“El populismo ha impedido que Maduro rectifique políticas”
Carlos Raúl Hernández dijo que la MUD debe cubrir todas las mesas con testigos, dada la obnubilación electoral del gobierno
Las políticas económicas no son de izquierda ni de derecha, son buenas o malas. Con esta frase inicia el sociólogo Carlos Raúl Hernández su disertación sobre la realidad de la región.
“El populismo, el marxismo, el izquierdismo, todas esas cucarachas que Nicolás Maduro tiene en la cabeza han impedido que tome medidas, que rectifique ante la crisis de Venezuela”, aseveró.
El 11 de septiembre Hernández bautizará su ensayo Democracia, integración y pobreza. Latinoamérica y el asedio revolucionario de Libros El Nacional. En el texto analiza las economías regionales y cómo fue el inicio de la crisis en Venezuela y en Argentina, entre otros.
“Una vez que el socialismo había muerto por su incompetencia, su incapacidad y caos por la caída del Muro de Berlín, Chávez, con apoyo de Fidel Castro, rehizo el comunismo, un zombi que camina por América Latina, y empezaron a aparecer movimientos revolucionarios supuestamente amenazadores del capitalismo. Hoy en día estamos asistiendo a la segunda caída del comunismo con lo que ocurre en Venezuela”, dijo.
Sostiene que lamentablemente, ante lo que considera una exasperación populista, el país se ha convertido en un milagro al revés. “Una nación que tuvo proporcionalmente los ingresos más altos de la región en su historia se ha convertido en el país más depauperado, junto con Haití, según todos los organismos internacionales”, acotó.
Hernández indicó que uno de los aspectos fundamentales de su análisis se basa en el rumbo que han seguido los países de la Alianza del Pacífico con respecto a los de Mercado Común del Sur.
“Mercosur es un pacto populista cuya única función real, según Chávez, que fue quien le impuso esa marcha, era el antiimperialismo, mientras que la Alianza del Pacífico es pragmática para establecer vínculos comerciales con el mundo. El primer grupo está creciendo y el segundo se está hundiendo”, señaló.
Destacó que los países del Pacífico como México, Colombia y Perú se perfilan con bienestar para los próximos 10 años. Manifestó que de las naciones sureñas, “Brasil no está en el mismo caso desesperado de Venezuela y Argentina, está en un plan de rectificación, pero luego de que el caso de corrupción de Petrobras explotó Dilma Rousseff se ha quedado sin apoyo político, hace medidas de ajuste muy duras, restringiendo gastos públicos”.
Acuerdo. Hernández señaló que, paradójicamente, Venezuela está hipotecada al imperio de China y subrayó que la estabilidad económica de un país depende de cuánto tiempo tarde en estabilizarse políticamente. Considera que debe darse un gran acuerdo que incluya a todos los sectores para encauzar el rumbo nacional.
“Yo soy partidario de que el gobierno continúe su período y lo concluya, pero con la condición de que haga las reformas necesarias y deje el país encaminado hacia un gobierno democrático. Yo quisiera ver a Maduro como está Dilma Rousseff, con 7% de popularidad, tomando medidas, deshaciendo lo que hizo pero con el apoyo de la oposición”, puntualizó.
El sociólogo mostró preocupación por lo que pueda ocurrir si no se dan cambios oportunos en la conducción del país. Aseveró que el ex presidente Rafael Caldera fue “un populista democrático y moderado” que también quiso aplicar un control de cambio y de precios que originó una gran crisis, pero luego introdujo correctivos.
Indicó que el gobierno de Maduro corre el riesgo de convertirse en un Estado fallido y de que se produzca una guerra con Colombia. “Es mentira todo lo que dice Maduro sobre los colombianos, los que crean los problemas son el control de cambio, el control de precios, la corrupción, la invasión de los espacios de la economía privada y las expropiaciones de fábricas y haciendas, eso es lo que ha traído al país a la ruina y eso no tiene solución dentro del esquema revolucionario de la economía”, considera.
No descarta que de aquí al 6 de diciembre el gobierno despliegue más estrategias debido a su “obnubilación electoral” por las cifras negativas en las encuestas. Ante esos escenarios llama a la MUD a tener testigos en todas las mesas electorales.
“Me preocupa qué locura pueda hacer Maduro con tal de conservar el poder”, expresó.
