19 de abril de 1810
Crónica de una libertad anunciada
Charito Rojas
Toda
conspiración tiene sus semillas echando raíces años atrás de la
explosión definitiva. Van creciendo los movimientos rebeldes, los
hombres descontentos se organizan y al final las mayorías guiadas por
líderes con ascendencia se imponen.La Capitanía General de Venezuela había visto perturbada su paz colonial por primera vez con el movimiento de José María España y Pedro Gual, en 1799. Era Gobernador Manuel de Guevara y Vasconcelos, quien ejerció el cargo entre 1798 y 1807. Fue este Gobernador quien hizo ejecutar a España, quien hizo acuñar la primera moneda caraqueña, quien gobernaba cuando un venezolano nacido en Guacara, Francisco de Ibarra, fue nombrado primer Arzobispo de Caracas y también le tocó enterrar al prelado en 1806.
Guevara y Vasconcelos tenía especial alergia por estos criollos alzados que querían gobernarse localmente, aunque sin dejar de proclamar su fidelidad a la corona española. El más detestado era Francisco de Miranda, un blanco de orilla que había ganado galones en la revolución francesa y había osado tratar de invadir el territorio venezolano por Ocumare, en 1806.
Los mantuanos se alzan
Guevara y Vasconcelos murió en Caracas en 1807 y se encarga provisionalmente su segundo, el Teniente del Rey, Juan de Casas. Las noticias que llegaban a la provincia americana desde Europa eran alarmantes: en Bayona, Francia, Napoleón Bonaparte había invitado a una "conferencia" al rey español Carlos IV, a la reina María Luisa y al heredero Fernando. Terminó apresándolos y colocando en el trono español a su hermano José, a quien por su afición a la bebida los españoles llamaban "Pepe Botella".
A raíz de estos sucesos, las colonias americanas, apoyadas por los ingleses, que así aprovechaban de hacerle la jugada a su archienemigo Napoleón Bonaparte, comenzaron a formar unas juntas de apoyo a los derechos de sus reyes.
En Caracas, la clase social de los criollos (nacidos en la colonia pero descendientes de españoles), llamados también "mantuanos" por los mantos que distinguían a sus mujeres, trataron de constituir una Junta de Gobierno que rigiera la Capitanía General de Venezuela y desconociera la autoridad de la España de Bonaparte. A La Guaira arribó el buque francés "Serpent", cuyo capitán pretendió que el gobernador encargado De Casas reconociera la autoridad francesa. El traductor de semejante petición era el profesor Andrés Bello, políglota que tenía entre sus funciones la traducción del Times de Londres y de periódicos franceses que de vez en cuando llegaban en las encomiendas.
La milicia española y el criollo José Félix Ribas enfrentaron la tripulación del barco y la gente salió a las calles a manifestar su apoyo a Fernando VII, quien para ese entonces había aprovechado la abdicación forzada de su padre y se había refugiado con sus leales. Los "grandes cacaos" (los más ricos, llamados así porque la fuente principal de su riqueza provenía del cultivo de ese fruto) se declararon en una especie de Junta Provisional de Gobierno, mientras el gobernador De Casas actuaba con doble cara, por una parte rechazaba a los franceses pero por la otra se opuso a la formación de esta junta.
Sin embargo, el Cabildo Municipal de Caracas apoyó a los mantuanos y De Casas estaba perdiendo la partida cuando apareció en La Guaira un buque inglés que apresó al de los franceses. Los mantuanos conspiraban en la Cuadra de los Bolívar, y ya hablaban de expulsar no solo a los franceses sino también a los españoles. De Casas reprimió el alzamiento y encerró a algunos en los calabozos del castillo de La Guaira mientras que exilió a otros en sus haciendas fuera de Caracas.
Pero De Casas no sabía cuál opción tomar debido a lo incierto del panorama político en la provincia y terminó aprobando con el Ayuntamiento la idea de una junta que, sin embargo, no se atrevió a presidir. Fue entonces cuando se trajo una imprenta a Caracas para editar un periódico que contrarrestara los rumores.
Entre los mantuanos comenzaron las divisiones: mientras los mayores pensaban en preservar los derechos de Fernando VII, los más jóvenes querían una revolución a la francesa, inspirados por Francisco de Miranda, buscando la independencia total de España.
