EL PAPA FRANCISCO
El Papa: ¡Son necesarios puentes y no muros!
El Santo Padre, al finalizar el ángelus, recuerda el aniversario de la caída del muro de Berlín y pide un cultura del encuentro que haga caer los muros
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - Al finalizar la oración del ángelus, el Santo Padre ha dirigido las siguientes palabras a los presentes:
Queridos hermanos y hermanas,
hace 25 años, el 9 de noviembre de 1989, caía el Muro de Berlín, que durante mucho tiempo separó en dos la ciudad y fue símbolo de la división ideológica de Europa y del mundo entero. La caía sucedió de improvisto, pero fue posible por el compromiso largo y cansado y muchas personas que lucharon, rezaron y sufrieron por esto, algunos hasta el sacrificio de la vida.
Entre ellos, un papel protagonista tuvo el Papa san Juan Pablo II. Recemos para que, con la ayuda del Señor y la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, se difunda cada vez más la cultura del encuentro, capaz de hacer caer todos los muros que aún dividen al mundo, y no vuelva a suceder que personas inocentes sean perseguidas e incluso asesinadas por causa de su credo y de su religión. Donde hay un muro hay corazones cerrados. ¡Son necesarios puentes y no muros!
Hoy, en Italia, se celebra la Jornada de la Acción de Gracias, que este año tiene por tema "Alimentar el planeta. Energía para la vida", con referencia a la próxima Expo Milán 2015. Me uno a los obispos en el desear un compromiso renovado para que a nadie le falte la comida cotidiana, que Dios dona para todos. Me siento cercano al mundo de la agricultura, y animo a cultivar la tierra de forma sostenible y solidaria. En este contexto se desarrolla en Roma la Jornada diocesana para la custodia de la creación, un evento que pretende promover un estilo de vida basado en el respeto del ambiente, reafirmando la alianza entre el hombre, custodio de la creación, y su Creador.
Saludo a todos los peregrinos venidos de distintos países, las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones. Este bonito día, este bonito día que el Señor nos da hoy. En particular saludo a los representantes de la comunidad venezolana en Italia, veo allí la bandera. Los jóvenes de Thiene, Vicenza, que han recibido la confirmación. Los universitarios de Urbino. Los fieles de Pontecagnano, San Ángel en Formis, Borgonuovo y Pontecchio. En este bonito día os deseo a todos una feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
Queridos hermanos y hermanas,
hace 25 años, el 9 de noviembre de 1989, caía el Muro de Berlín, que durante mucho tiempo separó en dos la ciudad y fue símbolo de la división ideológica de Europa y del mundo entero. La caía sucedió de improvisto, pero fue posible por el compromiso largo y cansado y muchas personas que lucharon, rezaron y sufrieron por esto, algunos hasta el sacrificio de la vida.
Entre ellos, un papel protagonista tuvo el Papa san Juan Pablo II. Recemos para que, con la ayuda del Señor y la colaboración de todos los hombres de buena voluntad, se difunda cada vez más la cultura del encuentro, capaz de hacer caer todos los muros que aún dividen al mundo, y no vuelva a suceder que personas inocentes sean perseguidas e incluso asesinadas por causa de su credo y de su religión. Donde hay un muro hay corazones cerrados. ¡Son necesarios puentes y no muros!
Hoy, en Italia, se celebra la Jornada de la Acción de Gracias, que este año tiene por tema "Alimentar el planeta. Energía para la vida", con referencia a la próxima Expo Milán 2015. Me uno a los obispos en el desear un compromiso renovado para que a nadie le falte la comida cotidiana, que Dios dona para todos. Me siento cercano al mundo de la agricultura, y animo a cultivar la tierra de forma sostenible y solidaria. En este contexto se desarrolla en Roma la Jornada diocesana para la custodia de la creación, un evento que pretende promover un estilo de vida basado en el respeto del ambiente, reafirmando la alianza entre el hombre, custodio de la creación, y su Creador.
