Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 10 de noviembre de 2014

El fallecimiento, este viernes en Mérida (octubre 31, 2014) del filósofo y maestro José Manuel Briceño Guerrero nos obliga a repasar los ricos senderos de su actividad como pensador lo que es lo más importante de su legado.


opinión

En la muerte de José Manuel Briceño Guerrero

3 Noviembre, 2014

El fallecimiento, este viernes en Mérida (octubre 31, 2014) del filósofo y maestro José Manuel Briceño Guerrero nos obliga a repasar los ricos senderos de su actividad como pensador lo que es lo más importante de su legado.

El rostro
El filósofo José Manuel Briceño Guerrero nació en Palmarito, Apure (marzo 6, 1929). Fue hijo de llaneros y trujillanos por el lado materno. Su infancia fue la de una constante mudanza. Buscaban sus padres los mejores lugares para dar buena educación al hijo. Por ello vivieron en Puerto Nutrias, Sabaneta y Barinas, lugares en los cuales el niño hizo los estudios elementales. Allí en Barinas redactó el futuro escritor los primeros escritos los cuales insertó en un periódico escolar: Senderos. Eso sucedió hacia 1942-1943, como lo recuerda su fiel biógrafo e intérprete Miguel Ángel Rodríguez Lorenzo, en su libro La mudanza del tiempo a la palabra (1996). Ya para esa época el jovencito devoraba los libros que encontraba en la biblioteca paterna. En 1943 la familia vivía en Maracay. Allí inició los estudios de educación media. Estos los concluyó, en 1949, en el liceo “Lisandro Alvarado” de Barquisimeto. Obtuvo el título de Bachiller en Ciencias, como curiosa para quien se iba a dedicar a las humanidades de por vida. Ese mismo año ingresó en la Universidad Central de Venezuela a estudiar la carrera de Medicina. Sólo llegó a cursar el primer año. Otras motivaciones movían ya su espíritu. Por ello en 1952 se inscribió en el “Instituto Pedagógico” del cual egresó con el título de Profesor de inglés. Ya sus dotes especiales para aprender diversos idiomas se había hecho presente en él. Ya graduado obtuvo una beca de la Universidad de Chicago. Cumplidos los estudios en el norte regresó al país. Fue profesor en Barquisimeto y en Valencia. En 1955 marchó a Europa. Primero fue a Francia. Estudió en La Sorbona. En 1956 pasó a Austria. En Viena cursó Filosofía mientras se ganaba la vida haciendo traducciones y dando clases de idiomas. En 1960 obtuvo el doctorado con una tesis sobre la Filosofía del Lenguaje, asunto que será una de sus preocupaciones de por vida. En diversos de sus libros aparecerá luego el mismo asunto, la preocupación por el significado del lenguaje. Ya graduado en Austria fue profesor en Viena. De regreso intentó trabajar en la Universidad Central de Venezuela. Pasó luego a Mérida en cuya universidad ha realizado toda su carrera académica. Allí también realizó toda su obra intelectual la cual lo coloca hoy entre las grandes figuras intelectuales de la Venezuela de nuestro tiempo. Labor por la que recibió el “Premio Nacional de Literatura” (1996).
En Mérida surgió el pensador y el creador. Allí fue haciendo posible su idea según la cual “Mi actitud consistía en encontrar la relación entre mi propia vida de la infancia y los grandes pensadores clásicos. Y hasta hoy en día estoy en eso, sobre todo en lo referido a los clásicos”, como confesó a Fernando Báez (1970) en una entrevista aparecida en el Correo de los Andes, citada por Rodríguez Lorenzo (p.226). A esa búsqueda y a otras que luego veremos se entregó.