En 1808 se revela la Conspiración de los Mantuanos cuando aparece un documento con 45 firmas, entre ellas las de José Félix Ribas, Antonio Fernández de León (que después sería el Marqués de Casa León, quien traicionaría los ideales independentistas), el marqués Fernando Rodríguez del Toro, José Tovar y Ponte, Mariano Montilla, Pedro Palacios Blanco, Juan Nepomuceno Ribas, Luis López Méndez, Nicolás Anzola, entre otras, quienes pedían la creación de una Junta Suprema de Caracas.
Todos ellos fueron juzgados pero finalmente, sobreseídos. En mayo de 1809, Don Juan de Casas hizo entrega de la debilitada autoridad española en Caracas al capitán Vicente Emparan.
La semilla de independencia ya había pegado en el ánimo de los jóvenes criollos.
El nuevo actor
Era su segunda vez en Venezuela, pues había sido gobernador de Cumaná desde 1796 hasta 1804, donde ganó fama de liberal e incluso de afrancesado. Recibió a los científicos Alejandro de Humboldt y Aimé Bonpland cuando iniciaron su periplo americano en Cumaná en 1799. Al terminar su gestión regresó a España; en enero de 1809 recibió el nombramiento de capitán general de Venezuela, pero la tierra que conoció anteriormente había cambiado.
La agitación dominaba el ambiente cuando el nuevo Capitán General se instala en la que fuera la casa de don Domingo Rodríguez de la Madriz, en la actual esquina de Las Madrices. A pesar de los susurros, la relación de Emparan con la sociedad caraqueña fue amistosa y tal vez eso fue lo que salvó su vida en los terribles momentos que le tocaron en su primera Semana Santa en suelo caraqueño.
El 2 de abril de 1810 el Capitán General había confinado en sus haciendas a un grupo de muchachos "cabezas calientes", entre otros a Simón y Juan Vicente Bolívar, cuando por una delación se descubrió la llamada "conspiración de la Casa de Misericordia". Emparan sabía la orientación que llevaban y tenía información de las reuniones que entre la noche del 18 y la madrugada del 19 de abril se habían realizado para planificar acciones durante la sesión del Cabildo el Jueves Santo.
Cuando durante la sesión el Capitán General se dio cuenta que la discusión tomaba un giro peligroso para su autoridad, se levantó y adujo que a las 9 de la mañana comenzaban los oficios del día santo y debía asistir. Atravesó con su comitiva la Plaza Mayor, seguido por miembros del Cabildo y por un pueblo que comprendía que algo pasaba. Comenzaron a gritarle "¡A Cabildo, a Cabildo!", y fue entonces, al llegar a pocos pasos de la puerta de la Catedral cuando Francisco Salias, con gesto decidido, lo tomó del brazo para que regresase.
Momentos de tensión cuando los granaderos, formados ante el templo, se prepararon para cargar en defensa de Emparan, pero el capitán Luis de Ponte (pariente de los Bolívar y los Tovar) también estaba en la conspiración y les ordenó quedarse firmes, por lo cual Emparan comprendió que el complot contra su autoridad estaba consumado. Así regresó al Ayuntamiento donde ocurrieron los hechos que lo depusieron del mando.
El 19 de abril de 1810 se produjo el primer golpe de estado exitoso de la historia de Venezuela, pero en principio no fue a favor de la Independencia, sino en defensa de los derechos del rey de España. Pronto esa realidad cambiaría para tornarse en apenas meses en un movimiento independentista bélico.
Golpe consumado
Cuentan que por su ventana en la esquina de Las Madrices, Emparan oía una tonada que las caraqueñas cantaban como arrorró a sus hijos: era el cántico de "Doñana", pero con una letra diferente. Le dijeron que esa letra había sido escrita por Lino Gallardo y el propio Andrés Bello. Años después se atribuyó a Vicente Salias y Juan José Landaeta. Hablaba de un ejemplo que Caracas dio: romper cadenas, decía la canción, y no precisamente en defensa de la Independencia, sino de los derechos del rey de España, de manera que el despotismo a que se refiere es el revolucionario proveniente de Francia. Ésta es la historia.
Don Vicente Emparan murió en el Puerto de Santa María, en España, el 3 de octubre de 1820. Vivió 73 años, que para su época era mucho, pero no vivió para ver la independencia definitiva de la tierra que él gobernó en nombre de España.
A Venezuela le quedarían después del 19 de abril de 1810, años de guerra y muerte hasta que el 3 de agosto de 1823, el general Francisco Tomás Morales firmara la Capitulación del ejército español en la casa que había sido residencia oficial de los gobernadores españoles de Maracaibo y que hoy se llama Casa de Morales o de la Capitulación.
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