era. Ni políglota ni Presidente con todas las de la ley, ni si nació en el país que dijo gobernar o si aprendió algo de "alta política" durante su pasantía comoutility de aquel viejo zorrocón que ya no se retrató nunca más. Zorro político que levantó el dinero para la primera campaña del difunto, le armó el partido que luego se descuadernó y le hizo conocer las mieles del poder después de que lo mantuvo refugiado en su apartamento y lo cuidó y protegió como a un bebé. "Eres mi padre", llegó a decirle el difunto, pero después lo expulsó de su reino y lo sustituyó por un cubano asesino.
Sentado: quien fuera ministro de Interior encabezó la lucha contra la delincuencia, pero perdió todas las batallas.
Paltó azul, comiéndose las uñas, pone un diploma sobre la tumba de quien lo hizo General. Develó varios intentos de magnicidio, pero el último no caló por culpa de un video de jóvenes policías jugando a disparar, como si nadie les revisara el armamento: "Aquí `tamos puros malandritos. Sílbala mi compadre. ¡Dale pues! ¡Recoge los ganchos!". La escena se hizo viral en Youtube y no faltó quien, a modo de chiste, la comparara con cualquier reunión de gabinete: "¡Dale pues! ¿A quién acusamos hoy de fascista? ¡Grábalo ahí, edítalo y lanza la grabación en la Asamblea! Gatillo, ya `ta listo lo de Amuay. Decimos que fue sabotaje. ¡Recojan las conchas! ¡Escondan las pruebas!".
De pie: dos militares, muy calladitos, luciendo medallas, condecoraciones y buenos relojes. A su izquierda, sentadas: dos mujeres de estricto rojo, sin abandonar la cartera ni el gesto de preocupación.
Una de pelo negrísimo, raya al medio, se le recuerda porque no soportó la despedida televisada del difunto y se paró a llorar detrás de las cámaras. En la foto se la nota preocupada, como si se dispusiera a revolver sobre la tumba las fichas de un partido de dominó que está perdiendo. De espaldas a la cámara, de pie, el hombre que sabe demasiado. Altísimo, enfundado en un flux que le debe haber costado una fortuna.
La calva cada vez más prominente. Es el único que no toca la tumba ni se roza con los demás. Contrató a su suegra, dilapidó el presupuesto, compró toneladas de comida que se pudrió, hizo disminuir la producción, descuidó el mantenimiento de la industria y dedicó sus esfuerzos a espiar a sus empleados. Escondió la contabilidad en una caja negra, se dijo que lideraba la tendencia "¿Dónde están los reales?" y los lingotes de oro y las empresas que triangulaban sus ganancias en Cuba. Intocable.
Aquel, que se ve apenitas, fue el que compartió la comisión que le dieron los fabricantes de unas máquinas de votación.
El otro, que dejó al país sin luz más de una vez, es hermano de quien comenzó como teniente y terminó coleccionando caballos pura sangre. A su lado, el que adquirió canales de TV como si fueran caramelos.
Admiraron a los guerrilleros, pero hoy observan calladitos cómo uno de sus hijos amasa fortunas, tiene yates, aviones y toma champaña Crystal como agua, mientras los votantes hacen cola frente a los automercados y son marcados como los judíos de Hitler.
El sexto, segunda fila, montó la empresa constructora que acaparó los contratos de obras públicas mientras era ministro.
Aquel otro se puso de acuerdo con el ministro de esos asuntos y se hizo expropiar haciendas por el cuádruplo de su valor. La foto se ve cada vez peor. Esta gente se parece igualita a quienes sacaron del coroto.
Sin ley ni razones
14 DE SEPTIEMBRE 2013 El Nacional
No es simple ingenuidad corrompida con ignorancia supina. El origen de sus limitaciones para resolver problemas es más complejo. Quizás tenga vínculos con campos de la psicología o de la psiquiatría, vedados al común y de muy alto riesgo como para atreverse a aventurar diagnósticos improvisados y tratamientos definitivos. Obvio, una presentación de unas cuantas láminas que se le envíe al cogollito del PSUV no sería suficiente para que comprendan que hay leyes que no pueden ser alteradas, modificadas, pervertidas ni reformadas con mayoría simple, que la violación de la ley de gravedad y la ley de la oferta y la demanda tiene consecuencias irreparables, a veces definitivas.
