El Monje se las cantó
Hay convicción en el Alto Mando de la Revolución que esto no va pal¿ baile. Pero no habrá cambios
MIGUEL SANMARTÍN | EL UNIVERSAL
sábado 21 de junio de 2014 12:00 AM
Se equivocan, camarita. Otra vez se quedarán más pelados que estantería de supermercado aquellos pardillos que suponen que la salida del monje Giordani de la curia ministerial marcará un cambio de modelo y estrategia en la conducción de la economía del país ¡quebrada con el barril de petróleo en casi 100 dólares!
La crisis en el chavismo es un hecho. Pero el socialismo del siglo XXI, fiel a los designios de su verdadero Apóstol -la antigualla cubana- dista, todavía, de incurrir en liviandades. No hará concesiones -volver al capitalismo salvaje- pese a la profundización de las dificultades -escasez, inflación, inseguridad, desempleo, apagones, etc.-, ni que potencien el malestar de los ciudadanos, algo que teme la cofradía regente.
Hay convicción en las filas del Alto Mando de la Revolución -donde nadie, por sentido de supervivencia se atreve a debatirlo, como sí lo hacen, en tono de crítica, algunos cuadros medios y los camaradas aliados del Polo Patriótico- que esto no va pal¿ baile. El fracaso del "modelo" no les quita el sueño. Ninguno está donde los colocó el Eterno o les permitió escalar el ventajismo electoral para resolverle la vida al público de galería. Muchos están allí para acomodar su propia existencia, la de los suyos y la de los cómplices en el pillaje. Es lo que se infiere por su ostentación y la cuantía de las cuentas bancarias que les investigan autoridades de países interesados en combatir la corrupción.
Lo que a todos ellos concierne, fusiona e inquieta es la preservación del "coroto" a perpetuidad. Lo consideran un legado que puede-debe ser heredado por el aspirante (rojo, claro está) de turno. Como Felipe VI, pues. El regusto por el trono lo heredaron del caudillo extinto. Y lo mantienen, por ahora, sí o sí. Mediante los "buenos" oficios de unas tan diligentes como sumisas instituciones o por las "disuasivas" prácticas de los organismos de seguridad -acompañados de motobandidos empistolados- que en sus acciones represivas "gasifican", violan derechos humanos, torturan, hieren y llevan a la cárcel a estudiantes y dirigentes políticos que osan cuestionar la legitimidad, acciones y conducta de quienes cubanizaron a Venezuela.
El manifiesto del Monje es el típico llantén de los desplazados al trastero de la historia, despojados de poder e influencia. Sus años de predominio en la cúpula los utilizó para provocar este monumental descalabro económico. Corren otros tiempos, sin próceres históricos. Los grupos de poder insurgentes buscan su acomodo en el puente de mando sin tener el apoyo popular ni los recursos que manejó el predecesor. En este contexto, civiles, militares, radicales, pragmáticos y arribistas abren espacios a alianzas para el poschavismo que viene. No habrá golpe de timón, solo otro estilo.
msanmartín@eluniversal.com
La crisis en el chavismo es un hecho. Pero el socialismo del siglo XXI, fiel a los designios de su verdadero Apóstol -la antigualla cubana- dista, todavía, de incurrir en liviandades. No hará concesiones -volver al capitalismo salvaje- pese a la profundización de las dificultades -escasez, inflación, inseguridad, desempleo, apagones, etc.-, ni que potencien el malestar de los ciudadanos, algo que teme la cofradía regente.
Hay convicción en las filas del Alto Mando de la Revolución -donde nadie, por sentido de supervivencia se atreve a debatirlo, como sí lo hacen, en tono de crítica, algunos cuadros medios y los camaradas aliados del Polo Patriótico- que esto no va pal¿ baile. El fracaso del "modelo" no les quita el sueño. Ninguno está donde los colocó el Eterno o les permitió escalar el ventajismo electoral para resolverle la vida al público de galería. Muchos están allí para acomodar su propia existencia, la de los suyos y la de los cómplices en el pillaje. Es lo que se infiere por su ostentación y la cuantía de las cuentas bancarias que les investigan autoridades de países interesados en combatir la corrupción.
Lo que a todos ellos concierne, fusiona e inquieta es la preservación del "coroto" a perpetuidad. Lo consideran un legado que puede-debe ser heredado por el aspirante (rojo, claro está) de turno. Como Felipe VI, pues. El regusto por el trono lo heredaron del caudillo extinto. Y lo mantienen, por ahora, sí o sí. Mediante los "buenos" oficios de unas tan diligentes como sumisas instituciones o por las "disuasivas" prácticas de los organismos de seguridad -acompañados de motobandidos empistolados- que en sus acciones represivas "gasifican", violan derechos humanos, torturan, hieren y llevan a la cárcel a estudiantes y dirigentes políticos que osan cuestionar la legitimidad, acciones y conducta de quienes cubanizaron a Venezuela.