A poco de instalado en Mérida comenzó la producción intelectual con el folleto ¿Qué es la filosofía? Fundó la revista Paideia (1963-1967). Pronto la producción escrita se abrió a otro sendero: el de la literatura imaginativa a través de la cual expresa de forma más diáfana, sin aparato crítico, las mismas preocupaciones de su vida intelectual. De allí el conjunto de libros de ficción que se inician con Doulos oukon, al cual siguen TriandáfilaHoladiosEl pequeño arquitecto del universo y Anfisbena. Algunos colocan a Amor y terror de las palabras, entre sus obras de ficción, a nosotros nos parece una derivación de El origen del lenguaje.
Paralelo a estos volúmenes, que no tienen la importancia de su obra filosófica, a pesar de abrevar en ella, edificó su obra de pensador. Surgieron entonces sus libros América Latina y el mundoEl origen del lenguajeLa identificación americana con la Europa segunda, suDiscurso salvaje y Europa y América en el pensar mantuano. Sus tres obras mayores La identificación americana con la Europa segundaDiscurso salvaje y Europa y América en el pensar Mantuano, las reunió en el volumen El laberinto de los tres minotauros.
Mientras trabajaba en sus libros de pensamiento, firmados con el seudónimo de Jonuel Brigue daba a la luz Doulus oukonHoladios y Anfiesbena seguían pasando los días. El pensador trabajaba sobre las hojas en blanco de su mesa de trabajo, en ellas expresaba lo que había visto, aquello que le había enseñado su mirada de la esencia de nuestra América Latina. Es eso lo que está lo que encontramos en El laberinto de los tres minotauros y en América latina y el mundo.
Ocupaciones académicas lo mantenían laborioso: el trabajo de la cátedra, los diversos cargos que ha debido ejercer en la Universidad de Los Andes o los lugares a los cuales su faena intelectual lo llevó. De allí que entre 1968-1969 pasara un año en México trabajando con el también filósofo Leopoldo Zea (1912-2004); que unos meses de aquel período haya ido hasta la “Biblioteca del Congreso” de Washington, la más grande colección bibliográfica del mundo, para investigar allá. En 1971 estuvo en España y en Rusia. En 1978 en la Universidad de Granada, España y en París. Escribió entonces su Discurso salvaje y Europa y América en el pensar mantuano. En 1979 le tocó hacer en Mérida El Elogio de la ciudad; en 1981 debió hacer en el Paraninfo de la Universidad, de esa misma ciudad, con ocasión del Bicentenario de Bello el elogio de este maestro de la misma forma que lo hizo en 1983 en el Paraninfo del Palacio de las Academias con ocasión del Bicentenario del Libertador. En 1993 fue a Francia. Ese mismo año recibió en nombre de los escritores de la ciudad de Mérida al “Premio Nobel” Camilo José Cela (1916-2002) a su paso por esa urbe.
La obra
En dos grandes áreas se divide la obra de Briceño Guerrero. En los libros teóricos, que aparecen en El laberinto de los tres minotauros, están allí “las actitudes, gestos, rasgos, hábitos, voces y acciones constitutivas de la diversidad y unidad del hombre latinoamericano, que no son extrañas a Briceño…pues él participa en ellas. No habla allá un ente abstracto, sino un ente concreto que se manifiesta en el pensador también” (p.227), como acota Rodríguez Lorenzo, a quien seguimos en su interpretación de los universos de Briceño Guerrero por concordar con ellos.
En la segunda área, la que denominamos imaginativa, “están expuestas sus ideas como ficción y también su autobiografía como partes actuantes de la realidad sobre la que elaboró su pensamiento” (p.227).
Tres ideas ejes hallamos cuando leemos con atención a Briceño. En Doulus oukonLos hombres han sido puestos sobre la tierra para que recobren la memoria” (p.13) ya que viven en un “planeta para amnésicos” (Doulus oukon, p.33). Para entenderlo hay que tener en cuenta que “todos los hombres nos mudamos de la vida a la palabra” (Holadios, p.89). Es la palabra la que nos ilumina y nos hace ver aquello que está escondido.