Ocupados en acumular capital y en aparentar que son la reencarnación de Robin Hood, no han tenido tiempo ni interés para recuperar las lecciones elementales que perdieron por estar tirando piedras encapuchados. Lo peor es que tampoco buscan ayuda de los expertos, de profesionales que han dedicado su vida al estudio y a la comprensión de los problemas económicos del país; y no desde el ángulo de Wall Street y la Universidad de Chicago, sino desde el Instituto de Investigaciones Económicas de la UCV, con figuras de tanto renombre en el campo de la izquierda racional como Héctor Malavé Mata y Héctor Silva Michelena.
La alergia, la repulsa, que han desarrollado al estudio, a la simple lectura, no sólo se manifiesta en la manera irracional como manejan el Estado y administran el erario público, sino también en quienes designan para ocuparse de los quehaceres más importantes y trascendentales. Dejemos quieto a Juan Carlos Loyo y sus cosechas récord jamás recogidas, sus mitos, y leamos algunos de los artículos e interpretaciones de Jorge Giordani sobre el socialismo del siglo XXI. Por Dios, ni con un milagro sería posible evitar la hambruna que se desataría en el país si se aplicaran sus propuestas, verdaderos cortocircuitos, bombas que dejarían muerte, desolación y fracaso. Una conferencia de Elías Jaua es un paseo sin luz por las cavernas de la prehistoria y el peor de los reconcomios.
No conocer la ley de gravedad, aunque fuese de manera empírica, puede traerle trágicos inconvenientes, peores que los que arrastra Pastor Maldonado cuando ignora la inercia y la ley de la entropía. Si matas la gallina, te comes la carne; pero te quedas sin huevos. La ignorancia más destemplada, junto con tener muy asentado el locus externo, les hace suponer, y vociferar, que los malos resultados de sus pésima gestión económica y de sus contravenciones de los principios marxista más elementales se deben al sabotaje, las conspiraciones y los "golpes eléctricos" de "la canalla", "el fascismo" y "la derecha apátrida". Pregúntele a Douglas Bravo sobre cómo se arruina un país, no a su peor maestro ni a su alumno menos aprovechado. Vendo espejo fiel a la realidad, sin quincallerías cubanas ni florecitas chinas.
Ocupados en acumular capital y en aparentar que son la reencarnación de Robin Hood, no han tenido tiempo ni interés para recuperar las lecciones elementales que perdieron por estar tirando piedras encapuchados. Lo peor es que tampoco buscan ayuda de los expertos, de profesionales que han dedicado su vida al estudio y a la comprensión de los problemas económicos del país; y no desde el ángulo de Wall Street y la Universidad de Chicago, sino desde el Instituto de Investigaciones Económicas de la UCV, con figuras de tanto renombre en el campo de la izquierda racional como Héctor Malavé Mata y Héctor Silva Michelena.
La alergia, la repulsa, que han desarrollado al estudio, a la simple lectura, no sólo se manifiesta en la manera irracional como manejan el Estado y administran el erario público, sino también en quienes designan para ocuparse de los quehaceres más importantes y trascendentales. Dejemos quieto a Juan Carlos Loyo y sus cosechas récord jamás recogidas, sus mitos, y leamos algunos de los artículos e interpretaciones de Jorge Giordani sobre el socialismo del siglo XXI. Por Dios, ni con un milagro sería posible evitar la hambruna que se desataría en el país si se aplicaran sus propuestas, verdaderos cortocircuitos, bombas que dejarían muerte, desolación y fracaso. Una conferencia de Elías Jaua es un paseo sin luz por las cavernas de la prehistoria y el peor de los reconcomios.
No conocer la ley de gravedad, aunque fuese de manera empírica, puede traerle trágicos inconvenientes, peores que los que arrastra Pastor Maldonado cuando ignora la inercia y la ley de la entropía. Si matas la gallina, te comes la carne; pero te quedas sin huevos. La ignorancia más destemplada, junto con tener muy asentado el locus externo, les hace suponer, y vociferar, que los malos resultados de sus pésima gestión económica y de sus contravenciones de los principios marxista más elementales se deben al sabotaje, las conspiraciones y los "golpes eléctricos" de "la canalla", "el fascismo" y "la derecha apátrida". Pregúntele a Douglas Bravo sobre cómo se arruina un país, no a su peor maestro ni a su alumno menos aprovechado. Vendo espejo fiel a la realidad, sin quincallerías cubanas ni florecitas chinas.
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