Ágora
La batalla vista por el arte
- Columnista, Notitarde, Charito Rojas (Notitarde / )
Charito Rojas
Hay cinco fechas históricas que son "de guardar" en el calendario venezolano: 19 de abril, 5 de julio, 24 de junio, 24 de julio y 17 de diciembre. Tradicionalmente son días de fiesta nacional, no laborable, con izamiento de bandera y hasta hace 15 años, con un protocolo que se cumplía más allá del gobierno de turno y del talante del gobernante del momento.
Demócratas o dictadores, militares o civiles, andinos u orientales, todos rendían honores. Y el aniversario de la batalla de Carabobo, que culminó el proceso de la independencia de Venezuela de la corona española, era favorito para el despliegue militar. Porque Carabobo es una conmemoración militar, prueba de ello es que ese día fue decretado por el Presidente General Eleazar López Contreras el 24 de junio de 1939, como Día del Ejercito. Mientras que todas las otras fechas patrias conmemoran gestas civiles.
Celebrando Carabobo
Cada gobierno ha conmemorado esta fecha, repitiendo en el histórico campo desfiles militares que enaltecen los avances estratégicos, ideológicos y tecnológicos de las fuerzas armadas venezolanas. Y muchos gobiernos emitieron medallas y estampillas conmemorativas, celebraron sesiones solemnes, hicieron campañas escolares para informar sobre la gesta histórica. Otros construyeron monumentos en el Campo o marcaron con hitos los sitios de la muerte de héroes como Cedeño y Plaza. Gobiernos democráticos instalaron dioramas, espejos de agua, embellecieron las jardinerías e hicieron del campo un sitio de atractivo no solo histórico sino también turístico.
Sin embargo, hay que destacar el aporte de los artistas que representaron a través de monumentos, esculturas y pinturas la magna gesta de la independencia de Venezuela.
Todavía se recuerda el gran evento de los 100 años de la batalla, cuando el General Juan Vicente Gómez ordenó la construcción de un monumento conmemorativo a la batalla y a los héroes que lucharon en ella. Se erigió el Arco del Triunfo, inaugurado el 24 de junio de 1921. Y para conmemorar el primer centenario de la muerte del Libertador, se levantó el magnífico monumento que hoy domina imponente el campo y se inauguró el 17 de diciembre de 1930.
Estos monumentos narran la historia de la batalla y dan imagen a sus héroes. El Arco del Triunfo está conformado por dos columnas de 28 metros de altura unidas por un gran arco que descansa sobre cuatro atlantes de 5 metros de altura. En la parte superior del arco, en un lado está la efigie de Simón Bolívar y en el otro la del héroe indiscutible de la batalla, José Antonio Páez. En lo alto, un busto representa a la República, obra del escultor Pedro Basalo. Las columnas finalizan con estatuas alegóricas a la Guerra y a la Victoria, y en su parte baja hay cuatro relieves en donde se observa a Bolívar y a Páez durante la batalla; alegorías a la Paz y al Trabajo con las fechas 1821 y 1921.
El diseño de la obra estuvo a cargo de Alejandro Chataing (si, el abuelo de Luis) y Ricardo Razetti, bajo la dirección de Manuel Vicente Hernández. Los ornamentos fueron realizados por el escultor Lorenzo González, quien para ese entonces estaba a cargo de la Escuela de Artes Plásticas de Caracas.
Al frente del arco hay dos hileras con ocho pedestales cada una con los bustos de los héroes de la independencia (aunque varios de ellos no estuvieron en Carabobo): José Antonio Páez, Manuel Cedeño, Ambrosio Plaza, José Francisco Bermúdez, Rafael Urdaneta, Pedro Briceño Méndez, Bartolomé Salom, Santiago Mariño, Thomas Ilderton Farriar, José Cornelio Muñoz, Pedro Camejo, Antonio Rangel, Juan José Rondón, Diego Ibarra, Miguel Antonio Vásquez y Manuel Manrique.
El llamado Altar de la Patria, se inició en 1927 y fue levantado sobre piedras traídas desde el sitio de La Puerta, cerca de San Juan de los Morros, Guárico, en donde el ejército patriota había sido derrotado en tres ocasiones. El proyecto y la ejecución de esta gran obra fue del escultor Antonio Rodríguez del Villar.
El monumento tiene un foco central y dos alas laterales. En lo más alto, hay una gran estatua ecuestre de Simón Bolívar dirigiendo la batalla, flanqueado por las figuras simbólicas de El Genio y La Gloria. Un poco más abajo, las estatuas ecuestres de Páez, Mariño, Cedeño y Plaza. En un tercer plano, briosos corceles montados por el Heraldo de la Gloria a la derecha de El Libertador y el Heraldo de la Fama, a su izquierda. En los laterales, dos estatuas que simbolizan a La República y a la Independencia. Detrás de ellas dos relojes de sol, uno marcando la hora del comienzo de la batalla, y el otro la hora del triunfo de las tropas patriotas.