Justicia socialEn su libro Democracia, integración y pobreza. Latinoamérica y el asedio revolucionario, el sociólogo Carlos Raúl Hernández señala que la inflación acumulada en 15 años de revolución es de 3.226% y que el desabastecimiento de productos esenciales es de alrededor de 60%.
“Después de recibir dos millones de millones de dólares (dos billones) en quince años, el gobierno apela al racionamiento por la vía de regular la compra de alimentos. Si la utopía era conquistar la ‘justicia social’, el resultado tiende a la indigencia porque cauterizaron los factores de bienestar creados en los cuarenta años de democracia, ya que las confiscaciones de propiedades pretendían liquidar los focos ‘contrarrevolucionarios”, indicó.
¡Poder para los de abajo!
La experiencia mundial indica que el centralismo y el estatismo son fuente fundamental de pobreza
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
domingo 6 de septiembre de 2015 12:00 AM
Las elecciones parlamentarias anuncian un cambio en la distribución de poder desde la cúpula hacia abajo. Por su tentación totalitaria y concentradora, el Estado revolucionario absorbió facultades que no tiene capacidad para desempeñar y creó el caos. Esa manía concentracionaria fue la misma que derrumbó al comunismo en medio de ineficiencia, corrupción, pobreza y represión. En 1989 ocurre en Venezuela un gran acontecimiento. Por primera vez en el siglo XX se emprende, con la Ley de Descentralización, una estrategia para transferir la capacidad de tomar decisiones políticas y administrativas hacia los estados, de éstos a los municipios, y en conjunto del aparato administrativo hacia la sociedad civil. Nació la elección directa de gobernadores y alcaldes.
La Ley de Régimen Municipal reformó el municipio y fortaleció las juntas parroquiales. Después de la Segunda Guerra Mundial, Latinoamérica había vivido un auge gracias a sus exportaciones de productos primarios, pero en los 60 la Cepal inventó que el subdesarrollo era producto de la exportación primaria y de los capitales nacionales e internacionales, que había que restringir. Institucionalizó un esquema centralizador, "desarrollista" y estatocéntrico. Se necesitaba "control de la economía por el Estado", de la "ciudad sobre el campo" y un macro Poder Ejecutivo, según las tesis de Prebisch, Jaguaribe, Furtado, De Castro, Sunkel, Aguilar y la intelligentzia. Eso llevó la región al holocausto con la crisis de la deuda a partir de los 80. La Cepal no hizo más que dar barniz académico a la vieja práctica del populismo.
Economía política populista
"Los capitales privados son escasos y débiles para impulsar el desarrollo y el Estado debe asumir sus funciones". Una idea entonces correcta dio origen a la aberración de "sustituir" y hostilizar las inversiones privadas, identificadas con toda suerte de perversidad. El surrealismo hizo que países petroleros odiaran las empresas petroleras y los bananeros las frutícolas. Décadas después se retorna al modelo primario exportador, con el más elegante nombre de commodities. Durante los veinte años de esa ilusión seudonacionalista, los países se cariaron de barrios, "villas miseria", "favelas" hiperinflaciones, hiperdevaluaciones, desempleo, pobreza, crisis económicas y políticas. La región bajó al infierno y los 80 y 90 fueron de profundos debates y rectificaciones para el gran cambio. La experiencia mundial indica que el centralismo y el estatismo son fuente fundamental de pobreza, corrupción y desgracia de los grupos más débiles que dependen de los servicios que presta el Estado.
Pero su ola ideológica colapsó universalmente. El mundo comunista se hundió, y renació China del escombro. Reagan emprende la reforma y Clinton continúa. González, Thatcher y Mitterrand y inician un proceso que quedó inconcluso con graves efectos para Europa actual.
En 1989 Venezuela reacciona e inicia la descentralización territorial, modernización del Estado y apertura a las inversiones internacionales para desmantelar la ideología anacrónica, pero el pobre liderazgo social, cultural y político de los 80 y 90 se aferró al pasado, se opuso al cambio y el país paga con sangre. La ola retrógada desbarató la descentralización y la apertura en Venezuela y otros países y arrebató lo ganado por la sociedad. Se afianzó la vieja mentalidad: la recentralización hace que hoy pacientes mueran de mengua en los hospitales y que los puentes se caigan porque su mantenimiento y supervisión dependen de un burócrata en Caracas y no de la comunidad afectada.
¿Dónde queda Cúpira?
