Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

martes, 17 de septiembre de 2013

¿Quién es el padre Gustavo Gutiérrez Merino? II

La praxis liberadora

La reflexión teológica de la liberación no se limita a ser un simple discurso sin implicaciones prácticas y concretas, sobre todo cuando dicha reflexión gira en torno a una situación humana que amenaza con destruir la dignidad y las vidas de los hombres y mujeres que habitan en este continente. Por lo tanto, la reflexión en torno a esta situación desemboca en lo que los teólogos de la liberación llaman “praxis liberadora”. Por praxis liberadora, los teólogos de la liberación entienden al proceso mediante el cual la fe de la Iglesia construye la liberación económica, espiritual e intelectual de los pueblos socialmente oprimidos como cumplimiento del reino de Dios.
Ahora bien, para Gutiérrez la praxis liberadora es un proceso un poco más complejo, debido a que el autor distingue de la praxis liberadora la praxis histórica. La historia forma parte fundamental en el pensamiento de Gutiérrez pues, la fe se vive en la historia y todas las conclusiones de la reflexión deben verse reflejadas en la lucha por humanizar a los oprimidos:
La historia es concebida por Gutiérrez como ‘proceso de liberación del hombre’... convertirse a la historia es convertirse al prójimo a la justicia social, lo histórico está ligado a lo conflictual, a lo temporal, a lo terreno, material, social, a lo existencial y concreto.
Gutiérrez recuerda que:
La fe en un Dios que nos ama… no solo no es ajena en la transformación del mundo sino que conduce necesariamente a la construcción de esa fraternidad y de esa comunión en la historia.
La praxis liberadora, entonces, tiene su base en el amor que Dios manifiesta por lo hombres y, por otro lado, en el sentido de solidaridad y compañerismo que debería existir en las relaciones interpersonales entre los hijos de Dios. Sin embargo, parece ser que Gutiérrez olvida que, aunque la transformación social del mundo es de suma importancia para Dios, la transformación interior del hombre es también primordial. La praxis debería conducir a una liberación integral del hombre, en primer lugar liberación del pecado y en segundo lugar libertad de las estructuras opresoras, libertad del hambre y de la enfermedad. Si no se enfatiza la importancia de la primera, entonces la teología se convertirá en un simple movimiento social sin implicaciones profundas en la vida de las personas

Escatología liberadora


Esta conclusión procede en buena medida de la concepción presente del reino de Dios y de la irrupción de la escatología en la historia:

Si la historia humana es, ante todo, una avertura al futuro, ella aparece como una tarea, como un quehacer político, construyéndola el hombre se orienta y se abre al don que da sentido último a la historia: el encuentro definitivo y pleno con el Señor y con los demás hombres.
Así, la construcción de una historia, y consecuentemente de un presente más justo para todos los hombres “orienta” al hombre al reino de Dios. Para Gutiérrez, la fe debe demostrarse con un compromiso auténtico con la situación de los hombres.
Ideologia
Muchas veces se ha tachado a la teología de la liberación de ser una simple ideología político-social con ciertas implicaciones religiosas. Sin embargo, Gutiérrez, desde el inicio de su obra, indicó que la teología de la liberación no intentaba crear una ideología más sino de presentar lo que la palabra de Dios dice sobre la situación de este continente:
No se trata de elaborar una ideología justificadora de posturas ya tomadas, ni de una afiebrada búsqueda de seguridad ante los radicales cuestionamientos que se plantean a la fe, ni de forjar una teología de la que se «deduzca» una acción política. Se trata de dejarnos juzgar por la palabra del Señor, de pensar nuestra fe, de hacer más pleno nuestro amor, y de dar la razón de nuestra esperanza desde el interior de un compromiso que se quiere hacer más radical, total y eficaz.1
Gutiérrez reconoce que la praxis liberadora debe de tener su base en la palabra de Dios. El proceso de liberación del hombre debe basarse, en primer lugar, en un análisis objetivo de la palabra de Dios. Sin embargo, parece que en muchas ocasiones las conclusiones a las que se llegan no son las mismas. Esto, sin lugar a dudas, se debe a los métodos hermenéuticos seguidos por la teología de la liberación. Sin embargo, es imprescindible reconocer que el intento por poner a la palabra de Dios como el centro de la praxis es, per se, una fuerte muestra de la fe y compromiso que Gutiérrez mantiene con la Biblia.