Saludo a todos los peregrinos venidos de distintos países, las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones. Este bonito día, este bonito día que el Señor nos da hoy. En particular saludo a los representantes de la comunidad venezolana en Italia, veo allí la bandera. Los jóvenes de Thiene, Vicenza, que han recibido la confirmación. Los universitarios de Urbino. Los fieles de Pontecagnano, San Ángel en Formis, Borgonuovo y Pontecchio. En este bonito día os deseo a todos una feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
Francisco en el ángelus: el templo de Dios no es sólo un edificio hecho de ladrillos
Texto completo de las palabras del Papa. El Santo Padre invita a pedir la gracia de la coherencia cotidiana
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 09 de noviembre de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco, como cada domingo, se ha asomado a la ventana del Palacio Apostólico para rezar la oración del ángelus. Antes de la oración mariana, dirigió estas palabras a los presentes.
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
Hoy la liturgia recuerda la dedicación de la Basílica de Letrán, catedral de Roma, que la tradición define "madre de todas las iglesia del Urbe e del Orbe". Con el término "madre" se refiere no tanto al edificio sagrado de la Basílica, sino a la obra del Espíritu Santo que en este edificio se manifiesta, fructificando mediante el ministerio del Obispo de Roma, en todas las comunidades que permanecen en la unidad con la Iglesia que él preside. Esta unidad presenta el carácter de una familia universal, y como en la familia está la madre, así también la venerada catedral de Letrán hace de "madre" a la iglesia de todas las comunidades del mundo católico. Con esta fiesta, por tanto, profesamos, en la unidad de la fe, el vínculo de comunión que todas las Iglesias locales, repartidas por el mundo, tienen con la Iglesia de Roma y con su Obispo, sucesor de Pedro.
Cada vez que celebramos la dedicación de una iglesia, se llama a una verdad esencial: el templo material hecho de ladrillos es signo de la Iglesia viva y operante en la historia, es decir, de este "templo espiritual", como dice el apóstol Pedro, del que Cristo mismo es "piedra viva, descartada por los hombres pero elegida y preciosa delante de Dios". Jesús, en el Evangelio de la liturgia de hoy, hablando del templo ha revelado una realidad impresionante. Es decir, el templo de Dios no es solamente un edificio hecho de ladrillos, es su cuerpo hecho de piedras vivas. En la fuerza del Bautismo, cada cristiano, forma parte del "edificio de Dios". Es más, se convierte en la Iglesia de Dios. El edificio espiritual, la Iglesia comunidad de los hombres santificados por la sangre de Cristo y del Espíritu del Señor resucitado, pide a cada uno de nosotros ser coherente con el don de la fe y cumplir un camino de testimonio cristiano. Y no es fácil, lo sabemos todos. La coherencia en la vida, entre la fe y el testimonio. Aquí debemos ir adelante y realizar en nuestra vida esta coherencia cotidiana. Este es un cristiano, no tanto por lo que dice, sino por lo que hace. Por la forma en la que se comporta, esta coherencia que nos da vida. Y es una gracia del Espíritu Santo que debemos pedir.
La Iglesia, al origen de su vida y de su misión en el mundo, no ha sido otra cosa que una comunidad constituida para confesar la fe en Jesucristo Hijo de Dios y Redentor del hombre, una fe que obra a través de la caridad. Van juntas ¿eh? También hoy la Iglesia es llamada a ser en el mundo la comunidad que, arraigada en Cristo por medio del Bautismo, profesa con humildad y valentía la fe en Él, testimoniándola en la caridad. Con esta finalidad esencial deben ser ordenados también los elementos institucionales, las estructuras y los organismos pastorales. Pero, para esta finalidad esencial, testimoniar la fe en la caridad. La caridad es la expresión de la fe. Y también la fe es la explicación y fundamento de la caridad.
La fiesta de hoy nos invita a meditar sobre la comunión de todas las Iglesias, es decir, esta comunidad cristiana, por analogía nos estimula a comprometernos para que la humanidad pueda superar las fronteras de la enemistad y de la indiferencia, a construir puentes de comprensión y de diálogo, para hacer del mundo entero una familia de pueblos reconciliados entre ellos, fraternos y solidarios. De esta nueva humanidad, la Iglesia misma es signo de anticipación, cuando vive y difunde con su testimonio el Evangelio, mensaje de esperanza y de reconciliación para todos los hombres.