Para un burócrata centralista Cúpira y Urica no son más que pequeños nombres en un mapa amarillento. Igual se caen las carreteras y las escuelas. La descentralización estimula la calidad de los funcionarios al poner en la gente la capacidad de premiar o castigar su gestión. Los puertos y aeropuertos mejoraron espectacularmente su desempeño en manos de los gobernadores electos, y Cantv, lejos del gobierno, tuvo un desempeño incomparablemente superior sin ser un mecanismo de espionaje. La televisión oficial demuestra lo que puede hacer el gobierno autoritario con un medio público de comunicación. En vez de financiar causas torcidas en el exterior o repartir enseres, se requiere coordinar con estados y municipios un megaplan de inversiones en infraestructura y educación. Tener servicios públicos decentes requerirá una agresiva legislación para transferir competencias a las administraciones locales.
Contraloría y licitaciones
La transferencia no tiene que ver con el partido político al que pertenezcan los respectivos gobernadores y alcaldes, y será necesario fortalecer los mecanismos de contraloría y licitaciones para hacer transparente el uso de los recursos.
Los consejos regionales tendrían en eso un papel importante que jugar. Construir masivamente carreteras, electrificación, acueductos, cloacas, seguridad policial, ornato público, caminos vecinales, puertos, aeropuertos, terminales, trenes, autopistas, creará empleo, mejorará la vida de todos y pondrá fin a la discrecionalidad del gobierno para malbaratar y empobrecer.
@CarlosRaulHer
La Ley de Régimen Municipal reformó el municipio y fortaleció las juntas parroquiales. Después de la Segunda Guerra Mundial, Latinoamérica había vivido un auge gracias a sus exportaciones de productos primarios, pero en los 60 la Cepal inventó que el subdesarrollo era producto de la exportación primaria y de los capitales nacionales e internacionales, que había que restringir. Institucionalizó un esquema centralizador, "desarrollista" y estatocéntrico. Se necesitaba "control de la economía por el Estado", de la "ciudad sobre el campo" y un macro Poder Ejecutivo, según las tesis de Prebisch, Jaguaribe, Furtado, De Castro, Sunkel, Aguilar y la intelligentzia. Eso llevó la región al holocausto con la crisis de la deuda a partir de los 80. La Cepal no hizo más que dar barniz académico a la vieja práctica del populismo.
Economía política populista
"Los capitales privados son escasos y débiles para impulsar el desarrollo y el Estado debe asumir sus funciones". Una idea entonces correcta dio origen a la aberración de "sustituir" y hostilizar las inversiones privadas, identificadas con toda suerte de perversidad. El surrealismo hizo que países petroleros odiaran las empresas petroleras y los bananeros las frutícolas. Décadas después se retorna al modelo primario exportador, con el más elegante nombre de commodities. Durante los veinte años de esa ilusión seudonacionalista, los países se cariaron de barrios, "villas miseria", "favelas" hiperinflaciones, hiperdevaluaciones, desempleo, pobreza, crisis económicas y políticas. La región bajó al infierno y los 80 y 90 fueron de profundos debates y rectificaciones para el gran cambio. La experiencia mundial indica que el centralismo y el estatismo son fuente fundamental de pobreza, corrupción y desgracia de los grupos más débiles que dependen de los servicios que presta el Estado.
Pero su ola ideológica colapsó universalmente. El mundo comunista se hundió, y renació China del escombro. Reagan emprende la reforma y Clinton continúa. González, Thatcher y Mitterrand y inician un proceso que quedó inconcluso con graves efectos para Europa actual.
En 1989 Venezuela reacciona e inicia la descentralización territorial, modernización del Estado y apertura a las inversiones internacionales para desmantelar la ideología anacrónica, pero el pobre liderazgo social, cultural y político de los 80 y 90 se aferró al pasado, se opuso al cambio y el país paga con sangre. La ola retrógada desbarató la descentralización y la apertura en Venezuela y otros países y arrebató lo ganado por la sociedad. Se afianzó la vieja mentalidad: la recentralización hace que hoy pacientes mueran de mengua en los hospitales y que los puentes se caigan porque su mantenimiento y supervisión dependen de un burócrata en Caracas y no de la comunidad afectada.
¿Dónde queda Cúpira?
