Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 27 de abril de 2014

El papa Francisco indicó que los dos nuevos santos "fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia (termino griego que significa libertad) del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia"

El papa indicó que los dos nuevos santos "fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia (termino griego que significa libertad) del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia"

Las reliquias de santos Juan Pablo II y Juan XXII, expuestas en el Vaticano

 La reliquia de Juan XXIII es un trozo de piel que fue removido de su cuerpo, exhumado en el 2001 para su beatificación | EFE
La reliquia de Juan XXIII es un trozo de piel que fue removido de su cuerpo, exhumado en el 2001 para su beatificación | EFE
Los relicarios fueron entregados justo después de que el papa Francisco proclamase santos a ambos pontífices ante cientos de miles de personas

Las reliquias de los papas recién proclamados santos Juan Pablo II y Juan XXIII fueron colocadas hoy junto al altar mayor del atrio de la Plaza de San Pedro, donde el papa Francisco celebra la canonización de los pontífices.

Los relicarios fueron entregados justo después de que el papa Francisco proclamase santos a ambos pontífices ante cientos de miles de personas.

El relicario en plata del papa Karol Wojtyla fue llevado a Francisco por Floribeth Mora Diaz, la mujer costarricense cuya sanación en 2011 fue considerada el segundo milagro que sirvió para canonizar Juan Pablo II.

La reliquia era una ampolla con la sangre del papa polaco.

La reliquia de Juan XXIII es un trozo de piel que fue removido de su cuerpo, exhumado en el 2001 para su beatificación,

El relicario del llamado "papa bueno" fue entregado al papa Francisco por los sobrinos-nietos de Roncalli.

Estos mismos relicarios fueron los que se utilizaron para la beatificación de ambos papas.

El papa: Juan Pablo II y Juan XXIII restauraron la Iglesia a sus orígenes

Juan Pablo II y Juan XXIII han sido proclamados santos este domingo | EFE
Juan Pablo II y Juan XXIII han sido proclamados santos este domingo | EFE
El papa indicó que los dos nuevos santos "fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia (termino griego que significa libertad) del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia"

El papa Francisco dijo hoy que los papas que hoy proclamó santos, Juan XXIII y Juan Pablo II, "restauraron y actualizaron la Iglesia según su fisionomía originaria", durante su homilía en la misa de canonización de ambos pontífices.
Ante los cientos de miles de fieles que se congregaron hoy en la plaza de San Pedro y que abarrotaron los aledaños, el papa indicó que los dos nuevos santos "fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia (termino griego que significa libertad) del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia".

De ellos, Francisco recordó, en una homilía pronunciada en italiano, que "conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron".

"En ellos, Dios fue más fuerte", exclamó.

Francisco comenzó comentando el episodio bíblico sobre Santo Tomás que toca las llagas de Jesús resucitado y luego subrayó cómo Karol Wojtyla y Angelo Roncalli "tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado".

San Juan XXIII y San Juan Pablo II, como los llamó ya el pontífice, "no se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús", agregó.

Para el papa Jorge Bergoglio, "en estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había una esperanza viva, junto a un gozo inefable y radiante".

Una esperanza y un gozo, "que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno".

Para el papa "esta esperanza y esta alegría se respiraba en la primera comunidad de los creyentes" en la que se vivía "el amor, la misericordia, con sencillez y fraternidad".

"Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos", explicó.

Francisco dijo que al convocar el Concilio Vaticano II (1962), Juan XXIII demostró "una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu".

Mientras que al pontífice polaco Francisco le definió como "el papa de la familia".

"Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene", agregó.

El pontífice argentino terminó su homilía pidiendo que "qué estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia".

"Qué ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama", concluyó Francisco.

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