Más abajo, una serie de altorrelieves muestran a las divisiones que participaron en la batalla; también se puede ver la muerte de Pedro Camejo, el Negro Primero. Al frente, en el centro del monumento, está el Altar de la Patria propiamente dicho, constituido por siete peldaños con una estrella de bronce al centro que representan a las siete provincias que formaron la Capitanía General de Venezuela. Siete, no ocho.
Una parte significativa del monumento es el encuentro de las razas, tres figuras que simbolizan a la raza española, a la indígena y a la surgida por la mezcla de ellas; ésta última abrazando a las otras dos. Representación de la ausencia de segregación racial en la patria venezolana.
Dispuestas transversalmente entre este monumento y el Arco del Triunfo, están las alegorías a España y a Venezuela, las cuales se ubican al frente de dos pirámides custodiadas por leones y coronadas por dos cóndores en bronce con las alas desplegadas, símbolo de la igualdad entre las dos naciones. Por último, al pie del Arco del Triunfo, se encuentra la Tumba al Soldado Desconocido. En ella hacen guardia permanente los miembros de la Guardia de Honor del ejército venezolano.
Todo el conjunto artístico de Carabobo fue decretado Monumento Histórico Nacional el 3 de julio de 1961.
Carabobo pintado
Pero quien le puso rostro, estudió las ubicaciones de las divisiones de ambos ejércitos, e hizo un ejercicio histórico de reproducción de la batalla de Carabobo fue el pintor venezolano Martin Tovar y Tovar, hijo de un oficial granadino que luchó en la Batalla de Carabobo bajo las órdenes de Pablo Morillo.
Martín Tovar y Tovar, nacido en Caracas en 1827, será un artista que hará de su pintura una crónica histórica. Se forma en Francia y España y de regreso en Caracas vive la guerra federal. Llega a ser el pintor oficial de la época del "Ilustre Americano" Antonio Guzmán Blanco, por sus cualidades como retratista. Pero su mérito está en el estudio escrupuloso de la historia venezolana para reflejarla en grandes cuadros épicos.
Por encargo de Guzmán pinta entre 1874 y 1883 retratos de los héroes de la Independencia. Sobre una pobre iconografía y estudiando referencias de contemporáneos de los héroes, plasma las imágenes de Bolívar, Páez, Urdaneta, Ribas, Soublette y una decena más de próceres.
En 1883, en la celebración del centenario del nacimiento de El Libertador, pinta el gran lienzo de la Firma del Acta de Independencia, que hoy está en el Salón Elíptico del Capitolio Federal, donde también se encuentran sus pinturas de las batallas de Junín, Ayacucho y Boyacá. Y por supuesto, el techo oval con el gran cuadro de la Batalla de Carabobo.
Esta obra fue instalada en el Capitolio Federal en 1886. Es un óleo sobre tela en técnica "marouflage" (método de montaje de un soporte flexible, tal como papel o textil, sobre un soporte sólido como un muro o panel), en un espacio elipsoide de 490 m2. La pieza monumental fue pintada por el artista en su taller de Paris, traída a Venezuela y montada sobre un esqueleto de travesaños de madera apoyado en el techo del salón.
Tovar y Tovar aprovecha la elíptica para dar el movimiento frenético de una batalla en pleno desarrollo, con los personajes dispuestos en los sitios marcados en los partes de batalla por el mismo Libertador y por los testimonios de quienes lucharon en ella. El cuadro no está dividido en escenas sino que es un todo donde todo sucede simultáneamente: la carga del Valencey, la muerte de Negro Primero y de Plaza, Páez en batalla y el Libertador dirigiendo la estrategia.
La descripción planimétrica con los accidentes geográficos de la hermosa llanura de Carabobo, el manejo de la luminosidad para ubicar las acciones desde el amanecer hasta el atardecer dan a la obra de Tovar y Tovar un ritmo casi cinematográfico que transporta a quien lo ve a ese 24 de junio de 1821.
Los artistas venezolanos, así han hecho su aporte para darle rostro a nuestra historia, en una labor apegada a los reales acontecimientos, sin caer en la tentación de la interpretación política y tergiversada que lamentablemente ensucia la gesta de nuestros próceres, queriendo incluso dar y quitar importancia de quienes entregaron hasta su vida para que nuestras generaciones apreciaran el valor de la libertad.
Charitorojas2010hotmail.com
Twitter: @charitorojas
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