Ya hemos afirmado que la esencia de la obra de Briceño Guerrero se encuentra en las obras insertas en El laberinto de los tres minotauros. En ellas “propone y explora, exhaustivamente, el lenguaje como ámbito y recurso hermenéutico para captar la especificidad del hombre latinoamericano” (p.198); en segundo lugar hay que tener en cuenta que “Esa tensión lengua-habla…permite al pensador venezolano caracterizar al latinoamericano como mestizo cultural. Pero es un mestizo que no unifica, sintetiza ni equilibra los sistemas culturales opuestos, sino que se halla fracturado ante ellos, que los siente como propios y extraños a la vez y que, simultáneamente, actúa y es actuado por ellos. Ese rasgo bipartita del latinoamericano, en eterno combate consigo mismo, lo particulariza” (p.198-199).
En tercer lugar “Para que tal intuición se haga presente, el autor implementa un método que permite a todos los componentes culturales presentes en Latinoamérica manifestarse: el método dramático. En él aflora: lo europeo occidental, lo español, lo cristiano, lo racional, lo criollo, lo pardo, el individualismo, la solidaridad, el autoritarismo, los sentimientos igualitarios, lo indios, lo negro, el gusto por la modernización, la nostalgia por el pasado, el reclamo de la disciplina, la tendencia al bochinche, el optimismo con el que se abrazan los proyectos, el pronto olvido de los fracasos” (p.199).
Todo esto se expresa en tres cosmovisiones: a) el discurso europeo segundo: “en el que el latinoamericano se identifica con una racionalidad autoconsciente de sí misma y que surgió en Grecia…Se identifica con la razón segunda que permitió a Europa expandirse, imponerse y universalizarse con la Revolución Industrial” (p.200); b) el discurso mantuano: “el que se gestó en América Latina en su proceso de europeización por intermedio de la España pía y cristiana, señorial y aventurera, imperial y legisladora y que se constituyó en una paideia durante la época colonial” (p.200-201). El Discurso mantuano, continúa Rodríguez Lorenzo, “opuesto alEuropeo segundo, es el de las jerarquías, los privilegios, las prerrogativas, el don del perdón, la lealtad, la gracia, las relaciones personalizadas y a la vez mediadas por la despersonalizada burocracia, la fidelidad, la codificación de los comportamientos sociales y su registro meticuloso, la piedad para con los humildes, la fidelidad, el riesgo, la hazaña, el individualismo emprendedor, la superación por la educación y los vínculos de sangre, militancia y sacramento. Este discurso es el que rige, en la práctica, los procedimientos de los estados Latinoamericanos, las relaciones sociales y los procedimientos familiares; aunque la legislación no lo señale expresamente” (p.201-202); c) el discurso salvaje, “el que recoge los valores, fines y tradiciones no occidentales de América Latina” (p.202). Aquí entra la violencia, los caudillos, la indiferencia ante el arte, la difusión de la buena educación, los avances tecnológicos, la disciplina, el trabajo sistemático, el libre debate democrático, la eficiencia, el esfuerzo, la dedicación a alcanzar metas, las conquistas permanentes, la estabilidad.
Según lo ya apuntado “estos tres sistemas de pensamiento…contengan una coherencia interna…los tres discursos se interpretan, combaten y combinan de múltiples maneras” (p.203).
Para llegar a la síntesis muestra Briceño el arte en sus diversas expresiones (artes plásticas y visuales, literatura, música, cine) “como la utopía en la que los latinoamericanos pueden hallar la esperanza de superar su tragedia” (p.203). Será la única forma de encontrarse a sí mismos, poner en acción su “potencialidad creativa y recreadora” (p.203), crearan así un espacio propio “en el cual los tres discursos pueden dialogar y reconocerse…Así podrán ser autoconscientes de su heterogeneidad y tomarla como punto de partida para toparse con su anhelada unidad cultural” (p.204).