Para un burócrata centralista Cúpira y Urica no son más que pequeños nombres en un mapa amarillento. Igual se caen las carreteras y las escuelas. La descentralización estimula la calidad de los funcionarios al poner en la gente la capacidad de premiar o castigar su gestión. Los puertos y aeropuertos mejoraron espectacularmente su desempeño en manos de los gobernadores electos, y Cantv, lejos del gobierno, tuvo un desempeño incomparablemente superior sin ser un mecanismo de espionaje. La televisión oficial demuestra lo que puede hacer el gobierno autoritario con un medio público de comunicación. En vez de financiar causas torcidas en el exterior o repartir enseres, se requiere coordinar con estados y municipios un megaplan de inversiones en infraestructura y educación. Tener servicios públicos decentes requerirá una agresiva legislación para transferir competencias a las administraciones locales.
Contraloría y licitaciones
La transferencia no tiene que ver con el partido político al que pertenezcan los respectivos gobernadores y alcaldes, y será necesario fortalecer los mecanismos de contraloría y licitaciones para hacer transparente el uso de los recursos.
Los consejos regionales tendrían en eso un papel importante que jugar. Construir masivamente carreteras, electrificación, acueductos, cloacas, seguridad policial, ornato público, caminos vecinales, puertos, aeropuertos, terminales, trenes, autopistas, creará empleo, mejorará la vida de todos y pondrá fin a la discrecionalidad del gobierno para malbaratar y empobrecer.
@CarlosRaulHer
Buscar limosnas para repartir limosnas
La limosna, que aparece predicada por muchas religiones, me suena siempre como cosa feudal. Como compra perversa de conciencia, como negación del otro al convertirlo en mendigo y fortalecer la condición de amo a la vez que le paga el peaje para la eternidad. La limosna no soluciona, pero sí condena.
Otra cosa es la solidaridad. El juntarse para resolver. El esfuerzo compartido.
El cuadro es de picaresca realista y lacrimosa: una presidencia, mendicante, que recorre el mundo suplicando limosnas, limosnas que, como todas, no son gratuitas: además de la dignidad se hipoteca el país.
Pero más allá de esos daños inmediatos, queda, como daño permanente, la profunda dependencia que esa relación instala –y ha instalado– en la historia y conciencia de la nación.
Ya me he referido a esto, y muchos lo han hecho también, a propósito del populismo: esa técnica enajenante del arsenal político. Pero ahora el cuadro, presionado por el olor de la derrota, pone en rima la tragedia fronteriza, ese pogromo de migrantes inculpados, con el cuadro del gobernante con la mano extendida y la mirada desde abajo: grave lección para nuestros niños.
La tenencia de sí mismo, como sujeto éticamente quebrado. Que es ya la condición de buena parte de los venezolanos. Insisto en esto porque es el problema mayor. El desastre económico, la violencia hecha norma, la salud acorralada, las instituciones estatales serviles y disfuncionales, todo eso converge en una crisis general que es cuando esas diversas tragedias saltan a establecer un extravío ético.
La tenencia de sí mismo, como sujeto éticamente quebrado. Que es ya la condición de buena parte de los venezolanos. Insisto en esto porque es el problema mayor. El desastre económico, la violencia hecha norma, la salud acorralada, las instituciones estatales serviles y disfuncionales, todo eso converge en una crisis general que es cuando esas diversas tragedias saltan a establecer un extravío ético.
Salir de esto es difícil y a largo plazo. Exige una unidad de toda la nación que, en un proceso de transición, conforme un gobierno de coalición que asuma esa tarea de cohesionar, de recuperación ética.
Me viene a cuento, como muestra de inteligencia florentina, la movida del griego Alexis Tsipras. Primero juega a lo radical en un referendo, propiciando apoyos de la gente y hasta de los incondicionales y confusos revolucionarios vernáculos. Con ese apoyo embolsado, renegocia con la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) aceptando la herejía de su nuevo endeudamiento con sus terribles condiciones. ¿Principios? ¿Socialismo? ¿Izquierda?... Y regresa a la consulta, buscando una coalición con una anteriormente severa oposición y el inevitable y resignado ciudadano común. En la política la dignidad es incómoda. Hay vías más eficientes.
Me viene a cuento, como muestra de inteligencia florentina, la movida del griego Alexis Tsipras. Primero juega a lo radical en un referendo, propiciando apoyos de la gente y hasta de los incondicionales y confusos revolucionarios vernáculos. Con ese apoyo embolsado, renegocia con la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) aceptando la herejía de su nuevo endeudamiento con sus terribles condiciones. ¿Principios? ¿Socialismo? ¿Izquierda?... Y regresa a la consulta, buscando una coalición con una anteriormente severa oposición y el inevitable y resignado ciudadano común. En la política la dignidad es incómoda. Hay vías más eficientes.
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