El manifiesto del Monje es el típico llantén de los desplazados al trastero de la historia, despojados de poder e influencia. Sus años de predominio en la cúpula los utilizó para provocar este monumental descalabro económico. Corren otros tiempos, sin próceres históricos. Los grupos de poder insurgentes buscan su acomodo en el puente de mando sin tener el apoyo popular ni los recursos que manejó el predecesor. En este contexto, civiles, militares, radicales, pragmáticos y arribistas abren espacios a alianzas para el poschavismo que viene. No habrá golpe de timón, solo otro estilo.
msanmartín@eluniversal.com
Economía no saca gobierno
ALIRIO PÉREZ LO PRESTI | EL UNIVERSAL
sábado 21 de junio de 2014 12:00 AM
Muchos venezolanos, incluyendo influyentes economistas con credibilidad en vastos sectores de la población, habían apostado a que las malsanas prácticas de carácter económico que ha venido implementando el actual régimen, habrían de debilitar al sistema político al punto de generar conflictividad extrema, que terminaría en un fenómeno social de carácter convulso en los sectores más empobrecidos. Se equivocaron. Algunas razones podrían explicar este hecho:
1) Durante los gobiernos de Acción Democrática y Copei, incluyendo el gobierno de Caldera, se sembró en nuestros compatriotas la idea de que la dádiva y no el estímulo al esfuerzo para el desarrollo del trabajo productivo, era la respuesta que los ciudadanos debían esperar de sus gobiernos. Desde 1958 hasta el día de hoy, hemos sido sometidos a un proceso de condicionamiento social (amaestramiento) en el cual se nos da recompensas por apoyar a un determinado factor político.
2) En 15 años, se fomentó el divisionismo entre conciudadanos. El revanchismo, la envidia, el odio y el deseo de hacer daño a otros minó el alma del venezolano. El discurso divisionista es la más efectiva de las peroratas para mantenerse en el poder. Dividir mantiene el sistema. La unión de los venezolanos sería la debacle de un régimen que opera desde sustratos marxistas. Hay que recordar siempre que Marx fue profundamente influenciado por los trabajos de Charles Darwin. De allí la idea de promover la lucha de clases.
3) El clientelismo político actual es el mayor en nuestra historia. Hemos llegado a casos como el de Pdvsa, la gallina de los huevos de oro, que pasó de tener una nómina de alrededor de 20.000 trabajadores a más de 100.000. La dependencia directa del Estado omnímodo hace que el escandaloso número de empleados públicos, en una gran mayoría, sean defensores de un gobierno que les garantiza sus salarios. El hecho de que muchos de estos trabajadores estén contratados y no fijos (política de Estado), garantiza su apoyo al sistema.
4) Ha surgido una nueva clase socioeconómica que no sólo defiende al actual sistema de gobierno de manera visceral, sino que se ha beneficiado directa e indirectamente de los privilegios de ser parte del "proceso". Esta clase social que emergió rápidamente, puede comprar viviendas en sectores de elevado costo, ha logrado viajar por el mundo y ha convertido lo glamoroso en una manera de vivir.
5) La estrategia de crear "misiones", lejos de ser un modelo de seguridad social, se ha transformado en una abominable caja de Skinner. Los venezolanos nos hemos vuelto dependientes del sistema al punto de que las colas para obtener productos básicos ya forman parte de la dinámica de las ciudades. Las personas han perfeccionado métodos para saber cuándo y dónde salir corriendo a conseguir lo básico para la subsistencia. Las filas se han vuelto una especie de "normalidad", pues al final, una gran mayoría de los que hace cola durante horas, sale con sus rollos de papel higiénico, sonrisa en labios. Algunos para revenderlo.
6) El petróleo sigue dando para mantener cualquier sistema de recompensas básicas. En Venezuela no hay hambruna. El rol del poderoso aparato comunicacional del Estado-Gobierno ha sido fundamental para que no haya una ruptura política en la nación. El triste papel de las encuestadoras y sus representantes, al sostener la tesis de que la economía acabaría con el socialismo a la venezolana es falsa mientras la renta petrolera siga pagando lo elemental para vivir.
7) Ha sido política de Estado que las formas de conducirse más ladinas hayan invadido el alma de la República. La manera como muchos venezolanos se ganan la vida es sólo comparable a los tiempos más escandalosos de la picaresca. Gente que ha vivido de "raspar" tarjetas en el exterior, de revender desde leche hasta baterías robadas, de apegarse al mensaje político originario de toda una tragedia que premia la mediocridad. La pericia se ha banalizado al extremo de que la improvisación es la norma. El sistema aúpa estas prácticas.
8) Como consecuencia de lo anterior, durante 15 años la viveza se ha exaltado como una virtud, beneficiando a muchos. El pícaro criollo está viviendo la gran fiesta, en donde desde las instituciones públicas hasta muchos ciudadanos de a pie, forman una pared impenetrable a mínimos preceptos de carácter ético. Las coimas y las más insólitas formas de corrupción (burdas y refinadas) forman parte de lo más profundo de la dimensión humana del venezolano. Una sociedad amoral es una sociedad perversa.
