La valiente Pastoral de Arias Blanco
WILLIAM ANSEUME | EL UNIVERSAL
lunes 28 de abril de 2014 12:00 AM
Tremenda manifestación eclesiástica aquella que produjo Monseñor Rafael Arias Blanco, para difundirla en todo templo nacional a partir del 01 de mayo de 1957. Para haber sido leída en las iglesias, la comunicación es larga. Pero vaya cuán sustanciosa y efectiva. Es, en verdad, un análisis de la situación del país. Dirigida, además, mayormente a la población trabajadora. Se trataba de festejar a San José Obrero, de exaltar las figuras de los humildes trabajadores, y de qué modo lo hizo. Merece ser recordada cada primero de mayo en Venezuela, conmemorando aquellos momentos de búsqueda de libertades y de sosiego nacional, casi del mismo modo extraviados hoy.
Muchos refieren esta comunicación; pocos profundizan en ella. Quien más se acerca recientemente a un análisis es Simón Alberto Consalvi en su esclarecedor libro 1957 El año en que los venezolanos perdieron el miedo(2007). Allí, además de recoger completo el documento de Arias, menciona la debilidad, el resquebrajamiento que padecía entonces el gobierno de Pérez Jiménez: "Bastaba un campanazo para demostrar la vulnerabilidad del régimen, y el prelado católico lo había lanzado hacia todos los ámbitos del país". Consalvi da cuenta de cómo la Pastoral interesó incluso al escritor de los más grandes en lengua española, recién y lamentablemente fallecido, Gabriel García Márquez, quien expresara que "la voz de la iglesia... sacudió la conciencia nacional y encendió la primera chispa de la subversión". Sin embargo, el venezolano marca la ruptura con la censura imperante como uno de los efectos trascendentes del texto de Arias: "despertó la conciencia de los venezolanos y desarmó la censura que el régimen usaba como muro de contención".
Arias se cuida al dirigir su carta a los trabajadores y al pueblo, sí, pero distanciándose también de entrada de ser tachado por una mácula de parcialidad comunista. Se manifiesta ante todos y excluye la posibilidad de que la conmemoración de San José y de los trabajadores sea considerada "netamente revolucionaria contaminada de espíritu marxista". Se enrumba a criticar hondamente la situación económica y social del país, lo que redunda en una crítica política, desde luego. Su mensaje demoledor incluye el abandono del campo debido a "el desplazamiento de masas campesinas hacia las ciudades y regiones industriales". Expresa la mala manera como él percibe la distribución de los inmensos ingresos petroleros: "que todos los ciudadanos puedan disfrutar del bienestar", "ya que una inmensa masa de nuestro pueblo está viviendo en condiciones que no se pueden calificar de humanas" y alude a "los salarios bajísimos con que una gran parte de nuestros obreros tienen que conformarse". Así, también hace mención, sin titubeos, a una problemática en la que caen todos los gobiernos autoritarios o dictatoriales, el desconocimiento del ordenamiento legal: "la frecuencia con que son burlados la Ley del Trabajo y los instrumentos legales previstos para la defensa de la clase obrera". Y señala la discriminación hacia las trabajadoras: "las injustas condiciones en que muchas veces se efectúa el trabajo femenino".
Aboga por la libertad sindical porque "la constante injerencia de la política en el sindicalismo venezolano lo ha desviado con frecuencia de su rumbo profesional, produciendo en nuestro trabajador el desengaño y la decepción". Plantea con denuedo el respeto a los derechos humanos sin dejar de referirse a lo que "ha cosechado con lágrimas la humanidad en los países que han caído víctimas de la revolución marxista". Reflexiona y atiza el hacer pensar a los trabajadores en la unidad con las demás fuerzas: "tenemos confianza en que vosotros, colaborando estrechamente con las otras clases de la sociedad, y cumpliendo con vuestros deberes, crearéis un mundo mejor, un mundo en que cada ciudadano pueda vivir como persona humana" Finalmente, pide que se decante la problemática solución en una "evolución sin violencia".
Sin duda alguna, la Carta Pastoral de Arias Blanco constituyó un documento mortal para el gobierno de Pérez Jiménez, por librarse de la censura y por provocar el sacudimiento de la conciencia de los trabajadores y del pueblo venezolano todo. Fue un texto muy valiente por el contexto y las dimensiones en las que lo expuso; como valientes, sin dudas, fueron también otros muy renombrados católicos, hay que reconocerlo, en esa época, tales como Hernández Chapellín o Pedro Pablo Barnola.