Tal el mensaje, hondo y de profundas consecuencias en la vida venezolana que el gran pensador nos dejó sembrado en sus libros y en su activa palabra desde el aula de clase o el salón de exposiciones universitarias. Loor a nombre preclaro de este hombre de ideas a la hora de ser sembrado en la tierra madre.
Un recuerdo
Ahora que el admirado José Manuel ha dejado de vivir queremos insertar aquí dos bellas cartas que nos escribió, de su puño y letra, en su bella caligrafía, desde Paris (noviembre 15, 1978). La primera es la sigue:
Apreciado amigo:
Seguramente sin proponérselo, desencadenó Ud. en mi con su carta de julio 6, 1978 una serie de intensos recuerdos debido al lugar donde la escribió. Hace ya muchos años hice un postgrado en Evanston (Northwerstern University) y viví allá experiencias fundamentales. Gracias por ese involuntario estímulo.
Su carta tardó más de cuatro meses en llegarme, por eso mi respuesta acaso demasiado tardía. No sé si todavía está Ud. en Evanston ni si todavía se interesa en mis libros. No tengo ninguno conmigo además. Pero de todos modos escribí hoy a mi hermana en Barquisimeto para que le envíe un ejemplar de cada uno.
Impresionado con su misteriosa firma de alquimista le saludo su amigo, José Manuel.
PD: Por si me volviese a escribir, ¡ojalá!, continuaré en París hasta julio del año próximo en esta dirección: 200 Avenue du Maine, 75014. París.
La segunda nunca la hemos podido olvidar, siempre vienen sus renglones a nuestro pensamiento, esta la cual, por su comprensión nos salvó del marasmo de fin de una relación amorosa. Esto nos escribió extremando su comprensión el inolvidable maestro:
París: febrero 19, 1979
Querido amigo Otrebor:
Tu carta del 13-3 me llegó junto con un retorno inesperado de invierno. ¿Dónde están las nieves de antaño? Pregunto, rebajando el verso de Villon, porque me gusta la unanimidad fría de la nieve en la estación más propicia a mi trabajo que no a mi exteriorización personal.
Una sensibilidad hecha para pesar miligramos fonéticos y distinguir matices sutiles, para interpretar una pequeña contracción de los párpados o un cambio de intensidad en el re sostenido del violín, una sensibilidad vulnerable golpeada brutalmente. No hay consuelo. Y las maniobras de distracción son despreciables. El golpe y su veneno estaban ya emboscados desde el principio. Era una celada. No queda más remedio que digerir y asimilar para trasmutar en comprensión. Más tarde volverá, desarmada y sin venenos, así lo prometió Afrodita a Safo; por algo aseguraba Anacreonte que Eros es travieso. Volverá con su mismo rostro o con otro. Después de todo, el primer rostro tampoco era de ella. Era de la dueña de todos los rostros, la Diosa que nos acecha con el dolor y el placer y que puede darnos la muerte o la inmortalidad.
Por una extraña coincidencia fue en Evanston donde yo también conocí el mal “desesperao” y no fue posible que pasara de mí esa cosa. Llegué incluso a sentir la atracción siniestra del lago de Michigan. Un amigo llamado Jake, excelente actor de teatro, el mejor de mi experiencia, pero tan pequeño de estatura que nunca llegaría a representar los grandes papeles en los grandes teatros, me atendió como a un enfermo y me enseñó, involuntariamente, sin palabras y sin teatro, el secreto poderoso de la fraternidad. Palabras, sin duda, las mías, y hasta teatrales también (suenan así cuando no pueden remplazar el silencio afectuoso), pero quisieran llevarte, te llevan espero, al algo más que en el rumor lejano de una voz desconocida. Un abrazo de su amigo, José Manuel.
Fue aquello del secreto poderoso de la amistad, la esencia poderosa de la amistad, lo que nos llevó a volver a florecer, a no perder la esperanza. Y, ahora, al decirle adiós, no podemos olvidarlas.

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