9) La dirigencia política que piensa en un país mejor ha de cautivar a todo un conglomerado que deberá ser convencido por propuestas distintas a las que preconiza un sistema que ampara lo delincuencial y exalta lo mediocre. Es un reto que se ha de imponer, pues cada día que pasa nos hundimos en nuestra miseria. El gran legado de estos 15 años es habernos convertido en pordioseros de espíritu.
@perezlopresti
1) Durante los gobiernos de Acción Democrática y Copei, incluyendo el gobierno de Caldera, se sembró en nuestros compatriotas la idea de que la dádiva y no el estímulo al esfuerzo para el desarrollo del trabajo productivo, era la respuesta que los ciudadanos debían esperar de sus gobiernos. Desde 1958 hasta el día de hoy, hemos sido sometidos a un proceso de condicionamiento social (amaestramiento) en el cual se nos da recompensas por apoyar a un determinado factor político.
2) En 15 años, se fomentó el divisionismo entre conciudadanos. El revanchismo, la envidia, el odio y el deseo de hacer daño a otros minó el alma del venezolano. El discurso divisionista es la más efectiva de las peroratas para mantenerse en el poder. Dividir mantiene el sistema. La unión de los venezolanos sería la debacle de un régimen que opera desde sustratos marxistas. Hay que recordar siempre que Marx fue profundamente influenciado por los trabajos de Charles Darwin. De allí la idea de promover la lucha de clases.
3) El clientelismo político actual es el mayor en nuestra historia. Hemos llegado a casos como el de Pdvsa, la gallina de los huevos de oro, que pasó de tener una nómina de alrededor de 20.000 trabajadores a más de 100.000. La dependencia directa del Estado omnímodo hace que el escandaloso número de empleados públicos, en una gran mayoría, sean defensores de un gobierno que les garantiza sus salarios. El hecho de que muchos de estos trabajadores estén contratados y no fijos (política de Estado), garantiza su apoyo al sistema.
4) Ha surgido una nueva clase socioeconómica que no sólo defiende al actual sistema de gobierno de manera visceral, sino que se ha beneficiado directa e indirectamente de los privilegios de ser parte del "proceso". Esta clase social que emergió rápidamente, puede comprar viviendas en sectores de elevado costo, ha logrado viajar por el mundo y ha convertido lo glamoroso en una manera de vivir.
5) La estrategia de crear "misiones", lejos de ser un modelo de seguridad social, se ha transformado en una abominable caja de Skinner. Los venezolanos nos hemos vuelto dependientes del sistema al punto de que las colas para obtener productos básicos ya forman parte de la dinámica de las ciudades. Las personas han perfeccionado métodos para saber cuándo y dónde salir corriendo a conseguir lo básico para la subsistencia. Las filas se han vuelto una especie de "normalidad", pues al final, una gran mayoría de los que hace cola durante horas, sale con sus rollos de papel higiénico, sonrisa en labios. Algunos para revenderlo.
6) El petróleo sigue dando para mantener cualquier sistema de recompensas básicas. En Venezuela no hay hambruna. El rol del poderoso aparato comunicacional del Estado-Gobierno ha sido fundamental para que no haya una ruptura política en la nación. El triste papel de las encuestadoras y sus representantes, al sostener la tesis de que la economía acabaría con el socialismo a la venezolana es falsa mientras la renta petrolera siga pagando lo elemental para vivir.
7) Ha sido política de Estado que las formas de conducirse más ladinas hayan invadido el alma de la República. La manera como muchos venezolanos se ganan la vida es sólo comparable a los tiempos más escandalosos de la picaresca. Gente que ha vivido de "raspar" tarjetas en el exterior, de revender desde leche hasta baterías robadas, de apegarse al mensaje político originario de toda una tragedia que premia la mediocridad. La pericia se ha banalizado al extremo de que la improvisación es la norma. El sistema aúpa estas prácticas.
8) Como consecuencia de lo anterior, durante 15 años la viveza se ha exaltado como una virtud, beneficiando a muchos. El pícaro criollo está viviendo la gran fiesta, en donde desde las instituciones públicas hasta muchos ciudadanos de a pie, forman una pared impenetrable a mínimos preceptos de carácter ético. Las coimas y las más insólitas formas de corrupción (burdas y refinadas) forman parte de lo más profundo de la dimensión humana del venezolano. Una sociedad amoral es una sociedad perversa.
9) La dirigencia política que piensa en un país mejor ha de cautivar a todo un conglomerado que deberá ser convencido por propuestas distintas a las que preconiza un sistema que ampara lo delincuencial y exalta lo mediocre. Es un reto que se ha de imponer, pues cada día que pasa nos hundimos en nuestra miseria. El gran legado de estos 15 años es habernos convertido en pordioseros de espíritu.
@perezlopresti
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