El método teológico

Quizás lo más relevante de la teología de la liberación es su propuesta hermenéutica. Para la teología dogmática evangélica y católica, se debe observar el texto bíblico y la tradición para poder entender el mensaje original y, en base a eso, crear un puente con nuestra realidad. Por otro lado, la teología de la liberación entiende este método de una forma diferente. La teología de la liberación, en primer lugar, observa la realidad. Es decir, por medio de la ayuda de las ciencias sociales, y con influencia del marxismo, analiza las condiciones socio políticas del contexto en el que se pronunciará el discurso teológico. Posteriormente va al texto bíblico para entender que aporta a dicha situación. Es indudable que la realidad social contemporánea al teólogo tiene una importancia vital para el desarrollo de su mensaje. Sin embargo, la teología de la liberación, en mayor o menor escala, pondría más énfasis en el análisis social que en el bíblico.
Ahora bien, Gutiérrez reconoce la dificultad del desarrollo de la teología.
Toda teología es una palabra sobre Dios. En última instancia, ése es su único tema. El Dios de Jesucristo se presenta como un misterio. Una sana teología es por ello consciente que intenta algo muy difícil, pensar y hablar sobre ese misterio.
Gutiérrez añade: "Dios es más objeto de esperanza que de Saber". En efecto, la teología de la liberación remarca la esperanza en el Dios de la vida, en el Dios que se identificó con los hombres al hacerse uno de ellos y morir por su libertad. Además, agrega la esperanza en el futuro que se construye bajo este siglo, pero que ha de ser perfeccionado con la llegada plena del reino de Dios.
Para Gutiérrez, la teología, o inteligencia de la fe, se encarga de describir las creencias y convicciones. “La fe del pobre busca por exigencia propia comprenderse a sí misma. En el fondo no es sino una expresión del tradicional principio ‘fides quaerens intellectum’. El verdadero sujeto de esta reflexión es… la iglesia entera con sus diferentes carismas y responsabilidades”. La teología de la liberación es, por lo tanto, la descripción de la fe de los pobres. Es tratar de comprender su propia identidad, su razón de ser y de existir.
Ahora bien, otro de los paradigmas teológicos que Gutiérrez presenta es la “opción preferencial por los pobres”: “Considero que la opción por el pobre es el aporte más importante de la vida y la reflexión de la Iglesia de América latina”. Básicamente este principio se basa en el ministerio de Jesús. De acuerdo con Gutierrez, el ministerio de Jesús enfatizó la acción social en pro de los pobres.
Las ciencias sociales, y en especial, las herramientas marxistas, han influido grandemente en el pensamiento de Gutiérrez. La teología de Gutiérrez, como se mencionó anteriormente, realiza un estudio social del medio en el cual será pronunciada. “Se trata entonces del recurso al análisis social en función del conocimiento de una situación y o para el estudio de asuntos considerados más estrictamente teológicos”.
Sin embargo, Gutiérrez está consciente de que los postulados marxistas contienen pensamientos contrarios a la fe cristiana. Por lo tanto, el advierte que es necesario ser precavido y estar consciente de las implicaciones que con lleva el aceptar un método ateo como herramienta de análisis social. En el artículo “teología y ciencias sociales, Gutiérrez dice al respecto:
no se… trata de una eventual aceptación de una ideología (sic) atea. En esta posibilidad estaríamos fuera de la fe cristiana y no en una cuestión puramente teológica… estos dos aspectos, ideología atea y visión totalitaria quedan pues tajantemente descartados, rechazados desde nuestra fe, desde una perspectiva humanista y también desde un sano análisis social.
Esto hace notar que Gutiérrez no está tomando una actitud irresponsable en torno al uso de las herramientas marxistas. Por el contrario, esta consciente de las consecuencias que puede traer sobre la teología. Sin lugar a dudas, dichas consecuencias se vieron en el fuerte compromiso que algunas teologías de la liberación tomaron con algunos movimientos guerrilleros. Sin embargo, advierte: «Es preciso estar atentos (...), sin olvidar las formas históricas, ateas y violentas del Marxismo». El compromiso que la teología de la liberación tuvo con el marxismo resulta problemático para algunos críticos. Ciertamente, Gutiérrez realiza las advertencias pertinentes, pero estas han sido generalmente ignoradas por parte de teólogos y laicos.
La teología de la liberación ha demostrado ser un sistema teológico humano y con errores. Muchos de ellos se observan en el compromiso desmedido que esta teología tuvo con ciertos movimientos políticos. Su participación activa durante el tiempo de las revoluciones en América latina ha dejado una mancha imborrable sobre su nombre. Sin embargo, Gutiérrez mismo reconoce que su experiencia le ha hecho reevaluar su sistema:
Las situaciones interpelantes y difíciles que vivimos como personas y como miembros de una nación son ocasiones de revisar nuestras opciones a la luz de lo que las motivó. Son horas de crisis, de juicio sobre ellas; nos ayudan a no aferrarnos a lo que hemos hecho hasta el presente… Nos permiten ver que, tal vez sin darnos cuenta, hemos ligado excesivamente las metas con los medios para alcanzarlas. Nos convocan a una mirada limpia y despejada. Eso es establecer prioridades.
Esta actitud de apertura y revisión a su propio sistema hace que el método teológico de la teología de la liberación no se vuelva obsoleto. Por el contrario, su continua revisión ocasiona que el mensaje de Gutiérrez sea cada vez más pertinente para la Iglesia latinoamericana. Por otro lado, agrega: «El paso del tiempo está haciendo que lo esencial se vea más claro y que lo accesorio pierda la relevancia que pareció tener en un momento dado. Un proceso de maduración está en curso»

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