La pastoral fue parte fundamental del estallido social-popular, político y militar que sobrevino contra la dictadura. Sus enseñanzas religiosas, sociales, morales y de valor humano, son las que no podemos dejar de lado en estas horas fundamentales tan parecidas a aquellas, cuando luchamos contra la opresión de un régimen que como el de aquella también cruenta dictadura, anclada en lo policial-militar: censura, empobrece, desconoce las leyes, persigue, apresa injustamente, envilece y mata.
wanseume@usb.ve
Muchos refieren esta comunicación; pocos profundizan en ella. Quien más se acerca recientemente a un análisis es Simón Alberto Consalvi en su esclarecedor libro 1957 El año en que los venezolanos perdieron el miedo(2007). Allí, además de recoger completo el documento de Arias, menciona la debilidad, el resquebrajamiento que padecía entonces el gobierno de Pérez Jiménez: "Bastaba un campanazo para demostrar la vulnerabilidad del régimen, y el prelado católico lo había lanzado hacia todos los ámbitos del país". Consalvi da cuenta de cómo la Pastoral interesó incluso al escritor de los más grandes en lengua española, recién y lamentablemente fallecido, Gabriel García Márquez, quien expresara que "la voz de la iglesia... sacudió la conciencia nacional y encendió la primera chispa de la subversión". Sin embargo, el venezolano marca la ruptura con la censura imperante como uno de los efectos trascendentes del texto de Arias: "despertó la conciencia de los venezolanos y desarmó la censura que el régimen usaba como muro de contención".
Arias se cuida al dirigir su carta a los trabajadores y al pueblo, sí, pero distanciándose también de entrada de ser tachado por una mácula de parcialidad comunista. Se manifiesta ante todos y excluye la posibilidad de que la conmemoración de San José y de los trabajadores sea considerada "netamente revolucionaria contaminada de espíritu marxista". Se enrumba a criticar hondamente la situación económica y social del país, lo que redunda en una crítica política, desde luego. Su mensaje demoledor incluye el abandono del campo debido a "el desplazamiento de masas campesinas hacia las ciudades y regiones industriales". Expresa la mala manera como él percibe la distribución de los inmensos ingresos petroleros: "que todos los ciudadanos puedan disfrutar del bienestar", "ya que una inmensa masa de nuestro pueblo está viviendo en condiciones que no se pueden calificar de humanas" y alude a "los salarios bajísimos con que una gran parte de nuestros obreros tienen que conformarse". Así, también hace mención, sin titubeos, a una problemática en la que caen todos los gobiernos autoritarios o dictatoriales, el desconocimiento del ordenamiento legal: "la frecuencia con que son burlados la Ley del Trabajo y los instrumentos legales previstos para la defensa de la clase obrera". Y señala la discriminación hacia las trabajadoras: "las injustas condiciones en que muchas veces se efectúa el trabajo femenino".
Aboga por la libertad sindical porque "la constante injerencia de la política en el sindicalismo venezolano lo ha desviado con frecuencia de su rumbo profesional, produciendo en nuestro trabajador el desengaño y la decepción". Plantea con denuedo el respeto a los derechos humanos sin dejar de referirse a lo que "ha cosechado con lágrimas la humanidad en los países que han caído víctimas de la revolución marxista". Reflexiona y atiza el hacer pensar a los trabajadores en la unidad con las demás fuerzas: "tenemos confianza en que vosotros, colaborando estrechamente con las otras clases de la sociedad, y cumpliendo con vuestros deberes, crearéis un mundo mejor, un mundo en que cada ciudadano pueda vivir como persona humana" Finalmente, pide que se decante la problemática solución en una "evolución sin violencia".
Sin duda alguna, la Carta Pastoral de Arias Blanco constituyó un documento mortal para el gobierno de Pérez Jiménez, por librarse de la censura y por provocar el sacudimiento de la conciencia de los trabajadores y del pueblo venezolano todo. Fue un texto muy valiente por el contexto y las dimensiones en las que lo expuso; como valientes, sin dudas, fueron también otros muy renombrados católicos, hay que reconocerlo, en esa época, tales como Hernández Chapellín o Pedro Pablo Barnola.
La pastoral fue parte fundamental del estallido social-popular, político y militar que sobrevino contra la dictadura. Sus enseñanzas religiosas, sociales, morales y de valor humano, son las que no podemos dejar de lado en estas horas fundamentales tan parecidas a aquellas, cuando luchamos contra la opresión de un régimen que como el de aquella también cruenta dictadura, anclada en lo policial-militar: censura, empobrece, desconoce las leyes, persigue, apresa injustamente, envilece y mata.
wanseume@usb.ve
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