Invocamos la intercesión de María Santísima, para que nos ayude a convertirnos, como ella, en "casa de Dios", templo vivo de su amor.
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
Hoy la liturgia recuerda la dedicación de la Basílica de Letrán, catedral de Roma, que la tradición define "madre de todas las iglesia del Urbe e del Orbe". Con el término "madre" se refiere no tanto al edificio sagrado de la Basílica, sino a la obra del Espíritu Santo que en este edificio se manifiesta, fructificando mediante el ministerio del Obispo de Roma, en todas las comunidades que permanecen en la unidad con la Iglesia que él preside. Esta unidad presenta el carácter de una familia universal, y como en la familia está la madre, así también la venerada catedral de Letrán hace de "madre" a la iglesia de todas las comunidades del mundo católico. Con esta fiesta, por tanto, profesamos, en la unidad de la fe, el vínculo de comunión que todas las Iglesias locales, repartidas por el mundo, tienen con la Iglesia de Roma y con su Obispo, sucesor de Pedro.
Cada vez que celebramos la dedicación de una iglesia, se llama a una verdad esencial: el templo material hecho de ladrillos es signo de la Iglesia viva y operante en la historia, es decir, de este "templo espiritual", como dice el apóstol Pedro, del que Cristo mismo es "piedra viva, descartada por los hombres pero elegida y preciosa delante de Dios". Jesús, en el Evangelio de la liturgia de hoy, hablando del templo ha revelado una realidad impresionante. Es decir, el templo de Dios no es solamente un edificio hecho de ladrillos, es su cuerpo hecho de piedras vivas. En la fuerza del Bautismo, cada cristiano, forma parte del "edificio de Dios". Es más, se convierte en la Iglesia de Dios. El edificio espiritual, la Iglesia comunidad de los hombres santificados por la sangre de Cristo y del Espíritu del Señor resucitado, pide a cada uno de nosotros ser coherente con el don de la fe y cumplir un camino de testimonio cristiano. Y no es fácil, lo sabemos todos. La coherencia en la vida, entre la fe y el testimonio. Aquí debemos ir adelante y realizar en nuestra vida esta coherencia cotidiana. Este es un cristiano, no tanto por lo que dice, sino por lo que hace. Por la forma en la que se comporta, esta coherencia que nos da vida. Y es una gracia del Espíritu Santo que debemos pedir.
La Iglesia, al origen de su vida y de su misión en el mundo, no ha sido otra cosa que una comunidad constituida para confesar la fe en Jesucristo Hijo de Dios y Redentor del hombre, una fe que obra a través de la caridad. Van juntas ¿eh? También hoy la Iglesia es llamada a ser en el mundo la comunidad que, arraigada en Cristo por medio del Bautismo, profesa con humildad y valentía la fe en Él, testimoniándola en la caridad. Con esta finalidad esencial deben ser ordenados también los elementos institucionales, las estructuras y los organismos pastorales. Pero, para esta finalidad esencial, testimoniar la fe en la caridad. La caridad es la expresión de la fe. Y también la fe es la explicación y fundamento de la caridad.
La fiesta de hoy nos invita a meditar sobre la comunión de todas las Iglesias, es decir, esta comunidad cristiana, por analogía nos estimula a comprometernos para que la humanidad pueda superar las fronteras de la enemistad y de la indiferencia, a construir puentes de comprensión y de diálogo, para hacer del mundo entero una familia de pueblos reconciliados entre ellos, fraternos y solidarios. De esta nueva humanidad, la Iglesia misma es signo de anticipación, cuando vive y difunde con su testimonio el Evangelio, mensaje de esperanza y de reconciliación para todos los hombres.
Invocamos la intercesión de María Santísima, para que nos ayude a convertirnos, como ella, en "casa de Dios", templo vivo de su amor.
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